El fútbol es un deporte colectivo, pero dentro de un partido hay duelos individuales, y hoy Racing se llevó un resultado más que cómodo de cara al partido de vuelta siendo algo mezquino y conservador, pero fue sólido para cerrarle los caminos a Independiente y fue sobre todo contundente gracias a individualidades que le permitieron marcar los goles del triunfo.
Que Bou guapee contra los centrales, se lleve la pelota por delante con la cabeza gacha sin tener cerca a ningún compañero es una jugada totalmente individual, y esa fue la idea de Racing: apostar a Bou, que el juego colectivo se encabece en una individualidad del hombre de Concordia y que lleguen sigilosamente desde atrás Romero, Acuña, Díaz, Aued o Cerro, o que la jugada finalice en los pies del mismo Bou. Y es un gran mérito de Cocca plantear este partido para jugar en condición de visitante porque sabía que Independiente, empujado por su gente, atacaría con muchos hombres, y si Racing defendía bien tendría la oportunidad de recuperar la pelota y ser vertical con Bou, que es un jugador muy capaz para resolver individualmente, y así fue en el gol y en muchas ocasiones durante el partido, es decir, Cocca realizó una lectura perfecta del partido de acuerdo a la condición de visitante y las cualidades de sus jugadores.
Y no está de mas decir que los detalles juegan muchas veces un papel fundamental: ambos equipos tenían al número diez lesionado, y mientras que Rodríguez no tocó mas la pelota y Pellegrino lo dejaba en cancha, Romero iba a ser reemplazado pero Cocca decidió dejarlo un minuto más, y antes de salir le cayó la pelota del cielo, la acomodó como pudo, y sacó un remate mejor que otros en los que estaba en mejores condiciones físicas. Por eso se podría decir que el duelo de los enganches se lo llevaron los de Cocca.
Para desgracia de Independiente, concentrar mucha gente en ataque no le garantizó nada, ya que Pisano, Rodríguez, Benítez y Vera nunca se encontraron, y lo mismo con Aquino y Lucero en el segundo tiempo. Luego el hombre de menos lo llevó a la desesperación, lo condenó a la derrota.
Fue un partido intenso, pero con muchas imprecisiones y algo de mezquindad de parte de ambos, de la "academia" porque no pudo plasmar el hombre de más y no se animó a jugar para aumentar la diferencia, y del "rojo" porque teniendo jugadores de buen pie, no respetó su idea e intentó descontar acumulando gente y tirando centros.
Cocca tiene la oportunidad de irse ganador: con un título el año pasado y dejando nuevamente a Racing en la Copa Libertadores, y además, dejando el sello que dejó en el campeonato obtenido en 2014, un equipo sólido, con una columna vertebral que son Saja, Lollo, en este caso Cerro, y Bou, y sin jugar un fútbol de alto vuelo, resuelve los partidos con contundencia y sin la necesidad de llegar al área rival con superioridad numérica, y este año no logró otro campeonato, pero volvió a hacer historia: Racing ganó en el Libertados de América luego de 14 años. Mientras que Bou sigue haciendo historia con la camiseta de Racing: hoy fue la bandera, el alma de su equipo, y una vez mas, volvió a ser el haz de espadas de Cocca.
domingo, 29 de noviembre de 2015
miércoles, 18 de noviembre de 2015
¿UN DEJA VU?
En el 2011, en Barranquilla, por la cuarta fecha de las Eliminatorias se enfrentaban Colombia y una Argentina necesitada de puntos, donde la continuidad de Sabella estaba en duda y el juego y los nombres no terminaban de afianzarse. Pero luego de esa victoria cambió algo: empezó a consolidarse un grupo, la armonía en la selección se quedaría para siempre, y la relación con el hincha argentino empezaba a cambiar luego de cada victoria a partir del triunfo en suelo colombiano.
Martino y su selección llegaron de forma muy parecida al estadio del Atlético Junior, con preocupación por la urgente necesidad de una victoria, pero en el fondo no había una gota de miedo: se sabía que jugando como con Brasil y ajustando algunos detalles, se podía dar el primer triunfo. Y Argentina claramente no tuvo nada de miedo, jugó un partido inteligente, supo como arreglárselas sin Messi y neutralizar a un gran equipo.
