miércoles, 28 de septiembre de 2016

BOCA 4 QUILMES 1: UN ESPACIO CONFORTADOR

 El partido anterior se había dicho en estas líneas que Benedetto estaba en deuda, y hay que ser sinceros: con el partido que hizo ante Quilmes pagó dólar por dólar hasta llegar a los cinco palos verdes que se desembolsaron por él (tendrá que mantener el nivel, por supuesto). Como si en su cuerpo hubiera caído alguna fuerza divina del más allá, tuvo una actuación sublime, como hace mucho tiempo no se veía en un centrodelantero de Boca. Y a prestar atención a lo que se viene, porque en la vida, como también en el fútbol, cada acción puede ser determinante en lo anímico, y por consecuencia para el futuro (los que hayan visto la película "Efecto Mariposa" sabrán de lo que hablo).
 Con todo respeto al elenco visitante, puede decirse que los últimos 65 minutos estuvieron de más. Eso se debe a que mientras el cervecero no tenía fuerzas para distorsionar el rumbo de la historia, Boca era un tanque de guerra equipado con ametralladoras por todos lados. 
 Los argumentos de la victoria son que, además de que Grelak estuvo errático en el planteo, ya que no pudo prever que a los laterales les iba a quedar muy larga la cancha y el medio campo se le iba a hacer extremadamente ancho e indomable, Boca empezaba siempre con una salida clara desde el fondo gracias a la fórmula Pérez, parados en diagonal, uno jugando a dos toques cerca de la defensa, el otro un poco más adelantado y con intenciones de romper líneas. Y arriba fue todo un festival: los laterales llegando como extremos (atención con este dato: de los ocho goles de Boca en el torneo, dos fueron de marcadores de punta -Fabra y Peruzzi- y hubo dos tiros en el palo -Fabra en una oportunidad, y Silva en el último encuentro-, lo que marca la participación en ataque de los defensores externos, y de la importancia de ellos para hacer amplio el terreno y ser profundos), Pavón desequilibrando por la izquierda, Centurión a puro potrero, talento y huevo (para tener lo que hay que tener entre las piernas, hay que animarse, y a animarse a sacar lo mejor de sí en cualquier aspecto -esto va más allá del fútbol-, y el ex Racing, con su contextura delgada y físico fino, cuerpea, guapea, se banca las patadas, no le tiene miedo a exponerse), y acá quiero detenerme un momento: por lo general el futbolista que se enfrenta con la habilidad (ya sea una gambeta, bicicleta o lo que sea) muchas veces se siente ofendido ante la superación, y lo que hay que entender son dos cosas: al talentoso hay que cuidarlo, pero también él se debe cuidar a sí mismo, por lo tanto si se pueden evitar los golpes, mejor; mientras que la expresión de la habilidad no es ninguna falta de respeto, y el rival debe concentrarse en mejorar para ganar en los mano a mano y no enojarse. Un tal Bianchi dijo hace un tiempo "metele que es canchero", cuando Boca se enfrentó a Racing y Centurión estaba del otro lado. Dijo "metele", no que le peguen. Son dos cosas muy distintas. Y si hay alguien que sabe mucho de fútbol, es Bianchi.
 Pero hubo un factor determinante, que es eso distintivo que se necesita en el fútbol para hacer la diferencia. Para los más apostólicos de la religión boquense, cuando Boca era un equipo multicampeón siempre sobresalía ese Palermo que hacía goles hasta resbalándose, y ese Riquelme que en cualquier momento podía inventar un pase entre líneas que deje mal parada a la defensa. En esta tarde en la Bombonera Benedetto se vistió de Palermo convirtiendo tres tantos (dos golazos), y de Riquelme habilitando de taco a Centurión, una asistencia digna de crack en cualquier planeta. El primero y cuarto gol son jugadas muy ricas en lo colectivo, y lógicamente el segundo y el tercero también, pero no hace falta preguntarse el papel que jugó el futbolista proveniente de México para obtener el resultado que se consiguió. Se puede jugar muy bien, pero es clave que alguien desnivele en lo individual. Claramente hubo jerarquía para hacer la diferencia, ese elemento por el que se pagan tantos millones para fichar futbolistas.
 Y ni vale la pena hablar de los 60 minutos restantes. La posibilidad de Quilmes solamente estaba en la forma con la que se encontró con el gol: que Boca se distraiga. Podemos decir que si Boca se lo proponía podía ir en busca de más goles, pero una diferencia de tres también es bastante confortador.

