lunes, 23 de enero de 2017

QUE TODO SIGA COMO ERA ANTES, EL MEJOR REFUERZO

 Ya pasaron 10 años del Gago con pelo largo que, parado de cinco, hacía parecer que jugar al fútbol era demasiado fácil, que salió campeón de todo con Basile y se fue vendido al Real Madrid, por una fortuna de las que ya no se pagan por jugadores del torneo doméstico. Desde que volvió a fines del 2016, casi una década después, regresó de la lesión con su auténtico look, y con su clásico juego para que Boca termine el año puntero. Todos van a extrañar la ida de Tévez, lógico, pero si Gago está bien, seguro el equipo de Guillermo no sea el mismo, pero va a seguir siendo un muy buen conjunto. Podemos hablar de la competencia en el área: de que tanto Bou como Benedetto merecen jugar a fuerza de goles y rendimientos. De que Pablo Pérez ya se hizo referente de Boca y su experiencia se nota en cada movimiento, y encima está el otro Pérez, que salió campeón de América y vino para jugar. De que estando bien Centurión los mellizos tienen un jugador único para el fútbol argentino. Se puede hablar de todas las maravillas que emana este equipo, pero hay algo fundamental, que es el mecanismo de juego que inculcan los Barros Esquelotto y de donde se manifiestan los réditos individuales, pero todos sabemos muy bien que a su vez los cimientos de los desarrollos están sostenidos por Gago, que es el equilibrio y organización que contagia al resto. Es poco habitual verlo en la foto final de una jugada, pero el que entiende de fútbol sabrá que en una gran parte de la torta es gracias a él que surgen las jugadas, decidiendo para dónde dirigir el esférico como lo hace Busquets en el Barcelona.
 En el Barcelona también hay monstruos como Messi, Neymar y Suárez, y otro cerebro como Iniesta, entre otros que refutan lo innegable de que se juega de a 11, pero en Boca ese imprescindible requisito de que juegan los once también se hace posible porque hay buenos niveles compenetrados con la idea. Cuando Pablo Pérez se frenó e hizo una pausa para jugar la pelota despertó la furia de un Guillermo que desea un elenco de transiciones rápidas y un poder ofensivo apabullante, más parecido al Bayern de Heynckes, Arsenal de Wenger o Barcelona de Luis Henrique que el juego pausado del City de Guardiola o sus pasados en Munich o Catalunya.
 Era una incógnita de qué manera se iba a continuar sin contar con Tévez, figura poco habitual en nuestros suelos con la que teníamos el lujo de contar, y la respuesta fue clara: se va a continuar de la misma manera. El jugador con características más similares es Centurión, por su rebeldía de encarar y hacer sin miedo las jugadas que se imagine, y con el miedo me refiero a perder la pelota o a que lo atiendan sin anestesia. Sin lugar a dudas la camiseta número 10 le sienta bien, y puede ser ese desequilibrio que haga la diferencia. Tener a Tévez junto a Centurión era algo colosal, pero hay buenos jugadores, material no falta.
 La dirigencia de Boca amagó con refuerzos de una cotización elevada, como Marchesín, Armani, Andújar y Romero para el arco, o Piatti para el puesto de media punta por detrás del nueve (a mi entender no existen más los enganches), pero la realidad nos demuestra que siendo el club más poderoso del país, no se puede competir desde lo económico (en un fútbol argentino desbastado, no se cuán grandioso es ser el más rico), pero la conclusión que puede elaborarse es que el mejor refuerzo que puede conseguirse es que está bien que traigan un arquero para que haya competencia, o un jugador de tres cuartos de cancha para que también haya variedad en esa zona (aunque quedaría otra vez tapada la inversión que se hizo por Solís), pero traigan a quien traigan nadie va a ser como Tévez; es por esa sencilla razón que el mejor refuerzo que puede incorporarse es que todo siga siendo como antes a pesar de su partida: un equipo arrollador. Y para eso también se necesita negociar: que Gago renueve su contrato y siga después de junio debe ser la prioridad y la meta de una comisión directiva que no debe quedarse en promesas sino brindar una respuesta acerca de la continuidad de un jugador como Gago. Jugar sin Tévez es posible, seguro jugar sin Gago también, pero en un club donde es difícil incorporar mucha jerarquía (veo complicado que, por ejemplo, Guido Pizarro venga a jugar a la Argentina) y unas divisiones inferiores que no generan, que se vaya un fuera de serie como Gago sería desmantelar no una estructura, pero sí un plan de juego que necesita indefectiblemente de la sencillez del ex Vélez. Como se dijo anteriormente, no hay nadie como Tévez, pero hay jugadores que puedan desequilibrar en su puesto, mientras que hombres que cumplan el rol de Gago (que se entienda: no que jueguen de cinco, sino que cumplan su función), directamente no debe haber.

