Sin quitarle los méritos que obtuvo para estar en primera división, hay que decir que Patronato es un equipo básico: es un conjunto de pierna fuerte en el medio, espeso de la mitad de cancha hacia atrás, que apuesta sus posibilidades a la segunda pelota y bochazos frontales hacia los delanteros. Para desarticular tal soporte, Boca necesitaba de la mente fría de un hombre como Gago, de alguien que no actúe impulsivamente sino coherentemente, que ambicione con destruir la disposición contraria gracias a la paciencia y no con el individualismo. Al escasear de determinados elementos, Boca extrañó a Gago y chocó constantemente frente a la procuración engallada de los propios ideales.
Muchas veces el equipo quedó largo ante una mala decisión: había demasiados hombres enfocados en recibir a la carrera, a tal punto que cuando se perdía la pelota quedaba un vacío a sus espaldas, y Patronato por momentos tuvo camino por recorrer para ejecutar un contragolpe. La poca eficacia y determinación de los paranaenses, sumado a los buenos reflejos de Rossi ante un potente remate de media distancia le dan una explicación al cero en el arco visitante.
Pero si la ecuación no podía despejarse mediante el esparcimiento de ideas superiores en lo técnico e intelectual del elenco boquense, la vía para el escape hacia la victoria debía manifestarse mediante lo colérico y temperamental: era menester encontrar el oasis del eufemismo colectivo en donde el más poderoso imparta su jefatura ante el más débil conciliando sus fuerzas más espirituales que técnicas. Allí apareció Pavón, corriendo como si el Río Paraná se desbordara y esté a punto de tragarlo, y definiendo en el suelo como si no hubiera un mañana, dejando todo el cuerpo sumido a la eventualidad. Aunque sería injusto diluir todo el gol a la voluntad del cordobés, ya que la cuota de fútbol finalmente apareció de la mano del que más sabe: ese es Benedetto, que juega de nueve pero también de enganche, porque cuando se tira atrás tiene la figura de Pavón en la cabeza, y así como había hecho frente a Chacarita hace una semana, le volvió a poner un pase de forma magnífica, esta vez bombeado, para resquebrajar una defensa que no puede anticipar el movimiento y no quedar expuesta.
Boca lleva ganados todos los partidos de la Superliga porque es una fórmula colectiva en donde coexisten diversas sociedades: la de Benedetto y Pavón es una de ellas; y también puede mencionarse la de Pavón y Fabra (cuando el ex Talleres se tira a la izquierda, siempre sabe que el colombiano va a pasarle como una locomotora). La baja de Gago no es la caída de un soldado sino la de un general, pero mientras se tengan en pie otros escuadrones, el ejército podrá seguir marchando.