Desde que Angelici es presidente de Boca, si hay una falencia futbolística que tuvo su club fue el puesto de marcador central. Desde el arribo de Angelici llegaron: Burdisso, Magallán, Claudio Pérez, Daniel Díaz, Forlín, Torsiglieri, Tobio, Rolín, Insaurralde, Vergini, Goltz, Izquierdoz, Junior Alonso y ahora Lisandro López. El único del cual se pudo extraer un rédito económico y deportivo fue Magallán, vendido recientemente por casi 10 millones de euros al Ajax, aunque desde su llegada en 2012 le costó mucho afianzarse, habiéndose ido a préstamo a otros clubes y siendo relegado mucho tiempo en las temporadas que permaneció en Boca. Pero además del puesto de defensor central, donde parece que Angelici emprendió una búsqueda sin final, Boca suele acumular jugadores en todos los puestos, teniendo un plantel envidiable para cualquier equipo del fútbol argentino, sin que eso garantice ningún resultado.
Tanto en los ciclos de Bianchi, Arruabarrena y Guillermo la exigencia que demanda un club como Boca implicó que se tenga la costumbre de incorporar y descartar. Es decir, se contrata a un futbolista esperando que le de resultados al equipo, y si no tiene el rendimiento deseado, en el próximo semestre se suma a otro jugador en su posición, y el que perdió el puesto simplemente es relegado o es transferido a otra institución (¿Boca contrata a Mac Allister como suplente de Buffarini pensando en reemplazar al ex San Lorenzo si no juega bien y luego descartarlo como hizo con Jara y Peruzzi?). Ya es algo típico ver un desfile de jugadores por La Boca cada inicio de temporada, pero lo que los dirigentes no contemplan es que de esta manera no afianzan una escuela de fútbol, sino que consiguen resultados a fuerza de la jerarquía de los futbolistas contratados. Está de más decir que todo el dinero invertido es para conseguir la Libertadores, la mayor obsesión de la institución xeneize, pero ya quedó demostrado en la edición pasada que no se logra por una cuestión de variantes: Boca tenía un plantel mucho más largo que River, sin embargo sufrió todo el segundo tiempo de la final en el Bernabeu hasta que en el tiempo suplementario se dinamitó su padecimiento.
Boca debe dejar de incorporar jugadores de forma exagerada y afianzar una escuela, es decir, una forma de jugar al fútbol en donde los chicos que lleguen a primera se sientan cómodos, en donde las soluciones estén en las divisiones inferiores. Alfaro pidió a Mac Allister y a López porque siente que no es el momento para Weingardt y Heredia (tal vez sí lo hubiese sido para Balerdi, pero con tan solo cinco partidos en primera ya fue vendido). ¿Pero tampoco es el momento para Molina, que regresó de su préstamo de Defensa y Justicia habiendo acumulado más experiencia? Puede tener algo de lógica que un entrenador que recién llega no esté pensando en formar nuevos profesionales sino en obtener resultados en forma inmediata por la exigencia que implica un club como Boca, pero ese es el mensaje erróneo que se transmite desde la cúpula dirigencial, y que con Burdisso como manáger, todo permanece igual, descartando la idea de que de una vez por todas Boca debía achicar su plantel a una cifra razonable de 22 futbolistas como la gran mayoría de los clubes europeos.
Es tan exagerada la compulsión que tiene Boca en su ansiedad por conformar buenos planteles, que cuando Andrada se lesionó en la última Copa Libertadores se contrató a Lampe para ser el suplente de Rossi hasta que se recupere el ex arquero de Lanús. Se pagó un préstamo, además del sueldo del futbolista, para que no juegue ni un segundo.
Mientras Maroni salva a la selección sub-20 de quedar afuera del hexagonal final y hace jugar a Talleres cada vez que disputa un encuentro con el equipo cordobés, en Boca incorporan a Reynoso y a Zárate cuando siempre que el juvenil jugó en la primera de Boca lo hizo bien.
Y no se queda atrás la confusión generada en este último mercado de pases, que parece que todavía no se cierra: solamente se pueden tenerse 6 futbolistas extranjeros en el plantel, y Boca incorporó a Alonso y a Campuzano pensando que iba a vender a Barrios y a Nandez, y ahora debe desprenderse de Olaza para no pasarse del límite del cupo de extranjeros. Es un papelón por donde se lo mire, ya que Olaza fue el lateral izquierdo de Boca en el sub-campeonato de la Libertadores. Puede gustar o no, pero era el marcador de punta titular. ¿Lo van a ceder a préstamo para que jueguen allí Alonso, que es marcador central, o Mas, que siempre estuvo por debajo del uruguayo en cuanto al rendimiento?
Se esperaba que los tres jugadores mundialistas (Pavón, Nandez y Barrios) fueran transferidos dejando un buen colchón de dólares, pero estos permanecen en el plantel y corren el riesgo de desvalorizarse. Y mientras tanto, más jugadores siguen llegando. Por más plantel que tenga, Boca tiene que conseguir lo que consiguió su rival de toda la vida: armar un buen equipo.