sábado, 30 de mayo de 2020

QUE EL BARBIJO NO TAPE LOS OJOS

Hace más de dos meses el presidente Alberto Fernández ratificaría el cambio de rumbo que tomaría nuestras vidas a raíz de la pandemia del Covid-19: se estableció la cuarentena obligatoria y ya nada sería igual. Las restricciones obligatorias de tal medida impactaron no solo en la reducción de los contagios sino en múltiples hábitos de la vida. Incluso cuando esté disponible una vacuna, lo más seguro es que el mundo en el que vivíamos ya no sea el mismo, instaurándose mayores cuidados, suprimiendo ciertas costumbres, adecuando nuevos hábitos preventivos. Entre ese mundo pre-pandemia y post-pandemia nos encontramos actualmente, donde restringimos casi de forma total la normalidad pre-existente y la re-adaptamos a lo que será el futuro una vez superada la pandemia. Muchos países en todo el mundo abren de a poco la cuarentena, poniendo fechas del retorno a las clases, abriendo comercios con distanciamiento social, regresando las principales ligas de fútbol (aunque sin público). Estamos ante un mundo que le da prioridad al peligro del coronavirus junto a la salud toda, sin despreciar los asuntos económicos (se espera una caída del PBI mundial superior a la de la crisis del 2008) y psico-sociales. Es decir, en el mundo se está tratando de "adaptar" la vida a la nueva normalidad: esto es, volver a la actividad con los cuidados necesarios.
 Mientras tanto, en la Argentina no parece haber horizontes de una salida de la cuarentena. Fernández afirmó en su última conferencia de prensa que la cuarentena va a "durar lo que tenga que durar". No hay por el momento una estrategia para re-adaptar la normalidad, crear una nueva vida con nuevos hábitos y cuidados. En el gobierno nacional, apoyado por Rodríguez Larreta desde el Gobierno de la Ciudad, se avistan cómodos dentro del confinamiento obligatorio y no están dispuestos a tomar riesgos a pesar de ciertas flexibilizaciones. El principal problema radica en que en este paréntesis de la historia en que nos encontramos (entre el mundo antes de la pandemia y cuando se consiga una vacuna) los principales dirigentes políticos argentinos se refugian en privar a la ciudadanía de sus libertades en función del coronavirus, sin contemplar otros problemas igual de trascendentes.
 Sin duda la apertura total que ignora al virus ha sido defectuosa no solo por el colapso del sistema sanitario (como fue en los casos de Italia, España y Estados Unidos) sino también que la economía no salió ilesa: tanto Estados Unidos como Brasil, cuyos mandatarios son los mas reacios a limitar la actividad económica, han sufrida una caída importante de esta. 
 La polaridad tan característica de la "grieta" que ha estado presente a lo largo de toda la historia argentina con sus diferentes matices, se manifiesta ahora en la voz del kirchnerismo con los siguientes polos: los que están a favor de la vida, respaldando las medidas oficialistas; y los que están a favor de la muerte, identificados con los miles de muertos de los países mas afectados. La palabra como constructora de fenómenos sociales hace una vez mas del discurso una herramienta de poder para justificar políticas que afectan las libertades mientras políticos oficialistas y opositores se enamoran de las encuestas con el objetivo de cumplir con sus pretensiones políticas. En la columna escrita el 24 de marzo (https://tomiblogracki.blogspot.com/2020/03/el-deber-de-la-humanidad-frente-la.html) se ha enfatizado por este medio en la importancia de ser responsable y no comprometer la salud del prójimo, limitando la libertad en el caso de que sea necesario para preservar la propiedad mas importante, que es la vida. Sin embargo, estar a favor de la salud no implica el extremo de atarse a la cuarentena de forma indeterminada y sin contemplar otras alternativas que busquen puntos intermedios para equilibrar todos los asuntos que deben ponerse en la balanza.
