lunes, 24 de abril de 2017

ATLETICO RAFAELA 0 BOCA 0: UNA TARDE OPACA PARA DARLE UNA MANO A LOS PERSEGUIDORES

 Que Boca haya empatado con Patronato y ahora con Rafaela no marca solamente que el torneo sea parejo y cualquiera pueda hacerle frente a cualquiera, sino que marca también una deficiencia: la incapacidad de los equipos poderosos para jugar bien y ser superiores a rivales más austeros. Que el torneo argentino sea de los más parejos del mundo es una envidia europea proclamada por mucha gente de la patria futbolera; ahora bien, ¿de qué manera es que es un fútbol más equitativo? Si la equidad se genera por la nivelación hacia bajo ningún país del mundo tiene algo que envidiarnos, mucho menos en Europa, donde los equipos campeones hacen sentir la presencia de sus figuras en cualquier cancha y muchos encuentros se hacen dispares por el buen fútbol empleado, muchas veces imitado por entidades con menos recursos, y claramente acompañado por excelentes estadios e infraestructura.
 En la Argentina pareciera ser no solo que cualquiera le gana a cualquiera, sino que el puntero del campeonato puede tener una debacle (veremos cuanto dura), perder puntos en el camino y seguir en la cima en soledad. 
 En Santa Fe, Boca fue un agrupamiento de personas de unión fantasmagórica, sus futbolistas no pesaron en el desarrollo, no se colaboró comunalmente para que el partido no se haga una enredadera, que predominen la fricción y el juego poco fluido. Boca se vio absorbido por la voluntad de Rafaela porque no presionó para recuperar y jugar, sino que presionó para que no ocurra lo peor posible, que en ese caso hubiese sido volverse de Rafaela sin nada. Esas condiciones favorecían notoriamente al local, porque ante la desventaja en calidad y talento, debía igualar la ecuación gracias al esfuerzo, y mientras más ponía el visitante y se diluían sus posibilidades de triangulación y pase al ras era que más cómodo se sentía la "crema" para ir escalando en el campo con Gudinio implantado en la derecha y tratando de generar pelotas detenidas.
 Los de Guillermo no tuvieron absolutamente nada como para llevarse el triunfo: pareciera que en espacios más reducidos y en un campo de juego en estado más complejo no se pudiese asociar ni poner jugadores en ataque, cuando ante Patronato en la Bombonera no se vio una imagen tan opaca pero si múltiples dificultades para superar al rival. El equipo de la ribera no tuvo nada como para justificar un triunfo porque tampoco tuvo rebeldía para que, entre espacios reducidos, se pueda abrir el camino con un remate de media distancia o generar un gol a través de la pelota detenida. Bentancur en una ocasión tuvo la oportunidad del remate, pero pareciera que la intención es hacer los goles debajo del arco y no soltar la pelota hasta la muerte; sus compañeros ni siquiera tuvieron la posibilidad, nadie dijo presente para probar desde afuera del área, recurso muy útil no tenido en cuenta. Los tiros libres o tiros de esquina son un arma para los rafaelinos, por lo que se necesitaba cometer pocas infracciones, pero ante la clausura de opciones en ataque, podía ser una oportunidad para Boca; sin embargo, todos los tiros libres fueron mal ejecutados por Pablo Pérez (no puede ser que Boca no tenga un buen ejecutante de pelotas detenidas, y esto viene de hace rato). El empate le sentaba bárbaro a un aburrido compromiso, aunque si hubiera habido un ganador, ese sería Rafaela, justamente por tener la ambición de rematar a portería, donde jugó la suerte del travesaño. Puede decirse que Boca lo tuvo dos veces entre Fabra y Pavón (única conexión vista en la tarde, aparte de un centro atrás de Zuqui que puede considerarse de aceptable actuación), pero en vez de inclinarse hacia la izquierda teniendo en cuenta sus posibilidades por ese sector, parece que tan solo fueron intentos tan aislados como Benedetto.
 La buena noticia para el "xeneize" es que River no ganó y perdió la posibilidad de acercarse. No sería lo mismo tener a Newell's o a cualquier equipo como fiel perseguidor que al rival de toda la vida, con lo que significa perder un torneo a causa de una hipotética derrota en el superclásico. Igualmente, River continúa vivo, tiene que jugar con Boca, y Boca tiene que jugar con Newell's, que está a tres puntos. Dejar porotos en el camino le da tanta incertidumbre al torneo que los rosarinos tienen las mismas posibilidades que Boca de quedarse con el título, en un campeonato tan irregular que Racing es una máquina de ganar y tampoco se baja de la pelea. Boca sigue dependiendo de sí mismo: habrá que ver si es capaz de detener su caída libre. 

