Todo esto proviene del negocio en el que se convirtió el fútbol y las malas administraciones que los presidentes de las instituciones aplicaron originando una inmolación que explotaría en los tiempos que hoy por hoy estamos viviendo. Para empezar, con la creación de FPT el fútbol se mezcló con la política, es decir que tuvo su figuración de negocios en su forma más desmesurada. Mientras muchos argentinos que se tragaron el relato populista creyeron que por ver fútbol gratis todo estaba bien, muchos dirigentes creyeron que ese ingreso por los derechos de televisación que no fue más que una ficción creada por Grondona y CFK sería eterno, y muchos clubes destinaron más de la mitad de sus ingresos a esos derechos televisivos, que como se dijo anteriormente, no eran pagados por una empresa privada sino del bolsillo de todos, por lo que se sabía que ante la caída del populismo y un intento de normalización de las arcas estatales el fin del fútbol gratis estaría al caer. Ahora, que estallaron los agujeros generados por los dirigentes irresponsables que firmaron contratos impagables y que oraron por tener toda la eternidad el ingreso del FPT, no pueden pagarle a sus futbolistas.
Toda esta bola de nieve que se fue agigantando fue a costa de todos los que tomaron decisiones solo pensando en su propio beneficio sin mirar en un futuro en donde la situación ya no pueda contenerse. Nadie se merecía pagar por el fútbol, algo tan insignificante al lado de asuntos primordiales, y los jugadores tampoco se merecen no cobrar sus sueldos. Pero esto ocurre cuando la relación Gobierno-AFA se puso en contacto y los clubes se dejaron llevar por una monarquía grondonista que hacía cosas que justifican el momento que se vive en la actualidad. Por ejemplo, beneficiar a amigos. Durante la gestión de Aníbal Fernández en Quilmes, Grondona le dio mucho dinero a este club, que lo gastó indiscriminadamente a tal punto de hacer pedazos las cuentas del club cervecero, préstamos con plazos muy extensos y sin intereses, privilegio que otros clubes no tenían, y por eso no suena descabellado que Quilmes tenga uno de los pasivos más grandes con la AFA, producto del nepotismo que también tuvo de cómplice a todos los que miraron para otro lado. Como también lo hicieron en la licuación del dinero del fallido AFA Plus y los desvíos a la fundación El Futbolista. Todo ese dinero que fue robado sin filtros podría pagar la deuda que imposibilita el comienza del torneo.
Sin dudas eso de pagar costos que no deberían ni pueden pagarse tiene algo de nosotros, los ciudadanos o hinchas, que debemos cambiar si queremos que las cosas mejoren. Como la gente que solo pensaba en ese instante de felicidad al ver un partido por la televición abierta sin darse cuenta de las consecuencias, las actitudes de los dirigentes que intentan contentar de forma inmediata al hincha pagando contratos que no son acordes al patrimonio del club va de la mano de la misma cultura: la de la ceguera y los resultados inmediatos, la felicidad de hoy sin pensar en la de mañana.
Dada la situación de esta manera, con empleados que no pueden cobrar su sueldo y en donde todo el verano los dirigentes nunca pensaron en dejar de lado las grietas y sentarse a discutir qué camino se debe tomar, los futbolistas tienen derecho a no querer jugar, y lo más lógico es que no haya fútbol.
Esto es lo que termina causando la ambición por el poder de personas que en lo que menos pensaron fue en el bien del fútbol: que los jugadores no quieran jugar, reclamando por su sueldo. A pesar de varias barbaridades que se encuentran en los archivos, nadie puede negar que Maradona esta vez tiene toda la razón del mundo: debe recuperarse la pasión. Y a pesar de varios papelones que se debieron soportar durante estos años, que provocaron que casi se hable más de lo que pasa afuera del campo que del juego que implica que ruede la pelota, todavía hay más: la AFA lanzó un comunicado diciendo que los que no se presenten tendrán una multa y perderán los puntos; pero resulta que Marchi no levantó el paro y ningún equipo va a presentarse, ya que los 350 millones no alcanzan a la cifra deficitaria. Marchi, el mismo que le aconsejó a Colón que no se presente y perdió tres puntos que le significaron el descenso. Y Moyano está haciendo fuerza para que no se siga efectuando el paro, el sindicalista de los camioneros que no se cansó de justamente, hacer paros. Así está el fútbol argentino. Sin fútbol.
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