Con todo respeto al elenco visitante, puede decirse que los últimos 65 minutos estuvieron de más. Eso se debe a que mientras el cervecero no tenía fuerzas para distorsionar el rumbo de la historia, Boca era un tanque de guerra equipado con ametralladoras por todos lados.
Los argumentos de la victoria son que, además de que Grelak estuvo errático en el planteo, ya que no pudo prever que a los laterales les iba a quedar muy larga la cancha y el medio campo se le iba a hacer extremadamente ancho e indomable, Boca empezaba siempre con una salida clara desde el fondo gracias a la fórmula Pérez, parados en diagonal, uno jugando a dos toques cerca de la defensa, el otro un poco más adelantado y con intenciones de romper líneas. Y arriba fue todo un festival: los laterales llegando como extremos (atención con este dato: de los ocho goles de Boca en el torneo, dos fueron de marcadores de punta -Fabra y Peruzzi- y hubo dos tiros en el palo -Fabra en una oportunidad, y Silva en el último encuentro-, lo que marca la participación en ataque de los defensores externos, y de la importancia de ellos para hacer amplio el terreno y ser profundos), Pavón desequilibrando por la izquierda, Centurión a puro potrero, talento y huevo (para tener lo que hay que tener entre las piernas, hay que animarse, y a animarse a sacar lo mejor de sí en cualquier aspecto -esto va más allá del fútbol-, y el ex Racing, con su contextura delgada y físico fino, cuerpea, guapea, se banca las patadas, no le tiene miedo a exponerse), y acá quiero detenerme un momento: por lo general el futbolista que se enfrenta con la habilidad (ya sea una gambeta, bicicleta o lo que sea) muchas veces se siente ofendido ante la superación, y lo que hay que entender son dos cosas: al talentoso hay que cuidarlo, pero también él se debe cuidar a sí mismo, por lo tanto si se pueden evitar los golpes, mejor; mientras que la expresión de la habilidad no es ninguna falta de respeto, y el rival debe concentrarse en mejorar para ganar en los mano a mano y no enojarse. Un tal Bianchi dijo hace un tiempo "metele que es canchero", cuando Boca se enfrentó a Racing y Centurión estaba del otro lado. Dijo "metele", no que le peguen. Son dos cosas muy distintas. Y si hay alguien que sabe mucho de fútbol, es Bianchi.
Pero hubo un factor determinante, que es eso distintivo que se necesita en el fútbol para hacer la diferencia. Para los más apostólicos de la religión boquense, cuando Boca era un equipo multicampeón siempre sobresalía ese Palermo que hacía goles hasta resbalándose, y ese Riquelme que en cualquier momento podía inventar un pase entre líneas que deje mal parada a la defensa. En esta tarde en la Bombonera Benedetto se vistió de Palermo convirtiendo tres tantos (dos golazos), y de Riquelme habilitando de taco a Centurión, una asistencia digna de crack en cualquier planeta. El primero y cuarto gol son jugadas muy ricas en lo colectivo, y lógicamente el segundo y el tercero también, pero no hace falta preguntarse el papel que jugó el futbolista proveniente de México para obtener el resultado que se consiguió. Se puede jugar muy bien, pero es clave que alguien desnivele en lo individual. Claramente hubo jerarquía para hacer la diferencia, ese elemento por el que se pagan tantos millones para fichar futbolistas.
Y ni vale la pena hablar de los 60 minutos restantes. La posibilidad de Quilmes solamente estaba en la forma con la que se encontró con el gol: que Boca se distraiga. Podemos decir que si Boca se lo proponía podía ir en busca de más goles, pero una diferencia de tres también es bastante confortador.
Pero hubo un factor determinante, que es eso distintivo que se necesita en el fútbol para hacer la diferencia. Para los más apostólicos de la religión boquense, cuando Boca era un equipo multicampeón siempre sobresalía ese Palermo que hacía goles hasta resbalándose, y ese Riquelme que en cualquier momento podía inventar un pase entre líneas que deje mal parada a la defensa. En esta tarde en la Bombonera Benedetto se vistió de Palermo convirtiendo tres tantos (dos golazos), y de Riquelme habilitando de taco a Centurión, una asistencia digna de crack en cualquier planeta. El primero y cuarto gol son jugadas muy ricas en lo colectivo, y lógicamente el segundo y el tercero también, pero no hace falta preguntarse el papel que jugó el futbolista proveniente de México para obtener el resultado que se consiguió. Se puede jugar muy bien, pero es clave que alguien desnivele en lo individual. Claramente hubo jerarquía para hacer la diferencia, ese elemento por el que se pagan tantos millones para fichar futbolistas.
Y ni vale la pena hablar de los 60 minutos restantes. La posibilidad de Quilmes solamente estaba en la forma con la que se encontró con el gol: que Boca se distraiga. Podemos decir que si Boca se lo proponía podía ir en busca de más goles, pero una diferencia de tres también es bastante confortador.