lunes, 24 de diciembre de 2018

ALFARO, UN CAMBIO DE PARADIGMA

Decir que la palabra planeta para Tolomeo y Aristóteles significa lo mismo que para Copérnico es totalmente incorrecto, ya que en cada paradigma científico hay un método y un lenguaje propios de cada comunidad, donde una palabra puede significar algo completamente diferente.
 En el fútbol hay palabras que son universales para todos los paradigmas, como por ejemplo que un pase es una entrega del balón de un compañero a otro, pero lo que sí cambia según el punto de vista de un entrenador es la función que conlleva el pase en determinados momentos. Para guillermo todo pase debía ser hacia delante: con una concepción bielsista del fútbol, los equipos de los mellizos siempre fueron verticales, aunque en sus últimos tiempos en Boca tendieron a ser más equilibrados. Para el paradigma de Alfaro posiblemente un pase no signifique siempre atacar, sino también defenderse, con la posibilidad de pasar la pelota hacia atrás, lo que para el anterior DT era un tabú. 
 Teniendo en cuenta los nombres que se barajaron para arribar al último campeón de la Superliga, Boca no está interesado en un paradigma en particular que proyecte una escuela de fútbol en especial, ya que Heinze y Eduardo Domínguez son entrenadores con una mirada similar a la de los mellizos (las similitudes llegan hasta a los años de experiencia), mientras que Gareca, Pekerman y Mohamed son un término medio (son hombres de un rodaje mayor, que se han caracterizado por diseñar equipos ofensivos pero que se han adaptado cuando la razón les demandó cambiar). Pero finalmente la decisión conjunta entre Angelici y Burdisso, el nuevo director deportivo (si Boca tomó la decisión de contar con un mánager hay varias cuestiones que deberían comenzar a cambiar: con alguien encargado de generar un consenso de acuerdo a los refuerzos y las políticas deportivas, debería tenerse en carpeta un proyecto serio de formación de juveniles y elección de entrenadores e incorporaciones), fue contratar a Gustavo Alfaro, un hombre completamente distinto a los nombrados anteriormente. Pero todos tienen algo en común: el perfil a buscar dejó de ser el de un entrenador identificado con Boca, luego de haber tenido ídolos como Bianchi, Arruabarrena y Guillermo sentados en el banco. Analizando los nombres en cuestión, puede suponerse que Angelici adoptó una política similar a la de Florentino Pérez en el Real Madrid: no busca un factor común como el Barcelona, sino que selecciona el mejor entrenador que esté disponible por más de que su estilo no tenga nada que ver con el entrenador anterior y los demás candidatos. Son formas de tomar decisiones aprovechando el poderío económico, que solo los resultados pueden dar el pulgar hacia arriba o hacia abajo. 
 El cenit de Alfaro como entrenador estuvo en Arsenal, saliendo campeón de la Sudamericana en su primer período, y del torneo local, Supercopa y Copa Argentina en su segundo ciclo. Son credenciales importantes para dirigir un club como Boca, que va a exigirle levantar la Copa Libertadores. El paradigma de Alfaro en su exitoso Arsenal fue el del pase como una herramienta para buscar el error del rival y forzar infracciones que aprovechen la efectividad en las pelotas detenidas, además de una robusta solidez defensiva. Que ese haya sido el paradigma dominante de Alfaro en su paso por muchos de sus clubes no significa que sea idéntico en Boca: todo dependerá de cómo se adapte el plantel y de las incorporaciones seleccionadas. 
 Puede decirse que Alfaro será el entrenador más parecido a Falcioni desde que el DT campeón invicto fue echado por una Bombonera que reclamaba por Bianchi y Riquelme. Pasando por un deslucido Bianchi, un Arruabarrena que priorizaba la posesión de pelota y un Guillermo directo para atacar, está claro que durante la gestión de Angelici nunca hubo un proyecto específico y se apoyó en los ídolos para que armen el equipo que todavía no ha logrado ser campeón de América. Alfaro tendrá ese deber y si lo logra, uno aún mayor: devolverle al fútbol sudamericano el orgullo de ser el fútbol más fuerte detrás de Europa: por cuestiones económicas es imposible emparentar ambos continentes como sucedía en la pareja y extinta Copa Intercontinental, pero sí terminar con la mala racha de los campeones de Conmebol que en varias ocasiones en los últimos años no han logrado superar las semifinales, o que lo han conseguido con victorias muy ajustadas e incluso necesitando jugar 120 minutos, por lo que el hecho de que un club sudamericano vuelva a conquistar el mundo (la última vez fue Corinthians en el 2012) está cada vez mas lejos. 
 El mito de que en el fútbol puede pasar cualquier cosa no es un argumento para justificar los fracasos del fútbol sudamericano a nivel mundial, un fútbol que supo ser el principal exportador de estrellas, pero que ahora se encuentra en decadencia: si en el fútbol hay un 50% de chances para cada equipo, ya tendría que haber sucedido que un campeón de la UEFA haya quedado eliminado en semifinales. 
 Boca deposita en Alfaro la confianza para volver a la cima del continente y del mundo, y sabiendo que hasta han cambiado el perfil y las formas de los entrenadores anteriores para contar con sus servicios. Como todo proceso no comienza a encaminarse de la noche a la mañana, dependerá de la fortaleza del nuevo DT y de la madurez y paciencia del hincha saber soportar derrotas si el ciclo no comienza con el pie derecho.