sábado, 22 de abril de 2017

EL BARCELONA NECESITA REINVENTARSE

 Una vez culminado el hiper exitoso ciclo de Guardiola, que quedará marcado por haber creado uno de los mejores equipos de toda la historia, el equipo blaugrana apostó bien y continuó por la misma escuela, aquella comenzada por Cryuff en los 90, uno de los mejores maestros que ha tenido Guardiola para explotar sus cualidades como entrenador. Vilanova, Martino y Luis Henrique, todos entrenadores que tenían como objetivo conservar la identidad, mantener la fisonomía de ese equipo de los sueños que no era normal, y tampoco es normal que vuelva a repetirse.
 La Champions ganada por Luis Henrique tuvo algo de renovación: nunca se desechó el concepto de pasar el balón hasta que la profundidad de los pases haga lo suyo, pero hubo una reinvención: muchos partidos se ganaron con goles fabricados de forma vertical y con pocos pases, de contragolpe, efectuando el entusiasmo del nuevo tridente sudamericano, entablando un equipo algo más dependiente de la individualidad y convirtiéndose en un arma de fuego a través de los delanteros, cuando la vanguardia guardiolista indica que todo se construye a partir del mediocampo, y no solo por los volantes, sino que la superioridad numérica la generaban todos: los centrales, los laterales pasando por afuera, Messi apareciendo como un falso enlace. Luis Henrique supo fabricar su propio estilo tomando los conceptos de los éxitos anteriores, y eso es lo que ahora necesita el Barcelona para volver a brillar. 
 Ya se sabe que Luis Henrique dejará el cargo al final de la temporada, que ya dejó afuera de la Champions a un equipo poco lúcido, vapuleado tanto en octavos como en cuartos. El Barsa necesita volver a ser un equipo alegre con la pelota, que los volantes sean un eje con el cual presionar y fabricar y no una vía de tránsito donde se sufre ante cada pérdida. Una idea que requiere de presionar instantáneamente ante cada pérdida necesita de volantes muy activos, para proceder al pressing coordinado con la defensa y luego desmarcarse para circular el esférico. Hoy no se ve en el mediocampo esa armonía que nos tenía acostumbrados, donde Xavi sobresalía de forma soberbia y luego con Rakitic como reemplazo. La salida de Dani Alves significó una gran baja, recordando todos los pases que el brasileño recibía de Messi, que siempre lo tenía en cuenta por la derecha ante cada ataque. El Barcelona necesita recuperar la felicidad de Messi, que deje de jugar con la cabeza gacha, que vuelva a potenciar a sus compatriotas sudamericanos, y tal vez una forma de contentarlo sea animarlo con nuevos compañeros que renueven esperanzas: traerle un lateral derecho de categoría e incorporar algún volante como alternativa para Iniesta, Rakitic o incluso Busquets (se había sondeado el nombre de Weigl, del Borussia Dortmund).
 Por más de que el 6-1 al PSG demuestra el corazón sagrado de este equipo que nunca perdió la pasión por seguir ganando, es un símbolo de que hoy el equipo catalán ya no tiene el mismo brillo, es decir, a esa pasión la debe volver a complementar con un fútbol insignia como el que tuvo antes.
 Uno de los motivos por el que Guardiola dio por finalizado su ciclo, además del desgaste de los años y de buscar su emoción por el fútbol en otros países, ya que en el Barsa le quedaba más para perder que para ganar luego de haberlo conseguido todo, era que para mantener un nivel superlativo en algún momento se debía solventar el paralelo desgaste que también venían acumulando varios futbolistas, que hacía que la brecha con Messi se haga cada vez más grande, y la fraternidad del vínculo generado entre el DT y muchos de ellos no le permitía realizar una renovación. Que para la próxima temporada ya no esté Luis Henrique y llegue un técnico nuevo sin ningún tipo de vínculo con los jugadores tal vez de vía libre para hacer los cambios que se crean necesarios.
 Suena extraño hablar de que un equipo con tantos cracks necesite reinventarse y buscar nombres que lo posibiliten, pero si no se encuentra profundidad en el juego ni la mejor versión de Messi, se debe cambiar el método o sino los nombres. Parece difícil que el Barcelona cambie su juego tan característico (ahora con una versión más utilitaria; como se dijo anteriormente, más dependiente de los delanteros y no de una confección general). El resultado de este domingo ante el Real Madrid será clave para ello, porque se juega un desafío top para demostrar si está a la altura y lo que queda de la temporada, que será la Liga, aunque le quede la Copa del Rey. 