 Decir que el que está en contra de la cuarentena está a favor de la muerte (como ha expuesto Máximo Kirchner en su discurso en el congreso) es un reduccionismo carente de lógica al igual que decir que todo el que está a favor de la cuarentena está a favor de la vida, como si se tratara de una cuestión antagónica y totalmente polarizada: tener solamente en cuenta las variables de la circulación de personas y el coronavirus lleva a una relación causal muy fácil de comprender: a menor circulación de personas, habrá menor riesgo de contagio, y por lo tanto menos muertes. El problema que tiene la ciencia cuando se utiliza la cláusula ceteris paribus, es decir, cuando se tienen en cuenta solo dos variables presumiendo que el resto de las variables permanecen constantes, es precisamente que hay otras variables que no se están teniendo en cuenta. Mientras se intenta nuclear toda la salud en torno al coronavirus, como si fuese hoy en día la única enfermedad existente y la mas mortal, cuando los números demuestran que tiene una baja mortalidad y esta aumenta estadísticamente en personas mayores y con enfermedades preexistentes, hay otras preocupaciones que se están dejando de lado: el confinamiento ha producido una reducción considerable de las consultas médicas vinculadas a muchas otras patologías; han caído las donaciones de sangre; y el dengue es otra malaria que sigue propagándose. Por otro lado está la salud mental, que también forma parte de la salud, y se está viendo comprometida en mucha gente que padece el encierro y sufre sus consecuencias económicas. Por otra parte, las medidas que está tomando el gobierno nacional con el objetivo de "cuidar" a los argentinos, como lo ha manifestado de forma tajante el presidente ante la incomodidad de la pregunta de una periodista acerca de la angustia de la gente, tienen un sesgo cortoplacista que a futuro no van a hacer otra cosa que comprometer la salud de la población: los gobiernos populistas suelen incurrir en medidas de corto plazo a través de una intervención del estado que por el momento le generan beneficios a los ciudadanos (como la inmensa cantidad de subsidios que se solventan con la emisión monetaria), pero a futuro pueden provocar males peores a los presentes: el peligro de terminar en una hiperinflación generaría más hambre y muertes provocadas por la desnutrición y la violencia. Además, detrás de este estado que aparenta ser responsable con la salud se esconde una irresponsabilidad letal al afirmar, en palabras del propio Alberto Fernández, que no le importa un aumento de la pobreza: uno de los indicadores donde se manifiesta la pobreza es el acceso a la salud, y una mayor pobreza implica no solo consecuencia psicológicas difíciles de llevar, sino también un acceso a la salud totalmente precario y donde los hospitales públicos no garantizan una atención gratificante para aquel que ya no tenga capacidad de abonar una medicina privada.
 Además de aspectos vinculados a la salud y a la economía (donde claramente ambos aspectos no representan una dicotomía sino que se encuentran vinculados), se encuentran temas injustamente postergados e importantes: la educación no parece estar en la órbita del gobierno para un pronto regreso; mientras que la cultura, con cines y teatros cerrados, no tienen alternativas a la vista para volver a funcionar. ¿Hasta cuando seguirá todo cerrado por el miedo al contagio, y no se buscarán alternativas creativas para diagramar el mundo que se viene, realizando las actividades con los cuidados necesarios? Programas de entretenimiento que no son una actividad indispensable, como el programa que conduce Marcelo Tinelli, tienen todo listo para volver. Es inentendible que actividades realmente importantes como la educación y toda actividad económica que necesita trabajar y producir para subsistir se estén postergando al ritmo eterno de la cuarentena. 
