domingo, 30 de octubre de 2016

BOCA 4 TEMPERLEY 0: UNA CONSTITUCIÓN DE ALTO VOLTAJE

 Con el aire fresco que brindaron los técnicos de esta generación y la evolución que tuvo el fútbol en general, no es raro ver equipos como Temperley abriendo los centrales para salir jugando y presionando arriba. Los amantes del fútbol vistoso se sentirían orgulloso de ver a su propio equipo goleado pera habiendo sido envalentonado desde la propuesta. Pero muchas veces las irracionalidades reflejan lo que pauta la realidad: que al gasolero no le sienta bien defender con espacios, y menos en la Bombonera. Aunque sean 11 contra 11 y sea la dinámica de lo impensado, muchas veces el fútbol representa lo que dictan los nombres propios. Cuando el que aparenta ser superior está a las expectativas, al más chico le cuesta encontrarle la vuelta: ayer el Ausburgo jugó a no recibir goles desde el primer momento y cayó 3-1 ante el Bayern, mientras que en este caso Temperley fue a buscar el resultado desde el minuto cero, pero las esperanzas se le derrumbaron a los 10 minutos y terminó cerrándose para no perder por más. Así es el fútbol: los casos del Leicester se dan una sola vez cada mucho tiempo, ya que para dar pelea se requiere aunque sea de un poco de presupuesto. 
 Como se dijo anteriormente, los minutos de más estrés para Tobio y Vergini fueron los primeros 10, donde tuvieron que anticipar a los delanteros, cruzar envíos por las bandas, salir a cortar, apurarse en la salida y no equivocarse, ante un conjunto visitante que puso quinta desde el arranque. Era cuestión de acomodarse para marcar la diferencia, de que alguien como Pablo Pérez ponga la pelota bajo la zuela y diga: "paremos un poco y pensemos". Boca tiene dos misiles a los costados de Bou, y más atrás tiene a un finalista de la Champions, por lo tanto dejar huecos en tres cuartos sin defensores rápidos es lo mismo que dirigirse al suicidio. Ese fue el destino de Temperley cuando empezó a engranarse la sociedad entre Carlitos, los velocistas y Bou. Nos referimos a un engranaje cuando hablamos de una comunidad en donde cada uno conoce a la perfección su rol, y cada funcionario ejerce en coordinación con el otro. Y parece que el Apache encontró su lugar: parado de enganche, más lento en comparación al de la Juventus, carente de poder de gol y habilidad individual, pero con el mismo intelecto, se abrió un espacio como asistidor filtrando pases entre líneas. Comprendió que los más indicados para entrar al área, definir, gambetear, correr y desbordar eran sus compañeros. Eso también es ser crack.
 Luego de pasados esos 10 minutos de reflexión que propulsaron a un nuevo partido, al encuentro le sobraron 80 minutos. No solo porque ya Temperley estaba disminuido en posibilidades y estrategia, sino porque además de contar con una proliferación del credo conceptual de Guillermo, computamos de un goce estelar gracias a la inspiración de nuestros futbolistas. Porque si había algo en esta formación era el talento: así empezaron a soltarse Fabra, Bentancur, Centurión, Pavón, entre otros. Porque a veces el fútbol es muy obvio: tener más talento te aventaja individualmente, y eso colabora para elaborar y llevar a cabo un mejor planteo que el rival. La mira estará puesta en el próximo compromiso: continúa siendo una curiosidad cómo no se sustenta la misma subordinación en condición de visitante. 
 Y cabe recalcar que dentro de lo que fue este encuentro que se dividió en dos (los primeros 10 minutos y los últimos 80), cómo también pueden segregarse lo que fue un partido aparte para cada uno: Temperley dejó de lado la alta presión y pasó al retroceso exagerado para dejar de recibir goles; los mellizos pensaban a futuro (probar a Barrios y a Solís, y cuidar a Pablo Pérez); mientras que los hinchas pensaban en abultar el resultado: con un nivel motivacional alto por el fútbol de alto vuelo empleado durante las circunstancias, en algún momento del segundo tiempo iba a haber lugar para un cuarto, y le cayó a Bou casi como de casualidad luego de un defectuoso tiro de Bentancur, y lo que podría considerarse como un gol casual y a defecto de la resignación del contrincante, es una gran noticia ya que está bueno que caigan empeños de parte de todos (incluyendo demás lapsos de los 90 minutos): que los laterales pasen incansablemente y Tobio pueda dar una mano por la derecha llegado al caso, que Pavón encare hasta el final, que el mencionado uruguayo se anime a probar de media distancia como lo fue en esta ocasión con todo el murmullo que genera su nombre, que el ingresado Barrios deje su estampa, que todos formen un equipo que acorde a las individualidades emane una constitución que, donde a fuerza de goles, arrolle idearios rivales y tome confianza. 