lunes, 17 de abril de 2017

BOCA 1 PATRONATO 1: UN AFLIGIDO DESPERDICIO

 Patronato venía de perder 5-0 con Independiene y venía a la Bombonera con el delirio de llevarse un punto, mientras que Boca podía irse a siete puntos de diferencia con la victoria y tenía todo para ganar. Lo tenía todo hasta que comenzó el partido, y nos dimos cuenta de que le costaba penetrar a un equipo inferior en los papeles. A pesar de que se hacía todo cuesta arriba, cumplía con el deber de ganar, pero nadie hubiera imaginado que pasados los 90 minutos las descoordinaciones defensivas (hasta en el momento en que lo único que le restaba a Boca era defenderse) harían culminar el partido con un empate impensado (¿inmerecido?). 
 Nos preguntamos si el empate no es un justo regalo de pascuas para Patronato porque Boca extrañó mucho a Gago y a Centurión. Pablo Pérez parece ganador de un máster en jugar al fútbol por cómo se las ingenia para moverse y recibir la pelota, pero si el equipo no está entonado difícilmente veamos un pase entre líneas que quiebre la última línea rival. Boca no juega con enganche, por lo que el único que se dedicó a pensar en desestructurar al rival fue el ex hombre de Newell´s, que vale aclarar, no es enganche. Bentancur es buscado en el viejo continente por su buena disciplina táctica, por estar siempre bien ubicado gracias a su volátil dinámica para recuperar la pelota y jugar a dos toques, pero no se hace cargo del juego, no es un organizador ni un generador de fútbol, propiedad jerárquica que conlleva una gran responsabilidad que tal vez no tenga incorporada a sus 19 años. 
 Al tener grandes dificultades para pasar la mitad de la cancha con jugadores a la carrera, sin estar de espaldas ni estáticos, la actuación de los delanteros se vio muy disminuida, casi nula, y el pressing de Patronato se glorificó como patrones de una hazaña como la que lideró Moisés en su peregrinación desde Egipto. Ese concepto se notó mucho en la salida desde el fondo, donde tanto Insaurralde como Vergini no estuvieron dúctiles para ser los iniciadores de una mutilada irrupción ofensiva ante la falta de Gago. La figura que sobresalió siendo la lámpara entre la oscuridad fue Wilmar Barrios, corrigiendo los pases erróneos de los compañeros recuperando ardorosamente el balón y hasta distribuyendo el mismo de forma eficiente, junto con su gran omnipresencia para cobijar a la defensa ante cualquier arremetida del equipo visitante. Generalmente el volante tapón de un equipo (a excepción de Mascherano en Brasil 2014) es el que no sale en la tapa del diario, porque hace el trabajo más silencioso, mientras que sus compañeros se encargan de patear al arco, armar juego y hacer los goles, pero si Barrios salió en todas las fotos fue por la poca claridad del equipo y su gran rendimiento en particular para tapar los baches como un buen cinco clásico. 
 El olfato goleador y buena técnica de Benedetto junto con una buena decisión de Solís, que decidió no jugar por abajo e intentar superar a la defensa vía aérea, puso a Boca en ventaja sin que le sobre nada, mientras que Patronato no perdía su orgullo de no regalarle nada al puntero. Con un andar similar en el segundo tiempo, el equipo de los mellizos debía tener paciencia para que en alguna abertura por el debilitamiento psicológico del rival (que mantenía su fiera defensa pero sabiendo que necesitaba hacer un gol) podría sellar la diferencia, o simplemente dejar pasar el tiempo. Boca no supo conseguir ninguna de las dos cosas. Primero porque Pavón tuvo en sus pies la liquidación del encuentro, e inexplicablemente lo malogró de forma inaudita (un conocido mío diría que los goles que no se hacen cuando hay que hacerlos se lamentan al final del campeonato; tal vez se equivoque y Boca se alce con el título), y cuando era cuestión de tener la pelota y cerrar el pleito rechazando todo el cargamento que Patronato ponía cerca de Rossi, Barrios se quedó corto en un pase por primera vez en la tarde, le cabecean a Peruzzi, Insaurralde le erra al cabezazo y Vergini no alcanza a cerrar. Falencias en el fondo que se pagan caro y que un campeón no puede tener. 
 Está siendo costumbre que a Boca se le compliquen los partidos en la Bombonera, porque los rivales suelen replegarse y el xeneize no encuentra el juego que sí encuentra de visitante para abrir espacios y atacar con comodidad. Será tarea para el hogar de Gustavo y Guillermo. Su equipo todavía sigue primero en soledad, y a 10 partidos para la finalización del torneo, tienen tiempo para encontrar soluciones.

