Argentina ya tiene los 23 nombres que van a representarla en el mundial, y si bien puede haber disidencias como la no inclusión de Centurión e Icardi, entre otras que según el criterio futbolístico de cada uno pueden variar, el criterio que vale es el de Sampaoli y su cuerpo técnico, y decidieron que estos 23 son los mejores. Pero el problema no radica en los nombres convocados, sino en como homogeneizarlos en un funcionamiento estable.
Un ejemplo claro es la convocatoria de Ansaldi. Nadie niega que puede ser un lateral de buen rendimiento en el fútbol europeo y que es una pieza muy útil al poder jugar tanto por la derecha como por la izquierda, pero son muy pocas las participaciones que se le pueden contabilizar en la selección. Si le toca jugar en el Mundial tendrá que conocerse con sus compañeros dentro del campo sin ningún margen de adaptación, y en un equipo que todavía no anda solo, sino que está en proceso de formación. Está muy clara la idea que tiene el entrenador (ya la demostró en la Universidad de Chile y en la selección andina), pero todavía no se pudo desarrollar en el seleccionado argentino.
Es por estos motivos que las chances de llegar lejos en la copa del mundo para Argentina son muy inferiores con respecto a equipos como Brasil, Alemania o España. Argentina no es un equipo consolidado, hay futbolistas que todavía deben entender el mensaje del técnico (Armani, quien ante la trágica lesión de Romero tiene chances de ser el arquero titular, nunca jugó un partido en la selección) y algunos llegan tocados (Biglia, Aguero, Mercado).
Lo de Romero es una noticia fatídica porque se perdió nada más ni nada menos que al arquero titular, que puede gustar o no (desde el 2014, a nivel clubes disputó nada más que 40 partidos), pero iba a jugar su tercer Mundial custodiando los tres palos ininterrumpida e indiscutidamente. Si hay bronca de parte de Romero por haber sido desafectado y no haberlo esperado como con otros jugadores, hay que tener en cuenta que la situación es distinta, ya que en casos como el de Biglia van a estar disponibles desde el comienzo mundialista, en cambio lo del jugador del Manchester era duda hasta el final, y Sampaoli no puede darse el lujo de comenzar la competición con 22 jugadores.
Un párrafo aparte se merecen los de la camada que vienen luchando por conseguir un título: tanto Messi (podría disputar el Mundial de Qatar 2022), como Higuaín, Aguero, Di María, Biglia, Rojo, Otamendi y Mascherano van a jugar su última Copa del Mundo, y tienen una última oportunidad de conseguir el deseo tan anhelado. Las condiciones no son las más óptimas: se viene de varios cambios de entrenador, de papelones dirigenciales que explican porqué la selección no sale campeón hace más de 20 años. Pero muchas veces el fútbol entrega sorpresas y así como en el 2014 apareció Enzo Perez con grandes actuaciones y se consolidó una defensa férrea para que Argentina avance hacia la final, no habría motivos para no ilusionarse aunque sea con un poco de fantasía.
En cuanto a los nombres no hay mucho que discutir: Sampaoli tiene en cuenta a Salvio y Acuña como laterales pero ambos no son defensores, lo que no quita que puedan dar una mano y ser polifuncionales en ambas bandas en una defensa mentirosa con laterales más volantes que defensores. Rojo puede ser el reemplazante de Fazio y Tagliafico, mientras que por Otamendi pueden jugar tanto Mascherano como Mercado. La polifuncionalidad es un recurso que tienen muy en cuenta los técnicos para disputar una competencia, y por eso se explica la aparición de Meza, que puede ser interno y externo. Como se dijo anteriormente, puede salir todo mal o bien, no hay certezas de como va a funcionar Argentina, pero sea de la manera que sea, todos los argentinos van a estar expectantes de lo que Messi pueda influir para generar revuelo.
viernes, 25 de mayo de 2018
jueves, 17 de mayo de 2018
BOCA 5 ALIANZA LIMA 0: LA BATALLA DE PAVON
En 1861, la batalla de Pavón que enfrentaba a Mitre con Urquiza determinaría el triunfo de Buenos Aires sobre la Confederación Argentina y acabaría con un largo período de guerras civiles, producto de una búsqueda de estatidad que requería de un dominio que organice el territorio para llegar al orden y el progreso. A diferencia de las naciones europeas, donde el dominio significó expandir su territorio, para la Argentina post-independencia que aún conservaba un modelo económico colonial ejercer dominio implicaba unificar su territorio.
