El que tiene convicciones es el que cree en lo que hace, y para eso es importante mantener un ego. Es un error tratar con desprecio a la palabra ego, ya que sin él, nadie se la creería, y muchas veces creérsela es lo que nos lleva a grandes logros. Todo en exceso es malo, está demás decirlo: si algo es inviable, evidentemente para encontrar resultados distintos algo hay que cambiar. Pero lo que nos da una personalidad son las convicciones, y lo que hace a un equipo de fútbol un elenco convencido además del convencimiento de sus jugadores, es la convicción con la que debe tomar las decisiones el que dirige la orquesta, ya que los actores responden a él.
Castigado por su temporada sin títulos en el Barcelona, por el mal planteo en la final ante Chile y por la poca paciencia para consolidar sus formas de trabajo en el seleccionado, Martino es un entrenador para el que le abundan las críticas y seguramente, si no sale campeón con Argentina en esta Copa América muchos pedirán su cabeza por el "doble fracaso". Pero si hay algo que tiene Martino son convicciones, y la Argentina saca rédito de ello.
Como muchos otros mitos argentinos que se generan (como que tenemos que ser los mejores, cuando no hay un proyecto que se respete), se instaló la falacia de que Lavezzi seguía siendo convocado porque es amigo de Messi, porque ceba bien los mates, porque es gracioso. Pero Martino sigue convocando a Lavezzi más allá de que juegue en una liga de cuarto orden en términos futbolísticos, y eso se debe a que ve en él un jugador acorde al sistema. No es casualidad el buen partido que hizo ante Bolivia, el gol ante Brasil o el buen despliegue que tuvo en la victoria conseguida en Barranquilla. Además, Lavezzi es parte de esta camada de la categoría impulsada por Pekerman, y cabe resaltar que eso tampoco es casualidad y tampoco lo es que haya sido el mejor de la final del mundo ante Alemania habiendo jugado 45 minutos. Todo eso no es casualidad, y que siga siendo futbolista de la Selección tampoco. Si es un futbolista consagrado, que ya era parte del grupo, te interesa y se adapta a tu propuesta, ¿qué importa en qué país juegue? Correr el riesgo de confiar en un futbolista que "ya no juega por el bronce" es algo que poco le importa a Martino.
Una de las deudas de Sabella era consolidar una dupla de centrales. A Fernández y Garay les costó horrores solidificar a un conjunto que era uno en ataque y otro muy distinto en defensa, a tal punto que Demichelis entró en la zaga en medio del Mundial, lo que concedió una mayor jerarquía al fondo albiceleste. Martino le devolvió a Otamendi la confianza y lo hizo un jugador de selección en serio, y más aún cuando asienta su carrera en uno de los mejores clubes del mundo, junto con Funes Mori, que una vez que ingresó como segundo central, no había dudas de cuál era la dupla de zagueros. ¿Hace cuanto que ya no hablamos de los nervios de cuando el equipo rival pasa la mitad de la cancha? Martino lo logró: consiguió la solidez tan buscada, para que Otamendi sea tan fundamental como, por ejemplo, Di María, en lo que es la columna vertebral de este equipo.
Uno de los íconos que se hacen sentir de parte de la gente es el hecho de ganar, de la sed de triunfos. Pero para eso es menester preguntarse cómo ganar. Martino es firme en su postura y quiere hacer ganar a la selección a su manera, y para eso convoca futbolistas de su paladar sin importar las críticas: Cuesta es un futbolista sin pasado en el cuadro nacional, y según la interpretación de cada uno, podría haber más de un zaguero en su lugar. Pero el de Independiente le respondió al DT con un gol. Además, Martino insiste con su proyecto para las divisiones inferiores y que así las nuevas camadas lleguen a la selección mayor teniendo incorporados varios conceptos de su juego: sí, él quiere dejar su sello y no ser un entrenador más.
Claro está que su capacidad de conducción deberá trasladarla a los duelos mano a mano, que tendrán su primer capítulo (esperemos que no sea el último) el sábado ante Venezuela, luego de avasallar en la primera ronda adaptándose a las características de cada rival y encontrando un lugar en la cancha para Messi, que lo hace sentir como lo que es: el mejor de todos.
Ahora Martino debe hacer crecer los frutos de su trabajo. De que le sobran convicciones no hay ninguna duda.
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