Como hace poco mas de cuatro años el 2-1 ante Colombia despejó dudas y confirmó certezas, este triunfo por 1-0 nos confirma que se puede jugar sin Messi: al principio, presionando arriba, luego con un estilo mas conservador pero sin dejar de jugar, Argentina atacó los espacios que dejaba Colombia, y lo tuvo a un Biglia impecable, cortando y jugando, siendo clave en la recuperación y circulación, e hizo lo único que le faltaba: llegar al área y convertir. Banega fue el que manejó los hilos de este equipo, siendo la conexión entre el doble cinco y los tres atacantes, y no es un organizador de juego, un enganche que haga la pausa, pero supo perfectamente como conducir las transiciones rápidas en ataque. Di María y Lavezzi no se parecen a Messi, por lo tanto, no se le puede pedir a ninguno de los dos que lo reemplacen, no por que sean malos jugadores, sino que es una cuestión de características, por eso Martino acertó en imponer un planteo acorde a los nombres, sin imponer al sistema por encima de los jugadores, y tanto el "pocho" como el "fideo" jugaron como wines antiguos, haciendo la banda y llegando libres por los costados cada vez que Argentina hacía la transición de defensa-ataque. Mientras que la dupla de centrales una vez más volvió a consolidarse.
Pero a pesar de la satisfacción, injustamente se volvió a sufrir, esta vez, sobre el final, pero la suerte, un factor fundamental que a veces está de tu lado y a veces del contrario (nunca se puede saber de que lado estará, por eso lo ideal siempre es no depender de ella), estuvo de nuestro lado. Y ese es un aspecto a corregir: que con tan poco, nos hagan sufrir tanto. Con Brasil pecamos la única jugada elaborada del rival, y acá estuvimos a punto de padecer la única clara de Colombia, que además fue un error propio, sin quitarle sus virtudes al rival. Pero lo mas importante es que se encontró el equipo, la forma de jugar sin Messi, y ahora el desafío es ubicarlo a Lionel en el once.
La paciencia es un factor fundamental, y lamentablemente es algo que no abunda. Con la paciencia, el trabajo tiene tiempo de crecer, y este equipo va creciendo a medida que pasa el tiempo, en juego y en resultados. El ciclo de Sabella se miraba de reojo, pero el tiempo hizo que se lo termine mirando a Sabella como si fuera rubio y de ojos celestes. Ahora se dudaba del trabajo de Martino, y cada vez se duda menos: el tiempo cada vez mas le da la razón. ¿Un deja vu?
domingo, 15 de noviembre de 2015
DE A POCO SE VA ENCONTRANDO UN FUNCIONAMIENTO
Esta vez la selección funcionó como Martino y todos queríamos: equipo corto, sin dejar espacios, presión alta, con movilidad y agresividad para atacar, donde los laterales fueron un reflejo del buen momento: ni Rojo ni Roncaglia sufrieron por ambos costados y sorprendieron trepando por sus respectivas bandas, sobre todo Roncaglia, que tenía la difícil tarea de ocuparse del ingenio de Brasil, que era Neymar, ya que la selección de Dunga solo parece dar miedo cuando la pelota está en los pies del astro, que no pudo con la presión de Argentina y la buena marca del ex hombre de Boca.
Argentina había encontrado el funcionamiento, individualmente estaba bien y tenía controlado a Neymar, es decir, estaba para ganar por goleada, pero como ya es costumbre en el ciclo de Martino, los baches en los segundos tiempos son el peor rival: estaba el partido más que controlado, pero cedimos la pelota, dejamos de aproximarnos y en la única jugada elaborada de Brasil en el partido la vamos a buscar adentro.
En un momento complicado, donde no abundan las victorias ni llueven los goles, y cuando se sigue sin ganar se entra en la desesperación, pero no hay que confundirse, ya que dejando de lado los resultados, claramente la selección del Tata va en estado ascendente: fue un desastre con Ecuador, no mereció nada con Paraguay pero tampoco mereció perder, y claramente mereció ganar con Brasil, encontrando el estilo de los mejores partidos en la Copa América, donde hasta se nos fueron las dudas de cómo estaba la pareja de centrales, y acorde a la confianza y juego de Argentina, Otamendi y Funes Mori dieron una muestra de carácter mas que interesante, perdiendo el miedo de ir a anticipar, de salir jugando y de ejercer presión unos metros mas adelante, mientras que Roncaglia le tapó la boca a todos los que dudaban de él y dejó en claro que mas allá de cualquier rendimiento individual, lo fundamental es el rendimiento colectivo: con Ecuador sufrió con Bolaños porque el equipo estaba desequilibrado, y con muchos metros por recorrer, el jugador ecuatoriano le sacaba mucha ventaja; pero con un equipo más corto, con Di María colaborando por la derecha y con un triángulo en el centro formado por Mascherano, Biglia y Banega que presionaba para ganar donde se ganan los partidos (en la mitad de la cancha), Roncaglia pudo lucirse cuando el extremo que jugaba por su banda era Neymar. Mientras que Higuaín y Lavezzi demostraron que pueden seguir vistiendo esta camiseta, que esta camada todavía no se extinguió.