lunes, 10 de abril de 2017

VELEZ 1 BOCA 3: UNA FRESCURA DE LAS MEJORES BRISAS

 Puede decirse que se vio el mejor partido de Boca en este no hace mucho comenzado 2017. Porque sometió al rival al juicio del buen fútbol, se empachó con pases verticales, Rossi tuvo la tarde más tranquila de las cinco que le tocó participar oficialmente más allá del gol rival (pura desconcentración nuestra mezclada a un ímpetu hambriento del pibe de Vélez), y sin contar al mencionado Rossi que no le tocó decir presente en ningún momento, todos demostraron una gran imagen futbolística entablando una sociedad en donde todos fueron partícipes de forma suntuosa.
 Guillermo encontró la forma de reemplazar a Gago luego de la lamentable y desgraciada lesión de Sebastián Pérez, que desde ya deseamos una rápida recuperación. Haber encontrado cómo reemplazarlo no quiere decir encontrar a alguien igual, sino más bien encontrar a alguien con otro rol que engranado con el de los otros volantes hagan del equipo un elenco de funcionalidad igual en lo vital y espíritu colectivo. Con Barrios como un cinco posicional, teniendo como laderos a Bentancur, de gran despliegue y voluntad para formar parte del andamiaje, y con Pablo Pérez como el cerebro de la tenencia, entre Desábato y Canteros se miraban entre ellos sin entender como hacer pie en el medio y que no queden al descubierto las falencias de los de Liniers para generar fútbol y contener avances rivales. Si Pablo Pérez está bien, es probable que Boca cuente con pases precisos y verticales, porque el ex Newell´s es un gran intérprete del juego y así lo demostró cada vez que su equipo demandó la intervención de sus pies, para jugar corto y oxigenar la jugada o para arriesgar con un pase que parta líneas, como en más de una oportunidad lo encontró a Fabra entrando al área por izquierda.
 Otra materia aprobada por el xeneize fue ser preciso y claro cuando la fracción de tiempo imploraba ser más acotada y el desenlace final anteponía altas probabilidades de concluir con una intervención directa de Assman. Entre Centurión, Pavón y Benedetto encontraron una zona de confort donde moverse a plena comodidad para concretar contraataques como el del primer gol, donde se encontraron la conducción de Centurión sin firulete (jugar así también tiene sus beneficios, y la realidad es que al sobrar espacios y opciones de pase comprendió a la perfección lo que demandaba la jugada) y la buena ubicación y precisión de sus compañeros; o parar la pelota y moverla de un lado al otro apoyándose en Pérez o en la subida de los laterales cuando para fabricar espacios se requería de más tiempo.
 Boca, un equipo diseñado para abrir la cancha, en este compromiso encontró alternativas rompiendo por el centro, gracias a un Pérez que el local no supo bloquear, un Centurión que sabe cerrarse y encarar también detrás del área como un mediapunta y hasta en Peruzzi, que tronchó los manuales yendo a buscar al área.
 Pero Boca no hubiese jugado con tanta comodidad si no hubiera sido porque el rival así lo dispuso. No fue la misma historia ante Defensa y Justicia, que lo aprisionó durante todo el partido haciendo que la esperanza más cercana dependa de una jugada aislada, como terminó sucediendo. Vélez naufragó entre la confusión y la desesperación, pecando de endeble y una apatía que imposibilitan cualquier oportunidad de truncar el rumbo. Si desde un comienzo aparentó empujar con los volantes externos y con los dos puntas pero sin volumen de juego y sufriendo una heterogeneidad en su total apariencia, la expulsión de Canteros terminó convirtiendo el desarrollo en un espectáculo de Boca y una lágrima de angustia de los locales, que esperaron a que llegue el final del partido desde el comienzo del segundo tiempo.
 El equipo de Guillermo fue una muestra de buen fútbol donde dio cátedra sin depender en exclusividad de Gago, y teniendo en Pérez y sus atacantes (los laterales también lo son) otras variantes para explayar sus intenciones ofensivas colocando un volante central de tarea puramente defensiva, como Barrios. Además, ya son muchos los partidos en los que Boca viene triunfando en condición de visitante, lo que marca una continuidad en el rendimiento sin importar los marcos, y esa efectividad lógicamente viene de la mano de la identificación de sus jugadores con la idea y de que esta no se tuerce aunque falten los mejores. Si Boca ganó el fin de semana pasado sin merecerlo, daba la sensación de que estos tres puntos no se le podían escapar. Y el campeonato tampoco.