En este semestre de Boca hubo muchas batallas de Pavón, donde el joven cordobés salvó la tarde de forma solitaria, pero a diferencia de la guerra definitiva del siglo XIX, las piezas de Guillermo no se terminaban de unificar. Esta vez, los planetas se alinearon: la batalla de Pavón se terminó y el dominio del xeneize pudo garantizarse ya no desde un solo jugador, sino desde un ente unificado y homogéneo: esta no fue solo la batalla de Pavón sino que fue también de Pérez, Cardona, Fabra, Abila, y todo un equipo que arrasó desde un primer momento.
La ausencia de Barrios siempre es un problema, porque se pierde el factor de equilibrio entre el ataque y la defensa, pero Guillermo decidió reemplazarlo aumentando el poderío ofensivo, es decir, suplir el orden defensivo con mayor vocación de ataque. La idea fue ir hacia delante constantemente sin dejar lugar al retroceso, someter al rival y reducirlo a nada. Para realizar esta táctica ubicó a Pérez (un volante mixto, de creación y llegada) como volante central para impulsar al equipo desde el círculo central apoyado por Nandez, y liberó a Cardona, Tevez, Pavón y Abila para que encaren y hagan desastres ante la pasividad peruana. Boca encontró en su diferenciación cuantitativa de hombres en ataque también una marca cualitativa: no fue solo juntar jugadores en el área rival, también fue pases en profundidad, cambios de frente, generar un dos contra uno en las bandas que permita ejecutar centros peligrosos. Pero el fútbol no son solo virtudes propias sino también defectos ajenos: además de lo realizado, el dominio de Boca fue posible gracias a la desmotivación del visitante, que no se decidió a ser más agresivo o tajante en la presión, por lo que por momentos no hubo oposición para generar espacios desde lo colectivo ni cuando un futbolista del local decidía ganar la posición desde lo individual.
Nunca hay que vaticinar fracasos antes de que esté todo cocinado. Boca empezó el partido quedando afuera pero faltaban 90 minutos por jugarse, y si bien no dependía de si mismo, la actuación descollante demostrada ante Alianza Lima y la flaqueza de Junior en Brasil revelaron la realidad.
La realidad también indica que es muy difícil mantener este rendimiento todos los partidos, ya que no todos los rivales van a ser de esta categoría, pero si el equipo acompaña a Pavon sin responsabilizarlo de todo lo que pueda hacer Boca en el área rival (y esto incluye la tarea de Tevez, que estuvo permanentemente relacionado con el circuito de juego, demostrando potencia física y explosión para penetrar al rival a diferencia de los anteriores encuentros), el equipo de la ribera va a ser ese candidato temible que en sus mejores épocas nadie quería enfrentar.
En este semestre de Boca hubo muchas batallas de Pavón, donde el joven cordobés salvó la tarde de forma solitaria, pero a diferencia de la guerra definitiva del siglo XIX, las piezas de Guillermo no se terminaban de unificar. Esta vez, los planetas se alinearon: la batalla de Pavón se terminó y el dominio del xeneize pudo garantizarse ya no desde un solo jugador, sino desde un ente unificado y homogéneo: esta no fue solo la batalla de Pavón sino que fue también de Pérez, Cardona, Fabra, Abila, y todo un equipo que arrasó desde un primer momento.
La ausencia de Barrios siempre es un problema, porque se pierde el factor de equilibrio entre el ataque y la defensa, pero Guillermo decidió reemplazarlo aumentando el poderío ofensivo, es decir, suplir el orden defensivo con mayor vocación de ataque. La idea fue ir hacia delante constantemente sin dejar lugar al retroceso, someter al rival y reducirlo a nada. Para realizar esta táctica ubicó a Pérez (un volante mixto, de creación y llegada) como volante central para impulsar al equipo desde el círculo central apoyado por Nandez, y liberó a Cardona, Tevez, Pavón y Abila para que encaren y hagan desastres ante la pasividad peruana. Boca encontró en su diferenciación cuantitativa de hombres en ataque también una marca cualitativa: no fue solo juntar jugadores en el área rival, también fue pases en profundidad, cambios de frente, generar un dos contra uno en las bandas que permita ejecutar centros peligrosos. Pero el fútbol no son solo virtudes propias sino también defectos ajenos: además de lo realizado, el dominio de Boca fue posible gracias a la desmotivación del visitante, que no se decidió a ser más agresivo o tajante en la presión, por lo que por momentos no hubo oposición para generar espacios desde lo colectivo ni cuando un futbolista del local decidía ganar la posición desde lo individual.
Nunca hay que vaticinar fracasos antes de que esté todo cocinado. Boca empezó el partido quedando afuera pero faltaban 90 minutos por jugarse, y si bien no dependía de si mismo, la actuación descollante demostrada ante Alianza Lima y la flaqueza de Junior en Brasil revelaron la realidad.