lunes, 10 de diciembre de 2018

RIVER 3 BOCA 1: SIN ENTUSIASMO Y VALOR, NO SE PUEDE LUCHAR

El himno de Boca, que es recitado 30 minutos antes de cada partido que se juega en la Bombonera, dice en su estribillo lo siguiente: "Boca es nuestro grito de amor; Boca nunca teme luchar; Boca es entusiasmo y valor; Boca Juniors a triunfar". Un himno es parte de la idiosincrasia que conforma a la historia de una nación, y una nación debe tener un pueblo identificado con sus símbolos patrios para generar un sentido de pertenencia. El pueblo xeneize sabe que su historia está marcada por hazañas y que el coraje y el valor son los atributos más importantes de esta patria futbolera. 
 Boca llegó a la final de la Copa Libertadores con River, que se definió en un partido atípico jugado en Europa a causa de unos inescrupulosos que nos robaron la posibilidad a todos los argentinos de ver esta apasionante definición definirse en suelo sudamericano, donde corresponde. Pero más allá del escenario bizarro que se llevó todas las miradas del planeta, era el partido más importante de la historia de Boca. Más importante que las diez finales de copa disputadas desde la creación de la competencia, y también más importante que las finales intercontinentales. Porque era una Libertadores especial, era la final con el rival de toda la vida. Único en la historia, tal vez nunca más se repita. 
 Como siempre, cuando está por ocurrir un acontecimiento de relieve tan engrosado, el argentino se caracteriza por su condición de "opinólogo" para hablar un sinfín de cosas previas al resultado. Lo cual no es una crítica hacia el argentino promedio, sino una descripción. Y era lógico que se hable no solo de lo ocurrido en el fallido encuentro que nunca fue en el Monumental, sino también de la superioridad que estableció River sobre Boca desde que Gallardo es su entrenador. Los encuentros por Sudamericana, por Libertadores (que nunca terminó de jugarse, por lo que River no debería tener la facultad de gozar de un triunfo que no se concretó en el campo de juego) y la Supercopa Argentina nunca iban a poder compararse con la historia que siempre jugó a favor de Boca: el xeneize eliminó a sus primos en la Supercopa Sudamericana 1994, en la Libertadores 2000 y 2004; nunca se fue al descenso; le había ganado a River la final del Nacional 1970; y hasta le ganó el partido amateur que significó el adiós de River en el barrio de La Boca. Conociendo su historia, el hincha de Boca podía padecer los últimos triunfos de River sobre su equipo, pero nunca hubiese imaginado que el club de la ribera podía perder el superclásico más importante de la historia, el encuentro más trascendente desde la fundación del club en 1905. Pero sucedió. Así como River se fue a la B en el 2011, Boca perdió el partido más importante de su historia en el 2018. Lo que nunca podría suceder desde la imaginación, la realidad lo hizo posible. Es menester analizar los porqués. 
 Mientras Boca se cansó de realizar contrataciones y armar un gran plantel, nunca logró armar un buen equipo. Fue ganando la final tres veces sumando el partido de ida con el de vuelta, y no fue capaz de imponer por mucho tiempo su predominio. River fue un mejor equipo: lo dominó el primer tiempo en la Bombonera, y lo dominó a partir del segundo tiempo en el Bernabeu. Guillermo nunca consiguió construir una edificación que se sostenga en base a una estructura, sino que siempre dependió de que aparezca un obrero poderoso que sostenga la estructura antes de que se derrumbe. Pero un par de músculos no pueden superar a un buen cerebro: llegó un momento en que la edificación se derrumbó, y las heridas ocasionadas por la catástrofe son significativas. 
 Cuando Boca se fue al vestuario ganando 1-0 por una genialidad de Benedetto luego de un primer tiempo en el que se lo veía seguro, ordenado tácticamente y sin correr riesgos, ni el más pesimista se imaginó que en el momento que River recuperara la luz todo iba a desbandarse. Boca no tuvo el entusiasmo y valor que entonan las estrofas de su himno. Se entumeció, padeció la inteligencia de River para jugar, porque a Gallardo nunca le importó tener un plantel extenso, sino que siempre se concentró en tener un buen equipo. 
 Mientras River disfrutó de la final pasando la pelota de un lado a otro, Boca aguantaba hasta el tiempo suplementario con monstruos como Tevez y Zárate sentados en el banco, mientras que dentro del campo varios soldados se iban cayendo desde lo físico: el xeneize no igualó al millonario desde lo futbolístico ni desde lo físico. Fue una derrota anunciada, una guerra que no fue de seis días porque duró más de lo debido, pero que tuvo un resultado similar por la aniquilación del perdedor. Cuando Barrios salió expulsado la realidad avisaba que la historia de Boca podía torcerse, y cuando Gago dejó a su equipo con nueve se torció definitivamente: no se puede triunfar sin entusiasmo y valor. Entusiasmo por jugar bien al fútbol, y valor por quedarse en el área rival esperando un centro si el físico ya no permite correr. Un cuerpo técnico que no supo diseñar un equipo aceptable a partir del fútbol y competitivo desde lo físico como para sostener un resultado que fue positivo tres veces durante más de 180 minutos no es Boca. Boca no merece esto. Tampoco merece que sus protagonistas declaren que le den la copa a River porque tiene más peso en la Conmebol. Boca se merece jugadores que entren a la cancha y demuestren cual es el peso que más vale. El hincha de Boca está acostumbrado a otra cosa. 