lunes, 19 de septiembre de 2016

GODOY CRUZ 1 BOCA 1: NO TUVIMOS LA MAESTRIA PARA GUARDARLO EN EL BOLSILLO

 El cambio de Carrizo por Tévez era ya de por sí una incógnita para el partido: si Centurión iba a moverse bien detrás de Benedetto, si iba a ser una especie de segundo punta, si iba a intercambiar posiciones con Pavón y el ex Central permanentemente. Para empezar, el jugador que reemplaza a Carlitos es Carrizo, pero el que ocupa su lugar es Ricky Centurión, por lo tanto la pregunta que hay que hacerse es si el ex volante de Racing puede reemplazarlo, es decir, jugar en su posición. Para el fútbol nunca hay una respuesta estrictamente correcta, pero el sentido común nos guía por que el futbolista proveniente del San Pablo es de características veloces, desequilibrantes, es ligero y si hay que encontrarle un defecto es en la terminación de las jugadas (caso similar al de Di María): a veces va tan rápido que es contraproducente. La posición de "enganche" (entre comillas porque ya no hay conductores clásicos) requiere de experiencia jugando de espaldas, de capacidad para pausar el juego, de organizar, atributos para los que Carlos Tévez se encuentra apto, mientras que Centurión tiene un potencial enorme, pero aunque en Brasil Bauza lo haya colocado por el centro en alguna oportunidad, aún está verde para esos temas. 
 Así como estaban dadas las cosas, la hipótesis iba a ser de un equipo muy vertiginoso como quiere Guillermo cada vez que tiene la pelota, pero se iba a necesitar un poco de claridad si queríamos que los velocistas no se choquen entre ellos. El orden lo puso Pablo Pérez: de todo el plantel, es el que tiene más aptitud para elaborar juego, pero era necesario acompañarlo, ya que arranca suelto pero en una posición más retrasada, donde tiene la obligación de cuidar su responsabilidad táctica, teniendo en cuenta que Godoy Cruz ataca con bastante gente y tiene mucha movilidad para la rotación, por lo que el ex Newell's tenía la responsabilidad de estar atento para no comprometer a Cubas. Es decir, había una disposición en la mitad de la cancha para distribuir el balón con criterio, pero faltó criterio para definir las posibilidades: con tanto talento en tres cuartos de cancha, por inercia terminamos sometiendo a los mendocinos, pero faltaba ese Pablo Pérez unos metros más adelante: llovían los mano a mano y las gambetas como así también los envíos muy pasados, los toques de más, los enganches inoportunos de Carrizo, los remates desesperados y poco dúctiles de Pavón, mientras los tanques del local amenazaban en nuestra área, pero eran solo eso: amenazas sin concretar. 
 Cuando el partido se abrió Godoy Cruz adelantó sus líneas por el deseo natural de buscar el gol que le permita sumar algún punto, y atacando con la misma intensidad, hubo chances claras, pero como no se tuvo la inteligencia para dormir o rematar el partido (para eso a veces hace falta menos vértigo y más pausa y equilibrio), Benedetto tampoco tuvo jerarquía para hacer su tarea. Uno al nueve de Boca le pide que aguante de espaldas, que genere fútbol, que aporte en el juego aéreo en las pelotas detenidas, pero si todo eso no se puede, por lo menos se le pide aprobar la materia con un 6: que haga goles. Con Lanús pudo abrir el marcador, ahora pudo liquidarlo, pero viene con el arco torcido. Está en deuda. 
 Los "bielsistas" dirían que está bien, que fue a buscar el segundo pero falló en la definición, pero así tiene que ser, porque cuando se hace un gol hay que ir en busca del otro. Los "cholistas" dirían que además de que se escapa la victoria en la incapacidad para anotar el segundo, hay un error conceptual grave entre Cubas y Vergini, y por eso quedamos abiertos en el fondo, y por eso nos empataron; que ante equipos ofensivos y que juegan bien como es el del Gallego Méndez hay que cerrar la persiana y cubrir los huecos. Pero a los que no nos gusta mirar el fútbol de forma unilateral como yo decimos que se haya planteado como se planteó luego del gol, sobró talento y verticalidad, pero faltó orden y frialdad, a tal punto de que se pudo perder: de un trámite que resultaba extenso pero andábamos tranquilos chequeando el celular, pasamos a ir a casa y volver corriendo buscando algún papel perdido, con un ida y vuelta revoltoso, estresante y que pudo ser mortífero, porque ante la desesperación te podes olvidar de los semáforos, y por consiguiente de los autos. 

