jueves, 30 de junio de 2016

BOCA 4 GÜEMES 0: UNA ENTRADA ANTES DEL PLATO PRINCIPAL

 El parate de la Copa América muchas veces se hace tan largo que nos deja con las ganas de volver al día a día de los clubes, y el changüí para que se reanude la Libertadores requiere de minutos de fútbol para volver a la cita continental con rodaje. Un aperitivo no se compara con el plato principal, pero sirve para calmar el hambre. 
 En vez de jugar otro compromiso de carácter amistoso como el pasado ante Olimpia, se aprovechó el tiempo para afrontar los 32avos de la Copa Argentina, un compromiso oficial que muchas veces contiene la misma emoción que un partido de preparación intrascendente. Eso se debe a la incomparabilidad técnica, física, táctica y mental (el todo conformaría lo que se conoce como nivel futbolístico) entre dos conjuntos que están separados por un abismo. El amateurismo vs el profesionalismo, la humildad vs los millones. 
 Cuando un equipo es inferior a otro, lo peor que puede hacer es sentirse así: de entrada el equipo santiagueño se mostró inseguro, dubitativo y endeble para empezar abajo a los 12 segundos, donde no solo cabe recriminarle el enrollo al lateral derecho, sino también a un equipo mal escalonado que no intercepta un balón cruzado y deja entrar a un hombre libre por el área. Con ese tanto, para Boca no fue más que un entrenamiento, manipulando el balón sin el objetivo de tenerlo por el solo hecho de la posesión, sino con el objetivo de verticalizar cada vez que se recupera, como le gusta a Guillermo. Y en la clasificación a 16avos hay varias buenas noticias para los mellizos: se vio un equipo fresco, con movilidad, sin dar referencias, especialmente en los tres puntas, ya que si hay algo que desconcierta al rival en un ataque propio es el factor sorpresa, es decir, no enunciar la acción siguiente, lo que se le puede entender como atacar con un ordenamiento que se asemeja a un cierto desorden posicional, donde Tévez hace de forma perfecta el movimiento de salir y entrar en el área permanentemente; y Zuqui se acopló de buena manera, se incorporó al circuito de juego y hasta tuvo la posibilidad de convertir. No deja de ser vital la cierta inocencia del equipo del Federal B en ciertos conceptos que lógicamente tienen incorporados, pero que se ven de forma deficitaria ante tanta disparidad, como dejar la espalda descubierta, ir al hombre facilitando el pase en profundidad, etc. 
 El segundo tiempo pasó a estar de más por la irreversibilidad del marcador, pero hay que felicitar a Güemes por el esfuerzo que hizo en levantar su imagen, y vaya si lo logro: en la segunda etapa se vio un Boca dominante pero poco agresivo, sin el concepto de tocar-atacar que se vio en los primeros 45 minutos, y el justificativo fue el disciplinario repliegue y garra del elenco del interior para colocarse la meta de no recibir más goles. La perfección no existe, a uno le hubiera gustado ganar 10-0 y tener 30 chances de gol pero golear merecidamente como lo hicimos tampoco está nada mal: Boca hizo lo que tenía que hacer, tener la pelota y ver si en esos estancados minutos complementarios se abría algún que otro espacio. Esto último ocurrió un par de veces, pero la razonable relajación nos quitó eficacia, hasta que en el final, por el oficio de la jerarquía Pablo Pérez llegó al gol por el centro luego de una especie de pared mezclada con una arremetida. 
 Más allá de la tranquilidad, hay una preocupación: en Ecuador no estará el sacrificio, chispa, desborde y velocidad por la derecha de Pavón, el más parecido a Guillermo que tiene este equipo. El trabajo de rotar posiciones es una labor que este equipo sabe hacer, por lo que Benedetto podría hacer un buen trabajo por la derecha enlazando con Tévez, pero claro, juegue quien juegue no va a ser como Pavón, que ya es un pilar en el 11 de los Barros Esquelotto y es el que después de Carlitos hace la diferencia en el uno vs uno, algo que en cualquier equipo de fútbol es esencial para enriquecer un juego colectivo, como ocurrió en este partido, por ejemplo en el segundo gol: se puede ser muy superior, pero en algún momento alguien de los once tiene que desnivelar. 

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