lunes, 29 de junio de 2020

CUENTO: LOS PENSAMIENTOS DE ESTANISLAO

Es una tarde lluviosa en la Ciudad de Buenos Aires, es miércoles por la tarde y esta da para quedarse en casa. Estanislao se encuentra llorando en su cama. Los sollozos agrietan corazones con solo escucharlos. Ese llanto rompe almas va acompañado de la misma frase una y otra vez: “¿Por qué, por qué tiene que pasarme esto? ¡Muéranse, hijos de puta, muéranse!” El hecho de pensar en forma repetitiva cómo lo habían maltratado en el colegio angustiaba cada vez más a Estanislao, que se esforzaba por ocupar su mente en otra cosa, pero no lo lograba.
 Sus padres venían de un duro día de trabajo; Estanislao no iba a preocuparlos contándoles lo mucho que odiaba ir a la escuela y a sus compañeros. Luego de comer con poco apetito y acostarse en la cama, Estanislao se encontraba a solas con la almohada, sin poder conciliar el sueño, preocupado por tener que lidiar mañana con el mismo calvario. No pudo dormir en toda la noche, lleno de bronca y odio pensando en la muerte de alguno de aquellos que le causaban tanto daño. Sabía que el odio lo envolvía como a aquellos seres que despreciaba, pero sus emociones lo tomaron por completo. Una hora antes de que sonara el despertador pudo dormir. Eran 60 minutos escasos en todo el descanso nocturno, pero era mejor antes que ir al colegio sin haber dormido completamente nada.
 En el camino a la escuela Estanislao se entusiasmaba con la fantasía de que Dios le conceda su deseo: que aquel compañero que era el líder negativo del grupo y que lo molestaba haya muerto en algún accidente. Pero sabía muy bien que por imaginarlo el hecho no iba a ocurrir, así como así.
 Al entrar al aula era pura desolación. Estanislao se preguntaba a qué se debía tal escenario. Los mejores amigos de aquel grupo de brabucones lloraban por su amigo: José María, el que se dedicaba a humillar a Estanislao, había fallecido esa misma mañana luego de, a través de esa personalidad tan prepotente, cruzar un semáforo en rojo camino a la escuela. La velocidad de un auto no tuvo piedad.
 Estanislao disimuló preocupación, pero estaba feliz en el fondo. Aquellos que se reían de las estupideces que le hacían ahora estaban tan angustiados como él por la pérdida de su líder.
 Luego de un par de meses las cosas se estabilizaron. José María ya no estaba, pero sus amigos debían tomar la posta del bullyng. Ahora Ricardo y Juan Manuel eran los líderes de un grupo de muchos desalmados por sus acciones, y otros que lo eran por mirar para otro lado. Estanislao volvió a llorar aquella tarde en su casa como lo había hecho hace dos meses antes de la muerte de José María. Había sido muy ingenuo pensando que la pérdida de uno implicaría el fin de su padecimiento.
 Estanislao se vio envuelto de rabia una vez más, e increíblemente, al llegar al aula al día siguiente vio el mismo escenario. Se enteró en el recreo de que Ricardo había sido asesinado la noche anterior en un asalto en su casa, y que Juan Manuel se había suicidado luego de ver a su padre maltratando a su madre. Estanislao ahora no sentía ni tristeza ni felicidad; se sentía sorprendido. Llegó a sospechar que su dicha podía llegar a tener algo que ver con las muertes: era mucha casualidad. Las veces que había sentido tanta bronca por determinadas personas, estas habían muerto a la brevedad. Estanislao no era muy creyente, pero ahora estaba empezando a creer que una mano divina estaba detrás de todo esto.
 Justo ese día un profesor de matemática lo había reprobado en un examen por una causa que Estanislao consideraba injusta. Pensó en la muerte del profesor, en gozar de verlo morir en ese mismo instante delante de sus ojos.
 En el momento en que el docente se encontraba delante del curso explicando un tema en el pizarrón, cayó tumbado en el suelo. Había muerto de un paro cardíaco. Estanislao ahora sí lo creía: sobre sus pensamientos recaía un poder divino de elegir el destino de los demás. Ahora ya nadie podía meterse con él, nadie podía molestarlo.
 Lo primero que hizo una vez enterado de su poder fue pensar en la muerte de su psicoanalista: Estanislao ya no soportaba más a aquel soberbio que muchas veces se consideraba un ser superior a sus pacientes, y que quería convencer a Estanislao de que la culpa de lo que le pasaba era suya. El padre de Estanislao le comunicó esa misma noche que su psicólogo había fallecido por una enfermedad cerebro-vascular.
