viernes, 3 de junio de 2016

EL DESAFÍO DE DEFENDER UN ESTILO

 Martino llegó para reemplazar a Sabella como una cara totalmente opuesta: posesión del balón como principal arma, hacer ancho el campo con jugadores en las bandas e interiores que lleguen por el centro, con presión en campo rival y pases cortos hasta encontrar los espacios.
 Lo que se le reclama al ciclo del Tata además de un campeonato es mantener la misma intensidad durante los 90 minutos, sin baches ni momentos de sofoco. Todos sabemos a lo que quiere jugar su selección, cuál es su idea y cuáles son sus intérpretes preferidos, pero todavía no hemos visto a un seleccionado que rinda cumpliendo la misma línea de juego con un andamiaje inquebrable.
 Lógicamente, para fortalecer un estilo se requiere de una continuidad, pero no solo del entrenador, sino que se necesitan los futbolistas que van a llevar a cabo esa idea para que se familiaricen con ello, y en un seleccionado nacional no es fácil, ya que los tiempos se acortan y son muy diferidos entre una convocatoria y otro. Alemania y España lo lograron, pero no fue de un día para el otro, y eso fue producto de la paciencia y perseverancia. Es por eso que Martino hace bien en conservar la base de esta camada de futbolistas y no caer en la locura social de que "Higuaín falló en las dos finales y cumplió un ciclo, es turno de Bou, Ruben o Pratto", como si sus "reemplazantes" fueran de un nivel superior y darían garantías de hacer goles en las finales, sin quitarles los méritos y la indiscutida jerarquía que supieron conseguir.
 El fútbol de hoy en día, el fútbol mundial en general, vive un aire de juego ofensivo, de salida limpia desde el fondo y de tratar a la tenencia de la pelota como el arma principal (sin dejar de lado estilos como el de Simeone, que siguen prevaleciendo), que es un arraigo cultural que también se instaló en nuestro fútbol argentino los últimos años, donde el mismo Martino tuvo una injerencia excepcional a través de su Newell´s y Lanús, el actual campeón, reunió estos atributos como los fundamentos de su consagración, más allá de que las propuestas de Gallardo, Cocca y Guede hayan sido retocadas para obtener mejores resultados. Por lo tanto, el proyecto de Martino (que debería ser adoptado por las selecciones juveniles para consolidar una propuesta que adhiera a todo lo que significa en sí la selección argentina) es totalmente coherente, aunque no sea una continuidad del bilardismo de Sabella, pero que tiene la misma base de jugadores, totalmente capaz de adaptarse al cambio, más teniendo en cuenta que a diferencia de Brasil, Argentina nunca tuvo una forma de jugar que lo identifique en toda su historia, lo que nos trae como recuerdo la disputa de bilardismo-menottismo.
 Claro está que defender un libreto no quiere decir encapricharse y no retractarse sobre errores que puede traer la misma idea que se desea implementar. De hecho, Guardiola, el principal impulsor de esta modalidad, no es conocido solo por su capacidad de darle su impronta al Barcelona, Bayern Munich y lo que se espera que será de su Manchester City, sino que es reconocido y admirado también por sus variantes tácticas que rompen el esquema, como Messi de falso nueve, Lahm de doble cinco, utilizar línea de tres en determinados momentos, interiorizar a los laterales, etc. Martino parece captar ese mensaje: ya utilizó en varias oportunidades el 4-2-3-1 como alternancia del 4-3-3 para beneficiarse en algunos conceptos tácticos en determinadas circunstancias.
 Ante un rival fuerte como Chile y con soldados caídos o en duda como Messi, Biglia, Lavezzi, Pastore o Zabaleta y Garay (los dos últimos que supieron ser baluartes de la selección ni siquiera fueron convocados, mientras que la permanencia de Biglia corre peligro) se deberá afianzarse al estilo para suplir las ausencias. El menester primordial además del coraje que se necesita para el triunfo será demostrar que los reemplazantes son capaces de defender la metodología que todavía no fue del todo adueñada por el 11 titular.

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