Una cosa es que la forma de jugar de un equipo no sea vistosa y haya gente que no le guste como gente a la que sí, por ejemplo ayer en la Supercopa que conquistó Huracán tuvo un equipo de Apuzzo que se dejó dominar por el rival porque así se sentía cómodo, porque hizo un buen trabajo para que River maneje siempre la pelota pero no pueda entrarle, y cuando Huracán recuperaba la pelota iba directo hacia Ábila sin tener que elaborar demasiado la jugada. Puede ser un juego no vistoso, pero es eficaz a la hora de defender y atacar, y también fue bueno el partido que hizo Chicago en la cancha de Boca: tuvo un repliegue defensivo excelente y trató de aprovechar errores de Boca en ataque y lastimarlo en las zonas con mas espacio.
Pero el Atlético no buscó esos hipotéticos errores del Real, ya que no los hubo, entonces no hubiera sido mala la idea de tratar de pararse mas arriba, porque así podría haber una esperanza de generar alguna situación de peligro y en caso de que el Real marcara un gol que el equipo esté preparado para buscar el empate.
Siempre hay maneras distintas de jugar, mas vistosas o menos vistosas, porque cada equipo emplea su identidad en base a la ideología del entrenador y las características de sus jugadores, aunque siempre lo mejor es ser un equipo completo, como el Barcelona, que sigue manteniendo su escuela de llegar al área con pases pero también maneja muy bien el recurso de la pelota larga y el contragolpe. Pero lo del Atlético fue una versión incompleta, tuvo su solidez pero le faltó esa inteligencia para encontrar los espacios, y ya demostró que puede hacerlo contra el Real, y a diferencia de su rival, que aprendió la lección de los últimos partidos y no le dejó espacios al Atlético para la contra, Simeone no pareció muy autocrítico ni parece que haya pensado que ahora la lección fue para él y como el Real aprendió a no dejarle mas espacios, que tendría que pararse mas adelante para que su equipo los fabrique. Por eso esas declaraciones conformistas del Cholo no creo que convenzan a nadie, porque nunca se puede estar conforme cuando no se jugó bien, por mas de que no se haya jugado mal.