Cuando Boca estaba siendo levemente superado por el ímpetu de Estudiantes, solo parecían posibles dos destinos para el xeneize: el de tener suerte y ligar un empate, o que se haga justicia y los de Bernardi se alcen con los tres puntos. Mucho más apartado, se sentía una brisa proveniente de un archipiélago muy lejano en donde con un poco de suerte al equipo de Guillermo no le hacían goles y, que en un momento aislado, se convierta en el arco de Andújar. Pero para fabricar esa suerte, Boca no se debía amilanar ante la preponderancia del local en la mitad del campo, donde mandaba un Braña inoxidable, y donde el pincharrata recuperaba velozmente la pelota y salía disparado, no con tanta claridad pero sí con mucha energía y deseo, al arco custodiado por Rossi.
En el fútbol, lo colectivo hace a lo individual, y lo individual hace a lo colectivo. En este caso, sin figuras altisonantes ni algún rendimiento en particular que salga de la media, para Estudiantes lo individual hacía a lo colectivo, porque bien parado, el elenco de La Plata triunfaba en todos los duelos individuales, haciéndose de esa forma, superior en lo colectivo. Estando encima de Pablo Pérez y Cardona, presionando constantemente en la salida, lo obligó al equipo de la Ribera a equivocarse, a padecer la condición de visitante.
No hay que hablar sin pruebas que otorguen fundamentos, pero se puede conjeturar que en el entretiempo, en el vestuario visitante una intensa charla o reprimenda cambió la cara del equipo. Boca no salió a los segundos 45 minutos arrollando a su rival, pero sí más seguro, sin dejarse estrujar por el vigor físico del oponente, y cuando el equipo de Guillermo es capaz, por lo menos algunas veces, de triangular, hacer el 2-1, verticalizar pacientemente con la pelota en su poder, puede hacer daño. Y en Pavón, cuya posición estuvo descuidada en varias oportunidades por Estudiantes, el xeneize tuvo un arma filosa para profundizar cuando era debido.
La notoriedad de la compresión del equipo local anulaba, entre otros, a Vadalá, que todavía parece no tener del todo desarrolladas las aptitudes para aguantar de espaldas, y cuando Cardona y Pérez entraron en juego, por lo menos el destino de perder pasó a estar más lejos.
Con bastante suerte, Barrios le dio la victoria a Boca. Pero al enderezar el encuentro, fue una suerte que se buscó. Boca salió del refugio a encontrar su destino.