lunes, 26 de febrero de 2018

BOCA 4 SAN MARTIN 2: EL REGRESO DEL VIEJO EQUIPO

Una victoria en el fútbol puede lograrse de diversas formas, pero no hay nada mejor que disfrutar de una sabiendo que se hicieron las cosas bien y la suerte no fue el principal protagonista. Boca venía de ganar no de forma angustiante, pero sí de manera no muy convincente ante Temperley y Banfield. Sería un error pensar que en este triunfo Boca no tiene nada para mejorar pero lo que es cierto es que ganó superando a su rival, con el mejor vértigo apabullante del estilo de Guillermo y ratificando buenas decisiones del entrenador: que Reynoso ocupe el lugar que le pertenece a Pablo Pérez y que Tévez siga siendo el número nueve. 
 El equipo local tuvo serenidad a la hora de afrontar situaciones de peligro a favor, se soltó y disfrutó el hecho de tener la pelota para atacar. Pavón fue el que se llevó todos los flashes porque si hay un jugador que ejemplifica los atributos de Boca cuando ataca, presiona y arremete es el joven cordobés que está en observación para ir al Mundial. Pero Tévez fue su socio y a su vez la llave para que se abran espacios por el centro: Boca tuvo mucho juego interno, se agrupó para realizar toques cortos en la puerta del área rival para abrir callejones internos en la defensa y Carlitos tuvo mucho que ver dejando espacios para que Nández llegué al área, atrayendo marcas y habilitando a Pavón como un gran asistidor, y apareciendo para empujarla con el olfato de gol que tuvo en el primer tanto. 
 Pero no hay que dejar de lado que para persistir con un juego emparentado a lo ofensivo, tal predisposición acarrea riesgos. San Martín puso en aprietos a Boca pocas veces, pero que le alcanzaron para hacer dos goles y que cuando perdía 2 a 1 Rossi salvara a su equipo en un mano a mano. Los sanjuaninos salían jugando con los centrales mientras Cardona y Pavón se instalaban en la mitad del campo tapando espacios, bloqueándole al visitante aperturas de riesgo. Pero cuando Boca iba con mucha gente y dejaba al descubierto los costados de Barrios, los de Gorosito estuvieron cerca de hacer daño, aunque sea solo por momentos. A Goltz le costó salir lejos y otorgar solidez, mientras que Magallán se lució en los anticipos. 
 Hay una frase tan vieja como el fútbol: "el que no arriesga no gana". Boca arriesga y gana. Con agresividad, velocidad y pertinencia, con un 4-5-1 más que con un 4-3-3 (como diría Riquelme), pero el esquema no es lo más importante, sino que los futbolistas se complementan bien, y los dos de las bandas que abren la discusión sobre si hay un medio-campo súper-poblado o un tridente ofensivo hacen muy bien su tarea: con características muy diversas, el de la derecha es veloz y explosivo, y el colombiano de la izquierda la amasa, piensa, no es tan rápido pero tiene talento, y así Boca logra no dejar huecos defensivamente y estar óptimo para ir por goles. 
 Lo más importante es que recuperó la identidad: eso ahuyenta los dichos irrelevantes sobre el arbitraje y esa suerte de los encuentros no tan bien jugados que no siempre va a estar presente para ayudar.

lunes, 5 de febrero de 2018

SAN LORENZO 1 BOCA 1: LAS ESTADISTICAS FUERON SOLO NUMEROS

El ingreso de Pérez por Bou hacía volver a Boca al esquema predilecto de Guillermo: el 4-3-3 con volantes interiores, dos extremos y un punta. Pero para que ese esquema deba funcionar eficientemente, el punta debe tener las características de un centro-atacante o, en el caso contrario, tener la movilidad de un falso nueve para salir del área y vestirse de enganche cuando haga falta. Tévez es de las facultades del segundo caso, pero una tergiversación futbolística engendró un problema que a su vez fue solución ante la temprana lesión de Pablo Pérez: el reacomodamiento de las piezas con el ingreso de un cuarto atacante le facilitó a Carlitos la tarea posicional: ya no debía entrar y salir del área (rol para el cual es menester contar con un trabazón funcional para adaptar al jugador a las circunstancias, lo que no estaba ocurriendo debido al bajo nivel de Boca), sino que arrancaría desde su ubicación más cómoda en todo momento. Haberle concedido a Tévez un level-up a cambio de la baja de un volante mixto significaba un alzamiento al individualismo y el contraataque.
 Hasta quedarse con un hombre menos por esa mala costumbre del jugador argentino de ir con los tapones de punta, San Lorenzo se mostraba más cómodo: a Goltz le costaba marcar a Blandi, y si bien Nández y Barrios se repartieron bien el centro del campo, parecía que a Boca le faltaba gente para volver, por lo que Gudiño y Botta se desplazaban con libertad, aunque el azulgrana extrañó los buenos tiempos de Belluschi, en donde una intervención suya podía denotar un pase entre líneas o un buen remate de media distancia. Pero Boca siempre saca ventaja por sus figuras, y la posibilidad del contra-golpe y las maniobras ofensivas de sus futbolistas de mitad de cancha hacia delante siempre estuvo latente, sobre todo por la imaginación de Tévez, y no tanto por Bou, que nunca estuvo conectado con el partido y hacía retumbar cada vez más el nombre de Abila en el banco de suplentes.
 Hay tarea para el hogar para los mellizos y Boca en general cuando uno observa que los números parecen darle una cierta ventaja sobre el rival y el equipo no sabe capitalizarla. Boca estuvo un segundo tiempo entero con más jugadores, tuvo 14 tiros de esquina y un 61% de la posesión de la pelota, y no tuvo el juego como para encontrar los espacios que los hombres de más podían darle junto con la tenencia de la pelota ni la precisión en las pelotas paradas como para hacer de las estadísticas un arma en la cual ampararse.
 Es curioso y llamativo cómo Boca desperdicia los tiros de esquina con jugadas preparadas o centros imprecisos. Sumando los del partido anterior, el único tiro de esquina que siguió con un toque corto que terminó en una buena oportunidad fue en el que concluyó con el gol de Tévez.
 Lamentablemente, en un marco formidable y con expectativas de buen fútbol, el encuentro se vio ensuciado por malas decisiones arbitrales. Habría que nuclearse seriamente en cómo solucionar este disgusto que tiene históricamente el fútbol argentino en vez de caer en pequeñeces de declaraciones que argumentan flacamente que se quiere beneficiar a un equipo u otro. Tal vez una solución sea la implementación del VAR en la Superliga. Mencionando también que la forma de disputar una pelota en nuestro fútbol es muy distinta a la que se puede ver en Europa, complementado por un marco que defenestra al juez ante cualquier equivocación. Todos deberíamos cambiar si queremos ver partidos mejor dirigidos.
 El xeneize era el que llegaba con todo para ganar: venía de una victoria, con un plantel más extenso en comparación al del equipo que dirige Biaggio, y con la posibilidad de irse a nueve puntos por sobre el segundo, pero de acuerdo al desarrollo, el que más ganó con este punto fue San Lorenzo, que obligado a replegarse por contar con menos hombres, no dejó que Boca luzca sus mejores síntomas de estar en la primera posición.