Se dice que Boca carece de ídolos, que la gente asiste a la Bombonera a ver al equipo como un ente abstracto, y no a futbolistas en particular que le despierten una sensación de pertenencia. La palabra ídolo es muy compleja, y uno cree que ídolos se tienen una vez en la historia, es decir, personalidades con los requisitos como para que se les haga una estatua en el club (Riquelme, Palermo, Bianchi), pero eso no quita que haya ídolos circunstanciales, jugadores que se ganaron un cariño presente de la hinchada y por los que vale la pena pagar para ver. Esos son los Pavón, Barrios, Gago, Benedetto, Tévez (que entra en la discusión de si está a la altura de los mencionados anteriormente, por haber ganado la Libertadores y por el momento en el que volvió en su segundo ciclo aunque actualmente tenga un bajo rendimiento). Y que Boca esté acariciando un bicampeonato, luego de hace poco tiempo haber ganado otro torneo largo y una Copa Argentina habla de una historia reciente muy exitosa, guste o no. Que el máximo sueño de Boca es la Copa Libertadores es cierto, como también es cierto que el Barcelona o el Real Madrid casi ni festejan la Liga o la Copa del Rey cuando no ganan la Champions, pero la gloria al ganar un título existe, que la gente no lo valore por ser ambiciosa ante la existencia de un torneo de mayor envergadura es otra cosa.
El hecho principal de este éxito de Boca y que se evidenció en este triunfo fue su poder adquisitivo para armar un plantel que siempre de respuestas ante las lesiones. Boca empezó con Gago y Benedetto como estandartes, y pudo haberlos reemplazado bien o mal, pero se las arregló sin ellos para seguir sumando puntos. Y en esta parada se encontraba sin Goltz, ni Cardona ni Pablo Pérez, ni tampoco Barrios, uno de esos jugadores que parecen no tener reemplazo a la vista (por la ausencia en el plantel de un compañero con características similares y por el papel que desempeña en el campo). Boca supo mantener el orden con dos volantes centrales mixtos, Pérez y Nández, donde se notó que sin Barrios no hubo un hombre dedicado exclusivamente a quitar y a apoyar a los centrales, pero entre los dos cubrieron la zona y fueron útiles siendo salida cuando los de Guillermo monopolizaban la posesión del balón.
Fue una tenencia pasiva, que muchas veces no encontró receptores desde el fondo, o se pudo abrir la cancha por la derecha pero no se avistaba salida posible, pero puede decirse que Boca fue como un auto que deja su modo de estacionamiento para incluirse al tráfico: encara para salir, pero hasta que no ve un claro no arranca porque puede chocar. No era un claro dominador, pero cuando encontró sus momentos de inspiración marcó la diferencia y fue contundente. El primero que aparece en la mente cuando se habla de inspiración es Pavón, un joven habilidoso y sacrificado a la vez, que se levanta como un guapo y se tira barriendo como alguien con la camiseta de Boca, y que sabe evadir rivales en velocidad para asistir a un compañero o terminar la jugada. Es un poco lo que se viene señalando hace mucho: el día que no esté Pavón Boca va a tener un problema, ya que la inspiración general nace de su momento de luz individual, como cuando en la época de la modernidad los ilustrados gobernaban desde su ilustración por el interés general. Otro que fue fundamental en los momentos decisivos fue Reynoso, con pases justos para romper la defensa rival. Tal vez si Tevez hubiese sido más determinante a la hora de generar fútbol y encarar a los rivales el xeneize podría haber tenido una continuidad más lineal en lo que respecta a opciones de riesgo.
Newell's por momentos supo circular la pelota, y en esos instantes Boca extrañó a Barrios porque no tenía un volante tapón experto en presionar y recuperar, y la parsimonia invitaron en dos oportunidades a que Fertoli haga una diagonal y lastime. Pero lo que parecía una amenaza constante terminó siendo algo esporádico.
Esto es Boca, con sus virtudes y sus defectos, le gana a los rivales demostrando tener buenos jugadores aunque no goza de una supremacía tiránica. Le alcanza para ganar el torneo doméstico y no es poco, pero nunca hay que conformarse: si finalmente se alza con la Superliga, el equipo de la ribera deberá ver si con esto le alcanza para la Libertadores.