Boca no tuvo idas importantes: Magallán, quien parecía a punto de emigrar a los Países Bajos, va a seguir siendo el segundo marcador central, y Pavón, quien seguro sea el primero en irse el próximo semestre, sigue en la institución. Un equipo que obtuvo dos campeonatos y que mantuvo su columna vertebral, además de recuperar a Gago y a Benedetto (a pesar de que no podrá contar por seis meses con Fabra) no tiene grandes necesidades de reforzar el plantel, pero Boca es un mundo aparte, ya que debe soportar la ansiedad por conseguir su máxima obsesión, y esa ansiedad le genera la compulsión de salir al mercado.
Analizando las incorporaciones del club de la ribera, puede decirse que cumplió con las expectativas. Ahora el desafío será, sobre todo para Guillermo, administrar bien las piezas y acoplarlas para formar un buen equipo, teniendo la tarea de perfeccionar la regularidad en el juego y pulir los desajustes en las pelotas detenidas como mayores desafíos, sin olvidarse de que lograr una buena convivencia entre tantas figuras es indispensable: la armonía siempre es el primer recurso para producir una gran obra.
Mauro Zárate es, sin lugar a dudas, la bomba del mercado, la figura descollante para que el plantel de un salto de calidad. Boca no lo contrata por la necesidad de ocupar un puesto en el ataque, porque si hablamos de delanteros, Boca tiene material de sobra. La necesidad es aumentar cualitativamente la capacidad goleadora, teniendo un buen competidor para Tévez y otros futbolistas. El ex Vélez se encuentra con una oportunidad única en su carrera, donde cabe resaltar que, a diferencia del conjunto de Liniers, ya no es el dueño del equipo que se lleva todas las responsabilidades, sino que será uno más que deberá ganarse el puesto, siendo mucho menos que jugadores como Carlitos en cuanto a su pasado en el club. Si se quiere ganar el trofeo continental es menester contar con hombres, no solo por la experiencia sino por lo que pueden rendir, y Zárate es uno de esos jugadores que cualquiera querría incorporar para elevar la calidad de un equipo. Todo lo que debió soportar producto de una sociedad enferma, que toma como un pecado capital un acto de profesionalismo, es decir, brindar sus servicios donde le paguen más y sienta que tiene más para dar, es el símbolo de una inmadurez que solo es comparable con el escándalo que significó la ida de Higuaín del Napoli a la Juventus, donde la línea que separa al norte del sur italiano trasciende a lo futbolístico. No se puede negar el error de Zárate en haber declarado que en la Argentina solo jugaría en Vélez, pero es inexplicable la cacería que se encomendó por su cabeza.
Las compras de Villa e Izquierdoz son el resultado de errores en mercados anteriores: sus llegadas no podrían explicarse sin el inconformismo para con Espinoza y Vergini, que ahora están un escalón más abajo. Villa es un futbolista desconocido en nuestro fútbol, pero por su edad Boca está asegurándose el futuro para cuando venda a Pavón, y teniendo en cuenta los antecedentes de casos similares, como los de Barrios y Fabra, el xeneize por lo general acierta cuando se inclina por una apuesta del fútbol colombiano.
Mientras que Izquierdoz es un zaguero conocido por Guillermo y que aporta jerarquía, pero no todos ven con buenos ojos la inversión que hizo Boca por él. La realidad es que Boca, por más de que sea el equipo más fuerte del país en términos económicos, no puede traer a quien quiera. Es imposible que Boca traiga a un central como Otamendi. Izquierdoz es la posibilidad más factible de los mejores defensores que pueden traerse. ¿Si con tanto dinero se pudiera traer otro central mejor, a quién se hubiese traído? Las respuestas no abundan.
Luego de haber concretado los pases de estos tres futbolistas, Boca no parece retirarse del mercado, ya que va en busca de Olaza, y tal vez algún arquero. El primer interés (como cualquier incorporación) le quita posibilidades de mostrarse a algún juvenil que juegue como lateral, lo que ya no es una novedad en Boca, pero las necesidades de conquistar campeonatos son más fuertes que proyectar juveniles a largo plazo. Por otro lado, un arquero que compita con Rossi vendría a jerarquizar el puesto, pero no para sacar al ex Defensa y Justicia de los tres palos, sino para intentar ganarse un lugar, ya que desde un sano juicio, Rossi podrá no ser un arquero que salve partidos, pero desde que llegó a Boca cumplió su tarea aceptablemente.