El local empleó un esquema versátil y flexible a la hora de auxiliarse tácticamente, con dos centrales y un líbero como Puchetta, que era un volante más a la hora de tener la pelota y un tercer central para defender, apoyado por los carrileros que formaban una línea de cinco en el retroceso.
A través de Gago, Boca distribuyó la pelota amplificando la cancha, generando tándems con los laterales y los extremos, pero no supo conseguir la llave de la puerta de la opresión hasta el gol de Pavón que llegó casi como la generación espontánea.
San Martín se esforzaba con el orden y el esfuerzo con ahínco para tener alguna chance, mientras que Boca desarrolló su ideología del fútbol a fuerza del mayor patrimonio pero su juego no conseguía despegar y hacer valer su capital para avasallar la estructura rival. En un partido donde no se sacan muchas diferencias y los huecos no sobran, ambos equipos tuvieron un punto en común, más que nada del lado de Boca, que fue la gambeta y la rebeldía de Centurión para romper el esquema. San Martín lo hizo de la mano de Montagna, un sublevado que entre tanto tanteo por abrir el camino haciendo correr a Villarruel y pelear a Denning, se atrevió a encarar y desafiar a la defensa de Boca con lo que le permitía su alma. Pero la habilidad de Centurión significó una carta mortífera a favor del xeneize por lo que implica terminar con lo lineal y hacer lo que nadie hacía o siquiera tenían la imaginación para engendrar. A falta de un enganche que meta un pase entre líneas para sacarle el jugo a la visión de los primeros pases de Gago (vale aclararlo: primer pase, lo que implica aclarar el panorama para catapultar la pelota en tres cuartos, lo que es muy distinto a conducir el juego), el fútbol se termina resolviendo por las bandas, pero ante la agrupación de recursos humanos sanjuaninos, se necesitaba el toque de distinción. Se puede decir que Centurión es un jugador distinto, que entre tanto toque para allá, toque para acá, centro de Peruzzi, salida de Vergini, entre otras repeticiones que se hicieron parte de una rutina de Guillermo que está bien que así sea, pero el ex Racing trajo lo que no se entrena en la semana, que es ese toque de magia para que entre tanta corriente ordinaria aparezca una bicicleta que haga dudar a los defensas, y se generen esos tiros libres que fueron lo más peligroso de Boca en el primer tiempo antes del gol. Nadie dice que Centurión sea un crack, un fuera de serie (todavía está a tiempo), pero que hace algo distinto a lo que hacen los demás, no hay duda.
En los tiempos en que Arruabarrena jugó con 4-3-3 y desde la llegada de Guillermo y la nueva implementación del sistema, hay algún momento del partido en el que los extremos intercambian de banda; y eso es favorable ya que además de que el futbolista experimenta nuevas circunstancias y se enriquece, el equipo sale de lo estructurado, y los marcadores de punta contrarios deben reinventarse para conocer rápidamente a su eventual perseguidor. Pavón manifestó en algún momento que se sentía más cómodo jugando por izquierda, pero debido a la complementación con Centurión y con Chávez o Carrizo en su momento ha jugado prácticamente todos sus partidos sobre la derecha. Cuando era hora de salir del libreto, cambió con el jugador proveniente del San Pablo tratando de encontrar un entorno más favorable, y lo hizo haciendo un golazo. No debe dejar de jugar por derecha, ya que tiene mucho para incorporar y enriquecerse como jugador, pero no está nada mal a veces darle el gusto al futbolista, que puede responder en el lugar que más le gusta de tal manera.
El segundo tiempo fue otro partido, a San Martín no le dio más el corazón para que no se saquen diferencias, y por la tentación de ir en busca del empate se desconcertó y no tomó bien las marcas: ahora sí Boca manejó la pelota con espacios, con campo a su favor y con oportunidades de liquidar el asunto por completo. Allí es donde se vio la mejor versión de Bentancur, jugador fundamental desde lo posicional, siempre listo para recuperar, pero ahora también siendo generoso para pasar la pelota en campo rival, hasta animándose a dejar solo frente al arco a un compañero, ambición que le faltaba para que oferten un vagón de plata (cifra todavía exagerada para un chico de menos de 20 años que tiene mucho por demostrar).
Lo inaudito de una tarde cualquiera donde lo más lógico estaba sucediendo, siguen siendo los desaciertos defensivos con los que Boca sufre por remordimiento propio como los mejores masoquistas. A través de la vía aérea, San Martín de San Juan encontró el único camino para traer la incertidumbre, ya que Boca marca mal en las pelotas detenidas. La marca en zona es una innovación que trajo Arrigo Sachi a su Milan en los 80 y muchos equipos en todo el mundo comenzaron a reemplazar la marca hombre por hombre por dicha modalidad. El problema no está en los métodos, sino en la forma en la que Boca la implementa. Los mellizos tienen material para corregir, y a su vez esto representa un síntoma de que si hay un equipo que puede complicarle las cosas a Boca en el torneo y hacerle desperdiciar puntos, es Boca.
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