lunes, 13 de abril de 2020

LAS DOS CARAS DE ALBERTO FERNANDEZ

En su obra El Político y El Científico, Max Weber contrasta el rol que cumple el político con el del científico. El político es un hombre destacado por tener un discurso demagógico y estimular las prebendas estatales con el fin de conseguir un objetivo: este es ser electo, para lo cual necesita del apoyo de gran parte de las masas no educadas que asimilen el discurso como promesas que serán cumplidas a cambio del voto; el problema del político está en que sabe como atraer a las masas pero no cómo lograr cumplir con sus objetivos para llegar al objetivo máximo, que es ser electo en la próxima elección. Por otra parte está el científico, hombre que no tiene la capacidad discursiva para expresarse ante el público que se debe conquistar, pero conoce el método requerido para que el político cumpla sus promesas y consiga sus objetivos. La principal diferencia entre ambos radica en que uno utiliza el rendidor pero oculto trabajo verídico de la ciencia, y el otro la altisonante pero vaga retórica de la campaña política. Ambos con contradictorios, pero se necesitan mutuamente: el político necesita del científico para gobernar, de lo contrario nunca podrá cumplir con sus objetivos porque no sabrá cómo.
 El gobierno de Alberto Fernández se auto-referenció como un gobierno de "científicos" en contraposici­ón al gobierno de "CEOS" de Mauricio Macri. Si bien no es cierto que cada uno de los gobiernos contenga de forma pura el 100% de aquellas referencias, es cierto que el gobierno actual posee una faceta científica, como también aquella faceta de la política cuyo discurso en sí mismo es vacío de contenido en cuanto se asemeja a la verdad: pero sí es un discurso lleno de un contenido maligno a la hora de sanear las instituciones de la Argentina.
 Desde su llegada al poder Alberto Fernández se ha caracterizado por tener una doble moral: es muy conocida su historia ambigua de haber criticado férreamente a Cristina para luego pasar a decir que "son lo mismo". En esta ocasión es la falsa dicotomía entre economía y salud la que trae un presidente que presenta facetas totalmente dicotómicas: por un lado, el titular del poder ejecutivo se respalda en la ciencia, la estadística y el consejo de profesionales de la salud para prolongar la cuarentena, y, a través de una presentación digna de una clase de la facultad, presenta porqué tal medida es necesaria junto con los buenos resultados que esta está consiguiendo.
 Si bien pueden objetarse ciertas cuestiones de parte de los especialistas (como la carente cantidad de testeos), es innegable que la curva de contagios en la Argentina se ha contenido a comparación de países que atraviesan una situación realmente dramática a causa del colapso del sistema sanitario que provocó el brote del coronavirus. Sin embargo, en la otra cara de la moneda se encuentra el aspecto económico, y de esta dicotomía del presidente resulta ser un aspecto totalmente distinto al de la salud: Fernández no se está respaldando en buenas políticas basadas en la ciencia y está sosteniendo sus medidas a través de una retórica demagógica y poco constructiva para las instituciones tan débiles de la Argentina.
 El jefe de estado pide que no se lo "corra con la economía", argumentando que "de la caída del PBI se vuelve, de la pérdida de la vida no". La pregunta que debe hacerse es: ¿Cómo se vuelve?¿Y a costa de qué?
 Es manifiesto el hecho de que la actual crisis que atraviesa el mundo entero tendrá graves consecuencias y que no es culpa de Alberto Fernández. Lo que debe objetarse es la forma en la que está paliando la crisis:
1) No se está realizando el esfuerzo de parte del aparato elefantástico del Estado para achicar los costos improductivos que tal estructura acarrea. No se realiza el esfuerzo que se hizo en Italia, por ejemplo, donde se aprobó una reforma constitucional para achicar la cantidad de parlamentarios, medida que le ahorrará millones de euros al estado italiano.
2) Al no achicarse el Estado, las medidas de emergencia se resuelven haciéndolo más grande en vez de reasignar partidas: al intentar crear más impuestos, amenazar con intervenir el sistema de salud privado y recurrir a la emisión monetaria de forma descontrolada, no se está pensando en no solo bajar los sueldos de los funcionarios públicos, sino tampoco en achicar toda la estructura ministerial y burocrática que es muy grande e ineficiente, y de esa forma destinar los recursos a inversiones en infraestructura y gastos de capital para invertir en la salud.
3) Se están emitiendo miles de millones de pesos, lo que puede traer aparejado un combo letal: aumento del déficit fiscal y de la inflación.
4) La faceta política del presidente en relación con la cuestión económica quiebra aún más la poca confianza que hay en las instituciones, llamando miserables a los empresarios de cuyo capital depende darle trabajo a los trabajadores que dice defender, amenazando con crear un impuesto confiscatorio de la riqueza desalentando a todo aquel que quiera invertir en la Argentina, y llenando de buenos adjetivos a un sindicalista corrupto como Moyano, responsable de que existan costos laborales insoportables.
 En estos cuatro puntos puede resumirse la faceta política que se contradice con la faceta científica de Alberto Fernández: recuerda a las épocas autoritarias de Perón cuando se llamaba a "colgar" a aquellos que suban los precios, cuando el principal motivo de la suba de precios es la inflación que no deja de subir por la emisión monetaria que financia a un Estado tan grande como insostenible. Y estas instituciones que tan mal le hacen a la economía y viceversa, no son un contrapeso de un poder ejecutivo cada vez mas poderoso, que se presta a la corrupción. No hay un poder legislativo o judicial que funcione durante la emergencia, ni órganos extra-poder, como son la Auditoría General de la Nación o la Defensoría del Pueblo, que controlen y limiten la ineficiencia del poder como debe ser en una república.
 El populismo chavista que expropiaba la riqueza bien habida mientras aumentaba la que se generaba producto de la corrupción, aumentó a tal punto el Estado que la inflación y los precios máximos en Venezuela llegaron al desabastecimiento catastrófico que vive aquel país latinoamericano. Esa falsa lucha de clases socialista se replica de alguna manera en la Argentina, atacando la generación de riquezas y promoviendo clases altas de funcionarios ricos y corruptos, que no controlan los sobreprecios de los productos comprados por el Estado. Si no queremos terminar de la misma manera, es hora de que Alberto Fernández se respalde en la ciencia para la economía de la misma forma en que lo hace para la salud.

