lunes, 8 de abril de 2019

LA PERFECTA IMPERFECCION

Los animales carnívoros deben asesinar animales de otras especies para alimentarse, mientras que los animales atacados por sus depredadores deben escapar para sobrevivir. Los leones deben cazar a las gacelas, y estas deben salvarse de la muerte. ¿Esto significa que los leones sean unos seres despiadados, cuyas almas están impregnadas de violencia? Tal vez para la gacela sí lo sean, pues así es como ven el mundo desde su perspectiva (hablando en términos de instinto, ya que los animales no tienen un intelecto desarrollado como el hombre). Pero para el león es una actividad más de su vida diaria: asesinar y comer gacelas es parte de su supervivencia, debe alimentarse de esta forma si quiere seguir con vida y no morir de hambre. Un mundo cuya naturaleza, como ha expresado Charles Darwin en "El origen de las especies", ejecuta una selección natural donde sobreviven los más aptos. Esa misma naturaleza, propia del mundo que todos conocemos, se desarrolla de forma tal que la supervivencia de un ser implica el sometimiento de otro.
 Si la naturaleza pobló todo hábitat de este planeta, el hombre se ha encargado de hacerlo de modo antinatural. Hay especies de animales que circulan en la tierra, en el cielo y en los mares, incluso en zonas de lo más recónditas: en la zona abisal, la parte más profunda del océano donde la luz solar no tiene llegada, la naturaleza se encargó de darle habilidades naturales a los seres que viven allí: el pez dragón, como se conoce vulgarmente a una de las especies que habitan en la profundidad de los mares, posee luz en su cuerpo para atraer a las presas entre tanta oscuridad. Incluso en una misma especie que se caracteriza por su vida terrestre, como es la serpiente, la naturaleza le ha a dado a muchos se sus parientes la cualidad de ser serpientes marinas, siendo de esta manera, también especies acuáticas. Pero el hombre ha logrado lo que la naturaleza no le dio: como no tiene alas para volar, inventó el avión; como no tiene branquias ni aletas para nadar, inventó los equipos de buceo y los submarinos, entre otras invenciones que el ingenio del hombre y, consecuentemente, el desarrollo de las ciencias, hicieron posible. ¿Pero que pasa, en este caso, cuando el hombre necesita someter otras especies para sobrevivir?
 De la misma manera que el león debe matar a la gacela para alimentarse, el hombre asesina a las vacas, y utilizando el intelecto que no poseen las demás especies, desarrolló formas sofisticadas de hacerlo y aprovechando su obra de las mejores maneras posibles (el hombre utiliza la vaca para elaborar carne, queso, leche y dulce de leche). Por lo tanto, el hombre no es un ser desalmado por asesinar otra especie y de que además, a diferencia de otros animales, es consciente de lo que está haciendo: debe hacerlo para alimentarse y adquirir los nutrientes que su cuerpo necesita.
 Así como la genuina naturaleza crea un mundo donde, inevitablemente hay seres que deben morir, el hombre creó de forma anti-natural un mundo donde la economía y el poder sometieron a otros de su misma especie, sin que la naturaleza lo disponga: en el modo de producción esclavista los esclavos eran propiedad de sus dueños; en el feudalismo los estamentos sociales determinaban el rol que ocupaba cada uno para el sistema, donde rebelarse implicaba la muerte; y en la modernidad, el capitalismo consiguió la libertad y la igualdad ante la ley de todos los individuos, pero muchos deben vender su fuerza de trabajo a la burguesía si quieren alimentarse para sobrevivir. Como diría Karl Marx, "el motor de la historia es la lucha de clases": la historia de la humanidad se rige por una clase sometiendo a otra. Pero volviendo a lo planteado en términos de la naturaleza al principio, ¿No es algo que forma parte del sentido común asesinar vacas, ya que la naturaleza marca que hay que alimentarse para sobrevivir, y por lo tanto alimentarse de esta manera no convierte de ninguna manera al ser humano en un ser malvado, aunque la vaca se horrorizaría si supiera que un humano va a arrebatarle su vida? Para el humano es algo bueno, mientras que para la vaca es algo malo. Ahora bien, saliendo de la naturaleza y entrando en el complejo mundo de la realidad social, dominada por los objetos que conforman las sociedades y las culturas, ¿no era algo natural que una persona compre un esclavo y que lo trate como una mercancía y no como un semejante durante la antigüedad? Así como también es natural que hoy en día todos seamos libres y que cada uno trabaje porque decide hacerlo, aunque dependiendo del trabajo que se esté hablando, el beneficio propio implica el detrimento ajeno: como diría David Ricardo, "el capitalista buscará que los salarios sean lo más bajos posibles para aumentar su beneficio, y los trabajadores buscarán reducir el beneficio del capitalista para aumentar sus salarios". Así como la naturaleza implica la muerte de un ser para la supervivencia de otro, la humanidad también es conducida por ganadores y perdedores, por fuertes y débiles.
 Pero estas líneas no tienen la intención de cuestionar el sistema capitalista (¿cual sistema sería mejor teniendo en cuenta los dos modos de producción anteriores?), sino de describir una realidad: el mundo creado por Dios (y se entiende por Dios a lo que originó la creación) no es perfecto como afirman los sabios del judaísmo. Si fuera perfecto, no existiría tal dicotomía entre el bien y el mal, solo habría una única perspectiva acerca de lo bueno y lo malo, y tal vez lo malo ni existiría. En un ejemplo muy sencillo puede contemplarse esta ambivalencia: en un partido de fútbol donde hay un equipo ganador y otro que pierde, la felicidad de uno es inevitable sin la tristeza del otro. Si el mundo fuese perfecto, no existiría el bien y el mal, porque si el bien no puede existir sin el mal, entonces un mundo perfecto sería un mundo donde ambos no existiesen. Si bien muchos sostienen que este mundo es perfecto por el equilibrio que existe entre el bien y el mal, puede decirse que ese equilibrio a su vez lo hace imperfecto, y puede explicarse con otro ejemplo muy sencillo: un banquete perfecto no es aquél en donde la mitad se queda a gusto con su plato y la otra mitad no, sino que un banquete perfecto es aquel en donde todos sus integrantes están satisfechos. 
 Para los estudiosos de la cabalá, las 10 emanaciones (sefirot) que tuvo Dios luego del Tzintzum (contracción, lo que tiene una gran similitud con la teoría del Bing Bang) dio origen al mundo, y cada recipiente donde se incubó a cada sefirot no pudo contener la energía, por lo que estos se rompieron y lo que se escapó fue el mal. Para la Torá, cada humano nace con una pureza original: ese amor puro que hubo entre Adán y Eva, las primeras vidas que conoció el mundo para los textos bíblicos. Y si el misticismo es conectar el alma con la divinidad, ¿está mal decir que lo más cercano a Dios es lo más cercano a la pureza de su creación, al amor que se establece cuando se conectan dos almas? Tal vez la Torá esté dando un mensaje muy claro: su objetivo es, entre un mundo lleno de dicotomías, entrar en el misticismo que implica la pureza original, donde la diferencia entre el bien y el mal no deje lugar a dudas. Porque luego de haber pensado en los ejemplos que se dieron al comienzo, ¿qué es el bien, y qué es el mal?