lunes, 23 de abril de 2018

BOCA 3 NEWELL'S 1: ELEMENTOS QUE ALCANZAN PARA SUMAR OTRO CAMPEONATO

Las dos derrotas consecutivas y la aparición sigilosa de Godoy Cruz, que estuvo al acecho como un león atrapando a una gacela, despertaron dudas acerca de la inminente conquista de Boca en el campeonato. El xeneize tenía ante Newell's la tarea de disipar esa incertidumbre. Eso se consigue a través de una muestra de carácter que debía repatriar dos cosas: primero, recuperar los argumentos que lo mantuvieron en la cima todo el torneo, y segundo, lo más urgente, que era poder vencer al rival.
 Se dice que Boca carece de ídolos, que la gente asiste a la Bombonera a ver al equipo como un ente abstracto, y no a futbolistas en particular que le despierten una sensación de pertenencia. La palabra ídolo es muy compleja, y uno cree que ídolos se tienen una vez en la historia, es decir, personalidades con los requisitos como para que se les haga una estatua en el club (Riquelme, Palermo, Bianchi), pero eso no quita que haya ídolos circunstanciales, jugadores que se ganaron un cariño presente de la hinchada y por los que vale la pena pagar para ver. Esos son los Pavón, Barrios, Gago, Benedetto, Tévez (que entra en la discusión de si está a la altura de los mencionados anteriormente, por haber ganado la Libertadores y por el momento en el que volvió en su segundo ciclo aunque actualmente tenga un bajo rendimiento). Y que Boca esté acariciando un bicampeonato, luego de hace poco tiempo haber ganado otro torneo largo y una Copa Argentina habla de una historia reciente muy exitosa, guste o no. Que el máximo sueño de Boca es la Copa Libertadores es cierto, como también es cierto que el Barcelona o el Real Madrid casi ni festejan la Liga o la Copa del Rey cuando no ganan la Champions, pero la gloria al ganar un título existe, que la gente no lo valore por ser ambiciosa ante la existencia de un torneo de mayor envergadura es otra cosa. 
 El hecho principal de este éxito de Boca y que se evidenció en este triunfo fue su poder adquisitivo para armar un plantel que siempre de respuestas ante las lesiones. Boca empezó con Gago y Benedetto como estandartes, y pudo haberlos reemplazado bien o mal, pero se las arregló sin ellos para seguir sumando puntos. Y en esta parada se encontraba sin Goltz, ni Cardona ni Pablo Pérez, ni tampoco Barrios, uno de esos jugadores que parecen no tener reemplazo a la vista (por la ausencia en el plantel de un compañero con características similares y por el papel que desempeña en el campo). Boca supo mantener el orden con dos volantes centrales mixtos, Pérez y Nández, donde se notó que sin Barrios no hubo un hombre dedicado exclusivamente a quitar y a apoyar a los centrales, pero entre los dos cubrieron la zona y fueron útiles siendo salida cuando los de Guillermo monopolizaban la posesión del balón. 
 Fue una tenencia pasiva, que muchas veces no encontró receptores desde el fondo, o se pudo abrir la cancha por la derecha pero no se avistaba salida posible, pero puede decirse que Boca fue como un auto que deja su modo de estacionamiento para incluirse al tráfico: encara para salir, pero hasta que no ve un claro no arranca porque puede chocar. No era un claro dominador, pero cuando encontró sus momentos de inspiración marcó la diferencia y fue contundente. El primero que aparece en la mente cuando se habla de inspiración es Pavón, un joven habilidoso y sacrificado a la vez, que se levanta como un guapo y se tira barriendo como alguien con la camiseta de Boca, y que sabe evadir rivales en velocidad para asistir a un compañero o terminar la jugada. Es un poco lo que se viene señalando hace mucho: el día que no esté Pavón Boca va a tener un problema, ya que la inspiración general nace de su momento de luz individual, como cuando en la época de la modernidad los ilustrados gobernaban desde su ilustración por el interés general. Otro que fue fundamental en los momentos decisivos fue Reynoso, con pases justos para romper la defensa rival. Tal vez si Tevez hubiese sido más determinante a la hora de generar fútbol y encarar a los rivales el xeneize podría haber tenido una continuidad más lineal en lo que respecta a opciones de riesgo.
 Newell's por momentos supo circular la pelota, y en esos instantes Boca extrañó a Barrios porque no tenía un volante tapón experto en presionar y recuperar, y la parsimonia invitaron en dos oportunidades a que Fertoli haga una diagonal y lastime. Pero lo que parecía una amenaza constante terminó siendo algo esporádico. 
 Esto es Boca, con sus virtudes y sus defectos, le gana a los rivales demostrando tener buenos jugadores aunque no goza de una supremacía tiránica. Le alcanza para ganar el torneo doméstico y no es poco, pero nunca hay que conformarse: si finalmente se alza con la Superliga, el equipo de la ribera deberá ver si con esto le alcanza para la Libertadores. 
 