Se podría decir que no se ganó por esas cosas que tiene el fútbol, por bajar la intensidad solo 15 minutos y que el rival se inspire en ese lapso, muy lejos de que este plantel no sienta la camiseta y que Martino no pueda dirigir este equipo. Todavía falta mucho, van tres fechas y de a poquito se van corrigiendo errores y creando virtudes, aunque está claro que no nos sobra nada: que no estén Messi, Tévez y Agüero no es para nada una certeza de que jugando así con ellos vamos a ganar por goleada todos los partidos, ya que en el hipotético caso de que saliera Lavezzi y entre Messi en el equipo, hay que ver qué jugador va a seguirlo a Neymar por derecha, entonces sigue siendo una incógnita el equipo de memoria, y habrá que ver cómo hace el cuerpo técnico para mantener el mismo nivel los 90 minutos, porque por mas de que el rival de turno dependa exclusivamente de inspiraciones individuales y sea totalmente ganable, como este Brasil, la concentración debe ser durante todo el partido, sino pasan estas cosas.
Argentina va por buen camino, puede decirse que es una torre en construcción, por lo tanto dejémosle a Martino que la siga construyendo, no la destruyamos.
Argentina había encontrado el funcionamiento, individualmente estaba bien y tenía controlado a Neymar, es decir, estaba para ganar por goleada, pero como ya es costumbre en el ciclo de Martino, los baches en los segundos tiempos son el peor rival: estaba el partido más que controlado, pero cedimos la pelota, dejamos de aproximarnos y en la única jugada elaborada de Brasil en el partido la vamos a buscar adentro.
En un momento complicado, donde no abundan las victorias ni llueven los goles, y cuando se sigue sin ganar se entra en la desesperación, pero no hay que confundirse, ya que dejando de lado los resultados, claramente la selección del Tata va en estado ascendente: fue un desastre con Ecuador, no mereció nada con Paraguay pero tampoco mereció perder, y claramente mereció ganar con Brasil, encontrando el estilo de los mejores partidos en la Copa América, donde hasta se nos fueron las dudas de cómo estaba la pareja de centrales, y acorde a la confianza y juego de Argentina, Otamendi y Funes Mori dieron una muestra de carácter mas que interesante, perdiendo el miedo de ir a anticipar, de salir jugando y de ejercer presión unos metros mas adelante, mientras que Roncaglia le tapó la boca a todos los que dudaban de él y dejó en claro que mas allá de cualquier rendimiento individual, lo fundamental es el rendimiento colectivo: con Ecuador sufrió con Bolaños porque el equipo estaba desequilibrado, y con muchos metros por recorrer, el jugador ecuatoriano le sacaba mucha ventaja; pero con un equipo más corto, con Di María colaborando por la derecha y con un triángulo en el centro formado por Mascherano, Biglia y Banega que presionaba para ganar donde se ganan los partidos (en la mitad de la cancha), Roncaglia pudo lucirse cuando el extremo que jugaba por su banda era Neymar. Mientras que Higuaín y Lavezzi demostraron que pueden seguir vistiendo esta camiseta, que esta camada todavía no se extinguió.
Se podría decir que no se ganó por esas cosas que tiene el fútbol, por bajar la intensidad solo 15 minutos y que el rival se inspire en ese lapso, muy lejos de que este plantel no sienta la camiseta y que Martino no pueda dirigir este equipo. Todavía falta mucho, van tres fechas y de a poquito se van corrigiendo errores y creando virtudes, aunque está claro que no nos sobra nada: que no estén Messi, Tévez y Agüero no es para nada una certeza de que jugando así con ellos vamos a ganar por goleada todos los partidos, ya que en el hipotético caso de que saliera Lavezzi y entre Messi en el equipo, hay que ver qué jugador va a seguirlo a Neymar por derecha, entonces sigue siendo una incógnita el equipo de memoria, y habrá que ver cómo hace el cuerpo técnico para mantener el mismo nivel los 90 minutos, porque por mas de que el rival de turno dependa exclusivamente de inspiraciones individuales y sea totalmente ganable, como este Brasil, la concentración debe ser durante todo el partido, sino pasan estas cosas.
