domingo, 28 de mayo de 2017

HURACAN 1 BOCA 1: NO HAY INDICIOS DE SER EL MEJOR

 A pesar del empate ante Huracán en Parque Patricios, Boca continúa siendo el puntero (aunque esté a la expectativa de que River pierda puntos en sus dos partidos que adeuda para seguir en la cima), pero sin mirar la tabla y observando su apariencia, pareciera ser más un ciruja lleno de mugre con la ropa desfachatada que un ser humano limpio y con recursos: en el año se contabilizan pocos partidos de buen auge como para justificar su estado de preeminencia en las posiciones, y hace mucho que no puede desarrollar la idea de los Barros Esquelotto en un buen nivel y en los últimos partidos sucedió algo aún peor: ni siquiera se supo cual es la exactitud de su imaginario.
 Como ante Newell's, la zaga volvió a ser modificada (que a esta altura no se sepan cuales son los centrales titulares es una preocupación importante, ya que es un puesto que debe ser un pilar en la estructura y entendimiento colectivo); Silva no es discutido pero en ataque se siente que Fabra no está (aunque el ex Estudiantes cumpla en la cancha, es difícil de entender porqué el colombiano fue removido, cuando había sido titular todo el campeonato y siendo de lo mejor de Boca); Jara es una rueda de auxilio importante para que no sufra Peruzzi, pero no es extremo (sino que es un lateral devenido en una posición más ofensiva), no va hasta el fondo como lo hace Pavón o podría hacerlo Benítez y entonces Boca pierde chispa; mientras Barrios parece agigantarse cada partido, Gago y Pérez empequeñecen su protagonismo cada fin de semana, estando el primero impreciso y el segundo sin sentirse cómodo (pareciera ser una especie de enlace, un híbrido entre interno izquierdo y enganche, pero se lo ve poco participativo y víctima del poco flujo de un fútbol resplandeciente); Pavón tiene tendencia a emplear un fútbol rápido e individualista que a veces pierde de vista a los compañeros, y en un equipo donde cualquiera pierde del radar a cualquiera, las probabilidades de que se encierre en su propia jugada son mayores; y finalmente Benedetto es el extraterrestre que llegó desde muy lejos para mezclar su cultura de la efectividad con la borrosidad general. 
 Vale aclarar el estado particular de cada pieza de este Boca para darse cuenta de que está sufriendo este tramo final del campeonato, y que no es un conjunto abastecido por once herramientas sino que más bien son once porciones que no logran encajar y conectarse, y que no entran en el mismo partido porque cada uno está en el suyo, buscando la dimensión en común que los traiga al mismo universo que el año pasado (el motivo por el que Boca continúa siendo el primero). 
 Este encuentro con el elenco de Azconzábal fue muy parecido al de la Bombonera ante Newell's: dos equipos poco lúcidos, acumulaciones de arremetidas e imprecisiones recurrentes, solo que esta vez Huracán tuvo en sus dos centrales mucha seguridad, con Fritzler y Compagnucci buena contención y pases precisos y Pusetto se destacó atacando por la zona de los laterales xeneizes. Fueron tan parecidos los últimos dos compromisos de Boca que no pasaba nada hasta que Benedetto quedó de frente al arco por única vez, y es por eso es que es una isla en el medio de este océano en donde Boca está naufragando. La diferencia radical estuvo en que en esta oportunidad, además de falta de juego, a los de Guillermo les faltó astucia: Benedetto concedió un bote con el cual salvarse, y Boca se sujetó mal y se volvió a ahogar. A pesar de tener con el ingreso de Maroni un enganche en el cual cuidar la pelota y proteger el triunfo, Huracán se le vino encima, pero además apareció la remake del caso Patronato porque Zuqui cometió una falta innecesaria, cabecearon en el área del visitante y Rossi cometió un penal que es sinónimo de regalo. Así, jugando a nada (y a la nada misma, a tal punto que Gago, jugador que se destaca por su sencillez, perdió una pelota muy sensible cerca del área que terminó en remate de Pusetto y cerca del campo contrario quiso filtrar un pase que no fue a ningún compañero sino que le llegó mansamente a las manos de Marcos Díaz; mientras que la jugada más seria había sido un remate en dos tiempos de Jara, jugando de "delantero", como si Boca no tuviera extremos para tener que utilizar allí a un marcador de punta), sin saber como congelar el marcador ni defenderse de avances sencillos de neutralizar, no solo se le está dando una gran oportunidad a Gallardo de ser el técnico más glorioso de la historia de River, sino también que en el caso de que Boca se haga con el torneo, el fútbol argentino va a tener un campeón bastante extraño.