jueves, 27 de octubre de 2016

ATLETICO TUCUMAN 2 BOCA 2: FALLAMOS EN LO MENTAL

 Boca es un equipo extraño: sabe a qué quiere jugar, tiene con qué hacerlo, por momentos lo logra, pero se deja estar, llegado un determinado momento deja de ser ese equipo protagonista a carecer de precisión y ponerse a la altura de un rival que es inferior por naturaleza. Pero hay una explicación con la que puede definirse la psicosis de Boca: falla desde lo mental. 
 La fórmula de Atlético Tucumán le sienta bien a sus jugadores: con pelotas largas y cruzadas siempre tiene a alguien llegando por el segundo palo, y hombres listos para la segunda jugada. Pero teniendo a Bentancur, los dos Pérez y dos extremos con capacidad para ir y volver, la lógica hubiera indicado que en el norte del país se observaría un elenco compacto y con capacidad de toque corto y en profundidad. Pero nada de eso se vio por completo: muchas veces el estado errático del asunto terminaba en una vorágine inmanejable, bien aprovechada por los tucumanos. 
 Dejó mucho que hablar el rendimiento de Bentancur: se equivocó de forma frívola en dos jugadas muy claras, donde hasta el erudito menos futbolero hubiera comprendido que en la primera era remate al arco y en la otra un pase para la otra dirección, y hay una frase muy cierta: un buen jugador se diferencia de un crack según las decisiones que tome en los momentos culminantes, es por eso que a Bentancur le estamos poniendo un precio que todavía no tiene y hacemos hipótesis de un futuro que él debe crear y no los demás. Por el bien del pibe, toda la comunidad futbolera debe respetar los tiempos y no deteriorarlo, porque le queda muchísimo camino por recorrer. Estamos comprando acciones cuando la bolsa todavía no se levantó. Y lo que le pasa al juvenil uruguayo es uno de los síntomas de la enfermedad de Boca: aparenta más de lo que concreta. En ambas oportunidades, cuando se estuvo arriba en el marcador, tuvimos nuestro momento de dominación arrinconando al equipo de Azconzábal, pero no tuvimos la fortaleza mental para mantenerlo. 
 Además urge hablar de lo táctico: este 4-3-3 es más defensivo que el 4-2-3-1, por lo que es inadmisible que los futbolistas rivales efectúen envíos aéreos con tanta facilidad (como también la facilidad del receptor para anticipar en el área), sin que alguno de los tres volantes centrales se haya tirado a un costado para impedirlo o uno de los extremos lo haya seguidos hasta el final. Mientras que Tévez en la posición de falso nueve volvió a fallar: no es un centro-delantero para buscar el gol por arriba, pero para buscarlo por abajo se necesita fútbol asociado, y este equipo no tiene juego. 
 A decir verdad, llamó la atención el cambio en la disposición táctica, ya que el 4-2-3-1 venía de funcionar, pero en este deporte no es demasiado importante el esquema, sino como se utilice. Lo primero que se necesita para domar una idea es fortalecer la mente para convencerse de ello. Si Boca no levanta de visitante es porque le pesa no jugar en su cancha: no concreta, va empatando y tiene la pelota el rival, no aguanta el resultado, se disminuye a la par del contrincante (Zampedri le hizo un lío a los centrales como si hubieran estado marcando a Ibrahimovic), y mentalmente es superado en muchos lapsos. 