martes, 4 de diciembre de 2018

BESTIAL SOUL CAPITULO 1





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martes, 27 de noviembre de 2018

HACE MUCHO TIEMPO QUE EL FUTBOL DEJO DE SER UN JUEGO

El presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, manifestó en declaraciones hacia los medios de comunicación que "esto pasa por culpa de unos inadaptados", que no comprenden que el fútbol es "un juego; es alegría y felicidad; no esto". Tomando los dichos del titular de la incompetente organización que engloba al fútbol sudamericano, sus palabras son apropiadas para el contexto y agradables en lo discursivo, pero totalmente falsas en la realidad efectiva de los hechos. ¿Si el fútbol es un juego, porqué la Conmebol y la FIFA no resolvieron rápidamente la suspensión y postergación del encuentro a sabiendas de que había futbolistas de Boca lastimados, en vez de forzar a Boca a jugar el partido priorizando el negocio y la ganancia que implican un espectáculo de tal magnitud a nivel mundial por sobre la salud de un grupo de seres humanos? 
 En su libro llamado "El fútbol a sol y sombra", Eduardo Galeano habla sobre un fútbol que dejó de ser un juego, donde ya no se juega por el hecho de jugar y ganar, sino que la victoria o la derrota están condicionadas por un sinfín de negocios que, en palabras de futbolistas reconocidos a nivel internacional, hacen que su trabajo no se disfrute tanto. Pero el fútbol no sufrió una única metamorfosis (de juego a negocio), sino que influído por la idiosincrasia de cada país, tiene la cara multifacética de ser un negocio violento. El fútbol es plata, y también violencia. También es política, y también es una pasión, sin lugar a dudas. Pero la pasión, que hace que este deporte sea único en el mundo, es muy diminuta al lado de la mafia y la violencia que hacen que la pelota se vea manchada con sangre. 
 Gallardo declaró luego de la primer suspensión (el día sábado) que esto "nos deja expuestos como sociedad". Lo cual es cierto, pero a su vez injusto, porque si bien el fútbol argentino se encuentra contaminado por la incivilización de los barrabravas (y que no solo quedó en evidencia ante los ojos del mundo por esta final continental, sino que también había sucedido en la deportación de varios argentinos durante el mundial de Rusia), también en los estadios de fútbol y en grandes rincones del país pueden encontrarse personas civilizadas, con respeto hacia el prójimo y que no vive la vida con una lógica de guerra, donde el que piensa distinto o se siente identificado de otra manera es un enemigo. Pero por supuesto que las noticias son noticias por ser algo fuera de lo normal: una noticia es un auto que pasa con el semáforo rojo y choca produciendo heridos o muertos, y no la gran cantidad de autos que manejan correctamente y pasan desapercibidos a la vista de todos. Pero como una cantidad (que no necesariamente debe ser la mayoría) genera anormalidades que impactan por sobre todo lo normal y refleja una imagen (en este caso, la violencia en el fútbol) haciendo que ya nada sea normal, debe atacarse esa parte de la estadística que se sale de lo norma, que mejor dicho, carece de normas básicas, si se quiere hacer justicia por todo el resto que no se merece el destino que provocan unos "inadaptados", la única palabra bien utilizada por el presidente de la Conmebol. 
 Si fue una venganza del barrabrava cuya casa fue allanada, si hubo zona liberada, si eran barras o no; todo está por verse. Pero lo que no necesita demasiado raciocinio para ser evidente es que los cientos de personas que agredieron al micro de Boca deben su identificación con River a disfrutar del mal provocado a los hinchas o jugadores del eterno rival. En los partidos se establece una ritualización muy importante, ya que alentar con cánticos al club propio e identificándose con la propia parcialidad con la camiseta genera un sentido de pertenencia que diferencia un "nosotros" de un "ellos" (lo mismo puede ocurrir con la religión o temática de cualquier índole). Pero cuando la ritualización incluye considerar al "ellos" como un enemigo y es parte de la identidad atacarlo, estamos ante un comportamiento enfermizo, que no contempla que el otro tiene derecho a tener otra identidad, y que no por eso no merece respeto. 
 El video viralizado de una madre ocultando bengalas en la pansa de su hijo; el video que también circuló de hinchas de River revoleando y maltratando a un perro (o el cadáver de un perro); la entrevista a D'onofrio que termina en corridas; los disturbios y arrebatos en las inmediaciones del Monumental; todos estos acontecimientos, entronados por las agresiones a la delegación de Boca, encuadran lo que en verdad es esta final: es locura, violencia, inhumanidad. El fútbol dejó de ser un juego, y está muy lejos de serlo. 
 Ahora el partido es lo que menos importa. Fue tan brusca la imagen real del fútbol argentino en esta final que degenera al fútbol en lo que en verdad es: ahora el ganador se definirá de forma totalmente desvirtuada y desnaturalizada. Si se juega, sin importar en donde se juegue ya no va a ser lo mismo, y sino va a definirse fuera de la cancha, donde el fútbol se encuentra más simbolizado, porque ya no es únicamente lo que pasa en el campo de juego, y cada vez más está dejando de ser un deporte para convertirse en sentimientos desalmados. Tomando como referencia lo ocurrido en el 2015, el campeón debería ser Boca, ya que lo ocurrido sobrepasa a lo acontecido en aquel entonces: por cuestión de fortuna no hubo heridas irreparables y no hubo muertos. ¿Pero qué hincha puede festejar una copa que no se ganó la cancha? Y si la gana alguien en la cancha, sinceramente es lo que menos importa, ahora lo más importante es que no muera nadie, porque esto no es un juego.

