En el País de la Ignorancia, todo se hace cuesta arriba. Sus habitantes, los Ignorantes, oran por el dios Gnoscere, dios del placer, quien ha implantado una cultura del mínimo esfuerzo. Wilfredo Mejía es un investigador proveniente de otra parte del mundo, y ha llegado a Ignorancia para observar las particularidades que ocurren en estas tierras.
La educación aquí tiene poco que ver con lo conocido por los habitantes de donde viene Mejía: es un sistema educativo que premia la diversión y el hedonismo, mientras que en los grados mas altos de la escolaridad se califica bien a la lujuria y la intemperancia.
Es muy complicado vivir bajo las condiciones de vida ignorantes, ya que las casas tarde o temprano terminan derrumbándose, porque son construidas sin conocimientos y con poca concentración. Los platos de comida tienen altas probabilidades de generar malestar corporal, debido a su imprecisa cocción. La política partidaria se destaca por tener candidatos que no saben hablar, por lo que terminan ganando las elecciones sólo aquellos que son más divertidos. No hay ningún deporte popular para la sociedad, teniendo en cuenta que nadie conoce las reglas de ninguno. Los accidentes de tránsito ocurren a una frecuencia de uno cada cinco minutos, pues es raro que alguien sepa bien las normas de tránsito para conducir. Encontrar trabajo es harto complicado: prácticamente no existen seres que cuenten con los requisitos requeridos por las empresas.
Estas últimas se interesan en un mínimo de pericia y experiencia a la hora de contratar un empleado. A pesar de no existir persona con dichas cualidades, se niegan a bajar sus pretensiones. Eso habla también de su ignorancia: cada emprendedor es tan ignorante, que funde al poco tiempo su propio negocio.
Analistas sociales, políticos y económicos de otras partes del mundo han intentado encontrar la causa de semejante caos en el País de la Ignorancia. Si bien no lo consiguieron, dedujeron que todos los males que aquejan a esta particular sociedad pueden resolverse mediante la lectura. Leyendo, los ignorantes podrían ahora subsanar su falta de conocimiento. Sin embargo, en esta población nadie entiende lo que lee.
La inseguridad también da que hablar: se suceden una multiplicidad de delitos sin condena, ya que no existe un código penal porque nadie sabe como elaborarlo. No hay casamientos, porque no existe sujeto que haya estudiado abogacía y haga un código civil. Es una comunidad que se encuentra super-poblada, a causa de que se desconoce como cuidarse ante una relación sexual.
Wilfredo Mejía podría seguir observando con mucha gallardía más sucesos que hacen a la desorganización de los ignorantes. Pero sin caer en conclusiones despectivas hacia la vida de estos ciudadanos, el investigador partió rumbo a su patria con una idea que lo desveló durante su última noche de estadía: "A lo mejor, los ignorantes no saben nada porque nunca tuvieron a nadie que les enseñe".