Como se dijo anteriormente, los minutos de más estrés para Tobio y Vergini fueron los primeros 10, donde tuvieron que anticipar a los delanteros, cruzar envíos por las bandas, salir a cortar, apurarse en la salida y no equivocarse, ante un conjunto visitante que puso quinta desde el arranque. Era cuestión de acomodarse para marcar la diferencia, de que alguien como Pablo Pérez ponga la pelota bajo la zuela y diga: "paremos un poco y pensemos". Boca tiene dos misiles a los costados de Bou, y más atrás tiene a un finalista de la Champions, por lo tanto dejar huecos en tres cuartos sin defensores rápidos es lo mismo que dirigirse al suicidio. Ese fue el destino de Temperley cuando empezó a engranarse la sociedad entre Carlitos, los velocistas y Bou. Nos referimos a un engranaje cuando hablamos de una comunidad en donde cada uno conoce a la perfección su rol, y cada funcionario ejerce en coordinación con el otro. Y parece que el Apache encontró su lugar: parado de enganche, más lento en comparación al de la Juventus, carente de poder de gol y habilidad individual, pero con el mismo intelecto, se abrió un espacio como asistidor filtrando pases entre líneas. Comprendió que los más indicados para entrar al área, definir, gambetear, correr y desbordar eran sus compañeros. Eso también es ser crack.
Luego de pasados esos 10 minutos de reflexión que propulsaron a un nuevo partido, al encuentro le sobraron 80 minutos. No solo porque ya Temperley estaba disminuido en posibilidades y estrategia, sino porque además de contar con una proliferación del credo conceptual de Guillermo, computamos de un goce estelar gracias a la inspiración de nuestros futbolistas. Porque si había algo en esta formación era el talento: así empezaron a soltarse Fabra, Bentancur, Centurión, Pavón, entre otros. Porque a veces el fútbol es muy obvio: tener más talento te aventaja individualmente, y eso colabora para elaborar y llevar a cabo un mejor planteo que el rival. La mira estará puesta en el próximo compromiso: continúa siendo una curiosidad cómo no se sustenta la misma subordinación en condición de visitante.
Y cabe recalcar que dentro de lo que fue este encuentro que se dividió en dos (los primeros 10 minutos y los últimos 80), cómo también pueden segregarse lo que fue un partido aparte para cada uno: Temperley dejó de lado la alta presión y pasó al retroceso exagerado para dejar de recibir goles; los mellizos pensaban a futuro (probar a Barrios y a Solís, y cuidar a Pablo Pérez); mientras que los hinchas pensaban en abultar el resultado: con un nivel motivacional alto por el fútbol de alto vuelo empleado durante las circunstancias, en algún momento del segundo tiempo iba a haber lugar para un cuarto, y le cayó a Bou casi como de casualidad luego de un defectuoso tiro de Bentancur, y lo que podría considerarse como un gol casual y a defecto de la resignación del contrincante, es una gran noticia ya que está bueno que caigan empeños de parte de todos (incluyendo demás lapsos de los 90 minutos): que los laterales pasen incansablemente y Tobio pueda dar una mano por la derecha llegado al caso, que Pavón encare hasta el final, que el mencionado uruguayo se anime a probar de media distancia como lo fue en esta ocasión con todo el murmullo que genera su nombre, que el ingresado Barrios deje su estampa, que todos formen un equipo que acorde a las individualidades emane una constitución que, donde a fuerza de goles, arrolle idearios rivales y tome confianza.