Karina Milei y el águila de La Libertad Avanza. "El Jefe" maneja a su disposición al partido gobernante, a tal punto de expulsar a referentes valiosos como Ramiro Marra.
Teóricamente, mientras más institucionalizado está un sistema de partidos, con patrones de competencia partidaria claramente estructurados, prevalecen los partidos políticos en desmedro de los personalismos. No obstante, en uno de los sistemas partidarios más estructurados del mundo, como el estadounidense, emergió la figura de Donald Trump. No es que las figuras políticas no existan cuando el funcionamiento partidario se encuentra firmemente consolidado. Los liderazgos dentro de cualquier tipo de partido son fundamentales para la raigambre social del mismo. Pero una cosa es un liderazgo fuerte, que impulsa a la institución dentro de las masas (como Churchill, Bush, Merkel), y otra es el personalismo, donde este se vuelve más importante que el partido en sí mismo. En este último caso, todo pasa por la figura del líder, volviéndose este último una institución en sí misma. A la hora de establecer alianzas, es imprescindible sacrificar algo de protagonismo para coexistir junto a otras figuras partidarias que compartan ciertos valores y creencias.
En la Argentina tenemos una gran tradición personalista: luego de la sanción de la ley Sáenz Peña, en la UCR, el primer gran partido de masas argentino había dos corrientes: la personalista y la antipersonalista, siendo la primera la que tomaría el protagonismo a partir de la figura de Hipólito Irigoyen. Luego vendría el peronismo, donde la persona de Perón sería quien dirija el movimiento, y este estaría por encima del partido. El PJ siempre fue un rejunte de partidos provinciales (el PJ en cada una de las provincias junto con intendentes y gobernadores) con un liderazgo nacional. Este liderazgo seguiría teniendo en la cúspide al apellido Perón aún después de la muerte de su fundador, ya que, sin la presencia del difunto general, su apellido siguió presidiendo el partido a nivel nacional a través de su viuda, María Estela Martínez de Perón. Hoy ese rol lo ocupa Cristina Fernández de Kirchner, a pesar de estar condenada por la justicia.
El polo no peronista ha virado entre el radicalismo, el macrismo (tal vez republicanismo sería una mejor caracterización para el PRO, pero se impone la tradición personalista argentina) y ahora el libertarismo. La Libertad Avanza es un partido que fue fundado en el seno del poder: cuando Milei se impone en las urnas, LLA era un frente compuesto por varias fuerzas políticas, pero no existía LLA como partido político propiamente dicho. ¿Y cómo urge el proceso de institucionalización del partido fundado por los hermanos Milei? A partir del férreo personalismo de Karina Milei.
Cuando un partido se institucionaliza mediante un liderazgo omnipresente, las normas de funcionamiento son sólidas, porque estas se encarnan en el liderazgo de la persona que comanda el espacio. El problema es que el personalismo deja una incógnita sobre qué será de la institución una vez que ese liderazgo deje de prevalecer, y que tampoco deja demasiado lugar a que surjan más liderazgos útiles dentro de la estructura partidaria. Ramiro Marra, uno de los fundadores del espacio de LLA en la Ciudad de Buenos Aires, era un referente importante, y fue echado del partido por Karina a causa de diferencias entre ambos. El verticalismo no es únicamente peronista.
Hoy la figura de Marra decantó en otra alianza que competirá por separado en la Ciudad, y probablemente le quitará votos a LLA. La decisión de Karina Milei de impedir la coexistencia de distintas figuras con ciertas diferencias puede terminar en una muy mala jugada electoral.
El PRO, que debe cuidar su bastión electoral (la Ciudad), estalló en pedazos, y si bien Macri preside el partido, los halcones de Bullrich migraron a LLA, y Rodríguez Larreta, quien era tal vez la figura más importante del PRO después de Macri, hoy compite en otro espacio alejado de la convicción de su partido de apoyar a LLA en las reformas que el gobierno cambiemita dejó pendientes. En estas atípicas elecciones de legisladores capitalinos, el protagonismo de ciertas figuras pesa más que su afinidad ideológica para concordar en un mismo espacio: el polo no peronista/no kirchnerista porteño encontrará más de cinco listas distintas frente a un Leandro Santoro con la posibilidad aritmética de triunfar en un distrito históricamente adverso para el kirchnerismo. Incluso el MID de Oscar Zago, de ideas afines a LLA (de donde fue expulsado) y a PRO, terminó yendo por separado.