domingo, 21 de mayo de 2017

BOCA 1 NEWELL'S 0: TEMPLE Y FIRMEZA PARA NO DEPENDER DE LA ESPECULACION

 Luego del sismo interplanetario generado por la vergonzosa derrota frente a River en el superclásico, el margen de error para Boca era más acotado y para que las matemáticas continúen dando a su favor sin depender de ninguna especulación sino de su propia voluntad, era elemental triunfar en este encuentro y modificar elementos para dejar de dar ventajas.
 Cuando una serie de errores se reitera partido tras partido se deben pulir defectos en la semana o más bien cambiar, y eso implica innovar en la estructura o en los nombres propios. Así lo interpretó Guillermo introduciendo a Tobio, Barrios y Jara en el equipo titular y cambiando el 4-3-3 vertiginoso, vertical y agresivo, aunque muchas veces endeble en la última línea, para pasar a jugar con un 4-4-2 más simple, con más protección poblando la mitad de la cancha y sin jugar al golpe por golpe que Boca nos tenía acostumbrados. De esta manera se reducen las situaciones de gol en contra, y también las chances a favor, pero al venir de un partido ganado de los últimos cinco, y con un funcionamiento que dejó mucho que desear, era momento de cuestionar la idea principal.
 Se puede jugar con doble nueve, se puede jugar con doble cinco, pero no existe jugar con doble lateral derecho; sin embargo, Jara y Peruzzi cumplieron exactamente la misma función, con el ex Estudiantes parado por delante del ex Vélez (por ese motivo es que se dice que jugó como volante), con la obligación de resguardar la banda derecha y ver si aparecía algún callejón por el cual proyectarse. Peruzzi venía de una muy mala actuación ante River, desolando el lateral derecho de la defensa a una flaqueza muy delicada. Guillermo decidió respaldar al jugador e intentar beneficiarlo con una nueva estructura, cubriendo la zona con el otro marcador de punta del plantel. Sin dudas el razonamiento de Barros Esquelotto fue que si con uno solo no alcanzaba, alcanzaría con los dos.
 El centro del campo se repartió entre Barrios, Gago y Pérez, siendo el primero el único en encontrar su lugar y sentirse cómodo con su función, ya que a los dos restantes les costó participar en el entramado, aunque la tarea de aferrarse al resultado fue cumplida efectiva y colectivamente con creces.
 Ambos equipos presentaron un disposicionamiento chato, con pocas variantes y muy abocados a lo defensivo, por lo que el desarrollo se tornó aburrido y se bañó de un juego triste, mezclándose a la perfección con la nublada tarde de la capital federal. Ese juego sólido y contundente de los rosarinos, que le permitió acumular una buena suma de puntos en la temporada gracias a sus escasaz llegadas al arco contrario pero concretadas por sus tres jugadores que hacen la diferencia (Formica, Rodríguez y Scocco), no mostró algo muy distinto a lo que venía haciendo. Mientras que Boca sabía que, controlando a los jugadores más peligrosos del rival, no pasaría sobresaltos, y contaba con un esquema acorde para esa meta. El dilema estaría en cómo convertir: con un juego asociado poco dúctil desde que comenzó el año, con un delantero menos para darle la oportunidad a Jara de equilibrar la estructura, con un Pablo Pérez que es importante para la posesión pero que ya no es más ese volante con gol que Newell's supo tener, con una pelota detenida que no lastima, sin Fabra (que no es tan fuerte en la marca como Silva pero siempre es una buena opción en ofensiva: lo que se dijo antes de reducir las situaciones en contra pero también las que son a favor) y con Pavón en un nivel bajo, el xeneize necesitaba de una aparición ofensiva de Benedetto como única carta para la victoria.
 Cuando el peligro depende de la generación espontánea de los jugadores más comprometidos con ello, pueden ocurrir ese gran control con media vuelta y remate de Benedetto sacado de la galera o no puede ocurrir nada. El hombre por el que Boca pagó cinco millones de dólares quiso que ocurriera. Si bien eso es un síntoma de que al equipo de la ribera no le sobra nada, los mellizos acertaron con el planteo, solucionaron falencias y cumplió el objetivo, incluso mejorando en el complemento esta versión más mezquina de Boca con un Junior Benítez que le concedió más electricidad e impulsos para no conformarse con el resultado, que muchas veces puede resultar traicionero (ya se vivió la experiencia contra Patronato).

