Uno puede pensar que por lo que vimos en la carrera como entrenador del Tata en los últimos tiempos de Newell´s y Barcelona, utilizaría la misma ideología en la selección más allá del rival. Pero por la cabeza de Martino seguramente habrá pasado la idea de que muchas veces la idea no pasa solo por tus propios métodos, sino que pasa muchas veces por tus futbolistas y por el rival.
Es la tercera vez que Argentina enfrenta a Chile con el Tata como DT, y es la tercera vez que renuncia al juego de posesión y pase corto. En la final, el planteo careció de armas como para hacer un papel digno, en el juego por las eliminatorias hubo lapsos del ideario principal, y luego se vio obligado a meter la cola atrás y cerrar el partido aguantando lo que venga, pero esta vez, Argentina jugó desde el primer minuto atacando al espacio, con un fútbol de vértigo, recuperando y verticalizando, conservando la intención de presionar arriba y salir jugando desde el fondo, pero con el ingenio de adaptarse a la circunstancia de un Chile con la iniciativa y explotar los espacios disponibles a través de transiciones rápidas y contundentes.
La ausencia de Messi permitió probar con Gaitán como extremo derecho, y la labor del ex Boca fue clave por el hecho del ida y vuelta y su matiz hiriente para golpear de contragolpe, convirtiéndose en la figura más expresiva del planteo del Tata.
Todo este entramado de ideas nos lleva a la conclusión de que sin brillar, la Argentina siempre tuvo el partido bajo control y la vocación utilitaria y eficaz fue mucho más que las dudas a la hora de querer jugar limpio desde el arquero. Básicamente, el mapa fue muy claro: teniendo a un Augusto Fernández mas utilizado para la contención que para la elaboración, a un Banega figura en el Sevilla debido a su capacidad de conducción y manejo del tránsito de la pelota de forma lúcida y eligiendo instintivamente bien (como hizo en cada ataque de Argentina), un Gaitán con capacidad para ir y volver, y un Di María que lanzado en velocidad es aquel velocista imparable del Madrid de Ancelotti y no el inseguro extremo cuando tiene que decidir con pausa y pocos espacios, Argentina tenía todo para flexibilizar su postura, jugar por el hecho de lo que mas importa en el fútbol, que es obtener los tres puntos. La forma de cómo se los obtiene también es igual de primordial, y no sirve de nada conservar un perfil cuando hay otro que puede resultar mas beneficioso. Esto que llevó a cabo Martino es lo que supieron hacer Cocca, Gallardo y Guede: ser inteligente y saber cambiar cuando fue necesario.
Tal vez no estemos ante un caso de menottismo o bilardismo: estamos ante un entrenador con una idea que es flexible y que sabe variar para el objetivo que queremos todos: ganar. Ahí se hace notar la mano del entrenador, pero está claro que luego los futbolistas deben hacer lo suyo: gran noticia la del surgimiento de la sociedad Banega-Di María. Es decir, la idea principal es ganar, y si se cae en la soberbia de no pensar en el rival, insistir con una fórmula hasta sabiendo que puede verse poco pragmática, la idea principal se ve derrocada. Ahora habrá que adaptarse y reacomodar este plan a los partidos con Bolivia y Panamá, que uno prevee que no darán lugar a la recuperación y ataque instantáneo, sino que Argentina deberá tomar las riendas del asunto y quebrar defensas mucho mas numerosas: tal vez para eso no contemos con el desequilibrio de Gaitán, sino con el intelecto de Messi, capaz de romper mil murallas con los pases sutiles de la última temporada en el Barcelona. Ser flexible es útil, y muchas veces ser rígido nos hace chocar contra nuestras propias intenciones.
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