lunes, 17 de octubre de 2016

BOCA 2 SARMIENTO 0: NO HAY TIMING PARA SER UN GRAN EQUIPO

 Argentina es un país capitalista, es decir, sin que el estado deje de intervenir, debe dejar fluir el libre mercado y las empresas deben competir entre ellas para atraer a la billetera del cliente. Pero aún así, el libre mercado en muchas ocasiones es preso de unas pocas empresas que forman un oligopolio, mientras que compiten de forma absurda sin mejorar en absoluto sus servicios, y nosotros, los clientes, no tenemos mucha opción: hay que elegir una de ellas, y para eso elegimos la que nos parece menos mala (¿en las elecciones no hacemos lo mismo con los políticos?). Pero supongamos que en lugar de un oligopolio sea peor aún, tengamos un monopolio, todo el rubro manejado por una sola empresa. Vamos a ubicarnos en el lugar del empresario: es pura ganancia, no hay competencia, es el paraíso en su más virtuosa figuración. Pero en este caso vamos a hablar del monopolio de Boca a la hora de manejar el balón.
 Está claro que cuando el equipo de la ribera monopoliza la posesión de la pelota, es inmaculado a la hora de apretar al rival en su área, de que aparezcan los laterales por sorpresa, es decir, tenemos el monopolio, pero aunque parezca increíble, muchas veces no obtenemos la ganancia. Es como si solo hubiera un solo negocio de carne en toda la Argentina, pero se nos pudran los bifes porque falla la congelación, y se queda la gente sin carne, y la única carnicería sin ventas. 
 Sarmiento trabajó bien a la hora de tapar la salida de Boca haciendo una marca zonal en el doble cinco, pero mirando un poco más al costado la solución ya estaba a la vista: con Centurión, que puede limpiar algún que otro rival en el medio y ya posicionar el balón en campo contrario, el juego no era tan elaborado, pero era directo, suficiente para enfrentarse cara a cara con la última línea del visitante. También, al estar embotellada la zona del círculo central, Tévez jugó en una posición bien de enlace, definitivamente con el objetivo de conectar el medio con los puntas, jugando simple. Esto tal vez le de varios beneficios: cuando se tiene un jugador como Tévez, no se puede decir que juega en posición de número diez, sino que es un delantero más retrasado, pero en esta oportunidad fue enganche en serio; y digo que le puede ser útil para solventar sus aparentes limitaciones físicas a la hora de jugar mano a mano. Si bien a veces le faltó sincronía, se vio un Apache bien cerebral, con el objetivo de jugar más para los demás que para él, y eso puede ser fructífero para ahorrar energías y que a la hora de encarar, deje al defensor pagando en serio y sin chocarse como venimos viendo en las últimas versiones de Carlitos. 
 Dicho esto, el monopolio de Boca no terminaba de funcionar porque todavía no parecemos del todo maduros como equipo: era un encuentro en el que con paciencia y toques en los últimos metros, se podían romper líneas varias veces, pero el desasosiego final de todas las jugadas desplomaba las mismas, como fue varias veces con remates infortunios de Silva, intervenciones bulliciosas y poco inteligentes de Pavón, y cuando se logró atravesar el fondo de Sarmiento (con pases en profundidad riquelmeneanos de Carlitos), de manera indescriptible se malograron posibilidades, como en la que Centurión se la quiso dar en bandeja a Bou, con la misma falta de timing de ambos como también tuvieron varios de sus compañeros para atacar. El que mejor atacó fue porque tuvo el mejor timing y el panorama mental indicado, y hablo de Peruzzi. 
 Y vamos a enriquecer el análisis con una frase tan vieja como el fútbol: los goles que no se meten en un arco, se meten en el otro. Casi se cumple el refrán con un Sarmiento que estaba totalmente disminuido pero con la mentalidad de ir a llevarse un punto, capitalizando algunas falencias para complementarse en el fondo ante un contraataque. Otra frase también se hubiese cumplido si había un empate: la dinámica de lo impensado. 
 La victoria es lógica y Boca demostró ser un buen equipo, pero todavía le falta ese timing tan necesario para tomar buenas elecciones y ser ese GRAN equipo que todos queremos ver y pensamos que tiene potencial para por ejemplo, ganar más cómodamente. Hay que ajustar detalles para ser un monopolio que satisfaga a la comunidad, ya que de lo contrario habría buenos resultados, pero si no se intenta mejorar el artículo no podríamos denominarnos como un buen emprendimiento que se preocupa por lo que le llega a la gente: el empresario Guillermo deberá pensar como innovar mejor su negocio.
 