 En el manifiesto realizado por la Fundación Internacional para la Libertad, se habla de la oportunidad de algunos gobiernos para "arrojarse un poder excesivo" en medio de la pandemia. El kirchnerismo parece encontrarse cómodo en la cuarentena, donde ante tal situación de excepción, Cristina avanza ocupando casilleros en materia judicial: luego de la liberación de presos y de la renuncia de la Oficina Anticorrupción a la querella de las causas mas sensibles de CFK, suenan cada vez mas fuerte la todavía desconocida reforma judicial, una modificación en los miembros de la Corte Suprema y el impulso de colocar a Daniel Rafecas como jefe de los fiscales. Mientras muchos derechos y garantías como el trabajo y la libertad de circulación se encuentran suspendidos en nombre de la salud, la justicia sigue sin funcionar y el congreso lo hace a medias, por medio de cesiones virtuales que no tienen la misma efectividad, mientras los poderes legislativos del resto del mundo se reúnen en forma presencial con las prevenciones necesarias. Por otra parte, la corrupción es una actividad que a diferencia de muchas otras, no se detuvo: las compras con sobreprecios en el ministerio de desarrollo social y en la Ciudad de Buenos Aires son un síntoma de la falta de controles en las transacciones del estado ante la aparente necesidad de adquirir los productos más rápido dada la situación de emergencia.
 Las intenciones chavistas de quedarse con parte de las empresas que recibieron ayuda del Estado se dejaron entrever en el proyecto que impulsa la diputada Vallejos: la idea de un Estado que se queda con todo, tanto con las libertades, con nuestra información y con la propiedad aparece de forma latente.
 Mientras muchos países se van adaptando a la nueva normalidad, la Argentina, que tuvo un acierto en la precoz medida de restringir la circulación, se sigue vanagloriando por medio de las filminas de Alberto de tener menor cantidad de muertos, comparándose con países como Suecia, que aplicó una mejor política de testeos y tiene un plan para salir del confinamiento, donde además del coronavirus contempla otras cuestiones. Si es cierto que la cuarentena sirvió para preparar el sistema de salud ante un eventual aumento de casos y que ahora se sabe exactamente dónde está el virus, es hora de que esta "infectocracia" (gobierno de infectólogos) abarque también otras disciplinas y que la supresión de derechos constitucionales sea solo una medida momentánea y no una política de estado. Decir que no se puede salir por miedo al contagio es tan banal como decir que no se debe salir por miedo a que nos asalten o nos ocurra un accidente. Existen también otro tipo de temores: en el mundo millones de personas mueren al año por hambre, y el coronavirus no puede ser una excusa para justificar que tales desgracias ocurran en la Argentina. Que el barbijo nos cubra la boca para protegernos del virus, pero que no nos tape los ojos: hay cosas que la pandemia no nos está dejando ver.

martes, 19 de mayo de 2020

CUENTO: EL NUEVO MIEMBRO

Estoy en un profundo túnel negro, y veo una luz al final, creo que llegó el momento de salir.
 Al salir de aquel camino oscuro no veo otra cosa que pura luz, tanto iluminación no me deja abrir los ojos. No se donde estoy, solo se que estoy rodeado de una sustancia pegajosa y hay una lengua que no para de lamerme. No se quién es, pero puedo sentir que me lame porque tiene una conexión conmigo. ¿Tendrá que ver este individuo que me lame con el lugar oscuro donde estuve tranquilo y protegido durante meses?
 De a poco me acostumbro a mi nueva vida, aunque es algo complicado: venía de estar alimentado y tranquilo sin moverme, y ahora me debo acostumbrar a esta luz que me enceguece y tengo que articular movimientos para alimentarme con comida, aunque no puedo quejarme por lo rica que es. De a poco siento también la presencia de muchos otros individuos de un tamaño similar al mío. Somos muchos, por eso nos turnamos para beber un líquido delicioso de las tetillas de nuestra madre. Así es, comprendí que es nuestra madre porque de su cuerpo salimos todos nosotros.
 Pero no estamos solos: hay unos gigantes que nos alcanzan la comida. De a poco empiezo a comprender que antes vivía cómodamente sin moverme, pero ahora tampoco es que tenga que moverme demasiado. No comprendo porqué nos alcanzan comida de forma selectiva y no nos dan de forma interminable estos alimentos, así podríamos disfrutar de estos manjares todo el día.
 Pero algo raro está ocurriendo: a medida que pasa el tiempo tengo hermanos que desaparecen. No entiendo qué es lo que ocurre. ¿Porqué estos individuos similares a mí empiezan a desaparecer y en su lugar aparecen otros más pequeños que salen del interior de nuestra madre?¿En algún momento será mi turno de desaparecer y vendrá otro en mi lugar?