martes, 13 de septiembre de 2016

BOCA 3 BELGRANO 0: UN EQUIPO BIEN PICARO

 Ya son varios años los que caracterizan a Belgrano como un equipo aguerrido, ordenado y sólido en defensa. Zielinski dejó un sello y es menester de Teté González continuar el proyecto inculcando su propia impronta, pero el domingo en la Bombonera se vio la peor expresión: estuvo totalmente desencajado, pero por un Boca que estuvo vivaz para atacar con los laterales y a pura picardía con tres jugadores ofensivos que hablan el mismo idioma: Pavón, Tévez y Centurión.
 La gambeta es un elemento imprescindible en el fútbol, ya que si no hay alguien que rompa el molde los avances se hacen previsibles y gracias a ella se pueden construir articulaciones desarmando la estructura rival. Era un partido que necesitaba del mano a mano letal de Centurión para eliminar cualquier bloqueo defensivo, y la realidad es que el ex Racing tuvo una destacada actuación: en estos momentos es donde se demuestra no solo el nivel del futbolista sino también la fortaleza mental para salir adelante en una semana muy complicada. Con aceleraciones en tres cuartos y sorpresa por las bandas se nos abrió el camino con tres media puntas muy picantes, aunque con un deslucido Bou que le tocó la tarea de bancarla bien arriba entre muchos celestes, a diferencia de los otros tres que se mueven con libertad y arrancando desde atrás.
 Pero la picardía del potrero, de los recursos para salir de embrollos y derrumbar el muro rival se vio desmoronada por justamente lo contrario, por poca astucia para reaccionar de la forma más adecuada (en este caso, hubiera sido ni reaccionar), y curiosamente con el jugador menos pensado: Tévez, siendo capitán, con toda su experiencia, no estuvo a la altura en ese instante atroz (cuando sí lo había estado los minutos que estuvo en cancha). En el fútbol estamos muy mal acostumbrados, tratamos al árbitro como una porquería y no como una autoridad, a diferencia del rugby, donde se respeta las decisiones del referí a como de lugar. Además, Delfino no regaló ningún penal, no expulsó a nadie exageradamente ni nada como para pedir su cabeza, sino que tan solo sacó una amarilla (y bien sacada). Entonces ese es el punto en el que nos preguntamos qué necesidad tenía Tévez de insultarlo, en vez de enfocarse en la continuación del encuentro (pedíamos un Carlitos más metido, y esto también incluye a lo que es la concentración). Pero lo que más puede sorprender es buscando en los archivos de las declaraciones del mismo Tévez, mencionando en el año de su regreso que hacía falta quejarse menos con los árbitros y concentrarse en jugar (luego de un triunfo 2-1 en Sarandí), que Boca tenía que madurar y finalizar los partidos con 11 jugadores (derrota por 3-1 ante Racing en el Cilindro). Ahora será turno del Apache para adjudicarse esos planteos, y como parte del fútbol argentino en general hay que pensar en un fútbol menos violento, pero no sólo poniendo la mira en las tribunas (no sólo por los barras; el hincha genuino se habituó a agredir verbalmente y de forma desmedida), pero los protagonistas son un elemento fundamental para esta composición.
 Pero la gran noticia es que jugando gran parte del partido con un hombre menos, la victoria nunca se sufrió, en parte porque Belgrano parecía un equipo únicamente preparado para la contención, sin reacción ni ideas para ir a buscarlo, mientras que a medida que pasaban los minutos se regalaba de forma empinada, y porque Pavón, que cada día es mejor jugador, hizo un gol clave para desanimar al pirata cordobés y tranquilizar a todos. Y luego jugamos con el mismo Pavón y Centurión plantados a los costados de Cubas y Pérez para salir como misiles cuando se pudo y para congelar un resultado que no tenía muchas chances de cambiar. Ser inteligente y saber aferrarse a un resultado también es saber jugar bien al fútbol.
 Con picardía para saber cómo salir jugando (bien Tobio y Vergini), cuando atacar por las bandas con los marcadores de punta, cómo distribuirse en el medio (Pérez se entiende bien con Cubas, estando delante de él y moviéndose libremente) y con pícaros en serio como Centurión, que como marca la literatura renacentista, es alguien de baja clase social que se las arregla para salir adelante, juega con ese talento que lo llevó hasta donde está para desactivar cualquier sistema defensivo. Solo faltó la picardía de Carlitos, pero servirá de lección.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

