jueves, 30 de junio de 2016

BOCA 4 GÜEMES 0: UNA ENTRADA ANTES DEL PLATO PRINCIPAL

 El parate de la Copa América muchas veces se hace tan largo que nos deja con las ganas de volver al día a día de los clubes, y el changüí para que se reanude la Libertadores requiere de minutos de fútbol para volver a la cita continental con rodaje. Un aperitivo no se compara con el plato principal, pero sirve para calmar el hambre. 
 En vez de jugar otro compromiso de carácter amistoso como el pasado ante Olimpia, se aprovechó el tiempo para afrontar los 32avos de la Copa Argentina, un compromiso oficial que muchas veces contiene la misma emoción que un partido de preparación intrascendente. Eso se debe a la incomparabilidad técnica, física, táctica y mental (el todo conformaría lo que se conoce como nivel futbolístico) entre dos conjuntos que están separados por un abismo. El amateurismo vs el profesionalismo, la humildad vs los millones. 
 Cuando un equipo es inferior a otro, lo peor que puede hacer es sentirse así: de entrada el equipo santiagueño se mostró inseguro, dubitativo y endeble para empezar abajo a los 12 segundos, donde no solo cabe recriminarle el enrollo al lateral derecho, sino también a un equipo mal escalonado que no intercepta un balón cruzado y deja entrar a un hombre libre por el área. Con ese tanto, para Boca no fue más que un entrenamiento, manipulando el balón sin el objetivo de tenerlo por el solo hecho de la posesión, sino con el objetivo de verticalizar cada vez que se recupera, como le gusta a Guillermo. Y en la clasificación a 16avos hay varias buenas noticias para los mellizos: se vio un equipo fresco, con movilidad, sin dar referencias, especialmente en los tres puntas, ya que si hay algo que desconcierta al rival en un ataque propio es el factor sorpresa, es decir, no enunciar la acción siguiente, lo que se le puede entender como atacar con un ordenamiento que se asemeja a un cierto desorden posicional, donde Tévez hace de forma perfecta el movimiento de salir y entrar en el área permanentemente; y Zuqui se acopló de buena manera, se incorporó al circuito de juego y hasta tuvo la posibilidad de convertir. No deja de ser vital la cierta inocencia del equipo del Federal B en ciertos conceptos que lógicamente tienen incorporados, pero que se ven de forma deficitaria ante tanta disparidad, como dejar la espalda descubierta, ir al hombre facilitando el pase en profundidad, etc. 
 El segundo tiempo pasó a estar de más por la irreversibilidad del marcador, pero hay que felicitar a Güemes por el esfuerzo que hizo en levantar su imagen, y vaya si lo logro: en la segunda etapa se vio un Boca dominante pero poco agresivo, sin el concepto de tocar-atacar que se vio en los primeros 45 minutos, y el justificativo fue el disciplinario repliegue y garra del elenco del interior para colocarse la meta de no recibir más goles. La perfección no existe, a uno le hubiera gustado ganar 10-0 y tener 30 chances de gol pero golear merecidamente como lo hicimos tampoco está nada mal: Boca hizo lo que tenía que hacer, tener la pelota y ver si en esos estancados minutos complementarios se abría algún que otro espacio. Esto último ocurrió un par de veces, pero la razonable relajación nos quitó eficacia, hasta que en el final, por el oficio de la jerarquía Pablo Pérez llegó al gol por el centro luego de una especie de pared mezclada con una arremetida. 
 Más allá de la tranquilidad, hay una preocupación: en Ecuador no estará el sacrificio, chispa, desborde y velocidad por la derecha de Pavón, el más parecido a Guillermo que tiene este equipo. El trabajo de rotar posiciones es una labor que este equipo sabe hacer, por lo que Benedetto podría hacer un buen trabajo por la derecha enlazando con Tévez, pero claro, juegue quien juegue no va a ser como Pavón, que ya es un pilar en el 11 de los Barros Esquelotto y es el que después de Carlitos hace la diferencia en el uno vs uno, algo que en cualquier equipo de fútbol es esencial para enriquecer un juego colectivo, como ocurrió en este partido, por ejemplo en el segundo gol: se puede ser muy superior, pero en algún momento alguien de los once tiene que desnivelar. 