Argentina va por buen camino, puede decirse que es una torre en construcción, por lo tanto dejémosle a Martino que la siga construyendo, no la destruyamos.
jueves, 12 de noviembre de 2015
LO DE FORESTELLO ES ADMIRABLE
Saliendo del plano resultadista, que es lo único que muchos miran, e ingresando en el desarrollo de la campaña de Nueva Chicago desde que contrató a Rubén Forestello como DT, se puede decir que el objetivo de quedarse en primera no se cumplió, pero aún así, Forestello ganó, y el logro que obtuvo fue nada mas y nada menos que reconocimiento, aplausos para él y su plantel una vez que el "torito" descendió a la B Nacional. Cuando muchos equipos que descienden tienen que soportar gente agrediendo y destruyendo el barrio, Chicago se fue al descenso como un equipo europeo, aplaudido por su gente.
Forestello estuvo a un punto de lograr la hazaña del partido de desempate, y si lo hubiera logrado no iba a ser casualidad, sino causalidad: desde su llegada, afianzó un equipo que parecía desmantelado y sin las figuras que tuvo en el ascenso, y consiguió potenciar al plantel para que aparezcan otras figuras en primera, como Giménez, que se terminó encontrando con el gol gracias a su pegada (el funcionamiento del equipo tiene mucho que ver para que él capture los rebotes y aparezca sin marca para marcar el gol); Masuero, que finalmente pudo afianzarse y ser clave en defensa; al ser un equipo mas firme, individualmente todos empezaron a afirmarse, por eso Lanzillota, que había comenzado como tercer arquero, fue determinante en el tramo final; y Gagliardi, que como apuesta de Forestello, dejó su posición de toda la vida que era la de volante por derecha y pasó a jugar de falso nueve, lo que le dio mas juego al equipo cuando lo encontraban a él por el centro y sobre todo le dio gol, algo que Chicago venía padeciendo a lo largo de todo el torneo; entre otros futbolistas que elevaron su nivel. Así, encontrando el engranaje del equipo, encontrando jugadores donde parecía que no los había, Forestello revivió a un equipo que parecía muerto, y en 17 partidos, consiguió 7 victorias, 7 derrotas y 3 empates, cuando en las 12 fechas anteriores abundaban las derrotas, aparecía algún que otro empate, y no se registraba ni una victoria.
El mérito de un entrenador está en pulir los defectos individuales de sus futbolistas y encontrar un funcionamiento que le de una identidad al equipo, y Chicago terminó siendo un equipo simple y agresivo para atacar, fuerte en el juego aéreo, y conservador y firme en defensa, consiguiendo ser un equipo duro hasta para los equipos que lo vencieron en las últimas 17 fechas. Por esto, la dirigencia de Chicago debe hacer todo lo posible para que se quede Forestello, y si este decide irse, deben continuar el trabajo hecho, ya que Chicago no dependía de si mismo, dependía de que le den una mano Argentinos y Belgrano, que no colaboraron mucho, ya que se sentían cómodos con el empate, pero está claro que si el equipo de Forestello dependía de sí mismo y no habría arrancado a equilibrarse tarde, el final hubiera sido otro.
No siempre los hinchas deben sentirse orgullosos de su equipo solo cuando gana, sino que también puede haber orgullo en la derrota, y este es el caso, donde por el tema del promedio un equipo desciende ganando cinco partidos seguidos, donde la tabla de posiciones refleja que no estuvo ni entre los cuatro peores.