sábado, 15 de octubre de 2016

LOS NOMBRES O LA FORMA

 Ante Perú se vio una selección desequilibrada, descompensada e inconexa. El debate gira al rededor de si es fructífero el hecho de juntar nombres, si sirve de algo tener en el mismo equipo a Dybala, Aguero, Di María e Higuaín.
 Para empezar, cualquier equipo daría lo que fuese por tener esos nombres. Ahora bien, no alcanza con ubicarlos dentro del campo, sino que hay que hacerlos jugar. Mucho se ha hablado con respecto a Bauza: que no es el técnico que se fue a buscar y resigna su estilo por respetar los nombres, que no encaja con las características de los jugadores, que todavía no supo darle una identidad al equipo. De acuerdo a esto, Buaza ya tiene una base de jugadores por lo hecho en los ciclos de Sabella y Martino, y deberá hacer los ajustes necesarios para consolidar la formación con la que sueña levantar la copa en 2018. Pero ese andar muchas veces suele ser muy esquivo por lo que significan los intentos para conseguir el ideal futbolístico: uno de esos intentos estuvo en Lima colocando tres delanteros de área y un extremo que, por características, es el indicado para hacer la banda por la izquierda, pero que también falló en esa función (no rindió desbordando por la izquierda ni tampoco dando una mano en defensa por ese sector; como lo fue con Villalva en San Lorenzo, para el Patón es fundamental un explosivo ida y vuelta por las bandas).
 La responsabilidad es de todos, pero porqué vamos a negarle a Bauza la valentía de colocar cuatro futbolistas de carácter netamente ofensivo con el deseo de explayar un buen juego, independientemente de cómo consiguió sus logros en sus clubes. No olvidemos que el Brasil del 70 salió campeón con cuatro número diez en el equipo. Era otro equipo y otra época, es cierto. Pero nadie dijo que en los tiempos de hoy no se puede jugar con Dybala. Aguero, Di María e Higuaín en el mismo 11. Si no se puede jugar con esos nombres de excelencia, ¿con quienes sí?.
 Antes de cualquier implementación, hay un punto clave: que haya solo una idea y no 11. Si Argentina juega mal no es porque haya tres delanteros o dos (ante Paraguay fue un equipo en principio más equilibrado con ida y vuelta por las bandas a través de Gaitán y Di María, y buena entrega del balón con Banega al lado de Mascherano), sino porque todavía no nos pusimos de acuerdo a dónde queremos ir. Y hay ejemplos de ello: uno muy claro es Di María; parece perdido, como jugando a su propio juego, sin levantar la cabeza, cayendo siempre en la misma trampa. Otro ejemplo fue con Banega ante Paraguay: el ex Boca es un volante que puede distribuir y generar juego, pero el equipo estaba partido, no tenía socios a quienes darle la redonda.
 Con los nombres solos no alcanza; se necesita de una forma que los haga funcionar. Pero hay algo que nos hace pensar que sí es un tema de nombres: siempre un equipo sufre cambios al tener otro DT, pero la gran mayoría de esta camada de futbolistas vienen jugando juntos hace mucho tiempo, por lo que deberían conocerse perfectamente y estar bien acoplados a la camiseta albiceleste. Un penal puede errarlo cualquiera (no vamos a pedir la cabeza de Aguero por eso) pero no puede ser que luego de tantos minutos juntos no se pueda armar una jugada combinada con más de tres pases seguidos o que el mencionado Di María corra siempre para delante como en los partidos de barrio.
 Al igual que en los ciclos anteriores, es menester darle tiempo al entrenador, pero es momento de que los jugadores también lo ayuden a culminar con la confusión y aclararle las dudas. Con Messi seguro sea más sencillo.