lunes, 27 de junio de 2016

NO SUPIMOS CUIDARLO

 Esto no pareciera ser real: tercer final perdida, Messi anuncia su retiro de la selección. Seguramente muchos pedirán que los pellizquen y que esto sea solo una pesadilla. Pero lamentablemente, es una realidad, y en estas líneas no se puede hacer más que analizar lo sucedido.
 Parece que todo fuera un mal sueño porque parecía que por fin se nos iba a dar: esta era una versión de la Argentina mejorada, con eficacia, flexibilidad, y sobre todo con un Messi a pleno, bien acompañado. Se había encontrado la defensa, Banega encajó en la tecla y recuperamos a Higuaín. La pregunta del millón es: ¿porqué no pudimos jugar la final como lo veníamos haciendo? Mala suerte, que nos meó un elefante, que lo psicológico influye. Todo puede ser. Además, las lesiones: Di María, Gaitán, Lavezzi, Augusto Fernández.
 Parecemos estar meados por un elefante mutante cuando tenemos la brujería de la Conmebol colocando un árbitro que es una vergüenza, que se hace el payaso, que amagó con expulsar a un jugador chileno y termina expulsando a Rojo cuando con el hombre de más (la doble amarilla de Díaz provocado por las gambetas de Messi) comenzábamos a encontrar la circulación del balón, y de a poco el dominio del encuentro. Ahora bien, son cosas del fútbol, que como en estos casos, es muy injusto, entonces con 10 vs 10 el partido iba a tener un punto de inflexión. 
 Acá es cuando dejo de echarle la culpa a Higuaín y al árbitro y me fijo en lo colectivo: con 10 de cada lado, Chile fue el que se sintió más cómodo y la final se pareció bastante a la del año pasado. Esto se debe a que los trasandinos hacían ancho el campo con Fuenzalida y Sánchez, y mientras que nosotros empujábamos con Messi que iba contra cinco futbolistas chilenos (una diferencia con la final pasada es que se vio un Messi muy participativo, pero claro, poco acompañado), los de Pizzi atacaban en bloque, por lo menos intentando hacer algo parecido a lo que se propone. La Argentina tuvo a un Di María tocado, a un Banega que no le pesó la instancia pero no pudo unir líneas en un equipo sumergido en la confusión, y Messi fue el que más lo padeció, porque salió en la foto de todas las jugadas optando a pleno por la individual pero sin lugar al juego asociado. Por lo tanto, si bien fue lógico haber llegado a los penales, Chile conserva el ADN del pase corto y las transiciones rápidas, mientras que Argentina fue un equipo con mucha actitud, pero con pocas variantes. 
 Higuaín es un gran definidor, Messi rara vez erra un penal, Agüero hizo un gol de película cuando el City se consagró en 2012 ante el QPR pero acá se le va lejos, hace 29 partidos que un jugador del seleccionado no veía una roja, y todo justo se dio en la final. Ahí puede encontrarse un justificativo de las consagraciones de la Roja: le pesaron menos las finales. 
 Esta copa llegó en un escenario complejo: con la AFA en medio de un incendio, con amagos de intervenciones, dirigentes procesados y amenazas de sacar al equipo de la copa, pero sin embargo los jugadores dieron la cara, salieron a jugar, mostraron valentía, pero pareciera que el destino no quiere ver a esta camada levantando un trofeo. No se puede hacer mas que agradecerles a Martino y al plantel por representar y poner tan arriba al fútbol de nuestro país por tercer año consecutivo. Ahora hay que devolver esa gratitud, convencer a Lionel de que se quede, de que también se queden Mascherano, Agüero, Higuaín, y todos los que quieran irse. Si no tienen ganas de seguir jugando en la selección, no se los puede obligar, pero no va a ser nada sencillo reemplazar hombres que llevaron la camiseta con tanto orgullo. Pero sobre todo va a doler la ausencia del mejor de todos: si Argentina tenía una esperanza en esta final era él, él fue la luz entre tantas sombras, y en las fases anteriores fue el que dio el toque de distinción, por lo que el miedo de ser una selección como tantas otras es inevitable si no contamos con el diez. No supimos cuidarlo porque el respaldo que le damos ahora no se vió en la cancha, lo dejamos solo, Martino pudo haber hecho las cosas bien, pero no amoldó un equipo que en la final se acople al haz de espadas. Si queremos seguir disfrutando de su fútbol y hacerlo feliz (ganar por fin un título), hay que tratarlo como lo tratan en el Barcelona, afuera y dentro de la cancha, y sobre todo en las finales.