Forestello estuvo a un punto de lograr la hazaña del partido de desempate, y si lo hubiera logrado no iba a ser casualidad, sino causalidad: desde su llegada, afianzó un equipo que parecía desmantelado y sin las figuras que tuvo en el ascenso, y consiguió potenciar al plantel para que aparezcan otras figuras en primera, como Giménez, que se terminó encontrando con el gol gracias a su pegada (el funcionamiento del equipo tiene mucho que ver para que él capture los rebotes y aparezca sin marca para marcar el gol); Masuero, que finalmente pudo afianzarse y ser clave en defensa; al ser un equipo mas firme, individualmente todos empezaron a afirmarse, por eso Lanzillota, que había comenzado como tercer arquero, fue determinante en el tramo final; y Gagliardi, que como apuesta de Forestello, dejó su posición de toda la vida que era la de volante por derecha y pasó a jugar de falso nueve, lo que le dio mas juego al equipo cuando lo encontraban a él por el centro y sobre todo le dio gol, algo que Chicago venía padeciendo a lo largo de todo el torneo; entre otros futbolistas que elevaron su nivel. Así, encontrando el engranaje del equipo, encontrando jugadores donde parecía que no los había, Forestello revivió a un equipo que parecía muerto, y en 17 partidos, consiguió 7 victorias, 7 derrotas y 3 empates, cuando en las 12 fechas anteriores abundaban las derrotas, aparecía algún que otro empate, y no se registraba ni una victoria.
El mérito de un entrenador está en pulir los defectos individuales de sus futbolistas y encontrar un funcionamiento que le de una identidad al equipo, y Chicago terminó siendo un equipo simple y agresivo para atacar, fuerte en el juego aéreo, y conservador y firme en defensa, consiguiendo ser un equipo duro hasta para los equipos que lo vencieron en las últimas 17 fechas. Por esto, la dirigencia de Chicago debe hacer todo lo posible para que se quede Forestello, y si este decide irse, deben continuar el trabajo hecho, ya que Chicago no dependía de si mismo, dependía de que le den una mano Argentinos y Belgrano, que no colaboraron mucho, ya que se sentían cómodos con el empate, pero está claro que si el equipo de Forestello dependía de sí mismo y no habría arrancado a equilibrarse tarde, el final hubiera sido otro.
No siempre los hinchas deben sentirse orgullosos de su equipo solo cuando gana, sino que también puede haber orgullo en la derrota, y este es el caso, donde por el tema del promedio un equipo desciende ganando cinco partidos seguidos, donde la tabla de posiciones refleja que no estuvo ni entre los cuatro peores.
lunes, 9 de noviembre de 2015
CENTRAL 3 BOCA 1: PODRÍA DECIRSE QUE LO MÁS IMPORTANTE SE CUMPLIÓ
Para Central era fundamental este partido porque tenía chances de ser subcampeón y era un menester terminar el año con una victoria acompañado por su gente, y sacarse la espina del acontecimiento futbolístico de perder una final y el error bochornoso de Ceballos de hace pocos días que lo dejó KO. Mientras que Boca, con suplentes, tenía un objetivo mas que claro además de que los futbolistas alternativos puedan sorprender al Vasco y ganar mas consideración: no lamentar ningún incidente.
Gracias a dios, nadie terminó herido físicamente, por lo tanto podría decirse que lo mas importante se cumplió, a pesar del enfermo (disculpen la expresión, pero es la mas adecuada) que se acercó al Vasco, las banderas que demoraron el compromiso y los piedrazos al micro de Boca cuando este salía de Rosario. Nadie terminó herido, pero no deja de ser violencia, el elemento que arruina a nuestro fútbol argentino y que se confunde con la pasión, donde muchas veces se mezclan, como sucedió en el Gigante de Arroyito, estadio caracterizado por la locura que se vive desde afuera, pero muchas veces es locura en serio, y por eso suceden este tipo de cosas, como el piedrazo que le partió la cabeza a Orión la vez anterior que Boca visitó a Central, pero esta vez por suerte no tuvimos que lamentar incidentes que tengan que ver con la agresión física, mientras que lo verbal, los carteles, el loco que va a buscar a Arruabarrena (increíblemente la gente aplaudió, ¿qué aplauden?, ¿la violencia?) y los piedrazos al micro son mas de lo mismo, y que muchos lo toman como algo normal, cuando no debería serlo y en países civilizados ni existe.
Dejando de lado todo lo que no tiene que ver con el fútbol, pero que lamentablemente está relacionado, en cuanto al partido vimos a un Boca que al principio fue inteligente para golpear en el momento justo y supo replegarse, entregándole la pelota a Central y con presión en la mitad de la cancha, impedir que su circuito de juego progrese en los últimos metros. Pero en los últimos 45 minutos se vieron dos equipos muy distintos: uno, Central, con ambiciones de buscar el arco rival y creciendo cada vez mas con su juego; y el otro, Boca, que paralelamente iba decreciendo, aguantando el resultado otorgándole a Palacios toda la responsabilidad para encabezar una posible contra, y defendiendo con una muralla que de a poco se le iba cayendo ladrillo por ladrillo, hasta quedar endeble.