lunes, 15 de mayo de 2017

BOCA 1 RIVER 3: LIBRAR UN COMBATE SIN COMBATIR

 Una vez más, el fútbol resultó un juego de aciertos y errores. Aciertos que para Gallardo son más felicitaciones acerca de sus triunfos de Waterloo, y errores para Boca que resultan llamativos, y que da para pensar si este equipo está preparado para disputar partidos de tal envergadura, que no son de vida o muerte (vale aclararlo: nadie tiene que irse despedido con un zapato marcado en el trasero), pero que requieren de una frialdad en la sangre y una llama en el corazón a la hora de plantearlos y disputarlos, que Boca no supo tener. Lo tuvo el año pasado a través de Tévez, jugador que contagia hasta a los tele-videntes, pero pareciera que este año, y más precisamente en este momento de caída libre hacia un pozo cuyo fondo no se termina de ver, Boca no parece tener respuestas para consolidarse y escapar de sus perseguidores; no se defiende como un equipo que está para campeón, y tampoco juega como tal, sino que muestra destellos interesantes que no alcanzan para el aplauso; mientras que River tiene en la capacidad de Gallardo la forma en la que reinventarse cada temporada. Es decir, a los de Guillermo no le faltan actitud ni saber cual es la idea o el mensaje que quiere desarrollar el técnico, pero le falta algo más: ese algo más, que aparece cuando el equipo rival se cierra y no te deja espacios, es lo que tienen los grandes equipos, que parece que Boca todavía no supo encontrar.
 Cuando se comparan uno por uno las alineaciones de ambos equipos, según a criterio de cada uno puede haber dos o tres jugadores mejores a favor de River o Boca; eso puede ser un juego divertido para la previa pero es de un valor muy subjetivo y no pesa a la hora de hacer un análisis, pero si miramos a fondo el transcurso del pleito, es evidente que los futbolistas visitantes supieron pararse y moverse entendiendo a la perfección la táctica que solicitaba el juego, con un Boca partido, desordenado, inseguro. Sin ninguna duda son los jugadores los que deben correr y concretar dentro del campo, pero juega muy fuerte la preparación del entrenador en la semana: Gallardo pareció haber previsto todo lo que iba a pasar (un arte de la profesión), mientras que nunca se supo el partido que imaginó Guillermo.
 El medio campo es como si fuera la articulación de una armadura: en un brazo está el escudo, y en el otro la espada, pero sin brazos que coordinen y sean un nexo, es como ir al combate sin armamento. River fue el amo y señor de una mitad de cancha casi despoblada de hombres de azul y oro. Observando detenidamente los dos primeros goles, puede detallarse que si bien las reacciones defensivas son poco ortodoxas, no hay volantes de Boca que estén presentes para disputar el balón y no dejen tan expuestas las falencias a la hora de marcar. Siendo un equipo totalmente dividido, sin solidaridad colectiva, los volantes de Boca no tienen retroceso, y no hay una organización que así lo determine. Es por eso que moviendo piezas de manera muy sencilla, Martínez se hace un festín por el lado de Peruzzi, Fernández llega sin oposición para asociarse, Alario arma un lío de espaldas (donde, gracias a su jerarquía, transforma un pelotazo de Ponzio en un contraataque) y Driussi tiene mucha libertad para probar de media distancia, llegar a posición de gol o centrar el ataque.