domingo, 2 de abril de 2017

BOCA 1 DEFENSA Y JUSTICIA 0: UNA CARICIA PECULIAR

 Defensa y Justicia no es un equipo que desde su llegada a la primera división se haya destacado por pelear campeonatos o jugar competencias internacionales (recién este año disputará la Copa Sudamericana por primera vez en su historia), pero es gracias a su seriedad institucional (puede verse hasta en pequeños detalles, como tener siempre en buen estado el campo de juego); una política de contrataciones de jugadores jóvenes de bajo presupuesto que puedan explotar todo su potencial (Kaprof y Bouzat, ambos atacantes de menos de 22 años, tienen pasado en River y Boca, respectivamente) y perseverancia por su proyecto futbolístico que lo ha hecho iniciar cada temporada con entrenadores que hablan todos el mismo idioma, el lenguaje del fútbol moderno que implica animarse a jugar en cualquier cancha, moverse en bloque y apostar a la salida desde el arco; se ha ganado un respeto en el fútbol argentino. Limitado por la baja cotización de su plantel, la faceta ofensiva no se vio monitoreada en la Bombonera, pero desplazándose en grupos y presionando arriba, evitó siempre quedar mano a mano ante futbolistas de Boca en su área e impidió que el local clarifique sus pases a partir de Sebastián Pérez, haciendo notar aún más la ausencia de Gago, y aunque en todo el partido no fue punzante a excepción del centro atrás que derivó en una gambeta de Kaprof y una salvada magistral de Vergini, intentó tener criterio con los pases gracias a la dinámica de Miranda, Gutiérrez y Castellini por el centro, con la posibilidad de cambios de frente cuando Rivero y Delgado se desprendían. 
 Si hay que otorgar el rótulo de fundamental a algún futbolista de Boca, esos son Gago y Centurión, uno porque es el inicio de la jugada, el que con sencillez mueve la pelota de la zona de los zagueros para catapultarla a tres cuartos, y el otro porque una vez allí, en la instancia del arco rival, es el que desenfunda, el que sale de la media y sorprende con su talento. Contra Talleres se notó la ausencia de Centurión, y en esta oportunidad fue muy sensible la lesión de Gago, ya que el colombiano Pérez puede ser el jugador más parecido a él, pero no es lo mismo; jugó incómodo ante el estrujamiento de los de Varela y esos pases que rompen líneas en la mitad del campo (que podrían denominarse co-conducción, ya que la tarea de conducir dando el último pase recae en futbolistas más adelantados) fueron delegados a Vergini e Insaurralde. Bentancur y Pablo Pérez tampoco tuvieron un buen partido y por momentos el mediocampo fue una autopista, donde en vez de elaborar juego por allí se debió saltar líneas para intentar hacer daño. Ante la ausencia del capitán, uno esperaba más responsabilidad de parte del ex Newell's, ya que es el más apto para hacer circular el balón si el otro Pérez recibe de espaldas o con hombres encima, teniendo en cuenta que Bentancur es un hombre que se destaca más por su despliegue, y que también estuvo impreciso. 
 Los primeros minutos fueron un vendaval de Boca, porque Benedetto se ofrecía como opción y jugaba sabiamente hacia los costados, donde los stoppers de Defensa tenían dificultades para abrirse y los laterales/volantes no llegaban a tiempo, pero luego de esos minutos en donde Centurión tuvo dos oportunidades dentro del área los de Guillermo cayeron en un pantano donde no volvieron a ver la luz del sol: los espacios comenzaban a reducirse y el juego se hacía lento, no había aceleración y la mítica acústica de la Bombonera demostraba impaciencia. 
 Saber jugar al fútbol es saber manejar los tiempos, y Boca no supo hacerlo porque el rival le imponía una oposición en bloque donde cada movimiento se realizaba de forma sincronizada, repartiendo roles de forma homogénea, es decir, el local no supo acelerar y cambiar de ritmo cuando la jugada lo pedía, encontrar ese pase distintivo entre tanto romo. 
 La única manera de conseguir el final feliz era dejar de rasparse y encontrar una caricia peculiar para tanto pelaje áspero, y una vez más, Centurión se puso la 10, donde su jugadón lo explica todo. Y no hay que olvidarse de que Benedetto es un 9 en serio, porque el gol no está en el momento en el que define sino antes, cuando para la pelota y con ese mismo movimiento elude la marca de un contrario. A veces la jerarquía individual hace lo que no logra lo colectivo.