La derrota ante Portugal por 0-2 tuvo un factor clave: la escasez de una identidad y un proyecto futbolístico. Todos son responsables, pero la culpa no la tiene Rulli equivocándose en embolsar la pelota, no la tiene ningún chico del plantel que a pesar de como están las cosas, ponen una actitud de nivel modelo y hasta generan situaciones de gol, y tampoco la tiene Olarticoechea, que teniendo todo en su contra, como es empezar a trabajar tarde y ante la negativa de varios futbolistas, salió con ganas a dar la cara en este momento. Los mayores responsables son los dirigentes, antagonistas claros de una desorganización que va de la mano de una selección sin ideas.
Jugar con tres centrales en la defensa y con un lateral como volante, y que aún así el equipo haya quedado partido, marca la falta de trabajo con la que el entrenador se tuvo que arreglar para afrontar esta competencia, y es más evidente cuando todo queda improvisado a alguna arremetida de Correa o llegada de Gómez. Es decir, para generar peligro Argentina tuvo que depender de un lateral derecho, y eso es porque no hay una forma de jugar que predisponga de una estructura ni juego asociado.
Primero, todo fue precaución para protegerse de un rival que tal vez no sea superior nombre por nombre, pero que sí es mejor como conjunto (a diferencia de nosotros, ellos tenían una idea: juego corto, puntas movedizos por todo el frente de ataque, un medio campo que distribuya rápido y bandas siempre pobladas con un mínimo de dos jugadores), pero pasamos de una táctica contragolpeadora y con características defensivas a una superpoblación en ataque, con Pavón, Correa, Lo Celso, junto con Espinoza y Calleri. De un extremo al otro: no hay formas que nos identifiquen. Si se pudo empatar fue porque casi como si fuera de la nada y espontáneamente, la genética talentosa de nuestras tierras nos siembran chicos con enormes potenciales y una personalidad para destacar, pero sólo con tener buenos futbolistas y desparramarlos por la cancha no alcanza. El desorden siempre fue evidente. El Vasco Olarticoechea deberá hacer lo que pueda con un plantel que se está conociendo en los partidos, ya que no tuvo la oportunidad de hacerlo antes: todas las esperanzas estarán depositadas en que la capacidad de los jugadores alcance un nivel sublime como para formar un equipo dentro de la competencia, donde por lo menos se note una pizca de la mano del DT. No es nada sencillo y hasta sería utópico, pero es lo que nos da el destino.
Esta competencia será una experiencia para estos chicos, donde valdrá más cómo afrontan la adversidad que el resultado (no pidamos resultados si no nos preparamos para eso). Pero habrá que ver si Olarticoechea se anima a dejarlos jugar sin pensar en una bajeza de su imagen ante las posibilidades del rival (sacar a Lo Celso contradice su frase de que "no tiene miedo a perder"), ya que tal vez ante Argelia sea una buena oportunidad para que Argentina se defienda con la pelota a través de Lo Celso y Gómez pueda pasar por sorpresa como marcador de punta sin atribuirle responsabilidades que no suele llevar en su club. Si queremos terminar con el desorden, hay que tener en claro las cosas: el lateral, de lateral, el diez, de conductor. Mientras más se aprovechen los talentos, más se va a poder disimular la hecatombe de nuestro fútbol.
Los proyectos de Pekerman y Tocalli quedaron atrás: el presente es magro, pero habrá que pasar este momento y luego pensar en el futuro. Estos jugadores demuestran que el futuro puede existir, pero dependerá de los dirigentes empezar a construirlo o destruirlo de vuelta como todo lo que ya pulverizaron.
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