martes, 16 de noviembre de 2021

EL GOBIERNO ESTARA OBLIGADO A NEGOCIAR CON LA OPOSICION

Desde la vuelta de la democracia en 1983 la Argentina ha presentado una particularidad: la mayoría de los años han sido de gobiernos peronistas, mientras que en los únicos tres gobiernos no peronistas ha habido gobiernos "divididos" debido a la mayoría que siempre el PJ ha conservado en el Senado y en la Cámara de Diputados, y en dos de ellos el Presidente debió dejar el cargo antes de cumplir su mandato. La hegemonía del peronismo en el sistema político argentino también alcanza a los sindicatos y muchos movimientos sociales, actores que también han dificultado el clima de la paz social cada vez que a un cuadro no peronista le tocó ocupar el poder ejecutivo. Los presidencialismos tienen el problema de que el poder ejecutivo no nace del parlamento como en los parlamentarismos, lo que hace posible una situación de gobierno "dividido" donde el poder ejecutivo es controlado por un partido y el legislativo por otro; y debido a la rigidez del mandato fijo, ante casos de parálisis legislativa el Presidente no puede disolver el parlamento y llamar a elecciones como sí puede ocurrir en un sistema parlamentario. Por lo tanto, en Argentina no es el mejor de los mundos ganar una elección presidencial si el partido ganador no es el PJ: siendo lo mas probable que dicho partido tenga mayoría en el Congreso y domine muchos de los sindicatos y organizaciones sociales, el oficialismo debe negociar con una oposición poco leal a las reglas de la democracia que suele tener mucho poder. Teniendo en cuenta los múltiples paros y los saqueos que no le permitieron terminar los mandatos a Alfonsín y De La Rúa, y el "club del helicóptero" durante el gobierno de Macri, es certero considerar al peronismo como una fuerza política que cuando es oposición suele contribuir a la desestabilización de gobiernos no peronistas. La hegemonía del peronismo en múltiples aristas del sistema político argentino (sistema de partidos, sindicatos, movimientos sociales) se debe en gran parte a la cultura política de la sociedad (una forma personalista de concebir la política en gran parte de la población), a cómo se estructuran los roles dentro de la sociedad para que los imputs se transformen en outputs (muchas de las demandas de la sociedad se convierten en decisiones a través de una estructura sindical que da poco lugar a la renovación, de un sistema clientelista que alcanza a la gran masa pauperizada de la población), lo que a su vez se ve influido por el sistema educativo que debe reproducir los roles que se encuentran presentes en las estructuras del sistema (el adoctrinamiento, las malas condiciones de los sistemas educativos de las zonas más pobres y la resistencia de sindicatos docentes hacen dificultosa la tarea de formar argentinos que vean la necesidad de reformar el sistema). Sin embargo, las elecciones legislativas del 2021 provocaron algo inédito: que por primera vez el PJ no tenga quorum propio en el senado, y que en la Cámara de Diputados esté prácticamente en paridad con la oposición. 
 La opción del gobierno de radicalizarse será inviable en los próximos dos años teniendo en cuenta que todo proyecto de ley propuesto por el oficialismo deberá requerir de consensos muy grandes y negociaciones tanto con Juntos por el Cambio como con las fuerzas provinciales y los bloques de la izquierda y los liberales. El otro camino proactivo que tiene el gobierno es el de los decretos de necesidad y urgencia: sin embargo, abusar de tal recurso haría reaccionar a los sectores opositores de la población que suelen movilizarse y el equilibrio de fuerzas en el poder legislativo pondría en aprietos al oficialismo si intenta eludir permanentemente el camino legislativo. 
 Será interesante ver qué comportamiento adopta Juntos por el Cambio junto a las fuerzas provinciales y los libertarios: si la principal fuerza opositora se mantiene cohesionada, puede anticiparse que por afinidad ideológica se conforme una alianza legislativa entre Juntos por el Cambio y los cinco diputados libertarios, teniendo en cuenta sobre todo la presencia de López Murphy en el principal bloque opositor y de Carolina Píparo en el bloque de Avanza Libertad, quien hasta hace muy poco formaba parte de Juntos por el Cambio. En ese caso, la oposición se convertiría en una virtual mayoría, capaz de impedir que se vote un presupuesto con mayores impuestos y gasto público.