miércoles, 22 de junio de 2016

UN JUEGO SÚPER DESARROLLADO

 Argentina es un país ensamblador, "el granero del mundo", una nación que podría considerarse como país emergente, pero que está lejos del desarrollo de los Estados Unidos, sobre todo en términos económicos. De hecho, si vamos al plano organizativo del fútbol, deporte que predomina mucho más en nuestro país que en el de norteamérica, la AFA es un descalabro descomunal, llena de conflictos, escasa en recursos, con un liderazgo indefinido; mientras que en la MLS el pueblo americano vive de un fútbol en paz y con la posibilidad financiera de traer distintas figuras del plano internacional, lo que va de la mano de un estado que tiene las cuentas ordenadas. Pero por algo el fútbol es lo que predomina en nuestro país: tenemos al mejor del mundo y un equipo lleno de estrellas, incomparable con el aún así buen equipo estadounidense. 
 Con cualidades más físicas que técnicas, el elenco de Klinsman se había desempeñado de buena manera basándose en el orden táctico, los liderazgos de Bradley y Dempsey y un ataque veloz e hiriente que lo transformó en un merecido semifinalista. Argentina no exporta bienes industriales, pero a través de una reinserción en el plano internacional, un ordenamiento del equilibrio fiscal y una buena política de comercio y llegada de inversiones puede llegar a valorarse como un país serio: eso hizo la selección de Estados Unidos, que con trabajo se convirtió en una incomodidad para cualquier rival. Y un rival siempre es complicado cuando además tiene el plus de la localía. Pero todo se vio abatido por la presión de la Argentina en cada minuto, estando físicamente a la par de EEUU, el juego corto y conexión de Banega, por un Higuaín que volvió a ser un goleador, y por el mejor de todos, que transforma un tiro libre común en una bomba atómica. 
 Una de las claves del fútbol es presionar: dependiendo de la idea, se puede presionar en distintos lugares del campo y de distinta manera, pero si en ningún momento se decide presionar, perdiste. Argentina toma la decisión de achicar en tres cuartos, y el objetivo es claro: ser agresivo en la recuperación para poder tenerla, para atacar. Más allá de la zurda blindada del diez, de otro muy buen partido en una instancia definitoria de Lavezzi, de la irreprochable defensa de Otamendi, la clave estuvo en la presión. No es casualidad que el primer tiempo haya finalizado con el 71% de la posesión para los de Martino, pero también para eso hubo una posesión con argumentos claros, para así poder dirigir el balón de buena manera. 
 Estados Unidos fue un equipo de tercer orden y la Argentina un conjunto súper desarrollado: el plan de los yankees fue esperar, y cuando la historia estaba cuesta arriba lo fue a buscar y la siguió pagando caro, mientras Argentina seguía en su mundo, el de presionar, tocar, jugar, hacer goles y patear al arco, lo que nunca llegó a conseguir el local. Pero el asunto es todavía más profundo: lo que justifica el pase a la final antes que la presión, que Messi, que las distintas variantes del Tata, es la mentalidad, el hambre por cortar la sequía, por ser cada vez mejores. Ese mismo hambre y cultura laboral que ya siendo el mejor del mundo, llevó a Messi a quedarse practicando tiros libres después de cada práctica del Barcelona, lo que le permitió clavar el golazo que fue el número 55. No son muchas las selecciones que llegan a tres finales en tres años. 