lunes, 16 de enero de 2017

EL SEVILLA Y LA CHANCE DE SER EL CUARTO

 Hace muchos años que vimos una liga española totalmente centralizada en el Barcelona y Real Madrid, luego de que en el 2004 el Valencia sorprendiera alzándose con el trofeo, hasta que en el 2012 Simeone renovó la esperanza del Atlético, un gigante que permanecía dormido, y se volvió un asunto de tres. Luego de tres años consecutivos reinando en la Europa League, el Sevilla esta vez es cosa seria en propio territorio, de la mano de un proyecto ambicioso como el de Sampaoli.
 Es algo curioso: cuando casi siempre se le da prioridad al plano internacional por el prestigio que acarrea, el Sevilla fue tricampeón del torneo más importante después de la Champions sin ser protagonista en su torneo doméstico, es decir, España nos trae un fenómeno exótico de un equipo cansado de ser campeón a nivel continental pero incapaz de domar sus propios suelos. Sí estuvo entre los primeros seis, porque la participación del certamen continental requiere de una clasificación, pero está claro que un cuarto puesto en la Liga BBVA hasta hace poco era como salir primero de una competición fragmentada, ya que la verdadera competencia estaba entre los tres primeros. Pero ahora, luego de pisar fuerte en la Europa League, el Sevilla va por algo todavía más grande: pelear por la liga. Y para estar a la altura del Barcelona, Real Madrid y del flamante resurgido Atlético de Madrid, el equipo andaluz fue consciente de que tiene que ser capaz de hacerles frente, y para eso contrató a Sampaoli, un DT que equipara cualquier diferencia gracias a su ADN bielsista para divertirse con la pelota y ser protagonista. 
 Con Emery el Sevilla era un conjunto muy ordenado, con Krychowiak como estandarte en el centro del campo y un juego que se repartía con la conducción de Banega, pasadas veloces de Vitolo y Konoplyanka sumada a una contundencia letal de Gameiro; un conjunto muy auxiliado por sus figuras armando precisos contraataques y un equilibrio tenaz. Sampaoli es distinto, esboza un ataque directo con participación de todos los futbolistas, concentra muchos hombres en posición ofensiva e involucrados con el toque corto, y aunque cambien los 11 titulares, su estructura no se mueve, por nada en el mundo su idea y difícilmente el esquema. La carta del protagonismo y riesgos tomados por el Chile campeón del 2015 fue la elegida por los dueños del Sevilla para soñar con un poco más que la ya casi alquilada Europa League. El 15 de enero pasado fue una gran muestra de lo anhelado: atacando todo el partido al Real Madrid, dedicando una presión que requiere de un esfuerzo físico y convencimiento extenuante, iba perdiendo 1-0 pasando los 70 minutos, y no se rindió, consiguió el empate y una vez conseguido el mismo, fue en busca del triunfo hasta cuando agonizaba el encuentro, porque ese es el desafío que involucra el objetivo: seguir hasta el final, atacar aunque parezca que ya no quedan restos. 
 Los equipos españoles, además del Barcelona y Real Madrid, cuentan con lo suyo aunque en forma más silenciosa. No nos olvidemos del Valencia del piojo López, del Villarreal de Riquelme, del Atlhetic de Bilbao de Bielsa o la revelación del Málaga de Pellegrini que casi elimina al Borussia Dortmund en cuartos de la Champions, y es imposible no mencionar al Atlético de Madrid que hasta el día de hoy sigue manteniendo su elocuente regularidad, aunque gran parte de los planteles de la España del Mundial 2010 y la Eurocopa 2012 se nutrieron de las plantillas de los dos gigantes. Hay un dato no menor: en las dos competiciones europeas, el país que más equipos tuvo a partir de cuartos de final fue España. Hay un gran potencial en la liga española, y no solo por los equipos de Messi y Cristiano.
 Es imposible equiparar al Real y al Barsa desde lo económico, pero con un trabajo serio, el Aleti formó equipos competitivos, incomparables nombre por nombre pero con una idea que lo pone en los primeros planos, y mientras tuvo renovaciones en el plantel, de la mano de Simeone supo reinventarse y encontrar respuestas conservando el ideal. El Sevilla tiene, hoy por hoy, la oportunidad de formar parte de ese lote que ahora tiene a un cuarto integrante, y por el bien del fútbol español y del fútbol en general cuyo público pretende un juego de emociones e incertidumbre, que con el tiempo se vayan sumando nuevos protagonistas. Los dos equipos que decidieron dejar el equipo español de costumbre y rebelarse ante los más poderosos, tienen a directores técnicos argentinos, y sin dudas la sangre argentina de darlo todo con pasión, además de la calidad de entrenadores que son Sampaoli y Simeone, transmite motivación a sus dirigidos junto con el proyecto empleado. Uno destaca en lo defensivo, el orden y el contragolpe; el otro en la posesión, el toque corto y el ataque constante. Puede haber estilos distintos, no hay una fórmula del triunfo. La clave está en pensar que es posible.