lunes, 12 de noviembre de 2018

BOCA 2 RIVER 2: EL PODER DE FUEGO QUE NO QUEMO

Esta final de Libertadores única en la historia es, a su vez, una posibilidad histórica para que Boca le haga saber al mundo su supremacía como el más grande de la Argentina y de los más gigantes del mundo: afianzar su paternidad con River ganándole el superclásico más importante, y también llegar a la séptima copa, igualando a Independiente como el más campeón de América. Un superclásico es distinto a todos los clásicos del mundo: el ganador no solo está feliz por la victoria, sino que puede gozar del sufrimiento del otro. Por ese motivo Boca puede gozar durante toda la eternidad del descenso de su archi-rival, y el que conquiste esta Libertadores va a poseer la licencia para festejar durante toda la posteridad.
 La estrategia de Gallardo fue efectivamente superadora en gran parte del primer tiempo, entrenador que, vale destacar, fue justamente suspendido luego de una actitud reveladora y soberbia contra las reglas, obteniendo el disciplinamiento debido (en palabras de Focault, la vigilancia y las reglas se imponen con el objetivo de crear subjetividades útiles para el sistema, y en un tercer mundo como Sudamérica destacado por el fracaso de los aparatos de normalización a la hora de evitar la inseguridad y la transgresión a la norma, la Conmebol debía dar una muestra de carácter a la hora de imponer un orden infaltable de acuerdo a los ojos del mundo y al prestigio de la competencia). La estrategia fue superadora porque hizo que River merezca el gol antes que Boca. Haber jugado con cinco defensores no implicó que el visitante haya salido a defenderse, sino todo lo contrario: los tres zagueros le permitieron a River salir desde el fondo ejerciendo superioridad numérica ante la fría presión en soledad de Abila, para luego jugar con Palacios y Martínez flotando en la zona de los interiores de Boca y abriendo a Montiel y Casco, posibilitando la utilización de todo el campo de juego y ganando los duelos individuales. En el campo de juego se interioriza la exterioridad y se exterioriza la interioridad (aludiendo a la teoría de Bourdieu sobre cómo influye el Hábitus en el comportamiento de las personas dentro de cualquier campo de la vida), es decir que lo colectivo influye para potenciar o empeorar lo individual y una individualidad aporta al juego colectivo. River supo hacer figura a Rossi porque además de su disposición táctica, ganó los duelos individuales a partir de un apoyo colectivo que se retroalimentó de las decisiones individuales: Perez, Barrios y Nandez no supieron como tomar a los futbolistas rivales, que los superaron en el medio campo, y Montiel y Casco recibieron llegando al vacío en más de una oportunidad, sumado a que Pratto, cuando se inclinó por el sector izquierdo, generó un desierto por la posición de Jara (un desierto por la incapacidad del lateral de Boca para controlar su sector). 
 Aunque Palacios no tuvo el despliegue que suele tener, Martínez volvió a ser un dolor de cabeza para el xeneize: tal vez ese sea el factor que le haya faltado a los de Guillermo: un futbolista que vea la camiseta de River y huela sangre. Mientras el ex enganche de Huracán se hace protagonista en los superclásicos, Pablo Pérez no puede sostener su garra y claridad durante estos partidos tan trascendentes. 
 La esperanza de Boca está en su poder de fuego: no necesita elaborar demasiado para llegar al gol, porque tiene jugadores con una capacidad formidable para convertir. Así lo demostraron Abila y Benedetto, que pusieron a Boca dos veces en ventaja. Pero mientras Boca no esté sólido defensivamente (tanto por errores individuales como por el advenimiento rival en la mitad de la cancha, la zona vital en donde se explican muchas variables de un partido) y seguro desde lo mental (porque el hecho de que Pratto haya empatado el partido después de que River saque del medio es un síntoma de la distracción y la fuerza psicológica que se vislumbran en Boca y River, respectivamente), ese poder de fuego no va a quemar. Es una llama que se mantiene prendida por unos instantes y después se apaga. Cuando Boca tenía el resultado a favor en un segundo tiempo controlado, ya que, paradójicamente, la lesión de Pavón le permitió jugar con más firmeza y conteniendo en mayor medida las iniciativas rivales (pasó a jugar con un 4-4-2 con Villa por izquierda y dos centro-delanteros), era hora de enfriar el partido y jugar con la desesperación de River, pero el equipo local cometió una infracción que le permitió a Martínez sacar a relucir su pegada y ocurrió la desgracia del gol en contra. 
 River, que ya no adoctrinaba la mitad de la cancha como antes, resignó un defensor para poblar más el medio con Fernández, y Boca descartó la posibilidad de desbordar por las bandas sacando a un Villa exhausto por Tevez, una modificación razonable porque si había algo que le faltaba a Boca era conexión con los dos delanteros, y Carlitos podía cumplir ese rol en la transición de defensa a ataque. Casi le sale perfecto a Guillermo, pero Benedetto no pudo con Armani. 
 Puede decirse que ahora el problema lo tiene Boca, ya que no pudo sacar una ventaja como local, y que luego de haber ganado todos sus partidos en la Bombonera sin que le conviertan goles desde octavos de final, no le encontró la vuelta a River. Pero es una final, es fútbol, es un superclásico, y la serie está totalmente abierta. 
 El fútbol es tan poco lineal que, algunos recordaran la final que Boca no pudo con Palmeiras en la Bombonera (empate 2-2) y que lo terminó consagrando por penales en Brasil; mientras que más cercano en el tiempo, otros se acordarán que en los goles que erraron Cvitanich y Viatri sobre el final en el partido de ida de la final en el 2012 estuvo la suerte de campeón del Corinthians. Esto es fútbol y el futuro es indescifrable. En definitiva, eso es lo que hace lindo a este deporte. 

