viernes, 24 de marzo de 2017

ALCANZA PARA CLASIFICAR, Y LUEGO VEREMOS

 La Argentina le ganó 1-0 a Chile y por ahora se ubica en el tercer puesto, pero la forma en la que consiguió el resultado no da garantías de terminar con la sequía de títulos ni de alcanzar un nivel estremecedor. Ganó con lo justo, sufriendo, sin encontrar el juego, sin traer esperanzas de un horizonte ameno. 
 Identidad, palabra ya famosa por la cantidad de veces que la mencionamos partido tras partido, año tras año, tanto en la selección mayor como en las inferiores, sigue siendo afamada por lo malogrado de su búsqueda. Es palpable lo llamativo de las declaraciones de Bauza, mencionando que se hizo un partido brillante. Argentina fue un equipo partido, no tiene homogeneidad entre sus líneas, en vez de ser un equipo son seis jugadores atrás y cuatro adelante. En más de una ocasión se dividió la pelota, la misma era interceptada debido a las escasez de alternativas para jugar, y eso queda demostrado en que los jugadores argentinos (en especial los de características ofensivas) corren mucho con la pelota en su poder pero no sin ella, es decir, no hay desmarques, intenciones de tirar una pared, de meter un pase entre líneas, de desarrollar un juego asociado, y este no menor defecto se ve reflejado claramente en Di María, que hace varios partidos descarta todas las posibilidades a correr en soledad hasta que los contrarios le tajan el camino hacia un gol soñado o gloria que nunca van a llegar si no se tiene una idea o plan a elaborar y todo recae en la improvisación. 
 Nada más el pase en profundidad de Messi a Di María de los que suele darle a Neymar en el Barcelona (jugada hecha exclusivamente por él, ya que él mismo fue el que bajó y recuperó la pelota en la mitad del campo) y una jugada de un penal que deja ciertas dudas, donde se ve a Di María, que atacó nuevamente bien al espacio, dejándose caer por un leve toque de Fuenzalida, a quien no le convalidaron un gol que observando en más de una vez la repetición, se deja entrever que era totalmente válido. Si queremos encontrar una jugada colectiva donde se advierte el cometido del entrenador podemos ver, buscando puntillosamente, que en un pelotazo de Rojo (uno de varios sin destino), Higuaín la baja de espaldas para Aguero (seguro por esto el DT lo piensa por detrás del punta), que abre a la izquierda para Di María, que concluye con un centro sin destino, pero en una concatenación diseñada sabiamente, por única vez en el partido. Luego el seleccionado se esmeró en hacer pasar el tiempo, defenderse (¿tiene jugadores como para jugar detrás de la línea de la pelota más de 60 minutos?) y aguantar la parada, sin dejar lugar a ningún contraataque, ya que este tipo de maniobras requieren de un ensayo y una precisión que este equipo no aparenta llevar a cabo. 
 Chile tampoco jugó un gran partido, sin poder quebrar una estructura de un equipo acéfalo, pero teniendo oportunidades en las que estuvo cerca de igualar el marcador, y con el mérito de siempre respetar su estilo, algo que nunca en tantos años pudo conseguir Argentina, que no se sabe lo que hubiese hecho en caso de que la pelota que dio en el travesaño luego del tiro libre o en la que define mal Castillo dentro del área hubieran terminado en la red. Si el planteo es hacer un gol de la forma que sea y hacer correr el reloj sin recursos, estamos cayendo en el desacierto del cortoplacismo pensando en el instante, en que terminen los 90 minutos y se consigan los tres puntos, sin pensar en el mañana, en que jugando así va a llegar un momento en que la suerte se termine y se caiga en otro fracaso. 
 Entonces, es importante ganar y acomodarse en la tabla, pero se debe encontrar una identidad y cómo hacer sentir cómodos a los jugadores (no es un tema de nombres sino de funcionamiento: entró Banega porque era el más indicado para conectar las líneas y manejar el balón; sin embargo eso no ocurrió porque no hay un contexto que lo favorezca). Y si pensamos que esto es jugar de forma brillante, que a nadie se le ocurra mirar algún video del Barcelona de Guardiola o de cualquier equipo que mínimamente tenga idea de como jugar bien al fútbol, ya que podríamos morirnos de un paro cardíaco. 
 Mientras tanto, los medios no pueden dialogar con los futbolistas. "Este es un país raro", ¿quién no escuchó alguna vez esa frase?

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