El equipo local tuvo serenidad a la hora de afrontar situaciones de peligro a favor, se soltó y disfrutó el hecho de tener la pelota para atacar. Pavón fue el que se llevó todos los flashes porque si hay un jugador que ejemplifica los atributos de Boca cuando ataca, presiona y arremete es el joven cordobés que está en observación para ir al Mundial. Pero Tévez fue su socio y a su vez la llave para que se abran espacios por el centro: Boca tuvo mucho juego interno, se agrupó para realizar toques cortos en la puerta del área rival para abrir callejones internos en la defensa y Carlitos tuvo mucho que ver dejando espacios para que Nández llegué al área, atrayendo marcas y habilitando a Pavón como un gran asistidor, y apareciendo para empujarla con el olfato de gol que tuvo en el primer tanto.
Pero no hay que dejar de lado que para persistir con un juego emparentado a lo ofensivo, tal predisposición acarrea riesgos. San Martín puso en aprietos a Boca pocas veces, pero que le alcanzaron para hacer dos goles y que cuando perdía 2 a 1 Rossi salvara a su equipo en un mano a mano. Los sanjuaninos salían jugando con los centrales mientras Cardona y Pavón se instalaban en la mitad del campo tapando espacios, bloqueándole al visitante aperturas de riesgo. Pero cuando Boca iba con mucha gente y dejaba al descubierto los costados de Barrios, los de Gorosito estuvieron cerca de hacer daño, aunque sea solo por momentos. A Goltz le costó salir lejos y otorgar solidez, mientras que Magallán se lució en los anticipos.
Hay una frase tan vieja como el fútbol: "el que no arriesga no gana". Boca arriesga y gana. Con agresividad, velocidad y pertinencia, con un 4-5-1 más que con un 4-3-3 (como diría Riquelme), pero el esquema no es lo más importante, sino que los futbolistas se complementan bien, y los dos de las bandas que abren la discusión sobre si hay un medio-campo súper-poblado o un tridente ofensivo hacen muy bien su tarea: con características muy diversas, el de la derecha es veloz y explosivo, y el colombiano de la izquierda la amasa, piensa, no es tan rápido pero tiene talento, y así Boca logra no dejar huecos defensivamente y estar óptimo para ir por goles.
Lo más importante es que recuperó la identidad: eso ahuyenta los dichos irrelevantes sobre el arbitraje y esa suerte de los encuentros no tan bien jugados que no siempre va a estar presente para ayudar.