jueves, 1 de noviembre de 2018

PALMEIRAS 2 BOCA 2: LA CUSPIDE DEL FUTBOL

Decir que Boca se preocupa por Boca y que le es indiferente el rival que le toque en la próxima fase es una frase correcta para enfatizar en la concentración y objetividad (que no existe) que debe encalzar un profesional de tal magnitud, pero es incuestionable que a los integrantes del plantel nunca les va a dar lo mismo jugar una final de Copa Libertadores con River o con cualquier otro rival. Boca jugaba sabiendo que River lo esperaba en la final. Y por el hecho de acceder a la cúspide del fútbol, por más de que ganen o pierdan, este técnico y estos jugadores ya quedaron en la historia. Quedar en la historia negra o gloriosa del club va a depender del resultado, pero desde que se creó este deporte en 1863, nunca se jugó un partido semejante: eso los hace entrar de por vida en la historia imborrable no solo del fútbol, sino del deporte en general. Si el Boca-River en la Bombonera es considerado el quinto espectáculo deportivo que uno no puede no ver antes de morir, esta final va a ser el espectáculo que requiere que todos los muertos resuciten para poder verla. 
 Si el VAR se inventó para que no ocurran injusticias y que los ganadores sean los que merecen serlo por hechos fácticos (si una jugada fue penal, que se cobre; y si un gol no debe haber sido convalidado, que se retrotraiga la acción), llegó a buen tiempo a esta edición de la Copa: River terminó clasificando por un penal que de no haberse implementado esta herramienta tal vez nunca se hubiese visto, y en el duelo entre Palmeiras y Boca se le impugnó un gol tempranero a los brasileños que los hubiera dejado a tiro para empatar la serie, aunque nunca se sabe qué hubiese pasado. 
 Dejando claros estos componentes indispensables para el análisis, es primordial resaltar la avidez de Boca para llegar a la final: con Villa en lugar de Zárate, Guillermo jugó permanentemente al mano a mano ante la desesperación del Palmeiras por ir al frente, que fue contraproducente al dejar a los volantes centrales muy aislados al amparo de la velocidad de Villa y Pavón. En un esquema o formación como el que presentó Scolari, los dos medio-centros son lo que le dan forma a la estructura de su alineación: si no están bien ubicados y si no se ocupan bien los espacios en su zona, el equipo queda partido. Que Villa sea una variante más por los costados y que para desbordar no se dependa únicamente de Pavón es un alivio para el xeneize, que enfoca a sus tres volantes en la tarea del despliegue sin la necesidad imperiosa de desgastarse llegando al área rival. 
 Luego de la inspiración de Benedetto en el partido de ida, la dupla técnica de Boca optó por mantener a Abila como centro-delantero. Fue una decisión acertada porque en un partido en el que el contexto podía ser similar al jugado en Belo Horizonte frente a Cruzeiro, el ex Huracán es clave para darle aire a Boca aguantando de espaldas entre los centrales, ejerciendo una tarea desgastante desde lo físico en un partido en el que se podía liquidar la serie convirtiendo un gol pero que también era necesario soportar, donde el tiempo debe ser el mejor aliado. 
