Como ante Newell's, la zaga volvió a ser modificada (que a esta altura no se sepan cuales son los centrales titulares es una preocupación importante, ya que es un puesto que debe ser un pilar en la estructura y entendimiento colectivo); Silva no es discutido pero en ataque se siente que Fabra no está (aunque el ex Estudiantes cumpla en la cancha, es difícil de entender porqué el colombiano fue removido, cuando había sido titular todo el campeonato y siendo de lo mejor de Boca); Jara es una rueda de auxilio importante para que no sufra Peruzzi, pero no es extremo (sino que es un lateral devenido en una posición más ofensiva), no va hasta el fondo como lo hace Pavón o podría hacerlo Benítez y entonces Boca pierde chispa; mientras Barrios parece agigantarse cada partido, Gago y Pérez empequeñecen su protagonismo cada fin de semana, estando el primero impreciso y el segundo sin sentirse cómodo (pareciera ser una especie de enlace, un híbrido entre interno izquierdo y enganche, pero se lo ve poco participativo y víctima del poco flujo de un fútbol resplandeciente); Pavón tiene tendencia a emplear un fútbol rápido e individualista que a veces pierde de vista a los compañeros, y en un equipo donde cualquiera pierde del radar a cualquiera, las probabilidades de que se encierre en su propia jugada son mayores; y finalmente Benedetto es el extraterrestre que llegó desde muy lejos para mezclar su cultura de la efectividad con la borrosidad general.
Vale aclarar el estado particular de cada pieza de este Boca para darse cuenta de que está sufriendo este tramo final del campeonato, y que no es un conjunto abastecido por once herramientas sino que más bien son once porciones que no logran encajar y conectarse, y que no entran en el mismo partido porque cada uno está en el suyo, buscando la dimensión en común que los traiga al mismo universo que el año pasado (el motivo por el que Boca continúa siendo el primero).
Este encuentro con el elenco de Azconzábal fue muy parecido al de la Bombonera ante Newell's: dos equipos poco lúcidos, acumulaciones de arremetidas e imprecisiones recurrentes, solo que esta vez Huracán tuvo en sus dos centrales mucha seguridad, con Fritzler y Compagnucci buena contención y pases precisos y Pusetto se destacó atacando por la zona de los laterales xeneizes. Fueron tan parecidos los últimos dos compromisos de Boca que no pasaba nada hasta que Benedetto quedó de frente al arco por única vez, y es por eso es que es una isla en el medio de este océano en donde Boca está naufragando. La diferencia radical estuvo en que en esta oportunidad, además de falta de juego, a los de Guillermo les faltó astucia: Benedetto concedió un bote con el cual salvarse, y Boca se sujetó mal y se volvió a ahogar. A pesar de tener con el ingreso de Maroni un enganche en el cual cuidar la pelota y proteger el triunfo, Huracán se le vino encima, pero además apareció la remake del caso Patronato porque Zuqui cometió una falta innecesaria, cabecearon en el área del visitante y Rossi cometió un penal que es sinónimo de regalo. Así, jugando a nada (y a la nada misma, a tal punto que Gago, jugador que se destaca por su sencillez, perdió una pelota muy sensible cerca del área que terminó en remate de Pusetto y cerca del campo contrario quiso filtrar un pase que no fue a ningún compañero sino que le llegó mansamente a las manos de Marcos Díaz; mientras que la jugada más seria había sido un remate en dos tiempos de Jara, jugando de "delantero", como si Boca no tuviera extremos para tener que utilizar allí a un marcador de punta), sin saber como congelar el marcador ni defenderse de avances sencillos de neutralizar, no solo se le está dando una gran oportunidad a Gallardo de ser el técnico más glorioso de la historia de River, sino también que en el caso de que Boca se haga con el torneo, el fútbol argentino va a tener un campeón bastante extraño.