 Un día ese momento llegó: esos gigantes que se ocupaban de alimentarnos me metieron en una jaula. ¿A dónde me llevan? Llego a ver que ahora me tienen otros gigantes distintos, y veo entre los agujeros de la jaula que me permiten respirar todo un universo que nunca antes había visto: siento un deja-vu: ya me había pasado esto. Antes estuve encerrado durante meses hasta que decidí seguir una luz que había al final del camino, y vi que el mundo no era solo esa cómoda cápsula en la que me encontraba a salvo. Ahora estoy sintiendo algo similar: estoy dentro de un espacio cerrado (bastante cómodo, por cierto), pero veo un sin fin de caminos a mi alrededor. El mundo es mas grande de lo que pensé. 
 ¿Pero qué significa todo esto?¿Porqué me separaron de mi madre y mis hermanos?¿A qué mundo me están llevando ahora? Ahora solo veo otro espacio cerrado donde yo y mi jaula nos encontramos dentro. Pero no para de haber movimiento. Tanto andar me está mareando un poco. Estoy asustado, no entiendo nada.
 El viaje por fin terminó, salí de mi jaula. Pero estoy aterrorizado. Estoy en un lugar similar al que vivía antes, solo que es distinto, no es el mismo. Estoy tan asustado que me fui corriendo a esconderme debajo de una estructura que se veía bastante cómoda para dormir. Cuando pierda el miedo tal vez me recueste. 
 No sé dónde estoy, ni qué tan grande es este lugar, y ahora uno de los gigantes asoma la cabeza donde yo estoy escondido. Parece querer conectarse conmigo. No entiendo qué quiere. Yo solo tengo miedo. 
 De a poco me voy animando a salir. Si no lo hago no podría cumplir con mis necesidades fisiológicas, así que tampoco tengo mucha opción. También empiezo a acostumbrarme a este lugar. Hay muchos lugares cómodos para dormir y los gigantes hacen que me divierta con objetos circulares, objetos parecidos a otros seres pero que no están vivos. No entiendo que son, pero son divertidos. 
 Estos gigantes son muy distintos a los anteriores: no solo me dan de comer, también están muy cerca mío. Me hacen masajes en el lomo y en la barbilla, me tocan con las manos, me tocan con sus labios, me alzan, me limpian. No entiendo qué es lo que quieren. A veces solo quiero que me dejen en paz. 
 Este lugar se encuentra bastante alto, y hay un espacio al aire libre donde puedo ver todo el universo que hay fuera. Me da mucha curiosidad. El mundo parece inmenso y yo vivo en unos pocos metros cuadrados, mientras veo otros gigantes caminando fuera, aunque desde las alturas parecen muy pequeños. Los gigantes que viven conmigo me bajan cada vez que me ven subido en el caño que está al aire libre. Solo estoy observando todo este universo que hay afuera que me es inaccesible recorrer, ¿Porqué no me dejan subirme allí, acaso no quieren que me caiga o que me escape de este lugar?
 Ya pasó mucho tiempo y ni me acuerdo cómo llegué acá, de dónde vine. Solo sé que estoy muy cómodo, y siento mucho amor por estos gigantes, una conexión parecida a la que sentí en algún momento que ya no me es posible recordar. No entiendo muy bien porque vivo con gigantes y no hay otros seres parecidos a mí. Pero estos gigantes forman parte de mi vida, todo lo que hago es en torno a ellos, incluso sufro cuando ellos no están. Yo no puedo comunicarme como los gigantes lo hacen entre ellos; solo sé gritar y emitir vibraciones desde mi garganta; no tengo la inteligencia que ellos tienen, pero hay una sensación que nos conecta, como si lo que yo siento hacia ellos, ellos también lo sentirían hacia mí.