 Los goles de Palmeiras fueron parte de su ímpetu por lograr la hazaña y por ciertas impericias de Boca que lo sometieron a cometer errores dentro del área. Pero lo positivo es que el conjunto auriazul siempre tuvo la serie bajo su control y que desde octavos de final siempre ganó todas las series de principio a fin, comprendiendo y aprovechando a la perfección los componentes que conforman una serie mano a mano: la localía y la condición de visitante. El equipo de la ribera llega a la finalísima teniendo siempre las series bajo buen examen los 180 minutos y haciéndose fuerte en ambas circunstancias: marcando por duplicado de local, donde todavía no le hicieron goles; y siempre convirtiendo de visitante, aunque en la final no se aplica la regla del gol de visitante que tanto vale en las rondas anteriores. 
 De cara a la primer final, tal vez sea momento de contar con la calidad de Benedetto desde el primer minuto, ya que el ex Arsenal puede ser fundamental para hacer la diferencia y comenzar con ventaja en el partido de ida. Ya volvió a ser el Benedetto de selección antes de que se lesionara: es tal su ambición por convertir que desde el momento en que Pablo Pérez le pasó la pelota, ya tenía pensado acomodarse para rematar. Una de las cosas que hace a un futbolista mejor que otro es la forma de parar la pelota: alguien que acomoda el balón ganando un tiempo o de tal forma que le impide al rival su intercepción es un futbolista que entiende e implementa a la perfección el juego. Benedetto es uno de ellos. En palabras de Riquelme, la forma de parar la pelota puede hacer ganar o perder un partido. 
 En tiempos en donde el fútbol argentino se normalizó luego del período de crisis de los grandes (entre el 2008 y 2013 descendieron River e Independiente; Racing y San Lorenzo jugaron la promoción; y Boca, luego de salir de mitad de tabla hacia abajo en los años 2009 y 2010 fue salvado por Falcioni de seguir el mismo destino), estamos viviendo momentos apasionantes, que es lo que hace hermoso a este deporte: que no es solo un deporte, es también una pasión, un espectáculo que lo hace parte de la cultura y la idiosincrasia argentinas, que genera un sentido de pertenencia y una identidad. No es lo mismo que lleguen a la final Boca y River que Lanús y Banfield por la magnitud y revuelo que se genera. Esta sensación indescriptible es lo que hace del fútbol uno de los componentes que como bien marcó el presidente de la Nación hace poco, puede deprimir a gran parte de la población por un tiempo considerable. Es correcto decir que el fútbol argentino se normalizó porque de acuerdo a la convocatoria que se traduce en recursos económicos que tienen los cinco grandes, lo normal es que estos sean el atractivo de las competiciones. Desde que River volvió de la B Nacional, ambos jugaron una final (Boca en el 2012, y River en el 2015, con la diferencia de que los de Gallardo fueron campeones) y una semifinal cada uno (Boca en el 2016 y River en el 2017). Esta final puede marcar quien es el galardonado por la hegemonía. 