domingo, 19 de junio de 2016

UN EQUIPO BIEN ARMADO

Siempre son sabias las palabras de Ricardo Caruso Lombardi, un genio de arriba a abajo, hombre milagroso especialista en salvar equipos del descenso, en motivar almas demacradas y conseguir resultados que parecen estar demasiado lejos. Como columnista, hace unos meses decía de la selección: "Argentina no consigue ser un equipo bien parado, que vos digas qué bien está Di María ahí en la izquierda, Messi acá, Agüero allá". En este momento las palabras del salvador serían tan disparatadas como las de Maradona diciendo que a Messi le falta personalidad. 
 En esta Copa América Martino consiguió solucionar lo que decía Caruso: hoy en día ya no predomina el concepto estructurado de llevar la pelota de un lado a otro y conservar la disposición esquemática a como dé lugar, sino que es un equipo que ataca con mas fluidez e improvisación, pero está avalado por el buen armado del conjunto. Este Messi cerebral que además de concluir las jugadas las arma, hace recordar por momentos a Riquelme por cómo se mueve para recibir la pelota: Román se ubicaba muchas veces por la izquierda y se cerraba al centro, mientras que Messi lo hace con su perfil, arrancando por la derecha. Con Messi siendo la pieza clave del engranaje a través de la personalidad para tomar las riendas del equipo y encabezar una revuelta cada vez que Argentina recupera la pelota, es donde puede verse el buen armado de la Selección, con el mencionado Messi, un goleador como Higuaín ganándole las espaldas a los centrales y definiendo como él sabe, con Gaitán bien ubicado en la izquierda para desbordar y atento para asistir, con Banega como el punto justo de un entramado dúctil y un Augusto Fernández participativo para presionar y aparecer cerca del área, puede entreverse una disciplina ofensiva que encaja en el mejor púlpito de la contundencia. Pero Argentina ya no es dos equipos en uno: Mascherano se plegó a la línea defensiva en el peor momento argentino y mejor momento venezolano, tanto los marcadores de punta como los marcadores centrales se esmeraron lo mejor posible en disimular el breve transcurso de flaqueza en dónde el equipo quedaba largo y los jugadores vinotintos dominaron posicionalmente el partido, pero siempre bajo la sobria actuación de Romero. Es decir, hay construida y edificada una columna que se enriquece bajo distintas actuaciones en momentos clave, lo que da como resultado una homogénea cimentación como nunca se había visto en la Copa América pasada, donde la sensación era la contraria: un equipo muchas veces desprotegido, por momentos inconcluso, con un Messi incómodo y con futbolistas que parecían no tener el lugar asegurado, bajo la tutela de un estructuralismo que hoy es pura flexibilidad y pragmatismo. 
 Además, los suplentes también forman parte de una identidad, porque se supone que la idea debe persistir siendo finamente retocada cuando hay cambios en la formación, y la realidad nos lleva a que Argentina cuenta con un amplio abanico de posibilidades como alternancias, manteniendo la misma voracidad y agresividad con Lamela, Lavezzi y Agüero, y la gota de tenencia con Biglia. 
 El equipo está andando, es sólido, hace goles y ante todo, gana. Todo se debe a que posee la consistencia de un armado sostenido gracias a un formato provisto de hombres bien discernidos en la tarea que debe llevar a cabo cada uno para llegar a la tarea comunal. Messi alude a ello cada vez que se mueve de la derecha al centro y cuenta con un menú de opciones para intercalar en área rival.