 No logro recordar cómo es que estoy viviendo acá, siento como si desde el primer momento de mi vida hubiese estado siempre en este lugar viviendo con mis queridos gigantes. Quisiera saber los motivos y si hubo otras posibilidades de que mi vida haya tomado un camino distinto a este hermoso porvenir. ¿Será que esto es lo que me deparó el destino?

viernes, 15 de mayo de 2020

ANALISIS DE POCO ORTODOXA: ESTRUCTURA O ACCION

La serie "Poco ortodoxa" de Netflix, una miniserie de cuatro episodios que narran una historia basada en un libro acerca de hechos reales, ha tenido mucho éxito y ha despertado innumerables interrogantes, tanto para la comunidad judía como para personas no judías, que se aventuraron a través de dicha historia en un mundo para muchos desconocido.
 En la serie la protagonista se escapa de la comunidad ortodoxa en la que vivía para comenzar una nueva vida, descontenta con su anterior forma de vida y enfrentando las dificultades que deben atravesar todos los chicos que abandonan las comunidades ortodoxas: manejar idiomas distintos al Yddish; conocer elementos de la cultura occidental que son muy comunes pero no lo son para ellos; adaptarse a una nueva forma de alimentarse; "desestructurarse" luego de tanto tiempo de tener hábitos totalmente automatizados (como son las oraciones y bendiciones específicas que se deben decir luego de determinadas acciones, prohibiciones, entre otras). 
 Un interrogante que emerge para muchos es si el judaísmo es lo que se ve en la serie. La realidad (el término "realidad" hace referencia a los hechos que ocurren en el aquí y ahora, lo que los hechos reales denotan) es que es solo una parte del judaísmo y no su totalidad. La otra parte que abarca otro tipo de judaísmo, aunque parezca que tiene poco que ver con los grupos ortodoxos que se muestran en la serie, también son tan judíos como la ortodoxia, aunque sus vidas a simple vista tengan poco y nada que ver con ese estilo de vida. La pregunta que de aquí resulta es: ¿Pueden ser de un mismo pueblo personas que comparten pocas costumbres o que incluso pueden llegar a disentir en su creencia y pensamiento? En estas líneas se intenta demostrar que sí, mas allá de que la gran mayoría de los personajes ortodoxos que se muestran en "Poco ortodoxa" disentirían en que alguien que no lleva su mismo estilo de vida puede pertenecer a su mismo grupo étnico y religión.
 Toda la vida de los personajes que se muestran en la serie se encuentra reglada bajo una rígida estructura legal, esta es la Halajá, la ley judía, elaborada en la edad media a base de interpretaciones sobre la Torah. Es decir que para un ortodoxo todo lo que hace en su vida no debe salirse de la ley halájica, mientras que el que no cumple con dichos preceptos no estaría viviendo una vida judía. Incluso para temas de actualidad que eran imprevisibles en la época del Talmud, se recurren a las leyes halájicas para determinar qué está permitido y qué no (por ejemplo, fecundaciones in vitro) sin modificarlas ni crear nuevas disposiciones.
 La cuestión que plantea la serie nos lleva a un viejo dilema dentro de las ciencias sociales: ¿Qué es más importante en una sociedad, la estructura o la acción? La realidad es que no se puede tener en cuenta el estudio de una sociedad sin tener en cuenta ambas cosas: las reglas que hacen reproducir nuestras acciones, pero también el sentido que le damos a las mismas. Al ser el sentido de la acción la parte subjetiva de una sociedad, y la estructura lo objetivo, nos encontramos en el dilema de la protagonista de la serie: se encuentra inmersa dentro de una estructura perfectamente reglada, pero el sentido que ella le da a sus acciones disiente de el de los demás. Ella desea salir de la estructura (no de la estructura global de una sociedad, pero sí por lo menos de esa estructura, la halájica).