 La temprana salida de Centurión (otra vez) volvió a dejar al xeneize muy intermitente a la hora de lastimar, sin una clara supremacía con la tenencia de la pelota, debido a que es un conjunto anárquico para sorprender, en dejar de lado el fútbol robótico de permanecer cada uno en su posición y probar con algo distinto. Como describe la ciencia de la complejidad a la hora de invertir en un negocio, se define el borde del caos como "el estuario en el que se encuentran el orden estricto y el caos aleatorio para crear grandes niveles de adaptación, complejidad y creatividad". A Boca le falta eso.
 Además, el local se vio derrotado en gran parte porque sus individualidades no estuvieron en un buen día, no tiene volantes con llegadas al área ni jugadores que rematen desde afuera (lo que se habló anteriormente de la creatividad), Pavón no aprovechó la falta de experiencia de Mayada como lateral izquierdo porque no se dieron las condiciones para que encuentre su lugar y muchas veces tuvo que hacer un desgaste enorme para correr como un volante carrilero ante la ausencia de un mediocampista para retroceder; el doble 9 no facilitó el armazón de la estructura, ya que pareció ser que entre Benedetto y Bou había uno de los dos que sobraba en esa función y utilización del espacio, cuando tal vez en vez de dos jugadores que hagan exactamente lo mismo hubiese venido bien un enganche o volante que ejerza más presencia para conducir o contener en el medio. Boca tampoco encuentra en la pelota detenida un arma para abrir el camino: no tiene centrales que den miedo en ese aspecto pero porque tampoco tiene un buen ejecutante. Para empezar, no tiene un encargado de los tiros libres o tiros de esquina: uno lo patea Gago, otro Pérez, otro Fabra, otro Pavón, y pareciera ser que algún día se anime a patear Rossi.
 El gol de Gago (con mucha ayuda de Batalla) al final del primer tiempo fue clave para darle vida al puntero, que en el segundo tiempo estuvo a tiro del empate por la vergüenza y amor propio para ir al frente como sea, pero los de Gallardo jugaron la contraparte defendiendo el resultado de la misma manera (como sea), y tuvo en Martínez Quarta, Ponzio y Maidana a tres pilares fundamentales para que entre las imperfecciones River sea el menos imperfecto, sin ser el mismo equipo que en el primer tiempo.
 En lo que se comentaba en los primeros párrafos acerca de la compenetración con el objetivo es que es inadmisible que Gago, a pesar de ser un excelente jugador, se quede pidiendo una falta o un off-side y que no dispute la pelota cuando esta está en movimiento, como en el gol dilapidado por Auzqui. Esa es una de las materias por aprobar cuando mencionamos que hace falta ese "algo más" y no alcanza con solamente jugar lindo.