miércoles, 15 de junio de 2016

LAS CONVICCIONES DE MARTINO

 El que tiene convicciones es el que cree en lo que hace, y para eso es importante mantener un ego. Es un error tratar con desprecio a la palabra ego, ya que sin él, nadie se la creería, y muchas veces creérsela es lo que nos lleva a grandes logros. Todo en exceso es malo, está demás decirlo: si algo es inviable, evidentemente para encontrar resultados distintos algo hay que cambiar. Pero lo que nos da una personalidad son las convicciones, y lo que hace a un equipo de fútbol un elenco convencido además del convencimiento de sus jugadores, es la convicción con la que debe tomar las decisiones el que dirige la orquesta, ya que los actores responden a él.
Castigado por su temporada sin títulos en el Barcelona, por el mal planteo en la final ante Chile y por la poca paciencia para consolidar sus formas de trabajo en el seleccionado, Martino es un entrenador para el que le abundan las críticas y seguramente, si no sale campeón con Argentina en esta Copa América muchos pedirán su cabeza por el "doble fracaso". Pero si hay algo que tiene Martino son convicciones, y la Argentina saca rédito de ello.
 Como muchos otros mitos argentinos que se generan (como que tenemos que ser los mejores, cuando no hay un proyecto que se respete), se instaló la falacia de que Lavezzi seguía siendo convocado porque es amigo de Messi, porque ceba bien los mates, porque es gracioso. Pero Martino sigue convocando a Lavezzi más allá de que juegue en una liga de cuarto orden en términos futbolísticos, y eso se debe a que ve en él un jugador acorde al sistema. No es casualidad el buen partido que hizo ante Bolivia, el gol ante Brasil o el buen despliegue que tuvo en la victoria conseguida en Barranquilla. Además, Lavezzi es parte de esta camada de la categoría impulsada por Pekerman, y cabe resaltar que eso tampoco es casualidad y tampoco lo es que haya sido el mejor de la final del mundo ante Alemania habiendo jugado 45 minutos. Todo eso no es casualidad, y que siga siendo futbolista de la Selección tampoco. Si es un futbolista consagrado, que ya era parte del grupo, te interesa y se adapta a tu propuesta, ¿qué importa en qué país juegue? Correr el riesgo de confiar en un futbolista que "ya no juega por el bronce" es algo que poco le importa a Martino.
 Una de las deudas de Sabella era consolidar una dupla de centrales. A Fernández y Garay les costó horrores solidificar a un conjunto que era uno en ataque y otro muy distinto en defensa, a tal punto que Demichelis entró en la zaga en medio del Mundial, lo que concedió una mayor jerarquía al fondo albiceleste. Martino le devolvió a Otamendi la confianza y lo hizo un jugador de selección en serio, y más aún cuando asienta su carrera en uno de los mejores clubes del mundo, junto con Funes Mori, que una vez que ingresó como segundo central, no había dudas de cuál era la dupla de zagueros. ¿Hace cuanto que ya no hablamos de los nervios de cuando el equipo rival pasa la mitad de la cancha? Martino lo logró: consiguió la solidez tan buscada, para que Otamendi sea tan fundamental como, por ejemplo, Di María, en lo que es la columna vertebral de este equipo.
 Uno de los íconos que se hacen sentir de parte de la gente es el hecho de ganar, de la sed de triunfos. Pero para eso es menester preguntarse cómo ganar. Martino es firme en su postura y quiere hacer ganar a la selección a su manera, y para eso convoca futbolistas de su paladar sin importar las críticas: Cuesta es un futbolista sin pasado en el cuadro nacional, y según la interpretación de cada uno, podría haber más de un zaguero en su lugar. Pero el de Independiente le respondió al DT con un gol. Además, Martino insiste con su proyecto para las divisiones inferiores y que así las nuevas camadas lleguen a la selección mayor teniendo incorporados varios conceptos de su juego: sí, él quiere dejar su sello y no ser un entrenador más.
 Claro está que su capacidad de conducción deberá trasladarla a los duelos mano a mano, que tendrán su primer capítulo (esperemos que no sea el último) el sábado ante Venezuela, luego de avasallar en la primera ronda adaptándose a las características de cada rival y encontrando un lugar en la cancha para Messi, que lo hace sentir como lo que es: el mejor de todos.
 Ahora Martino debe hacer crecer los frutos de su trabajo. De que le sobran convicciones no hay ninguna duda.