NOS ABSTUVIMOS DEL JUEGO, PERO NOS SALVO LA VOLUNTAD

 Cuando tenés en cancha a jugadores de creación como Banega y Lamela, y los únicos recursos de Argentina se hace el pelotazo frontal (donde Pratto no llega a aguantar la pelota, o la peina sin que prospere ningún avance) o una individualidad de Di María que, acorde a su velocidad, termina chocando contra su propia virtud debido a la falta de juego interno, desentendiéndose por la izquierda, atorado, sin variantes; es porque Argentina no encontró el juego ni su nivel, sin ser superada por Venezuela (tal vez por momentos fue el equipo que se sintió más a gusto con el desarrollo, molestando con delanteros pesados y volantes habilidosos, que encontraron callejones por los costados, ante una defensa que muchas veces se vio superada, en inferioridad producto de un equipo que quedaba largo), pero víctima de su propia incapacidad de construir juego y verse absorbida por la falta de coordinación (que sí supo tener con la sociedad Messi-Dybala el primer tiempo ante Uruguay) en ataque y la fricción de un juego robusto que preponderaba en suelo bolivariano.
 La experiencia en el fútbol para un futbolista no es únicamente lo vivido dentro del campo, sino que también se hace algo fructífero de lo anecdótico y de vivencias que hacen al ser humano del futbolista comprender distintos entornos y hasta aprender de otras culturas. Fue un viaje a tierras extranjeras bastante particular, ya que hubo que llevar suministros básicos por la escasez de recursos en un país al borde del colapso con una sociedad agresiva y exhausta con el régimen chavista de Nicolás Maduro. Y lo parecido del partido a todo esto es que hablando en términos futbolísticos, a la selección venezolana tampoco le sobra nada, pero con un poquito de talento de Añón y potencia de Rondón y Josef Martínez fue transformando insinuaciones de centros que cruzaban toda el área a ocasiones concretas, con una Argentina que no defendió de la misma manera que ante Uruguay, y a pesar de que le sobren las variantes, no supo administrar bien sus recursos, algo que para completar la paradoja, podría decirse que le ocurre algo similar en el ámbito político de su nación.
 Es preciso decir que al equipo del Patón le falta gestionar mejor sus recursos porque es una mentira fatal decir que sin Messi este es un equipo del montón por el hecho de no tener al mejor de todos, porque sin Messi hay jugadores de primerísimo nivel que serían titulares en cualquier selección, como Lamela, Banega, Gaitán, entre otros; por lo tanto Argentina no es un equipo de segundo orden porque el crack del Barcelona no está, sino que el martes hubo un mal partido porque carecimos de un sentido que le de una amplitud al andamiaje. Messi nos da un plus, y tal vez se note cuando no está, pero no se puede bajar el nivel ante la ausencia de ningún jugador.
 Lo que se vio en cancha fue una mala actuación de la Argentina, y si fue porque el planteo era tirarle el compromiso a Pratto y no se captó el mensaje del entrenador para realizar la estrategia planeada, o simplemento no fue nuestro día y le salieron mejor las cosas a Venezuela, son ambas posibilidades, y siempre uno le va a pedir más a este equipo.
 Pero lo positivo es que jugando mal, se rescató un punto valioso, y que nos demuestra que con paciencia Bauza puede diseñar y articular un gran equipo, porque en el segundo tiempo el elenco argentino se llevó puesto al rival a pura voluntad, corazón y empuje, yendo con Pratto y Alario a pura fuerza, con Gaitán de lateral izquierdo, con Di María a pura gambeta, y casi como si cayera la lámpara de otra galaxia, ese pase impensado entre líneas de Lamela para el gol de Pratto nos motivó y nos volvió a meter en partido. Hay muchos recursos para hacer un equipo que conserve un andamiaje independientemente de los nombres y los rivales: el espíritu demostrado el martes es uno de ellos, y uno clave. Será tarea del cuerpo técnico administrarlos bien para aprovecharlos lo mejor posible.
 