Boca no pudo contrarrestar el crecimiento de Central, el ingreso de Colman que le dio mas presencia en la mitad de la cancha, buen pase y juego; y Delgado, que le dio la chispa y potencia que le hacía falta en los últimos metros.
Hubo detalles que pudieron haber cambiado la ecuación, donde Boca vio y aprovechó espacios que le dejó Central, como en el mano a mano de Chávez, que definió como para que se luzca Caranta, y el remate al palo de Bentancur, donde la suerte no estuvo de nuestro lado. Pero al fin y al cabo, esos detalles fueron un complemento del partido, porque el resto fue todo del juego arrollador del equipo de Coudet, que terminó en una merecida victoria para el equipo rival.
En definitiva, Central fue por el honor y Boca a que no pase nada, y podría decirse que en lo extra futbolístico no pasó nada, y a pesar de la derrota, en lo futbolístico tampoco, ya que de todos los partidos oficiales que Boca jugó este año, este era por afano el de menor relevancia. Ya nos sacamos de encima este encuentro que para Boca no significaba mucho mas que un compromiso, donde no nos jugábamos nada y con dos títulos en el bolsillo, ya estábamos armando el árbol de navidad, pero para que la noche buena sea buena en serio, primera está el Mundial de Clubes, donde todos los xeneizes tendrán puesta la camiseta del Barcelona.
jueves, 5 de noviembre de 2015
BOCA 2 CENTRAL 0: MENOS MAL QUE GANAMOS EL DOMINGO
Desde un punto de vista totalmente sincero y con toda la humildad del mundo, hay que decir que Boca fue claramente favorecido y que obviamente no tenemos la culpa, pero de no haber cobrado aquel penal inexistente seguramente el partido no se habría desvirtuado tanto, y tal vez el destino de la Copa Argentina habría sido de manera distinta. Tal vez Boca era campeón igual, tal vez hubiera sido Central, pero dejando de lado y saliendo de ese mundo del tal vez, afirmo que por culpa de esa decisión errónea se ensució un espectáculo que dejó un sabor amargo, para el público neutral porque se duda de la transparencia de nuestro fútbol, del público de Rosario Central porque tal vez el resultado no iba a ser un 2-0 abajo (tal vez, porque por ahí si no se cobraba el penal, ganaba Boca 6-0, nadie puede viajar a otra dimensión donde el penal no se cobró para ver lo que hubiera pasado), y para el público de Boca también termina siendo un sabor agridulce: existe un sabor dulzón que implica haber logrado dos campeonatos, pero la parte amarga viene de que el segundo campeonato se consiguió con un gol totalmente ilícito, en un partido en el que parecía un empate clavado cuyo transcurso cambia totalmente ante la falla del juez, y la verdad me resulta triste salir campeón con el árbitro como mayor exponente, y que no haya sido Calleri, Tévez o cualquier otro, sin dejar de lado la capacidad de Peruzzi para ganar la posición trepando por la derecha, donde cae afuera del área.
Hay que felicitar a Central porque de los dos equipos, en una cancha donde no estaba para arriesgar, donde no era fácil jugar, fue el que tuvo mas actitud para ganar, ya que se plantó en área de Boca, puso mucha gente en ataque, y a Boca le costó horrores pasar la mitad de la cancha, apostando a contraataques que no merecen ese término, ya que contraatacar es un arte, y lo que hicimos de no presionar en la mitad de la cancha, tirarle el pelotazo a Calleri o Tévez para que la aguanten contra cinco jugadores rivales (hay que reconocer que con lo que les quedaba de nafta, los dos se esforzaron hasta el final, pero queda en eso: mucho esfuerzo, poca generación de juego) y que no tengan opción de pase para descargar, no es jugar a la contra, eso es directamente no tener juego, por eso se podría decir que el empate era lo más lógico, que no había ninguna situación por ninguno de los dos lados (solo un cabezazo de Ruben que saca Orión), pero que si tenía que haber un ganador tenía que ser Rosario Central, por el ímpetu para manejar el balón y buscar en área rival.