sábado, 11 de junio de 2016

ES POR EL CENTRO, TATA

 Los tiempos de wing derecho de Messi quedaron tan lejos como el Barcelona de Rijkaard desde que Guardiola revolucionó el fútbol con su equipo multicampeón y decidió utilizar al crack por el centro, en una posición donde no sea una extensión del equipo por el lado derecho, sino que el equipo gire al rededor de él, y siendo fiel al legado de que "los buenos juegan por el centro".
 La Selección Argentina selecciona 23 futbolistas por la labor que hacen en los clubes, por lo que es necesario hacerles sentir comodidad adecuándolos a un funcionamiento donde cada uno, sin realizar exactamente la misma función que en su club (es imposible, ya que la idea es distinta, los compañeros son otros) cumplan un papel acorde a su trabajo que los catapultó al seleccionado. Es por eso que Banega, por ejemplo, se siente a pleno cumpliendo la función de enlazar los pasajes de defensa-ataque como lo hace en Sevilla, sin tener a Gameiro o a Coke pero entendiéndose bien con Di María o Gaitán para jugar rápido.
 Dicho esto, teniendo la suerte de tener al mejor del mundo, y que actualmente supera a todos los futbolistas del planeta en un sistema que lo tiene arrancando por la derecha pero que lo suelta por el centro y detrás de Suárez y Neymar, no había ningún motivo para que Messi juegue en la selección como en la última Copa América: por momentos muy encerrado en la derecha, con Pastore cumpliendo a pleno el rol de conductor malgastando al 10 por el costado como si fuera un jugador más. Si se hizo el mejor del mundo jugando libre, hay que dejarlo jugar donde se sienta más cómodo, y no ser excesivamente estrictos con el esquema, porque muchas veces lo que te hace ganar es romper el esquema.
 Argentina posicionaba a Fernández mas cerca de Banega que de Mascherano, que muchas veces pasaba a ser integrante de una línea de tres debido al adelantamiento de los marcadores de punta para tomar el mando de un partido que lo tenía a Panamá como el equipo inferior. Pero las buenas intenciones de la Selección por intentar jugar se veían diezmadas, debido al juego de roce y fricción de los caribeños, lo que tornó al encuentro con un catálogo de partido chato. Argentina estaba cumpliendo, iba ganando y no pasaba nada de nada, pero tan solo cumpliendo con la obligación de ganar, sin desentonar, hasta que apareció él para cambiar el asunto como si viniera de otro planeta y transformar todo en una goleada sin objeciones que contradigan a la supremacia albiceleste. Y todas sus apariciones llegaron por el centro: el lugar donde Pep vio la luz, donde él terminó explotando y rompiendo todos los récords, y por donde quedó a un tanto de alcanzar a Batistuta como máximo artillero del seleccionado o poniéndole la pelota a Rojo como con la mano.
 Los genios son así: no se les puede obligar a jugar por un lado u otro, sino que tienen que ir donde su volumen se vea mas alto. Messi es el que debe liderar a este conjunto a lo mas alto de esta copa, y para eso hay que hacerlo sentir tan cómodo como se siente en el Barcelona. El ida y vuelta por la derecha que sea para Gaitán, que está jugando más que bien y así en el Benfica consiguió tan buenos rendimientos. Pero el capitán es el conductor, y para conducir solo hay que darle el volante, no decirle mas nada.