jueves, 12 de abril de 2018

PALMEIRAS 1 BOCA 1: LOS DETALLES QUE EXPLICAN UN RESULTADO

Este se presentaba como un partido de ambigüedades: ambos prometían (uno, primero en el campeonato argentino, y el otro, viniendo de ganar los dos partidos por la copa), pero también los dos debían rectificarse luego de algunas dudas (en mayor medida el Palmeiras, después de un golpazo como lo es perder una final; no es así en el caso de Boca, que venía de una derrota que no significaba demasiado).
 En todo momento hubo una sensación de excesiva especulación de parte de Boca, que de subir un poco la velocidad y el ritmo podría haber apabullado al rival, que estaba golpeado, confundido, que no inquietaba. Hubo un respeto mutuo que plasmó 90 minutos sin mayores fluctuaciones. Pero hay que entender el porqué de la mencionada impresión acerca del posible triunfalismo del visitante. Ninguno de los dos equipos concretaba demasiados pases certeros, por lo que ambos estaban imprecisos, pero decir que los dos estuvieron en un estado de confusión sería erróneo: el que realmente estuvo confundido fue Palmeiras, ya que Boca por momentos tuvo el partido bajo su control: esto es, manejar la pelota de un lado al otro, que el rival no estremezca. Pero tener bajo control la situación hipotética de la derrota difiere de ejercer un monopolio de las situaciones de gol, lo que termina resultando una superioridad más cerca de la victoria. A ese control, Boca no le pudo agregar una cuota de despedazamiento de la estructura rival. A veces la diferencia no se zanja desde la superioridad, sino desde un error rival, que puede ser un yerro (como de los que hubo sobre el final, donde se hablará más adelante) o una expulsión proveniente del nerviosismo que otorga la dicha confusión, que debió haber existido en las agresivas embestidas de Felipe Melo. Quedó demostrado en el final que Boca depende exclusivamente de Pavón para generar peligro, y eso explica sus asistencias, goles y continuidad, ya que nunca se pierde un partido. Es por eso que en los goles de Boca no interviene únicamente Pavón (tiene compañeros que lo asisten y se involucran), pero sí es un factor común el hecho de que siempre participa activamente de las conversiones del xeneize. Cuando se depende de forma tan terminante de un jugador, y no se prestan las condiciones para que este destaque (ya sea porque en el juego de la gambeta, a veces puede ganar el rival; no hay espacios para explotar su velocidad; no encuentra ángulo de remate), es complicado que se marque la diferencia. Ese control sereno de la situación por parte del equipo de la ribera se dio cuando Jara se desprendió por la derecha, Pérez y Reynoso se encontraban aptos para la rotación, Abila rebotaba bien de espaldas y Cardona se movía libremente, pero cuando eso dejó de ocurrir, Boca parecía estar en el mismo estado vegetativo que Palmeiras: se dividió la pelota, parecía imposible concatenar una serie de pases con propósitos tajantes, y Reynoso, que es un gran generador de fútbol, no liberaba su mejor característica (que fue por lo que Guillermo decidió utilizarlo y no colocar a un futbolista más defensivo como Buffarini) sino que parecía un jugador más, corriendo para defender y no ser atacado, y no corriendo para defender y luego atacar. 
 Otro dato que aporta a una información más compleja que puede sacarse de este encuentro es que siempre hay que esperar, nunca desesperarse: en la derrota de Boca frente a Defensa y Justicia, los de Guillermo habían marcado mal en el fondo y Magallán, de gran rendimiento y titular indiscutido, cometió el error que significó la victoria del halcón y los comentarios acerca de posibles incorporaciones de marcadores centrales, o lamentos sobre los refuerzos que no fueron. En este empate, como en muchas paridades que son opacas en cuanto al juego, sobresale la tarea defensiva: tanto Goltz como Magallán resolvieron con creces. Por eso no se puede condenar a nadie por un partido. Para hacer una evaluación correcta se debe analizar muchos partidos, y no quedarse con la última imagen. 
 Y luego de haber hablado del desarrollo, el resultado puede explicarse no mediante el mismo, sino por detalles que fueron clave: cuando el error individual se mezcla con el acierto, aunque sea aislado y no se origine de una colectividad, se puede explicar un gol. El fútbol muchas veces es un juego de errores y aciertos: a pesar de que esté Buffarini para cerrar la franja derecha, Jara se tropezó solo y vino el gol de Palmeiras. Y aunque no haya habido forma de desbordar a la defensa de los brasileños, por una pifia de Antonio Carlos Pavón encontró el vacío. Fue un buen anticipo de Tevez en el área chica, pero eso no es parámetro para medir en qué posición juega: hay defensores que hacen goles de cabeza y no por eso tienen que jugar de centro-delanteros. 

