lunes, 29 de agosto de 2016

LANÚS 1 BOCA 0: A NO DESESPERARSE, QUE CON PAPEL ENFRENTAMOS ACERO

 Muchas veces caemos en la conjetura de que los equipos grandes tienen la obligación de ganar siempre. De eso surge una comparación tan tediosa como verídica en lo histórico: que los equipos chicos, ajustados con el presupuesto, les alcanza con hacer un torneo aceptable, y los grandes, más poderosos, deben ganar siempre, y salir campeón. Pero en este caso, el equipo más chico, que es Lanús, cuenta con varios medios como para ser más equipo que Boca, y esos ítems son que cuenta con un equipo que juega y muy bien al fútbol, con una cierta continuidad, los jugadores se entienden de memoria y pasan los dirigentes, los técnicos, los futbolistas, y Lanús sigue siendo una institución modelo de nuestro fútbol, y por eso todos los años participa de competiciones internacionales. Por lo tanto, puede ocurrir que algún día tenga un mal partido (cayó en su cancha 2-0 con Independiente la última semana), pero lo más verosímil que nos presenta un Lanús-Boca hoy por hoy como están dadas las cosas, es una victoria granate. Podemos pedirle a los jugadores de Boca que jueguen mejor, que ganen este partido (no importa contra quien juegues, uno siempre va a pedir ganar) pero no se puede crucificar a nadie por la derrota. Y eso se debe a que hay que sacarse la camiseta por dos segundos: sos Boca, el más grande de la Argentina, de los más grandes del mundo, hay jugadores de excelencia, ¿y qué hacemos con eso? Boca aún se está armando como conjunto, Lanús es un elenco hecho y derecho. Hay que tener paciencia y rescatar que todavía siendo una torre de papel nos medimos ante una torre de acero, y se pudo haber ganado, con una actuación que cautiva. 
 Una de los cambios sustanciales que impregnó Guillermo fue en la zaga: Vergini ocupa el lugar de Díaz porque necesita un central rápido, ágil y bueno con los pies. Y con la intención de hacer algo parecido a lo que hizo en el equipo que teníamos enfrente, se pretende empezar a armar juego desde atrás: por eso el partido estuvo en muchos momentos basado en la presión; con Boca asfixiando en la salida de Monetti y compañía, y Lanús incomodando en el mismo lugar. Y daba la sensación de que los de Guillermo andaban bien: si no se presionaba en bloque adelante, se trataba de contener en la mitad de la cancha, con un doble cinco bien acoplado, un Castellani que se cierra por naturaleza y un Pavón que da una mano por la derecha incansablemente. Las coberturas se realizaban bien, se recuperó la pelota arriba más de una vez, y sin juego asociado pero con pases entre líneas de Pérez luego de alguna recuperación se había llegado a estar mano a mano con Monetti. El partido de Boca era aceptable. Lanús también tuvo chances. Y es lógico que el equipo del sur las haya tenido, primero porque la propuesta de Boca impone un ida y vuelta (sobre todo ante este tipo de rivales, con wines rápidos y juego ofensivo), y segundo porque Lanús es el mejor equipo del fútbol argentino, alguna chance va a tener por inercia.
 Pero no es difícil notar en lo que se diferencian ambos equipos, y lo que hace mejor a uno que al otro: como no hay una línea de juego definida, Tévez todavía no encuentra socios, Benedetto a veces se apresura mucho como en la jugada que le gana al central y dispara al arco indiscriminadamente, cuando con tranquilidad pudo haber construido una jugada (no tiene en su cabeza a los compañeros como sí los tiene Sand), Pavón es otro que a veces no termina bien las jugadas, y Castellani hoy no encontró su rol (de wing izquierdo no va a jugar, pero tampoco se asoció con Tévez, con Pérez, no encontró el lugar que podría encontrar en un equipo lubricado como el de Almirón). Y en lo individual a veces se deja mucho que desear: Benedetto no estuvo fino, Tévez menos. Carlitos sigue siendo ese jugador que parece triste y fastidioso, que no juega con frescura, sino que apenas aporta jerarquía con algún pase bien puesto, más propio de un jugador cerebral que de alguien electrizante como él. 
 Y está claro que cuando hay una base sólida, cuando no alcanza para quebrar el resultado se puede cambiar alguna pieza que cambie la ecuación. Con los ingresos de Moreno y Sand, Lanús se hizo dueño del partido, y los defensores de Boca empezaron a sufrir. Los mellizos intentaron con Centurión teniendo a dos desequilibrantes y velocistas por los extremos, pero quedó en el intento, ante un Lanús más sólido, más maduro, que supo resolverlo, que tiene más fútbol. Pero a tener paciencia: el partido de Boca no fue deprimente, tal vez en otra oportunidad la de Benedetto entre, y la torre de papel pase a ser de acero.
 

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