De todas formas, Boca no tiene la culpa de que se hayan equivocado a su favor y está mas que bien festejar el campeonato, y además de justificar la victoria por el horror de Ceballos también hay méritos propios para conseguirla, y se podría decir que fuimos inteligentes para golpear en los momentos justos, y que nos adherimos a nuestra versión mas luchadora para aguantar el resultado, pero claro, se ve todo empañado, lamentablemente empañado, por lo errores arbitrales y la poca transparencia.
Menos mal que ganamos el campeonato de 30 equipos, porque si hay que festejar algo es lo del domingo, ya que festejar solo por este torneo en el cual la final la jugamos en un nivel muy inferior a las anteriores fases y nos lo terminamos llevando por una injusticia, iba a ser muy, pero muy triste.
lunes, 2 de noviembre de 2015
BOCA 1 TIGRE 0: SE LO DEDICAMOS A TODOS
Yo estaba seguro de que esto se resolvía con paciencia, sin ir al ritmo de la gente, que el gol ya iba a llegar. Cuatro años sin ser campeones, es bastante para un club como Boca, y la gente parece que se viene encima, pero ahí es donde se tiene que demostrar que se puede salir campeón: la clave es estar sereno, en jugar al fútbol que nos llevó hasta acá, y utilizar a la gente a nuestro favor, que el que se ponga nervioso sea el rival.
Boca ganó un campeonato donde en muchos partidos ganó merecidamente, de a ratos con buen fútbol, y de a ratos empujando, ganando con jugadas aisladas a través de la jerarquía individual, es decir, un conjunto que si no se lo llevaba con juego, se lo llevaba con garra y corazón. Este encuentro pintaba complicado, muy disputado en esa "enredadera" que proponía Tigre para replegarse, y como tenemos jugadores que esperan la pelota al pie y no hombres que se caractericen por la llegada por sorpresa, caíamos muchas veces en la trampa, pero no había que desesperarse, que con paciencia el gol iba a llegar.Y el grito del campeonato llegó a través de un muchacho al que muchos tomaban de distraído, de imprudente (me incluyo), pero que no dejaba de ser un futbolista surgido de nuestra propia cantera, y que además de ciertas irregularidades, siempre mostró altas capacidades técnicas, oficio a la hora de marcar por su sector, y buen poderío aéreo, con el cual dio el testazo sagrado para cerrarle la boca a todos y darnos el título.
Este equipo tuvo muchas pálidas, como el affaire panadero, al que le dedicamos el título exclusivamente, porque cuando parecía que todo se derrumbaba y estábamos camino a la destrucción, llegó Carlitos como anillo al dedo: dejó ese olimpo lleno de dioses que es el fútbol europeo donde además le llovían los billetes, y volvió para esto, para ser campeón, para hacerse dueño de un equipo que desde la partida de Riquelme no tenía a alguien que potencie a sus compañeros, que absorba toda la presión y si bien al fútbol se juega de a 11, Tévez contagia de mística a todos, hace que todos tengan un Carlitos adentro, es decir, desde que llegó, todos jugaron para Carlitos, y el Apache jugó para todos.
Este grupo estuvo siempre unido: el panadero, la Bombonera sin público, expulsiones, la dura derrota con San Lorenzo, la lesión de Gago, pero eso fue lo que nos caracterizó como un equipo fuerte y que confirma lo que dijo el Vasco de que se dejan los egos de lado: siempre salimos adelante, como Monzón, que hace poco tiempo parecía relegado por la macana en el Súper de Córdoba, y hoy es el héroe de la epopeya.
Boca merecía esta alegría, Angelici se merecía el campeonato después de poner tanta plata, se lo merecía la gente, que en estos cuatro años de sequía nunca dejó un lugar vacío en la cancha, y se lo merecía el Vasco, que muchos creían que no podía manejar planteles tan ricos, pero finalmente salió el 11 de memoria, con no más de dos dudas (el lateral izquierdo se terminó de consolidar en este partido con la maniobra épica de Monzón que lo llevó a los libros y tal vez hay una duda en un volante interno ante la falta de Gago).
