En el fútbol hay palabras que son universales para todos los paradigmas, como por ejemplo que un pase es una entrega del balón de un compañero a otro, pero lo que sí cambia según el punto de vista de un entrenador es la función que conlleva el pase en determinados momentos. Para guillermo todo pase debía ser hacia delante: con una concepción bielsista del fútbol, los equipos de los mellizos siempre fueron verticales, aunque en sus últimos tiempos en Boca tendieron a ser más equilibrados. Para el paradigma de Alfaro posiblemente un pase no signifique siempre atacar, sino también defenderse, con la posibilidad de pasar la pelota hacia atrás, lo que para el anterior DT era un tabú.
Teniendo en cuenta los nombres que se barajaron para arribar al último campeón de la Superliga, Boca no está interesado en un paradigma en particular que proyecte una escuela de fútbol en especial, ya que Heinze y Eduardo Domínguez son entrenadores con una mirada similar a la de los mellizos (las similitudes llegan hasta a los años de experiencia), mientras que Gareca, Pekerman y Mohamed son un término medio (son hombres de un rodaje mayor, que se han caracterizado por diseñar equipos ofensivos pero que se han adaptado cuando la razón les demandó cambiar). Pero finalmente la decisión conjunta entre Angelici y Burdisso, el nuevo director deportivo (si Boca tomó la decisión de contar con un mánager hay varias cuestiones que deberían comenzar a cambiar: con alguien encargado de generar un consenso de acuerdo a los refuerzos y las políticas deportivas, debería tenerse en carpeta un proyecto serio de formación de juveniles y elección de entrenadores e incorporaciones), fue contratar a Gustavo Alfaro, un hombre completamente distinto a los nombrados anteriormente. Pero todos tienen algo en común: el perfil a buscar dejó de ser el de un entrenador identificado con Boca, luego de haber tenido ídolos como Bianchi, Arruabarrena y Guillermo sentados en el banco. Analizando los nombres en cuestión, puede suponerse que Angelici adoptó una política similar a la de Florentino Pérez en el Real Madrid: no busca un factor común como el Barcelona, sino que selecciona el mejor entrenador que esté disponible por más de que su estilo no tenga nada que ver con el entrenador anterior y los demás candidatos. Son formas de tomar decisiones aprovechando el poderío económico, que solo los resultados pueden dar el pulgar hacia arriba o hacia abajo.
El cenit de Alfaro como entrenador estuvo en Arsenal, saliendo campeón de la Sudamericana en su primer período, y del torneo local, Supercopa y Copa Argentina en su segundo ciclo. Son credenciales importantes para dirigir un club como Boca, que va a exigirle levantar la Copa Libertadores. El paradigma de Alfaro en su exitoso Arsenal fue el del pase como una herramienta para buscar el error del rival y forzar infracciones que aprovechen la efectividad en las pelotas detenidas, además de una robusta solidez defensiva. Que ese haya sido el paradigma dominante de Alfaro en su paso por muchos de sus clubes no significa que sea idéntico en Boca: todo dependerá de cómo se adapte el plantel y de las incorporaciones seleccionadas.
Puede decirse que Alfaro será el entrenador más parecido a Falcioni desde que el DT campeón invicto fue echado por una Bombonera que reclamaba por Bianchi y Riquelme. Pasando por un deslucido Bianchi, un Arruabarrena que priorizaba la posesión de pelota y un Guillermo directo para atacar, está claro que durante la gestión de Angelici nunca hubo un proyecto específico y se apoyó en los ídolos para que armen el equipo que todavía no ha logrado ser campeón de América. Alfaro tendrá ese deber y si lo logra, uno aún mayor: devolverle al fútbol sudamericano el orgullo de ser el fútbol más fuerte detrás de Europa: por cuestiones económicas es imposible emparentar ambos continentes como sucedía en la pareja y extinta Copa Intercontinental, pero sí terminar con la mala racha de los campeones de Conmebol que en varias ocasiones en los últimos años no han logrado superar las semifinales, o que lo han conseguido con victorias muy ajustadas e incluso necesitando jugar 120 minutos, por lo que el hecho de que un club sudamericano vuelva a conquistar el mundo (la última vez fue Corinthians en el 2012) está cada vez mas lejos.
El mito de que en el fútbol puede pasar cualquier cosa no es un argumento para justificar los fracasos del fútbol sudamericano a nivel mundial, un fútbol que supo ser el principal exportador de estrellas, pero que ahora se encuentra en decadencia: si en el fútbol hay un 50% de chances para cada equipo, ya tendría que haber sucedido que un campeón de la UEFA haya quedado eliminado en semifinales.
Boca deposita en Alfaro la confianza para volver a la cima del continente y del mundo, y sabiendo que hasta han cambiado el perfil y las formas de los entrenadores anteriores para contar con sus servicios. Como todo proceso no comienza a encaminarse de la noche a la mañana, dependerá de la fortaleza del nuevo DT y de la madurez y paciencia del hincha saber soportar derrotas si el ciclo no comienza con el pie derecho.