 ¿El judaísmo es solo lo que se encuentra dentro de esa estructura halájica, donde todo está reglado? La realidad, los hechos reales hablados al principio, demuestran que no: el sentir subjetivo de vivir una vida judía se encuentra presente en muchos judíos que no comparten esa estructura, que viven en una estructura diferente de acuerdo a su sentir subjetivo ("asimilados" en la cultura occidental). Para los legistas halájicos el dilema entre estructura y acción es muy fácil de resolver: para la ley judía es judío el que nace de vientre judío porque la ley así lo dice, sin importar lo que piense o sienta, y como judío debe vivir bajo la estructura de las demás leyes, sin importar si está de acuerdo o no, ya que las leyes marcan el camino a seguir (halajá significa "el caminar", viniendo del verbo lalejet, que es "ir/caminar"). El interrogante que se presenta ahora es: ¿La halajá es la verdad que debe respetarse al igual que otras leyes, como una constitución nacional?
 En primer lugar, es pertinente decir que desde el punto de vista divino, la halajá sí es similar a otras leyes, ya que no hay mucha diferencia con la elaboración de una ley en un parlamento: las leyes judías se hicieron en una asamblea, debatiendo y deliberando, interpretando la Torá. Atribuírles a leyes hechas por seres humanos la palabra de Dios sería lo mismo que decir que un dictador siempre tiene la verdad porque gobierna en nombre de Dios (como sucedía en las monarquías anteriormente). La diferencia que hay con leyes constitucionales, civiles, penales, entre otras leyes es que estas pueden modificarse votando en los parlamentos; en cambio las leyes halájicas no contemplan modificación, siendo una "verdad" estática y no adaptable a los tiempos del presente.
 En segundo lugar, la diferencia que hay entre una ley común y la ley judía es que la primera debe cumplirse porque de lo contrario hay una penalización, mientras que la segunda solo se basa en la creencia, no existen fácticamente en sí mismas: no hay un tribunal rabínico que le quite un carnet de judío al que no cumple con los preceptos.
 En los años del siglo 18 el movimiento reformista del judaísmo introduce cambios para vivir el judaísmo con libertad y adaptado a los tiempos de hoy, y un rabino referente del movimiento como Kauffman Keler sostuvo que debe haber una halajá para tener una referencia que guíe a la comunidad espiritualmente, pero esta debe ser solo una sugerencia y dejar lugar al libre arbitrio de cada fiel, siendo esta una rebelación continua y no estática, es decir, modificable en el tiempo, pero siempre permitiendo la libertad individual de seguir o no los preceptos, "el caminar" de la Halaja como un camino interminable y continuo. Lo cual no se contradice en absoluto con la creencia en Dios: la Torá es también una revelación divina que no puede entenderse en forma literal, sino que se debe interpretar, pero la interpretación también es continua y debe persistir a través del tiempo, sin quedarse con ninguna verdad.
 Todo esto lleva a la siguiente conclusión: para el judaísmo la fe es inseparable de la acción, ya que se debe creer en lo que se hace, y hacerlo con felicidad (el Talmud pide servir a Dios con alegría), pero ocurre un problema: nuestra fe, nuestra creencia, nuestro sentir subjetivo, no es el mismo ya que Dios nos hizo diversos y diferentes. Por lo tanto, ver "Poco ortodoxa" nos lleva al viejo dilema de las ciencias sociales, pero no para llevar a cabo una investigación (donde hay un consenso de que los métodos cualitativos y cuantitativos son igual de importantes), sino para el asunto de la identidad, en este caso la identidad judía: ¿lo importante es la estructura o la acción (el sentir subjetivo de lo que se hace)? Inclinarse por la acción nos llevaría a salirnos de la estructura, a creer en la fe de cada uno, el judaísmo de cada uno.
 Para concluír, es pertinente responder al primer dilema: ¿Pueden personas totalmente distintas pertenecer al mismo pueblo? Para responder solo miremos al pueblo argentino: somos todos muy diferentes, pero pertenecemos al mismo pueblo, solo que de forma distinta, ya que tenemos la libertad de elegir. En el caso del pueblo judío no hay un documento de identidad, sino que todo depende del sentir subjetivo: o creemos que formamos parte, o no creemos, y lo que sentimos va mas allá de las formas.