Como dice el título, se lo dedicamos a todos: al panadero, el que nos sacó a todos la ilusión de la Copa, pero nos dio mas furia para ir con todo en este campeonato; a los que trataban a Boca de que "no juega a nada", y a mi entender, es muy complicado que un elenco que estuvo primero mas del 80% del torneo y que es campeón no juegue a nada, y si les gusta tanto Central, está bien, no hay problema, el equipo de Coudet es el equipo que mejor juega, pero Boca es el mejor equipo, por eso es campeón; y finalizamos con la dedicatoria a nuestros hijos bobos, que luego de tiempos fatales en el ascenso recorriendo zonas desconocidas para lo que es nuestro GPS, se les dio la oportunidad de ganar varios campeonatos, pero desde que volvió Carlitos volvió todo a la normalidad, así que el año que viene vamos a ver si siguen siendo los mejores, porque esa frase digna de un poeta es tan cierta como que esto es el comienzo, que nosotros vamos a ir por más.
Boca ganó un campeonato donde en muchos partidos ganó merecidamente, de a ratos con buen fútbol, y de a ratos empujando, ganando con jugadas aisladas a través de la jerarquía individual, es decir, un conjunto que si no se lo llevaba con juego, se lo llevaba con garra y corazón. Este encuentro pintaba complicado, muy disputado en esa "enredadera" que proponía Tigre para replegarse, y como tenemos jugadores que esperan la pelota al pie y no hombres que se caractericen por la llegada por sorpresa, caíamos muchas veces en la trampa, pero no había que desesperarse, que con paciencia el gol iba a llegar.Y el grito del campeonato llegó a través de un muchacho al que muchos tomaban de distraído, de imprudente (me incluyo), pero que no dejaba de ser un futbolista surgido de nuestra propia cantera, y que además de ciertas irregularidades, siempre mostró altas capacidades técnicas, oficio a la hora de marcar por su sector, y buen poderío aéreo, con el cual dio el testazo sagrado para cerrarle la boca a todos y darnos el título.
Este equipo tuvo muchas pálidas, como el affaire panadero, al que le dedicamos el título exclusivamente, porque cuando parecía que todo se derrumbaba y estábamos camino a la destrucción, llegó Carlitos como anillo al dedo: dejó ese olimpo lleno de dioses que es el fútbol europeo donde además le llovían los billetes, y volvió para esto, para ser campeón, para hacerse dueño de un equipo que desde la partida de Riquelme no tenía a alguien que potencie a sus compañeros, que absorba toda la presión y si bien al fútbol se juega de a 11, Tévez contagia de mística a todos, hace que todos tengan un Carlitos adentro, es decir, desde que llegó, todos jugaron para Carlitos, y el Apache jugó para todos.
Este grupo estuvo siempre unido: el panadero, la Bombonera sin público, expulsiones, la dura derrota con San Lorenzo, la lesión de Gago, pero eso fue lo que nos caracterizó como un equipo fuerte y que confirma lo que dijo el Vasco de que se dejan los egos de lado: siempre salimos adelante, como Monzón, que hace poco tiempo parecía relegado por la macana en el Súper de Córdoba, y hoy es el héroe de la epopeya.
Boca merecía esta alegría, Angelici se merecía el campeonato después de poner tanta plata, se lo merecía la gente, que en estos cuatro años de sequía nunca dejó un lugar vacío en la cancha, y se lo merecía el Vasco, que muchos creían que no podía manejar planteles tan ricos, pero finalmente salió el 11 de memoria, con no más de dos dudas (el lateral izquierdo se terminó de consolidar en este partido con la maniobra épica de Monzón que lo llevó a los libros y tal vez hay una duda en un volante interno ante la falta de Gago).
Como dice el título, se lo dedicamos a todos: al panadero, el que nos sacó a todos la ilusión de la Copa, pero nos dio mas furia para ir con todo en este campeonato; a los que trataban a Boca de que "no juega a nada", y a mi entender, es muy complicado que un elenco que estuvo primero mas del 80% del torneo y que es campeón no juegue a nada, y si les gusta tanto Central, está bien, no hay problema, el equipo de Coudet es el equipo que mejor juega, pero Boca es el mejor equipo, por eso es campeón; y finalizamos con la dedicatoria a nuestros hijos bobos, que luego de tiempos fatales en el ascenso recorriendo zonas desconocidas para lo que es nuestro GPS, se les dio la oportunidad de ganar varios campeonatos, pero desde que volvió Carlitos volvió todo a la normalidad, así que el año que viene vamos a ver si siguen siendo los mejores, porque esa frase digna de un poeta es tan cierta como que esto es el comienzo, que nosotros vamos a ir por más.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)