domingo, 7 de mayo de 2017

ESTUDIANTES 0 BOCA 0: NO HUBO EQUIPO IDEAL

Como en otras oportunidades, el fútbol argentino y esta nueva dirigencia pero con viejos hábitos dan que hablar más de lo que pasa afuera de los estadios que dentro de ellos, donde debería ocurrir lo más interesante. Pecando de poco serios luego de cambiar tres veces el horario del partido, esas mencionadas modificaciones (o pujas) dan para pensar demasiado. Puede deberse a que en la AFA son torpes para decidir los horarios y comunicarlos, o que haya habido una mano de Angelici desde la cúpula de la dirigencia para que los pibes de Estudiantes no jueguen el partido, que por una cuestión lógica debió haberse jugado mucho más temprano para que los chicos no tengan que viajar en helicóptero. Son episodios insólitos que solo deben ocurrir en la Argentina: el de poner un horario totalmente fuera del sentido común y de querer sacar una hipotética ventaja futbolística con ausencias que fueron presencias, cuando Boca debería preocuparse por ganar jugando y siendo superior futbolísticamente, objetivo que no cumplió; además de que cualquiera con un sentido de ética, moral y competitividad deportiva se sentiría más orgulloso de ganar ante un rival con todos sus titulares, y no caer en esa bajeza tercermundista.
 Otro capítulo de nuestra sociedad sub-desarrollada también se vio fuera de la cancha, pero sí dentro del estadio: una versión de Hulk o de Goku convirtiéndose en súper saiyajin por primera vez encarnado en Nelson Vivas, todo porque no le cobraron un penal. ¿Tan bajo ha caído el fútbol que se arma semejante escándalo por un penal? Si un técnico está convencido de su equipo y su planteo, se lamenta por el penal no cobrado y luego sigue concentrado en que su equipo juegue y llegue al gol. Pero pareciera que si no es esa oportunidad no habrá otra, que es el fin del mundo, que cada chance vale oro, de alguna forma admitiendo que no van a sobrar situaciones de gol. Hay que enfocarse en que los equipos jueguen bien y que una decisión arbitral no sea lo más importante: hay que recuperar el arte del juego y bajar varios cambios.
 Con las vueltas de Centurión y Pablo Pérez, Guillermo dispuso de su 11 ideal, prescindiendo de Barrios y Maroni. El diario del lunes diría que Centurión no estaba para jugar de entrada, sino más bien para rematar el pleito en los últimos 30, o que el colombiano Barrios no podía salir del equipo. Pero Boca no tuvo un gran rendimiento ni superó a su rival porque este dispuso de un mediocampo pegajoso y una alineación preparada para salir rápido.
 Los primeros minutos fueron muy favorables para el xeneize: el equipo de Vivas intentó formular su juego saliendo desde el fondo, y los de Guillermo a su vez estuvieron óptimos para presionar arriba y hurtar la pelota, incomodando a un Estudiantes que no estaba cómodo ni seguro. A través de Pablo Pérez, se intentó jugar por el centro, sin tener demasiadas aperturas hacia los costados. Centurión duró hasta donde pudo, otorgando desequilibrio y haciendo amonestar a jugadores rivales la primera media hora de juego, donde sus aires todavía permanecían frescos. Gago, sin las facilidades para nutrir el juego debido al rodeo por el que debía lidiar a la hora de pasar la pelota, terminó fastidioso, con la peor imagen con la que uno puede quedarse de él. La obstrucción de Gago pide a gritos una mayor responsabilidad de Bentancur en el juego, que no pesó en el medio, sin estar fino ni ayudando a Pérez a conducir. Se sintió la ausencia de Maroni con respecto al encuentro anterior: alguien que una líneas, sea socio de Gago y no deje solo a Pérez; mientras que hubiese sido interesante verlo compartir minutos con Centurión.
 Como se dijo anteriormente, Boca no tuvo amplitud de espacios, sobre todo cuando pasó el mejor momento de Centurión, lo que se vincula con la falta de juego (para desdoblar por las bandas con laterales o extremos es menester fabricar ese espacio para que el receptor de la pelota lo ataque, lo que requiere de una elaboración previa), tiene mucho que ver el pesaroso rendimiento de Pavón, de llamativas imprecisiones, sin aprovechar su valiosa pegada e imposibilitando a Benedetto de conectar un buen centro.
 Entre tanta borrosidad, con niveles por debajo de la costumbre y chocando auras para instaurar un partido chato de ideales, Insaurralde descolló templanza para salir a cortar en contraataques de vida o muerte. Barrios pudo haber sido una solución para otorgar más vitalidad a la mitad de la cancha y explotar su poderío físico para penetrar en zona ajena por sorpresa, pero no le sobró tiempo para actuar.
 Con el campeonato más parejo que nunca y en un superclásico donde (como siempre) puede pasar cualquier cosa, Boca va a tener que dar una muestra de personalidad para sacar chapa de campeón y superar esta irregularidad pasmosa, donde a diferencia de Newell's (que sin jugar bien ni atacar demasiado convierte las chances que le llegan) necesita de un juego continuo y aproximaciones varias para hacer la diferencia, sin depender en exclusividad de que mágicamente Pérez meta un pase entre líneas para Benedetto o Bentancur se encuentre con un regalo de Andújar, ya que no es un equipo que cuente con esa suerte de campeón. Es decir, ya que no cuenta con esa suerte, ante River deberá aparecer su juego de campeón.