jueves, 25 de octubre de 2018

BOCA 2 PALMEIRAS 0: UNA LOCURA

Desde que se implementó la regla del gol de visitante que, vale aclarar, no vale doble sino que sirve para definir la clasificación según el que marcó más goles fuera de su casa, los equipos visitantes no atacaron más, sino que siguieron cuidándose a la hora de jugar en la condición de visitante, mientras que los locales tienen la tendencia de ir por el gol pero con mucho cuidado, sabiendo que un contragolpe del rival puede ser fatal debido a la regla vigente. Esta reglamentación evita en muchos casos los penales pero no hace que los partidos tengan más situaciones de gol: así fue en el caso de Palmeiras, que al igual que Cruzeiro salió a empatar a la Bombonera totalmente enfocado en el orden táctico.
 Guillermo tiene tanta abundancia que tiene un gran problema: en esta ocasión, sin tener lesionados, tuvo que dejar afuera de los concentrados a Cardona. Cualquier equipo del continente desearía tener en su plantilla al talentoso colombiano, pero en la cancha solo entran 11, y en el banco siete. Siempre ante la ausencia del que se quede afuera van a intentar explicarse las falencias, porque es una práctica muy tentadora: tal vez Cardona hubiese influido para que Boca sea más lúcido con la pelota (y si se hubiese quedado afuera Tevez, se diría que a Boca le hubiese venido bien el carácter de Carlitos).
 Guillermo decidió jugar con un 4-3-3 con un mediocampo combativo para no dejar huecos, que sumado al oficio de Felipe Melo en el rival, convirtió esa zona vital de la cancha en una batalla de trincheras de la Primera Guerra Mundial: cada uno estuvo en su refugio debajo de la tierra, pero cuando Barrios o Melo debían emerger lo hacían con decisión. Zárate se posicionó agazapado por la izquierda, y por momentos jugó decididamente de enganche, pero muy retrasado: el ex Vélez es un futbolista que en esas regiones del campo es inofensivo, y también se pierde en la neblina si está muy metido en el área: su ubicación ideal es detrás del nueve, para encarar de frente al arco o tirar una pared. Los compañeros nunca lo encontraron. Con los volantes concentrados en raspar y correr, con Pavón muy desdibujado por la derecha y los laterales sin oportunidades para escalar posiciones en ataque (Jara estuvo muy errático, aunque en el primer tiempo lo más peligroso fueron tiros al arco del ex Estudiantes y de Olaza), la herramienta más utilizada por el xeneize fue saltar líneas para encontrar a Abila. Wanchope no desentonó, no se las arregló solo, ni tampoco lo acompañaron. El panorama era de un clima árido, ninguno de los dos equipos estaba cerca del gol. Lo único que podía ilusionar a ambos era un tiro de esquina bien ejecutado para encontrar a Izquierdoz de parte de Boca o para oscurecer la noche a favor de Palmeiras, como ocurrió con Gremio y River el día anterior. Solo las pinceladas de Pablo Pérez podían anunciar algo distinto, pero sin olfatear peligro.
 Guillermo esta vez tuvo un gran peso en la victoria acertando con los cambios, que definitivamente cambiaron la cara de Boca. Con Villa en lugar de Zárate quedó más claro lo que podía hacer Boca: abrir la cancha con dos extremos rápidos, mandando a Pavón a la izquierda con la posibilidad de que pueda rematar a pierna cambiada, y con Villa haciendo su labor por la derecha. La amplitud que a partir del ingreso del colombiano tuvo el frente de ataque otorgó la chance de llegar más al área, aunque con centros que interceptó Gustavo Gómez y en otras oportunidades contuvo el arquero sin peligro. Para ganar faltaba una cuota de distinción, algún loco que haga una locura. Izquierdos había declarado en su momento que la Copa no se gana con nombres sino con hombres. Aunque los medios hicieron de esa simple declaración una bomba de tiempo, esta no deja de faltar a la veracidad: se necesitan personalidades que aparezcan en el momento justo. Así apareció Riquelme en su momento, como tantos otros que supieron darle la gloria a Boca.
 Cualquier espectador del fútbol sensato hubiese coincidido con que Benedetto debía entrar: no porque venga con un buen rendimiento, sino justamente por lo contrario. Desde que volvió de su interminable lesión no se había reencontrado con el arco, andaba cruzado, y un goleador de raza como él entraba con hambre. Primero se cumplió la premisa del tiro de esquina: si había una forma de destrabar el pleito era con un centro preciso y un cabezazo letal (todo gracias al tiro libre magistral de Olaza que atajó el golero brasileño y que permitió realizar el córner). Y después volvió el Benedetto que todos conocemos, hizo una de futsal y la clavó con uno de sus famosos tiros venenosos. Abila en ningún momento pudo dejar desairado a su marcador y llegar al arco. Hacía falta un loco que juegue como si estaría jugando al papi fútbol con sus amigos. Si no se está un poco loco, no se puede hacer historia. Boca tiene la suerte de tener a Benedetto, que está completamente loco.

