La discusión surge a raíz de la magnitud del título logrado, ya que es un certamen que consta de un único partido. Para desengrosar este análisis, es menester realizarlo en términos subjetivos y objetivos.
La categoría objetiva que contiene este certamen, y cuando se dice objetiva es porque se desliga de todo lo subjetivo que incumbe el sentimiento del hincha, de los futbolistas y de la perspectiva del club (sabiendo que la plena objetividad es inalcanzable), es que en primer lugar, la Supercopa es una competencia oficial al igual que cualquier otra, por lo que es una copa que se suma a las vitrinas del club que se consagra. Ahora bien, si la importancia de la obtención de un título implica únicamente la sumatoria de una estrella al palmarés de un club, entonces se estaría diciendo que un club que gana tres títulos de competencias que no involucran más de cinco partidos en doce meses tuvo un año más exitoso que un equipo que se consagra una sola vez pero de un torneo que implica mucho mayor sacrificio, como un campeonato local o una Copa Libertadores. Cualquier competencia, ya sea de un solo partido o veinte, tiene una magnitud intrínseca en si misma que es la propiedad de conseguir un campeonato (Boca puede vanagloriarse de ser el equipo más ganador del fútbol argentino por haber conseguido 68 títulos que incluyen tanto esta Supercopa como las seis Libertadores), pero por más de que en cantidad un título sea lo mismo que cualquier otro título, el valor de cada uno también hace y, en mayor medida, a la magnitud. Es por eso que nunca va a valer más un torneo de un solo partido que uno de veinte. ¿Pero es la cantidad de partidos lo único que hace al valor? El valor de la competencia no solo lo determinan la cantidad de partidos sino también la calidad de los rivales. Por eso puede decirse que la Copa Argentina, donde hay muchas probabilidades de jugar fases con equipos de categorías inferiores, no vale mucho más que una Recopa Sudamericana, donde para acceder se debe ser campeón de una de las dos competencias continentales y enfrentar al otro, por más de que la competencia tenga dos partidos.
Dicho esto, Boca se enfrentó a Rosario Central por ser el campeón de la Superliga, y el equipo rosarino por ser el campeón de la Copa Argentina (competencia que por la cantidad de partidos y la calidad de los rivales, es menor), lo cual le da mucho valor a la copa porque enfrenta a los campeones nacionales y determina que el vencedor será el Súpercampeón, como lo indica el nombre del certamen. No quiere decir que dicho trofeo valga más que la Superliga (donde el campeón de la Copa Argentina está incluído dentro de los rivales que Boca superó en la tabla de posiciones), pero es la culminación de una senda victoriosa que hace que se pase del término de "campeón" a "Súper-campeón", lo cual es algo muy valioso. Claro está que debido al contexto de cada equipo y más aún sabiendo que la competición que consiguió Central es menor que la de Boca, es lógico que para los santafesinos la Supercopa tenga aún más valor que para Boca, porque de haberla ganado hubiese significado superar al campeón de la Superliga (y más teniendo en cuenta que la vara de Boca siempre es mucho más alta que la del resto de los clubes), pero eso no le quita valor a la coronación de Boca por lo ya explicado.
En términos subjetivos, este equipo que viene consolidando Alfaro necesitaba de un título para ganar confianza a la hora de disponerse a conseguir objetivos mayores. Jugadores como Buffarini, Mas, Andrada, Izquierdoz, Villa o Zárate necesitaban salir campeones siendo figuras destacadas (Buffarini y Mas habían conseguido la Superliga pero sin ser titulares la mayor cantidad de partidos, con poca participación). Y ni hablar de Alfaro, que dicha consagración implicó su primer campeonato conseguido al igual que varios futbolistas (sabiendo que accedió a él por el trabajo de Guillermo. Pero el mérito de ganar el partido fue todo suyo y de los futbolistas).
En términos subjetivos a nivel institución, Boca se sacó una espina luego de haber perdido el mismo certamen tres veces, por lo que esta conquista tiene un valor agregado por haber sumado una copa que parecía totalmente negada (si valiera poco, sería obvio entonces que Boca ya debería haberla conseguido), por lo que el desahogo de los hinchas y de Boca a nivel club es lógico y respetable, por lo que los festejos previos al encuentro por la Copa de la Superliga el pasado domingo no pueden considerarse exagerados.