martes, 7 de junio de 2016

LA UTILIDAD DE SER FLEXIBLE

 Ser fiel a un estilo y "ganar o perder, pero a nuestra manera" como diría Pep Guardiola, es un argumento muy sólido para fundamentar el libreto del menottismo, pero adaptarse a las circunstancias también es válido en el fútbol: ¿quien dijo que no se puede cambiar?
 Uno puede pensar que por lo que vimos en la carrera como entrenador del Tata en los últimos tiempos de Newell´s y Barcelona, utilizaría la misma ideología en la selección más allá del rival. Pero por la cabeza de Martino seguramente habrá pasado la idea de que muchas veces la idea no pasa solo por tus propios métodos, sino que pasa muchas veces por tus futbolistas y por el rival. 
 Es la tercera vez que Argentina enfrenta a Chile con el Tata como DT, y es la tercera vez que renuncia al juego de posesión y pase corto. En la final, el planteo careció de armas como para hacer un papel digno, en el juego por las eliminatorias hubo lapsos del ideario principal, y luego se vio obligado a meter la cola atrás y cerrar el partido aguantando lo que venga, pero esta vez, Argentina jugó desde el primer minuto atacando al espacio, con un fútbol de vértigo, recuperando y verticalizando, conservando la intención de presionar arriba y salir jugando desde el fondo, pero con el ingenio de adaptarse a la circunstancia de un Chile con la iniciativa y explotar los espacios disponibles a través de transiciones rápidas y contundentes. 
 La ausencia de Messi permitió probar con Gaitán como extremo derecho, y la labor del ex Boca fue clave por el hecho del ida y vuelta y su matiz hiriente para golpear de contragolpe, convirtiéndose en la figura más expresiva del planteo del Tata. 
 Todo este entramado de ideas nos lleva a la conclusión de que sin brillar, la Argentina siempre tuvo el partido bajo control y la vocación utilitaria y eficaz fue mucho más que las dudas a la hora de querer jugar limpio desde el arquero. Básicamente, el mapa fue muy claro: teniendo a un Augusto Fernández mas utilizado para la contención que para la elaboración, a un Banega figura en el Sevilla debido a su capacidad de conducción y manejo del tránsito de la pelota de forma lúcida y eligiendo instintivamente bien (como hizo en cada ataque de Argentina), un Gaitán con capacidad para ir y volver, y un Di María que lanzado en velocidad es aquel velocista imparable del Madrid de Ancelotti y no el inseguro extremo cuando tiene que decidir con pausa y pocos espacios, Argentina tenía todo para flexibilizar su postura, jugar por el hecho de lo que mas importa en el fútbol, que es obtener los tres puntos. La forma de cómo se los obtiene también es igual de primordial, y no sirve de nada conservar un perfil cuando hay otro que puede resultar mas beneficioso. Esto que llevó a cabo Martino es lo que supieron hacer Cocca, Gallardo y Guede: ser inteligente y saber cambiar cuando fue necesario. 
 Tal vez no estemos ante un caso de menottismo o bilardismo: estamos ante un entrenador con una idea que es flexible y que sabe variar para el objetivo que queremos todos: ganar. Ahí se hace notar la mano del entrenador, pero está claro que luego los futbolistas deben hacer lo suyo: gran noticia la del surgimiento de la sociedad Banega-Di María. Es decir, la idea principal es ganar, y si se cae en la soberbia de no pensar en el rival, insistir con una fórmula hasta sabiendo que puede verse poco pragmática, la idea principal se ve derrocada. Ahora habrá que adaptarse y reacomodar este plan a los partidos con Bolivia y Panamá, que uno prevee que no darán lugar a la recuperación y ataque instantáneo, sino que Argentina deberá tomar las riendas del asunto y quebrar defensas mucho mas numerosas: tal vez para eso no contemos con el desequilibrio de Gaitán, sino con el intelecto de Messi, capaz de romper mil murallas con los pases sutiles de la última temporada en el Barcelona. Ser flexible es útil, y muchas veces ser rígido nos hace chocar contra nuestras propias intenciones.