 Estanislao de repente sabía que era el ser más poderoso del mundo. Pero nadie debía enterarse.
 De todas formas, no había forma de que alguien se entere: Estanislao no debía mover un solo músculo, ya que, con solo imaginarlo, la muerte del otro era inminente.
 Pasados varios años de las primeras muertes causadas por el poder de Estanislao, este había provocado la muerte de todo aquel que lo estorbara, con el único objetivo de ser feliz: había muerto ya más de la mitad del colegio, de su curso y de otros años; muchos familiares molestos también; y no faltaban los decesos de muchos compañeros del club donde hacía diversos deportes.
 El problema de no parar de pensar en las imágenes que le hacían mal siempre fue un problema para Estanislao, pero ahora era una solución: todas las imágenes de bronca con quienes se ensañaba les provocaba la muerte.
 A los 30 años Estanislao se encontró solo, sin nadie a su alrededor. Ya nadie podía molestarlo. Pero tampoco fue feliz. Sus pensamientos nunca dejaron de ser un problema.

miércoles, 10 de junio de 2020

LA DEMOCRACIA PERDIDA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Una familia perteneciente a una comunidad es maltratada y abusada por las fuerzas policiales, mientras el gobernador del distrito ordena cercar el barrio prohibiendo la salida y entrada de sus habitantes al buen estilo de un "gueto". Parece una historia de discriminación y maltratos hacia las minorías étnicas del siglo XX. Sin embargo, dichos acontecimientos ocurren contra la comunidad Qom en la provincia de Chaco, en pleno 2020.
 Un campesino sale de su humilde casa, pero nunca mas vuelve: es encontrado muerto en un monte, luego de haber sido asesinado por las fuerzas policiales. Esto ocurrió en la provincia de Tucumán. Una víctima del cruento autoritarismo de la violencia represiva. Pero no es un hecho ocurrido en el marco de la guerra de guerrillas de los 70', donde el foquismo implantaba células guerrilleras cuya batalla era redimida en zonas rurales: aquel fatídico destino le ocurrió a un tucumano que nada tiene que ver con acciones de sedición y terrorismo, y el hecho tiene lugar en el mismo contexto que el anterior, en el año 2020 en medio de un gobierno que fue elegido a través del voto democrático.
 En Santiago del Estero y San Luis, personas detenidas largas horas por las fuerzas policiales denuncian maltratos y torturas físicas y psicológicas. No se trata de la Triple A ni de secuestros ordenados por los cuadros de las fuerzas armadas acoplados en el trono de una dictadura sanguinaria. Las torturas ocurren a través de las policías provinciales dependientes de la gobernación de aquellas provincias. La primera de ellas gobernada por un matrimonio (turnándose entre marido y mujer al frente de la gobernación desde el 2005); la segunda gobernada por otra familia, solo que el vínculo dinástico no es entre un matrimonio sino entre hermanos, que manejan San Luis desde la vuelta de la democracia en 1983.
 En el 2018 una nena de siete años debe dar un discurso político: el guión que le hacen decir dice "... En Formosa estoy tranquila, aquí está mi capitán...". Sin hacer mención a la provincia, parece un relato de adoctrinamiento infantil en la Italia de Mussolini o en la Alemania nazi, pero el "capitán" es el peronista que gobierna Formosa desde 1995, el mismo que fue cobijado por el presidente de la Nación hace pocos días en un acto público.
 Todos los hechos tienen que ver con provincias gobernadas por el mismo signo político, con provincias sumidas en la pobreza, el clientelismo político, la corrupción y la falta de empleo privado y genuino. En medio de una pandemia cuyos números son muy pequeños comparados a la hecatombe económica que ocurre en la Argentina (apenas mas de 700 muertes en un país con más de 44 millones de habitantes, en contraste con una caída de la economía que se estima que será igual o peor que en el 2001), un Estado omnipresente controla los horarios en los que la gente puede salir; dispone qué actividades se pueden o no realizar; le quita el derecho al trabajo, a la educación y a la libre circulación a sus habitantes; y sin darnos cuenta, la democracia se escurre como agua entre los dedos a través prácticas autoritarias que no tienen a los grupos de presión que hacen negocios con el lema de los derechos humanos alzando la voz contra dichos abusos, como sí ocurrió en un caso inventado y totalmente parcializado como el de Santiago Maldonado. ¿Quién ayuda a la familia del campesino tucumano asesinado y tirado por un barranco en Catamarca?¿Quién reclama por los derechos de la comunidad Qom?¿Es más doloroso y preocupante un virus cuya persona infectada tiene mas oportunidades de recuperarse que de morir que un chico Qom muerto de hambre, sin acceso a condiciones de higiene y de alimentación básicas? 
