La consagración del Barcelona en el Mundial de Clubes, fue, una vez más, una obra centelleante de un equipo que por jugadores y estilo de juego, marcó una época, y por el hambre y humildad que tienen sus futbolistas por nunca conformarse y querer seguir aprendiendo (aunque parezca que ya no tienen nada que aprender), seguramente continuará por la senda de los logros por mucho tiempo más. Y ojalá que nunca acabe, para seguir teniendo el placer de ver jugar a este equipo.
Podrán pasar los entrenadores, tener algunas modificaciones en la plantilla, pero el proyecto que llevó a cabo Guardiola sigue vigente en el tiempo porque el Barcelona es un club en donde se respeta una metodología, y cada jugador o DT que llega se adapta rápidamente. Pero a diferencia del Real Madrid, que contrata jugadores y técnicos de lujo, pero sin intenciones de continuar un proyecto, el Barsa también gasta millonadas, solo que lo hace en profesionales que se adapten a la metodología, para seguir conservando una identidad. Que se respete un estilo no significa que este Barcelona juegue exactamente igual al de Guardiola, ya que con la MSN el juego suele ser más vertical, hasta en la era de Luis Henrique han ganado partidos de contra, sin demasiada elaboración de parte de los volantes, y eso ocurre porque hubo variantes en la plantilla, pero si bien hay pequeñas diferencias lógicas, este Barcelona es el mismo de siempre, sigue el mismo camino.
Guardiola tiene como legado que los partidos se ganan en la mitad de la cancha, y se definen en las áreas. En la final del Mundial de Clubes, como ante todos los equipos con los que se enfrenta, todos participan de la posesión de la pelota, de Bravo a Suárez. Los centrales, Piqué y Mascherano (modelos perfectos de lo que son los zagueros modernos), no rifan ninguna pelota, sino que salen jugando y se adelantan hasta la línea de Busquets, que con los laterales en posición de volantes y los volantes internos, generan una superioridad numérica difícil de contrarrestar, es por eso que River intentó presionar arriba: para que los centrales y Busquets no puedan comenzar a elaborar juego, pero presiones arriba como River, o presiones en tu área como el Ghuanzou, a la larga el Barcelona termina abriendo el marcador, porque es casi imposible realizar ese desgaste los 90 minutos para equiparar las diferencias, y directamente es imposible encontrar una forma de jugar que anule la circulación de la pelota que tiene el Barcelona. En la temporada tuvo imprevistos, es cierto, pero son partidos que van a quedar para el recuerdo porque son tardes únicas, y que un resultado negativo del Barcelona sea algo épico para el rival marca la casi invencibilidad de este equipo, que claro, no gana exactamente todos los partidos de la temporada, y ningún equipo en la historia llegó a lograr tal hazaña.
No hay dudas de que Messi es el mejor jugador del mundo y es la estrella (o una de las tres) que tiene este equipo, pero indudablemente Iniesta es el alma del Barcelona, porque actualmente no debe haber ningún otro jugador en el mundo que comprenda el juego como él: sabe cuando tocar, cuando hacer la pausa, como correr la cancha, cuando filtrar un pase entre líneas. Iniesta es el cerebro del Barsa porque es un eslabón fundamental para la sucesión de pases, que es lo más importante que tiene el fútbol: pasarle la pelota al compañero.
Además del juego, del trabajo en divisiones inferiores, de la jerarquía que tienen estos jugadores de buen pie, lo más sorprendente y admirable, es el hambre de gloria. Ese tal vez sea el ejemplo mas resonante que todos los equipos deban seguir.