Cuando María Eugenia Vidal sostiene que "el candidato es el proyecto", le da una tónica menos personalista a la competencia, por lo menos dentro de su lista. Sin embargo, la atomización partidaria en las elecciones porteñas plasma que por momentos parece haber tantos proyectos como candidatos, y que en estos impera resguardar un liderazgo autónomo antes que sacrificarlo por un proyecto común donde convivan distintos referentes. Finalmente, el único personalismo que logra no balcanizar su oferta una vez suspendidas las PASO en la Ciudad es el kirchnerismo, con la lista de Santoro como principal beneficiaria de este río revuelto. Dato importante a tener en cuenta: mientras CFK logra mediante la jefatura del PJ retener en Unión por la Patria a sus distintos sectores aún en el peor momento de la alianza, la autoridad de Karina Milei expulsa referentes de su espacio en vez de sumarlos. A la hora de contar los votos, no ganará el espacio con más pureza ideológica ni con más lealtad al líder, sino quien más votos recibe.
Tomás Racki. Politólogo. Diplomado en Seguridad Ciudadana.
Brillante, Tomás. Imposible no coincidir. Lo que describís con precisión quirúrgica es el clásico “manual de cómo destruir una oportunidad histórica por exceso de ego y falta de madurez política”. El personalismo que encarna Karina Milei —más propio de una monarquía que de un partido moderno— está llevando a La Libertad Avanza a un camino peligroso: el de convertirse en un club exclusivo donde solo entra el que no piensa distinto.
ResponderBorrarExpulsar a Marra, uno de los tipos que bancó el proyecto desde el día uno en CABA, por diferencias con “El Jefe”, es una pésima señal para cualquier militante o aliado: no hay lugar para matices, ni para la discusión interna, ni para la convivencia política. Todo lo que no encaje en el molde se desecha. Y lo peor es que, en el afán de tener todo bajo control, terminan sembrando el caos: listas por todos lados, votos dispersos, alianzas rotas y una sensación de capricho constante.
Mientras tanto, el peronismo —que se mata internamente con una ferocidad de no creer— al llegar las elecciones se toma un cafecito, se reparten los lugares, se abrazan con falsa sonrisa y salen todos en una sola lista como si fueran los mejores amigos del secundario. Y claro, ganan. Porque pueden odiarse entre ellos, pero entienden que el poder se construye sumando, no echando.
El no kirchnerismo, en cambio, se vive haciendo el exquisito: se corta solo, arma su propia lista, se pelea por los egos, y al final terminan todos enanizados por una sola boleta que, con 30% de piso duro, te mete tres o cuatro bancas sin despeinarse.
Y ojo: esto no es solo un problema de Karina Milei. Lo mismo pasó con Macri, con Bullrich, con Larreta. Cada uno se cree el salvador, ninguno sabe ceder, y cuando miran para atrás ya están en minoría. Es como ver una película de terror donde sabés exactamente qué va a pasar, pero igual te lo fumás porque los protagonistas no aprenden nunca.
Excelente texto, de verdad. Da también para tenerlo a mano cuando los mismos que dinamitaron las alianzas después se quejan de los resultados.
En política no gana el que más grita ni el que más purga, gana el que mejor suma. Y hoy, en la oposición, restan más de lo que suman.
Muy cierto tu análisis Tomás y me sumo al comentario de Nazareno , este proceder de LLA muestra que el personaje está por encima de la Nación , una vez más me defrauda la política .
ResponderBorrarTomás, excelente nota. Muy clara, precisa y contundente en el análisis. Coincido plenamente con lo planteado y también comparto el aporte de Nazareno, que sintetiza con mucha lucidez las consecuencias de estas lógicas personalistas que, lejos de construir, terminan debilitando espacios que deberían estar pensando en sumar y crecer.
ResponderBorrar¡Felicitaciones por el artículo!