miércoles, 5 de octubre de 2016

TIGRE 1 BOCA 1: JUGAR BIEN NO ES SOLO LLEGAR AL AREA

 Por haber disputado entre semana el compromiso correspondiente a la Copa Argentina, Guillermo optó por hacer descansar a algunos futbolistas. Si eso era necesario es una pregunta capciosa, ya que Boca no juega todas las semanas miércoles y domingo ni está participando de la Copa Sudamericana, pero hay un plantel con mucho material y administrar los recursos no es ninguna barbaridad. Pero la pregunta que nos hacemos a la hora de esa administración de nombres propios es si a la hora de implementar un sistema como inamovible, y lo mismo con una forma de jugar, el plantel está conformado como para jugar siempre de la misma manera, hasta cambiando algunas piezas. Sebastián Peréz no es lo mismo que Cubas, pero puede ocupar su lugar sin que la esencia grupal se vea alterada, pero cuando hablamos de Zuqui como extremo derecho y Centurión o Bentancur por el centro, cabe hacer referencia a que hay reemplazos que no deberían serlo, que hubo malas elecciones, y esto incluye al entrenador. Boca no pagó por Zuqui para que juegue en la posición de Pavón, porque no tiene la velocidad ni la gambeta, porque un 4-4-2 o 4-3-3 con el ex Godoy Cruz como volante por la derecha (como volante, no una especie de extremo) hubiera sido lo más razonable.
 Pero Guardiola una vez dijo que mientras más volantes tenga tu equipo, puede que juegues mejor, ya que son los futbolistas que mejor interpretan el juego, ya que deben barajar la mayoría de sus facetas y circunstancias. Y ese no es un punto de vista erróneo, porque con Bentancur. Zuqui y los dos volantes centrales hubo mucho despliegue en el medio, lo que nos atribuyó un predominio territorial que hizo a Tigre un repertorio totalmente tributario para con sus dos extremos, sin elaborar, lo que patentó la habilidad de Janson, pero evidenció la irregularidad para ser un equipo con jugadores de muy buen pie. Además, Boca hizo bien algo lógico para jugar al fútbol: los que piensan, por adentro; los que son mas atolondrados, por afuera: a pura convicción, Silva y Pavón obraron estragos por la izquierda, yendo como locomotoras pero también entendiendo lo que pedía la jugada para rematar o dar el pase atrás. Es por eso que lo de Tigre al comienzo fue un aprovechamiento de un error ajeno, y luego no justificó la victoria, haciendo merecer el empate.
 Algo a tener en cuenta es Bentancur: a veces se siembra cierta duda sobre cuál es su posición, si es un volante mixto, si es un volante central, si es enganche. La respuesta es que es un organizador, un mediocampista moderno. Porque marca y juega, pero su característica principal es la visión: por ese motivo puede jugar de armador, porque tiene inteligencia para desarmar al rival con un pase entre líneas.
 De todas formas, el empate le queda bien al partido: Guillermo quiere un equipo directo, sin tanta pausa, pero a veces el apuro (el fútbol argentino en sí suele ser apurado) quema las expectativas. Benedetto tuvo dos chances, pero pecó de eficacia; a Pavón a veces le falta un poco de sutileza para ser un buen definidor; y Centurión estuvo muy cerca, bastante mas cerca que sus compañeros. Jugar bien no es solo llegar al área y rematar, sino que también es hacerlo de buena manera. Si jugar bien es entender el juego, dar bien los pases, defender correctamente, también lo es no ponerse nerviosos cuando se definen los partidos. Aunque la fogosidad táctica de Guillermo se vio derrumbada al meter otro nueve (a mi entender, no conviene marear a los futbolistas con el sistema y luego cambiarlo de urgencia; lo mejor sería mantener la identidad colocando a cada uno donde más cómodo se sienta), al darse cuenta que con cuatro volantes faltaba un poco de chispa y que alguien haga esos goles errados, pero a pesar de tener otro hombre en el área, el fútbol sigue sin caer, mientras que los centros y la acumulación de jugadores llueven como en tiempos torrenciales: lo que hacía falta era que caigan algunas ideas, eso en cuento a la forma; pero para meter la bocha dentro del arco nadie supo concurrir como lo hizo Insaurralde.