 Los gobernantes que construyen relatos demagógicos (el término demagógico entendido como un "gobierno de los pobres", en términos de Aristóteles) necesitan de que el relato contemple a un enemigo que atenta contra el bienestar del pueblo para justificar que las acciones gubernamentales son por el bien de ese "pueblo". Ese enemigo en la Argentina fue mucho tiempo el campo, los medios de comunicación, los grandes capitales, el neoliberalismo. Hoy en día el enemigo favorito del kirchnerismo es el coronavirus. El gobierno nos quita las libertades para "cuidarnos"; si no hacemos caso a las restricciones corre "peligro" nuestra vida; es mejor ser mas pobres y no "morirnos"; y de forma silenciosa, en un contexto ficticio construido por un relato que nos amenaza con la muerte en caso de la no obediencia, tienen lugar los abusos: abusos policiales; casos de sobreprecios; violación de la libertad de expresión (cíber-espionaje) y de la propiedad. 
 En cuanto a la violación de la propiedad, nos encontramos con otra enseñanza aristotélica, que tiene que ver con lo que es un gobierno: para el filósofo de la Antigua Grecia un Estado es la asociación de distintos componentes de la sociedad con el fin de lograr un objetivo máximo, y el gobierno debe ser el gobierno de las leyes y no de los hombres, porque un líder que no respeta la Constitución termina por corromper y deformar la forma y el fin del Estado. 
 El artículo 17 de nuestra Constitución dice: "La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y previamente indemnizada. (...)". La maniobra del gobierno para quedarse con Vicentín interviniendo la empresa pasando por encima al juez que estaba a cargo de homologar el concurso, para su posterior expropiación, es parte de la concentración de poder que se viene dando con la excusa de la pandemia, al igual que la empresa cordobesa de respiradores que fue intervenida en el comienzo de la cuarentena, sumado al intento de intervención de las clínicas privadas.
 ¿Cual puede ser la utilidad pública de dicha expropiación, cuando el Estado argentino manejado por la misma elite política ha demostrado ser totalmente ineficiente en la administración de otras empresas públicas? Un Estado que no puede pagar la deuda con sus acreedores no está en condiciones de hacerse cargo de la deuda contraída por una empresa del mundo privado, donde la indemnización, la deuda y la consecuente ineficiencia que implica que el Estado maneje una empresa terminan siendo pagadas por todos los contribuyentes. 
 La filosofía de la Antigua Grecia nos deja enseñanzas que parecieran contadas en los tiempos de hoy: para Aristóteles un Estado debe integrarse por elementos distintos, donde la virtud de cada uno lleve a una virtud general, con cada uno cumpliendo su función, porque un Estado compuesto por partes iguales tiende a desaparecer. El Estado debería dejar que la actividad privada produzca, sin adueñarse de sus activos, dando lugar a la virtud de los actores privados. Sin estatizar Vicentín, el Estado ya intentaba controlar el mercado agro-exportador a través de altas retenciones y condiciones restrictivas para liquidar divisas, con un tipo de cambio desfavorable para el campo. Que el gobierno se adueñe del mercado y de las libertades sin respetar la Constitución nos lleva a un Estado que se destruye para dar lugar a otro: un Estado que ya no es gobernado por las leyes sino por la voluntad de un hombre; un Estado uniforme integrado por un único elemento: el pensamiento único y voluntad del líder, donde toda propiedad pasa a formar parte de su posesión. Los ejemplos asoman dentro de la misma región: el chavismo se apoderó de Venezuela y hoy dicho país no puede producir ni su propio petróleo, cuando era uno de los países mas ricos del mundo en materia petrolera.
 Bajo el contexto de la pandemia, el Estado no se ocupa de garantizar condiciones de seguridad jurídica, no caer en la cesación de pagos y ocuparse de arreglar rutas, escuelas y hospitales: el Estado cumple funciones que no son las suyas jugando al empresario, metiéndose en la privacidad y libertad de los argentinos en medio de una economía en caída libre. "Kirchnerizar" el mercado de granos podría ser apenas el comienzo de una ola estatizadora.
 Encerrados en nuestras casas, en medio de feudos provinciales, expropiaciones, pérdida de libertades, la democracia se pierde en tiempos de una pandemia que resulta ser una gran oportunidad para los que quieren delegar atribuciones del resto de los poderes en el poder ejecutivo. Llamar una democracia a tal concentración de poder sería faltarle el respeto a los países realmente liberales.