La opción del gobierno de radicalizarse será inviable en los próximos dos años teniendo en cuenta que todo proyecto de ley propuesto por el oficialismo deberá requerir de consensos muy grandes y negociaciones tanto con Juntos por el Cambio como con las fuerzas provinciales y los bloques de la izquierda y los liberales. El otro camino proactivo que tiene el gobierno es el de los decretos de necesidad y urgencia: sin embargo, abusar de tal recurso haría reaccionar a los sectores opositores de la población que suelen movilizarse y el equilibrio de fuerzas en el poder legislativo pondría en aprietos al oficialismo si intenta eludir permanentemente el camino legislativo.
Será interesante ver qué comportamiento adopta Juntos por el Cambio junto a las fuerzas provinciales y los libertarios: si la principal fuerza opositora se mantiene cohesionada, puede anticiparse que por afinidad ideológica se conforme una alianza legislativa entre Juntos por el Cambio y los cinco diputados libertarios, teniendo en cuenta sobre todo la presencia de López Murphy en el principal bloque opositor y de Carolina Píparo en el bloque de Avanza Libertad, quien hasta hace muy poco formaba parte de Juntos por el Cambio. En ese caso, la oposición se convertiría en una virtual mayoría, capaz de impedir que se vote un presupuesto con mayores impuestos y gasto público.
Cabe destacar también que las elecciones nos dejan un sistema de partidos poco nacionalizado, es decir, con no mucha similitud de resultados de provincia en provincia (lo cual es razonable en un país federal, donde los armados electorales se organizan a nivel subnacional). La victoria a nivel nacional fue de Juntos por el Cambio por encima de ocho puntos sobre el Frente de Todos; sin embargo, en provincias como Santiago del Estero el kirchnerismo cosechó un triunfo muy holgado, al mismo tiempo que sufrió durísimas derrotas en Córdoba, CABA, Santa Cruz, Santa Fe, Río Negro, entre otras provincias, varias de ellas en donde el oficialismo llegó a quedar en tercer lugar. Por otra parte, en provincias como Buenos Aires o Tucumán la victoria de una u otra coalición fue por muy poca diferencia. También es significativo el resultado obtenido por las terceras fuerzas: la izquierda obtuvo más de 20 puntos en Jujuy y no pudo superar el 7% en CABA y Buenos Aires, mientras que los libertarios hicieron muy buenas elecciones en estas últimas provincias (17% y casi 8%, respectivamente) al mismo tiempo que ni figuraron en el resto del país. Que el sistema de partidos esté poco nacionalizado le quita predictibilidad al sistema: es una incógnita saber si en caso de que Milei construya un armado nacional para 2023 el porcentaje obtenido en la Ciudad de Buenos Aires pueda extrapolarse al resto de la Nación y estar en condiciones de hablar de una tercera fuerza antiestablishment cuyos votos podrían ser decisivos en un hipotético ballotage.
Dentro de este equilibrio de fuerzas Alberto Fernández tiene dos caminos: pactar gobernabilidad con la oposición consensuando leyes relevantes a nivel país y los ajustes que resuelvan parte de los desequilibrios macroeconómicos, lo que le allanaría el camino al próximo gobierno y hablaría de una actitud noble del oficialismo; o por el contrario adoptar una actitud de confrontación, no cambiar nada y que los resultados sigan siendo desastrosos. A pesar del dinero y los regalos obsequiados a los votantes "clientes" del kirchnerismo (lo cual habla de un sistema perverso que debe atacarse desde las raíces), era previsible que el peronismo pierda por primera vez el quorum en el senado y sufra derrotas históricas en bastiones como La Pampa y Santa Cruz, lo que significa un acontecimiento histórico: el peronismo unido deberá gobernar en base a negociaciones con la oposición si no quiere sufrir una parálisis legislativa, algo que suele ocurrirle a los gobiernos no peronistas. La famosa frase "dime con quién andas y te diré quién eres" lo resume todo para explicar por qué el peronismo se encuentra en esta situación: si el gobierno apoya el terrorismo de la RAM en la patagonia y de Hamas en la Franja de Gaza, está del lado de dictadores como Putin, Maduro, Díaz Canel y Ortega, es cómplice del autoritarismo provincial de Insfrán, y tiene una postura abolicionista con respecto a los delincuentes, ¿Cómo podría considerarse a este gobierno?
No solo los datos matan al relato, sino también la revolución tecnológica y comunicacional de las redes sociales: con un tweet la gente de a pie puede movilizarse sin necesidad de acudir a un partido político; con imágenes de otras partes del mundo la gente de cualquier clase social puede saber perfectamente lo que ocurre en los países aliados del kirchnerismo, además de ver cómo en países vecinos no existe el problema de la inflación sin ningún tipo de control de precios y amenazas a empresarios. Los celulares hacen visibles los casos de adoctrinamiento en los colegios y también las posibilidades que puede brindar el mercado gracias a la tecnología: hoy los jóvenes que quieren irse al exterior no pretenden tener un trabajo manual en una fábrica, sino ver la posibilidad de ser emprendedores, invertir en instrumentos financieros y conectarse con el resto del mundo sin sindicatos ni planes sociales de por medio. La sociedad argentina no es ajena a los cambios que se están dando en el mundo, y si el rumbo del gobierno no cambia, lo más probable es que en 2023 haya un cambio de gobierno, lo que hablaría de la fuerza del bipartidismo argentino: ya no hay una única fuerza política con capacidad de disputar el Senado y gobernar con mayorías.