viernes, 3 de junio de 2016

EL DESAFÍO DE DEFENDER UN ESTILO

 Martino llegó para reemplazar a Sabella como una cara totalmente opuesta: posesión del balón como principal arma, hacer ancho el campo con jugadores en las bandas e interiores que lleguen por el centro, con presión en campo rival y pases cortos hasta encontrar los espacios.
 Lo que se le reclama al ciclo del Tata además de un campeonato es mantener la misma intensidad durante los 90 minutos, sin baches ni momentos de sofoco. Todos sabemos a lo que quiere jugar su selección, cuál es su idea y cuáles son sus intérpretes preferidos, pero todavía no hemos visto a un seleccionado que rinda cumpliendo la misma línea de juego con un andamiaje inquebrable.
 Lógicamente, para fortalecer un estilo se requiere de una continuidad, pero no solo del entrenador, sino que se necesitan los futbolistas que van a llevar a cabo esa idea para que se familiaricen con ello, y en un seleccionado nacional no es fácil, ya que los tiempos se acortan y son muy diferidos entre una convocatoria y otro. Alemania y España lo lograron, pero no fue de un día para el otro, y eso fue producto de la paciencia y perseverancia. Es por eso que Martino hace bien en conservar la base de esta camada de futbolistas y no caer en la locura social de que "Higuaín falló en las dos finales y cumplió un ciclo, es turno de Bou, Ruben o Pratto", como si sus "reemplazantes" fueran de un nivel superior y darían garantías de hacer goles en las finales, sin quitarles los méritos y la indiscutida jerarquía que supieron conseguir.
 El fútbol de hoy en día, el fútbol mundial en general, vive un aire de juego ofensivo, de salida limpia desde el fondo y de tratar a la tenencia de la pelota como el arma principal (sin dejar de lado estilos como el de Simeone, que siguen prevaleciendo), que es un arraigo cultural que también se instaló en nuestro fútbol argentino los últimos años, donde el mismo Martino tuvo una injerencia excepcional a través de su Newell´s y Lanús, el actual campeón, reunió estos atributos como los fundamentos de su consagración, más allá de que las propuestas de Gallardo, Cocca y Guede hayan sido retocadas para obtener mejores resultados. Por lo tanto, el proyecto de Martino (que debería ser adoptado por las selecciones juveniles para consolidar una propuesta que adhiera a todo lo que significa en sí la selección argentina) es totalmente coherente, aunque no sea una continuidad del bilardismo de Sabella, pero que tiene la misma base de jugadores, totalmente capaz de adaptarse al cambio, más teniendo en cuenta que a diferencia de Brasil, Argentina nunca tuvo una forma de jugar que lo identifique en toda su historia, lo que nos trae como recuerdo la disputa de bilardismo-menottismo.
 Claro está que defender un libreto no quiere decir encapricharse y no retractarse sobre errores que puede traer la misma idea que se desea implementar. De hecho, Guardiola, el principal impulsor de esta modalidad, no es conocido solo por su capacidad de darle su impronta al Barcelona, Bayern Munich y lo que se espera que será de su Manchester City, sino que es reconocido y admirado también por sus variantes tácticas que rompen el esquema, como Messi de falso nueve, Lahm de doble cinco, utilizar línea de tres en determinados momentos, interiorizar a los laterales, etc. Martino parece captar ese mensaje: ya utilizó en varias oportunidades el 4-2-3-1 como alternancia del 4-3-3 para beneficiarse en algunos conceptos tácticos en determinadas circunstancias.
 Ante un rival fuerte como Chile y con soldados caídos o en duda como Messi, Biglia, Lavezzi, Pastore o Zabaleta y Garay (los dos últimos que supieron ser baluartes de la selección ni siquiera fueron convocados, mientras que la permanencia de Biglia corre peligro) se deberá afianzarse al estilo para suplir las ausencias. El menester primordial además del coraje que se necesita para el triunfo será demostrar que los reemplazantes son capaces de defender la metodología que todavía no fue del todo adueñada por el 11 titular.