 Cabe destacar también que las elecciones nos dejan un sistema de partidos poco nacionalizado, es decir, con no mucha similitud de resultados de provincia en provincia (lo cual es razonable en un país federal, donde los armados electorales se organizan a nivel subnacional). La victoria a nivel nacional fue de Juntos por el Cambio por encima de ocho puntos sobre el Frente de Todos; sin embargo, en provincias como Santiago del Estero el kirchnerismo cosechó un triunfo muy holgado, al mismo tiempo que sufrió durísimas derrotas en Córdoba, CABA, Santa Cruz, Santa Fe, Río Negro, entre otras provincias, varias de ellas en donde el oficialismo llegó a quedar en tercer lugar. Por otra parte, en provincias como Buenos Aires o Tucumán la victoria de una u otra coalición fue por muy poca diferencia. También es significativo el resultado obtenido por las terceras fuerzas: la izquierda obtuvo más de 20 puntos en Jujuy y no pudo superar el 7% en CABA y Buenos Aires, mientras que los libertarios hicieron muy buenas elecciones en estas últimas provincias (17% y casi 8%, respectivamente) al mismo tiempo que ni figuraron en el resto del país. Que el sistema de partidos esté poco nacionalizado le quita predictibilidad al sistema: es una incógnita saber si en caso de que Milei construya un armado nacional para 2023 el porcentaje obtenido en la Ciudad de Buenos Aires pueda extrapolarse al resto de la Nación y estar en condiciones de hablar de una tercera fuerza antiestablishment cuyos votos podrían ser decisivos en un hipotético ballotage. 
 Dentro de este equilibrio de fuerzas Alberto Fernández tiene dos caminos: pactar gobernabilidad con la oposición consensuando leyes relevantes a nivel país y los ajustes que resuelvan parte de los desequilibrios macroeconómicos, lo que le allanaría el camino al próximo gobierno y hablaría de una actitud noble del oficialismo; o por el contrario adoptar una actitud de confrontación, no cambiar nada y que los resultados sigan siendo desastrosos. A pesar del dinero y los regalos obsequiados a los votantes "clientes" del kirchnerismo (lo cual habla de un sistema perverso que debe atacarse desde las raíces), era previsible que el peronismo pierda por primera vez el quorum en el senado y sufra derrotas históricas en bastiones como La Pampa y Santa Cruz, lo que significa un acontecimiento histórico: el peronismo unido deberá gobernar en base a negociaciones con la oposición si no quiere sufrir una parálisis legislativa, algo que suele ocurrirle a los gobiernos no peronistas. La famosa frase "dime con quién andas y te diré quién eres" lo resume todo para explicar por qué el peronismo se encuentra en esta situación: si el gobierno apoya el terrorismo de la RAM en la patagonia y de Hamas en la Franja de Gaza, está del lado de dictadores como Putin, Maduro, Díaz Canel y Ortega, es cómplice del autoritarismo provincial de Insfrán, y tiene una postura abolicionista con respecto a los delincuentes, ¿Cómo podría considerarse a este gobierno? 
 No solo los datos matan al relato, sino también la revolución tecnológica y comunicacional de las redes sociales: con un tweet la gente de a pie puede movilizarse sin necesidad de acudir a un partido político; con imágenes de otras partes del mundo la gente de cualquier clase social puede saber perfectamente lo que ocurre en los países aliados del kirchnerismo, además de ver cómo en países vecinos no existe el problema de la inflación sin ningún tipo de control de precios y amenazas a empresarios. Los celulares hacen visibles los casos de adoctrinamiento en los colegios y también las posibilidades que puede brindar el mercado gracias a la tecnología: hoy los jóvenes que quieren irse al exterior no pretenden tener un trabajo manual en una fábrica, sino ver la posibilidad de ser emprendedores, invertir en instrumentos financieros y conectarse con el resto del mundo sin sindicatos ni planes sociales de por medio. La sociedad argentina no es ajena a los cambios que se están dando en el mundo, y si el rumbo del gobierno no cambia, lo más probable es que en 2023 haya un cambio de gobierno, lo que hablaría de la fuerza del bipartidismo argentino: ya no hay una única fuerza política con capacidad de disputar el Senado y gobernar con mayorías.