La realidad también indica que es muy difícil mantener este rendimiento todos los partidos, ya que no todos los rivales van a ser de esta categoría, pero si el equipo acompaña a Pavon sin responsabilizarlo de todo lo que pueda hacer Boca en el área rival (y esto incluye la tarea de Tevez, que estuvo permanentemente relacionado con el circuito de juego, demostrando potencia física y explosión para penetrar al rival a diferencia de los anteriores encuentros), el equipo de la ribera va a ser ese candidato temible que en sus mejores épocas nadie quería enfrentar.
jueves, 10 de mayo de 2018
EL MEJOR A PESAR DE TODO
Cuando un equipo sale campeón es porque hizo las cosas mejor que el resto. Se podrá decir que Boca no juega del todo bien, que tiene complicaciones para defender en los envíos aéreos, que a veces sufre cuando tiene que retroceder, que imponer su protagonismo mediante la tenencia no siempre lo encuentra pasando buenos momentos. Pero por segunda vez consecutiva sumó más puntos que el resto. Puede gustar más o menos, pero es el mejor, y eso es indiscutible.
Empezó el torneo siendo un equipo, goleando a los rivales con un andamiaje que nos hizo pensar a todos que tendríamos un campeonato europeo, donde un equipo se escapa en la cima y el mejor panorama posible para el resto es salir segundo sin pensar en el primer puesto. Con un Benedetto intratable, que llegaba siempre a tiempo para definir y también hacía jugar a sus compañeros; con Gago para manejar los tiempos, escoltado por un Barrios que cubría todos los espacios y un Pérez que se conectaba y llegaba al área, Boca consiguió un colchón de puntos que le permitió mantener la diferencia el resto del torneo. Lo único sorprendente que quedó de ese Boca arrollador luego de las lesiones de Gago y Benedetto fue un salvador Pavón, que demostró ser el mejor jugador de la Superliga por su sacrificio para emplear un desgaste en el que siempre decía presente para recuperar la pelota y una individualidad majestuosa para dejar desairados a los rivales y asistir al delantero que lo acompañe.
No solo el rendimiento fue una señal de la merma que sufrió el campeón en comparación con el primer tramo, sino también los resultados: de los holgados triunfos pasó a arañar victorias con lo justo, hasta triunfos o empates en el último minuto. Pero si a pesar de las lesiones y los bajones el xeneize continuó con su racha y se enfiló hacia la obtención del título, es porque algo tiene: conserva algo especial que el resto no tuvo, y eso es la perseverancia por defender el primer puesto sea como sea y hasta el final.
Sin dudas este andar exitoso es resultado de la buena gestión de Angelici para contar con dinero fresco a la hora de las incorporaciones, ya que las lesiones, que fueron el principal obstáculo, pudieron sobrepasarse gracias al extenso plantel, en el que se cuentan con jugadores capaces de aparecer en los momentos indicados en circunstancias desfavorables (las ausencias, que a su vez conllevan a flaquear en el rendimiento). En su campaña anterior, Boca tuvo en Centurión a un baluarte a la hora de marcar la diferencia, y su baja fue cubierta por el arribo de Cardona, un hombre de selección. También se pudo reemplazar a Gago y a Benedetto con hombres de jerarquía como Nandez y Abila (no se los pudo reemplazar desde el funcionamiento, pero las múltiples variantes con las cuenta el cuerpo técnico le dan herramientas como para que todos los puestos sigan teniendo una estructura confiable).
Si Boca tuvo un componente que lo hizo campeón que los demás equipos no tuvieron fue que el equipo de la ribera también maneja un presupuesto que solo lo equiparan los equipos grandes. Pero muchas veces la valorización de los futbolistas no necesariamente implican una alta productividad. Un caso es el de Tevez, el hombre de mayor renombre del fútbol argentino, que no logró engranarse con el entramado de Boca y pareció ser un jugador más. Su flojo nivel tiene mucho que ver con el andar general, ya que cuando no encontraba su lugar como falso nueve, Boca tampoco era el mismo equipo de la primera etapa, y lo mismo ocurrió cuando Guillermo lo utilizó como enganche: pero una cosa alimenta a la otra, y no hay lugar a objeciones cuando uno piensa que con un buen Tevez, seguro habría un mejor Boca. Pero hasta con el mejor de todos en su peor momento (¿su último momento?) Boca no se dejó alcanzar por el buen Godoy Cruz, defendió con uñas y dientes el título gracias a apariciones estelares de sus interpretes (Pavón en todos los encuentros, Abila ante Unión, Pablo Pérez ante Gimnasia, por nombrar algunos ejemplos) y logró lo que nadie logra, que es ser bicampeón. Para llegar al último bicampeonato hay que remontarse al 2006, también logrado por Boca.
