jueves, 9 de marzo de 2017

EL DESATINADO VATICINIO

 Domenech, ex DT de la selección francesa que en el Mundial 2010 quedó eliminada de la fase de grupos luego de que su entrenador de aquel entonces convocara a los futbolistas según su signo del horóscopo, se hizo protagonista en la previa del duelo en la vuelta de los octavos de la Champions League al concurrir con polémicas declaraciones. "Messi es un jugador intermitente". Acerca de la posibilidad de que el conjunto de Luis Henrique revierta la serie manifestó "lo dudo". También prosiguió refiriéndose a Messi declarando que en la ida fue superado táctica y físicamente, por lo que sería muy difícil que transforme su "impotencia" en una varita mágica para la revancha, y también que "el fútbol es un deporte colectivo y un solo jugador no puede ganar el partido", como si el Barcelona no tuviera otras armas para escoltar al diez. Entre otras cosas, también puede destacarse su objeción crítica del presente del club catalán cuando menciona que "es una sombra de aquel equipo que dominaba en Europa". 
 Luego de las declaraciones de Domenech y de la agónica clasificación del equipo español, no solo se refuta la teoría de que ningún partido (ninguna llave en este caso) está cerrado hasta que el árbitro pita el final, sino que demuestra de que a pesar de ser un referente destacado en lo futbolístico, llamativamente los dichos pueden carecer de solidez y derrumbarse en cuestión de horas. Es una señal para la juventud: hay que cuestionarse hasta lo que digan los más emblemáticos del oficio. No significa que Domenech no tenga muchos pergaminos para el aprendizaje futbolístico ni que nunca llegue a ser un referente en lo dirigencial, sino que hasta siendo Domenech (o cualquiera, incluso Maradona) el ser humano es capaz de cometer fallidos alevosos incluso en lo que más se destaca. 
 Messi no fue esa "varita mágica", como tampoco fue el mejor partido de Suárez y Neymar, pero el compromiso colectivo y los destellos talentosos que saben puntualizar los protagonistas de este equipo lograron la hazaña. Y esto último también entierra el mito de que el Barcelona es Messi: Messi es su mejor jugador (a su vez el mejor jugador del mundo, o el segundo si hay gente que no está de acuerdo), y no sería el mismo equipo sin él, pero el argentino nunca habría hecho las monstruosidades que es capaz de hacer con goles, asistencias o gambetas si no fuera por sus compañeros, que por consecuencia lo asisten para que convierta, pican al vacío para ser asistidos y se ofrecen para jugar el esférico con él. Siempre cuando hay una figura que se mantiene en el tiempo en la elite es porque encontró un sistema en el que es comprendido junto con sus socios. Se puede ser determinante, pero nadie gana un partido solo. Ni siquiera ganó un partido solo Maradona en los cuartos con Inglaterra en el 86, ya que Olarticoechea salvó lo que iba a ser el 2-2 de Lineker, entre otras jugadas donde hay una lógica participación de los demás futbolistas. Por lo tanto, el Barcelona no es solo Messi, y aunque no sea lo mismo si este no está en su mejor día, tiene otras cartas para conseguir el objetivo. 
 Acerca de "la sombra" que representa el equipo multicampeón de Guardiola, tal vez sea la declaración menos despectiva y más objetiva de todas las porfías realizadas, ya que es cierto que cuando se termina un ciclo tan exitoso, siempre estará esa "sombra" que no permite esquivar inevitables comparaciones, como también Boca siempre tendrá esa "sombra" de los ciclos exitosos de Bianchi. Pero aunque ese equipo haya sido una expresión más bella del juego en equipo y la demostración más soberbia de la escuela blaugrana, el de Luis Henrique también es un equipo multicampeón, que ganó Copa del Rey, Liga y Champions en una misma temporada. Puede depender un poco más de los individualismos y hasta a veces las iniciativas pueden convertirse en más directas en vez del juego pausado que nos acostumbramos a ver, pero la metodología y el estilo siguen siendo los mismos, y por lo que marcan los números, los éxitos también siguen siendo los mismos a pesar de "la sombra". 
 Pero mas allá de seguir contratando figuras de alto voltaje, mantener una identificación futbolística y seguir acostumbrando a sus seguidores a las victorias, da la sensación de que la mística de este equipo catalán sigue siendo la misma porque parece que para ellos nada es imposible, y a pesar de hacer tan bien lo que hacen, demuestran superarse día a día. Sea campeón o no, el Barsa nos enamoró por el coraje y la búsqueda hasta el final, prescindiendo un poco de la divinidad que seguro contempló a Domenech al igual que al resto, esa divinidad que sin dudas hace que al haber visto a un equipo semejante, parezca que todo lo demás no está a la altura de las circunstancias, porque la realidad es que es casi imposible igualar al Barcelona de Pep, pero este Barcelona no deja de ser uno de los mejores equipos del mundo. 
 Esa sensación de que nada está perdido hasta el final es la moraleja que nos regaló esta historia futbolera de predicciones absurdas, sometimientos al juicio de lo lógico que muchas veces no triunfa y un grupo de hombres que no por casualidad nos siguen regalando momentos épicos para la historia.

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