viernes, 2 de septiembre de 2016

EL PATÓN COMBINÓ SUS MEJORES ARMAS

 Puede haber varias interpretaciones acerca de los últimos tres entrenadores que tuvo la selección, pero si hay algo que es indudable es que Sabella armó la base de un grupo y estableció la convivencia de Messi, Higuaín y Di María, es decir, por más de que la delantera haya variado algunas veces, afianzó el ataque de Argentina, pero sobre todo consolidó un grupo sólido de futbolistas con Messi a la cabeza. Martino retocó bastante el funcionamiento, pero perfeccionó la faceta defensiva del equipo con Otamendi y Funes Mori como centrales, e incorporó una variante más para el lateral derecho: Mercado. Ahora la tarea del Patón Bauza, además de ganar un título, objetivo que sus antecesores estuvieron muy cerca de cumplir pero se quedaron en la puerta, será sobre todas las cosas rodear a Messi lo mejor posible, que no se vuelvan a repetir las imágenes de las finales con el capitán gambeteando en soledad sin juego en equipo. 
 Podría decirse que en su debut como DT de la selección, Bauza aprobó la materia más importante, que era ganar (por lo general, al principio se mira de reojo a los técnicos, y arrancar con el pie derecho es clave para el futuro del ciclo); y en el primer tiempo, hasta donde se estuvo con 11 jugadores, Messi se vio con muchas ganas en su regreso, porque además de que se notaron las ansias por seguir vistiendo esta camiseta, estuvo acompañado con tal de que él haga jugar bien al equipo, pero que no sea el único que lo haga jugar. Pratto se sacrificó mucho en la presión y estuvo atento para jugar de espaldas; Dybala aparentaba una ubicación por detrás del nueve, pero metiendo diagonales, juntándose siempre que pudo con el 10; Di María no estuvo fino pero se ofreció siempre por izquierda; y los mejores socios de Messi estuvieron detrás de él, para recuperar siempre la pelota y volver a atacar. Con una masa de jugadores que se desmarcan constantemente, y hasta con Más apareciendo por sorpresa en determinadas circunstancias, Argentina tuvo todas las intenciones del mundo de jugar, de facilitarle la tarea a Messi, sin la necesidad de pausar el juego como pedía Martino: por lo menos para este encuentro, el ex DT del San Pablo entendió que ante un Uruguay que fue a bloquear todo avance argentino (casi olvidándose de que adelante tiene a monstruos como Cavani y Suárez), si la posesión se hacía lenta iba a permitir a los volantes y defensores uruguayos armarse para el repliegue, entonces lo más satisfactorio sería atacar más rápido de lo que el rival defiende, hasta con Mascherano animándose a meter varias pelotas largas antes que tocar en corto. 
 Si vamos a un análisis profundo del asunto, el plan de Tabárez no salió mal: fue a mantener el cero, y si se podía, ganarlo con alguna jugada aislada de los atacantes, a través de la pelota detenida o de segunda jugada, y Argentina no tuvo demasiadas situaciones nítidas, mientras que en el gol Messi está rodeado de siete jugadores, es decir, sin que quedara otra opción más que el remate, por lo que tácticamente Uruguay logró implementar su planteo. Pero la realidad es que al Maestro esta forma de jugar le dio muchos resultados hace unos años, pero cada vez los delanteros se ven más aislados y desaprovechados, y la garra charrúa se consume toda variante de funcionamiento (con un hombre de más, Uruguay no tuvo chances ni superó al equipo albiceleste). A los orientales no les vendría mal ir pensando en otra manera de mirar el fútbol, que le empiece a dar resultados. 
 Pero cabe destacar que luego del imprevisto que fue la expulsión de Dybala, que derivó en el llanto de espíritu amateur del cordobés, Bauza dejó de lado la asociación en tres cuartos de cancha y llevó a cabo una de sus mejores cartas: refugiarse atrás de mitad de cancha, una fórmula que le dio muy buenos resultados en San Lorenzo. Con el mismo hambre que tenía el pibe de la Juventus, el equipo defendió el resultado a puro orden y equilibrio, y con la posibilidad latente de que Messi pueda liquidarlo con Alario o algún volante en el momento que se abra un espacio. Si se sabe integrar a Messi y el DT consigue la solidez que supo explotar en sus clubes, este ciclo puede ser muy fructífero.
 Bauza utilizó sus mejores recursos para adaptarse a los distintos capítulos que tuvo el encuentro, y superó al rival en todo momento. Bien hecho.