La Copa Libertadores también es materia para el análisis y es otra historia, pero el fútbol local también existe y en una región en donde a diferencia del fútbol europeo todo es tan cambiante (Lanús fue finalista de la última edición del torneo continental y ni participó de la actual), obtener un bicampeonato de torneo largo es algo muy complicado y único en la historia.
jueves, 3 de mayo de 2018
UNA DESORGANIZACION QUE LO OBLIGA A SUFRIR
El fútbol muchas veces entrega un camino sinuoso que hasta les cuesta pasar a los mejores. Porque Boca, equipo que va primero faltando tres fechas y habiendo sido campeón el año pasado, se enfrenta a problemas de identidad y peligra su clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores.
Se dijo en estas líneas que estando a las vísperas de un bicampeonato, el trabajo de Guillermo era bueno, pero que el andar exitoso en la esfera local no implicaba lo mismo en el ámbito internacional. La Libertadores es un torneo muy duro, que demanda mucha personalidad, buenos rendimientos y siempre un poco de suerte. Es evidente que estando Tevez en un mal nivel, y teniendo Boca los desajustes funcionales que tiene, le alcanza para ganarle a Banfield, a Newell's, y a muchos otros más como para conseguir el campeonato local, pero por el momento ese nivel no le alcanza para vencer a sus rivales en la Copa.
Con Palmeiras se vio un equipo confundido, que tuvo su momento de superioridad sin que lo plasme en situaciones de gol, y el error de Rossi terminó por tumbar un partido que no lo tuvo al equipo brasileño como el gran fastuoso de la noche, pero sin saber cómo jugar y entrarle a los rivales, con la sumatoria de errores individuales, Boca pierde. Sería injusto caer sobre Rossi por ese error, ya que es el que sale en la foto pero lo suyo fue una de las rocas de las tantas que cayeron en la avalancha de aquella vez. Hay una especie de psicosis en cuanto al arquero de Boca: parecería como si todos los goles que le hacen fuesen su culpa, cuando no es así, y hasta a tenido, sin ser el héroe, actuaciones sobrias. Tiene 22 años, tiene más partidos jugados que goles en contra y si bien tiene mucho por demostrar, de ninguna manera es el principal responsable de que Boca esté tercero en su grupo.
Ante Junior se presentó un panorama similar, porque Boca se encuentra desorientado: no se agrupa bien para defender (desbarajuste que ya se había notado en la victoria ante Junior por 1-0 en la Bombonera) y Gutiérrez le genera problemas cuando aparece detrás de los defensores; no le está saliendo bien la idea de formar un triángulo entre Reynoso, Pérez y Tévez, lo que le genera la compulsión de tirar pelotazos sin destino y cuando Abila y Bou, los mas aptos para aguantar de espaldas, no están en cancha; y cuando se sabe que la dependencia de Pavón es una gran virtud del cordobés pero a su vez un gran defecto de Boca, cuando Guillermo coloca a Nandez como extremo derecho no hace más que decirle inconscientemente a sus jugadores que se la den todas a Pavón, porque no hay otra alternativa. Al uruguayo se lo notó incómodo, no encontró su lugar, y para que la función de wing derecho pueda usufructuarse se debería utilizar a alguien que distribuya un poco las responsabilidades de Pavón, es decir, algún delantero que lo acompañe en la tarea de desnivelar. Por estos motivos es que si bien Junior le hace un gol por un error grosero del árbitro, es erróneo decir que no se logra la victoria únicamente por el juez. Boca tuvo mucho tiempo para dar vuelta el resultado y al igual que contra Palmeiras, no supo como hacerlo.
La buena noticia para el xeneize es que los rivales no son muy superiores, y es por eso que aún tiene chances de clasificarse. Pero en caso de que el equipo de los Barros Eschelotto consiga un buen resultado ante Alianza Lima y Palmeiras le de una mano en el otro compromiso, se estará ante la misma disyuntiva: habrá que ver si con esto le alcanza para dar un salto de calidad en lo que respecta a la obtención del título continental. La realidad es que los mellizos deben ordenar a sus jugadores, conseguir un patrón de juego y redefinir de qué manera aspiran a conseguir los objetivos, ya que apostando todas las fichas a Pavón para que siempre salve la tarde el panorama puede tornarse muy complicado, como ya se presenta.
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