2 comentarios:

  1. ESTE EXCELENTE ARTICULO NOS DETALLA COMO ESTE GOBIERNO UTILIZA LO CIENTIFICO CUANDO LE CONVIENE; ALBERTO FERNANDEZ EN SUS DISCURSOS, ESPECIALMENTE EN EL DISCURSO QUE DIO ANTE LA APERTURA DEL CONGRESO, NO MENCINO UNA SOLA PALABRA ACERCA DE LA CORRUPCION, UNA MAL ESTRUCTURAL QUE CORROE Y PUDRE TODO, HACE FALTA MUCHA DECISION POLITICA Y MUCHOS COJONES PARA TERMINAR CON LA CORRUPCION, ACHICAR EL ESTADO Y SACAR EL PAIS ADELANTE.
    ME GUSTO MUCHO EL REMATE FINAL DEL ARTICULO.
    MARIO RACKI

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  2. muy bueno Tomy , tendrías que estar en el congreso
    es más se aumentan el ingreso los congresistas porque van en época de pandemia , y en la salud recortan los honorarios
    qué paradoja ?????
    sociedad ambigua ?
    en lugar de ver como otros paises achican el gasto , ellos se creen "héroes" por hacer lo que corresponde
    y el presidente avala que sus políticos viven del sueldo y qué los trabajadores no??????
    es todo "muy barroco"
    y si están nuevamente !!!!!!

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