lunes, 2 de abril de 2018

BOCA 2 TALLERES 1: LA ANGUSTIA PREDESTINADA

Boca parece un auto viejo, pero de los más nobles: parece que se descompone a mitad de camino, pero siempre vuelve a arrancar, y como un miembro más de la familia, siempre tiene su cama durante la noche esperándolo: su dueño, Guillermo, hace mucho que tiene la cochera del primer puesto alquilada, y le hace a su coche todos los mantenimientos necesarios, le compra a Reynoso, la rueda de auxilio que necesita cuando Tévez se pincha, y aunque se rompan Gago y Benedetto, el volante y el GPS, siempre tiene un motor como Pavón para hacerlo funcionar. Es un automóvil que rinde, que siempre cumple, aunque por momentos tenga desperfectos. 
 Boca se enfrentaba al escolta del campeonato, que debía ganar para instaurar por primera vez un suspenso que nunca existió en todo el torneo, pero pareció jugar con un equipo del montón, que va a la Bombonera a refugiarse y estar a la expectativa de alguna fatalidad del equipo local. Cuando el empate era el mejor resultado para el xeneize, este puso todo el empeño en alargar la diferencia a nueve unidades, cuando Talleres no se enfurecía demasiado si su destino era amortiguar los seis puntos de distancia. Eso detona una superioridad, explica porqué el equipo de Guillermo está consiguiendo la Superliga de arriba a abajo. Y además ensambla una personalidad demoledora para conseguir el objetivo hasta cuando las piernas se encuentran fusiladas. Eso se debe a que en equipos míticos como Boca, el fútbol se puede explicar a dos vertientes: el pasado y el presente. El pasado es lo que menos influye, porque la estabilidad se consigue mediante cómo se hagan las casas en el aquí y ahora, pero los creyentes de la religión boquense siempre justificarán que se gana a lo Boca porque es lo que más lo identificó al hincha en toda su historia, un libro que se escribe con agonía y angustia, pero con finales felices; por eso las finales ganadas por penales, y por eso tantos puntos conseguidos sobre el final en los últimos tres encuentros: porque hay que sufrir para poder disfrutar. Pero el principal argumento, que lógicamente es más racional aunque no por eso debe ser mucho más verídico, es que Boca cuenta con buenos futbolistas que lo dotan de un predominio espacio-terrenal para meterlo al rival en su área. Como se dijo anteriormente, puede que Pablo Pérez, la caja de cambios, le cueste hacer que el auto pase de primera a segunda, y que eso despierte una notoria impaciencia en el público, que descarga su estrés de la semana injustamente en el partido, ya que un equipo que está cerca de conseguir el campeonato no merece los reclamos, que aparecen hasta cuando el empate no le quedaba mal al retrato que se estaba colgando en la Bombonera; pero eso no quita que cuando funcione el embrague Pavón se ilumine a falta de Tévez y Cardona, y nos haga ilusionar con alegrías también con la camiseta albiceleste. La respuesta de Pérez al hincha que lo insultó es mediática y llamativa por ser uno de los protagonistas, pero una de las injusticias que debe soportar un futbolista es que los insultos de parte del hincha no tienen las mismas características. ¿Hasta cuando vamos a vivir en una sociedad tan loca donde algunos tienen más derechos que otros para agredir y bajo sin ningún pretexto?
 Lo mejor de Boca es cuando se asocia con una dinámica que le permita circular la pelota para quebrar espacios, y eso ocurre cuando hay tres jugadores cerca y el que recibe la pelota puede devolverla con una pared o distribuirla hacia un tercero, pero cuando el que la recibe lo hace estático, marcado y sin referencias se convierte en un pase improductivo, donde Talleres u otros rivales aprovechan el momento para robar y salir disparados. Para que la productividad sea eficiente en todos los casos y no se escuchen los insoportables murmullos, debe estar más lúcido Reynoso, Bou debe disfrazarse un poco de Benedetto en el acto de entrar y salir del área, y que Nández, que es el combustible de este auto, este en su auténtica figura. 
 Pero Boca tiene mucho más que los nueve puntos de diferencia para estar tranquilo: sabe que si se atora en el camino, es porque debe ir al mecánico a ajustar algunas tuercas (la fluidez para monopolizar la pelota y no padecer los tiros libres rivales cuando el partido se encuentra en sus manos) y no porque el camino presente lomas de burro (Talleres formó con tres delanteros, pero cuando lateralizó sus avances se encontró con Fabra y Jara bien parados, mientras que en recuperar y salir rápido el atacante no estaba acompañada como para descargar). 
 Mientras sus rivales no den la talla y sepa capitalizar su predominio, aunque sea con angustia, Boca va a disfrutar del torneo argentino hasta que los demás grandes se despierten de su siesta.