sábado, 1 de octubre de 2016

BOCA 2 (4) LANUS 2 (2): GENERAMOS LA SUERTE

 Como en muchas otras veces, el fútbol argentino se nutrió la última semana de hechos ocurridos fuera de la cancha. Hacemos referencia a el "tironeo" de Angelici para que Boca y Lanús tengan el mismo tiempo de descanso. El objetivo es claro: que no haya "ventajas" por el hecho de que Lanús juegue un día antes. Y la verdad es que es lamentable, y por muchas cosas: primero, porque Boca es el club más grande del país, y es bastante grande como para preocuparse de cosas tan chiquitas; segundo, porque la AFA se deja manipular y no pone orden; y tercero porque si pensamos que la ventaja está en descansar un día más o un día menos, estamos muy equivocados. La ventaja que tenía Lanús es que es un equipo que juega a un excelente fútbol, y en vez de preocuparse por quien descansa más Boca tiene que encauzarse en jugar mejor y superarlo dentro de la cancha. Acá hay una disyuntiva interesante, que en la Argentina debería empezar a cambiar: el rol dirigencial. Los dirigentes deben colaborar con la causa, darle las herramientas al cuerpo técnico para trabajar con el plantel, y nos referimos a lo que tiene que ver con logística, infraestructura, brindarle al DT los futbolistas que necesita, conservar un ideal futbolístico serio. Pero cuando la tarea del dirigente es hacer uso del poder para demostrar que es más fuerte que el otro, el clima se entristece innecesariamente, y lo único que genera es tensión, como el cruce que tuvieron Tévez y Acosta antes de comenzar el encuentro.
 Se puede decir que el primer tiempo justifica lo dicho en el primer párrafo: el equipo de Almirón fue superior, tal vez sin lucirse en el entramado de la posesión, pero ejerciendo un control del resultado a través de la presión. El granate no es sólo "tiki tiki" y fútbol champagne, sino que debe ser uno de los equipos que más se sacrifica a la hora de recuperar: todos presionan, todos corren, y de forma sincronizada: los centrales saben como achicar hacia delante, y los extremos son los primeros en dar una mano. Así se neutralizaron todas las intenciones de un borroso Boca, absorbido por el acoplamiento rival.
 Los argumentos con los que se puede evidenciar haber igualado dos veces el resultado son simples: cuando no se hace fácil jugar, se urge la aparición de alguien que pueda fraccionar la regla, y si hay alguien indicado para eso es Carlos Tévez. Pero hay que volver a reiterar algo del último encuentro: está bien que para el 2-2 hubo varias apariciones de lo mejor de Boca, es decir, Peruzzi y Pavón por la derecha, Pablo Pérez recuperando en el medio, y Tévez definiendo; pero si no fuera por el taco de Benedetto, una intervención quirúrgica de elite, puede que la jugada no haya terminado en nada, y como definitivamente terminó pasando, no habría ninguna combinación similar de Boca hasta finalizar los 90 minutos. La conclusión es la siguiente: como diría un golfista, "mientras mas entreno, mas suerte tengo". No importa cuanto descansemos, si te hacen dos goles de pelota parada es porque el rival ensayó bien durante la semana y también estuviste distraído. Hay que enfocarse en mejorar, entrenar y perfeccionar eso bueno que tenemos, y que es bastante, como se vio en el segundo gol. Por favor, desde Angelici hasta el jugador más humilde de este costoso plantel, no volvamos a caer en pequeñeses.
 Y con la frase anteriormente dicha también podemos hacer referencia a los penales: sin duda que son suerte, pero nadie le puede quitar el mérito a Sara, que es un gran atajador de penales desde su estadía en Rafaela, y que cada vez tiene más suerte.