martes, 2 de mayo de 2017

BOCA 3 ARSENAL 0: ALGO DIFERENTE

 "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo". La frase es de Albert Einstein y puede aplicarse al fútbol perfectamente. Ese toque distintivo que le daba a Boca las maniobras de Centurión se vio quebrado al salir a la luz la noticia de la lesión del ex Racing. Y a partir de ese momento Boca no tuvo cambio de ritmo, ni conducción, ni pausa, siempre le faltó algo más. Empobrecido bajo un juego aburrido y lineal, se requería de algo diferente. En lugar de acompañar al goleador Benedetto con otro extremo más (este partido demuestra que con Pavón es suficiente, sin Solís, Zuqui ni Benítez), Guillermo se inclinó por Gonzalo Maroni, un enganche, para abanderar a un equipo más suelto y con frescura y oxígeno para pasar la pelota y llegar al área. 
 El enganche es una especie en peligro de extinción (o ya extinta): primero Zidane, luego Riquelme, fueron esos jugadores que la 10 les quedaba estampada en la espalda; futbolistas con la aptitud para conducir los ataques, proteger la pelota, con pegada y con habilidad para asistir a los demás: hombres que desde lo mental hacían la diferencia. Hoy en día se sigue jugando con enganche, pero porque hay futbolistas que ocupan esa posición, no porque sean enlaces en lo estrictamente dicho (como en el caso de que se use a un defensor central como lateral derecho: en ese caso se juega con marcador de punta, aunque el encargado de la tarea no la tenga como su especialidad). Hoy en día esos jugadores encargados de ocupar la posición de enganche son mediapuntas, delanteros más retrasados, o la responsabilidad de generar juego también recae en habilidosos que juegan contra la raya (como Rooben) u organizadores, como en el caso de Iniesta o Pirlo, que son volantes creativos, aunque no sean enganches. Pero por más de que sea una función que hoy prácticamente no exista (D'alessandro, uno de los sobrevivientes), muchas veces se necesita, mas allá de sus características, un jugador que signifique un puente entre los volantes y los delanteros. Y Maroni, si bien apenas se está haciendo conocido, mostró dotes interesantes y fue importante para mejorar el funcionamiento xeneize, además de que parece ser de esos enganches clásicos de los que hoy no sobran.
 Arsenal presionó arriba en gran parte del partido e intentó tener la pelota en campo de Boca, pero no tuvo química ni regularidad para hacer de una articulación buenos rendimientos. Con Gago participando en la salida de Boca, el local ya fracturaba esa línea de hostigamiento efectuada ineficazmente por los de Sarandí, gracias a la facilidad del 5 para, con mucha sencillez, comenzar con la circulación, que esta vez fue fluida y dinámica porque si Bentancur o Barrios permanecían tapados, entre la pelota y otro jugador de azul y amarillo no había una enorme distancia para que el balón sea interceptado, sino que antes de los puntas se encontraba Maroni, y allí a los defensores de los de Grondona se les hacía imposible contener las rotaciones de Boca entre los internos, el enlace, la subida de los laterales, los desbordes de Pavón y el pivoteo de Benedetto, todo siempre comenzado con el primer pase de Gago. 
 Cuando se mete en el equipo a un chico de 18 años, hay que asegurarse de que el ambiente que lo rodea sea favorable, ya que si se piensa en colocar a un chico para que sea la salvación, es porque algo anda mal. Puede salir bien, como le pasó a San Lorenzo con el chico Barrios, pero en el caso de Boca fue totalmente distinto: Maroni estuvo sepultado bajo un equipo que lo supo cuidar y hacer que se destaque, sin cargarle toda la responsabilidad. 
 Ahora Guillermo tendrá un problema, ya que como interior derecho el colombiano Barrios se acopló a la perfección, recuperando y jugando con criterio; Maroni fue una buena solución para volver a encontrar el juego perdido ante la ausencia de Centurión; y regresa Pablo Pérez, uno de los titulares difíciles de discutir. Veremos como decide formar el equipo ante Estudiantes. Pero lo que es seguro es que no tendría estos dolores de cabeza si no fuera por la acertada inserción de Maroni, para cambiar de esquema y probar con algo diferente.