viernes, 5 de octubre de 2018

CRUZEIRO 1 BOCA 1: LA SELECCION NATURAL

La teoría de Darwin marcó a fuego el siglo XX desarrollando el concepto de la Selección Natural, haciendo referencia a que las especies que no se adaptan al medio-ambiente y no mutan en función de la supervivencia, no sobreviven. Por eso la ballena, llegó a ser tal como la conocemos luego de millones de años que implicaron una serie de cambios en su organismo y adaptación a la vida acuática, ya que hace precisamente 55 millones de años, el ancestro de los cetáceos de la actualidad era, nada más ni nada menos que un animal de cuatro patas parecido a un canino. Puede tomarse esta teoría de la naturaleza como moraleja para cualquier aspecto de la vida: si uno no se adapta y se maneja con la idea de pervivir al contexto, se corre el peligro de que los resultados sean malos. La Copa Libertadores es un mundo en el que hay que sobrevivir, y si no se está preparado para jugar en las duras canchas brasileñas donde, cabe resaltar, es un país en donde no le dejan al equipo visitante dormir durante la noche, es imposible persistir en la competencia.
 Boca tuvo muy en claro lo que es una llave de ida y vuelta: es un partido de 180 minutos. Puede decirse que Boca empezó el partido de Belo Horizonte ganando 2-0. En la ida se vio la fisonomía natural del equipo de los mellizos, y lo sometió al Cruzeiro hasta que consiguió un colchón de goles para ir tranquilo a jugar el partido de vuelta (tener una diferencia de dos tantos vale oro: si el xeneize hubiese ganado por un solo gol, la historia tal vez hubiese sido otra). Pero en el partido de vuelta debió adaptarse a las circunstancias, soportar.
 Cuando un equipo termina los primeros 45 minutos de un partido arriba en el marcador, por lo general sale a especular en el segundo tiempo ante el advenimiento del equipo que desea empatar, y a partir de allí contraatacar. Los primeros 45 minutos de este partido se jugaron en la Bombonera, y los segundos en Belo Horizonte. La Libertadores aplicó la Selección Natural para elegir al último semifinalista: Boca se adaptó al medio-ambiente como los camaleones que cambian de color para pasar desapercibidos ante sus presas: si no hubieran adquirido esa característica, se hubiesen extinto. Siempre el ideal es jugar como uno quiere en todas las canchas como lo hacía el Barcelona de Guardiola, pero si no se puede, hay que sobrevivir.
 El planteo de Guillermo puede interpretarse de diversas formas: como un 4-1-4-1, como un 4-3-3, como un 4-5-1 (podría decirse que el equipo pasó por todas esas formaciones cada vez que los futbolistas se movían), pero el punto neurálgico del empate de Boca fue que no tuvo la idea latente de hacer un gol para obligarlo al Cruzeiro a hacer cuatro, sino que dejó esa posibilidad como un factor secundario que podría generarse con una maniobra de los tres jugadores más ofensivos (Villa, Zárate y Pavón, muy aptos para desequilibrar), enfocándose mayoritariamente en dejar correr los minutos y que Cruzeiro no se sienta cómodo. Boca fue el mejor de la serie porque el partido que debía ganar, que siempre es el de la localía, lo superó a Cruzeiro, y cuando el elenco brasileño debió hacer lo suyo en Brasil no lo logró, empujó constantemente con ataques centrados poco profundos, donde Rossi no estuvo del todo seguro en sus intervenciones, y ese fue el mayor peligro para el conjunto auriazul, no porque la defensa no haya estado sólida ni porque los ataques hayan sido punzantes. Como siempre, a partir de lo colectivo puede expandirse el análisis a lo individual: los extremos fueron importantes para el retroceso; Nandez fue el motor de Boca a la hora de dinamizar al equipo en el medio; y tanto Olaza como Buffarini se destacaron marcando por sus respectivas bandas en un partido que no les pedía pasar al ataque.
 Para poder vivir la final más apasionante y única en toda la historia del fútbol como podría ser en el que caso de que lleguen Boca y River a la final (nunca se dio que dos archi-rivales lleguen a la final de un torneo tan prestigioso como la Champions o la Libertadores, y en el caso de que dicho acontecimiento ocurra, tendría condimentos que no tienen ni siquiera la final de un Mundial), se deben dar dos condiciones obvias: que clasifiquen ambos. Pensar no únicamente en la final contra el rival de toda la vida, sino en el hecho de pensar en la final, sería un error grosero para Boca que lo desconcentraría con respecto a su compromiso con Palmeiras.

lunes, 24 de septiembre de 2018

BOCA 0 RIVER 2: UN DEJA VU

El fútbol es un deporte que se caracteriza porque nunca es lineal, es decir, un día puede ganarse de una manera, otro día de otra, jugar contra un rival de una forma, y volver a jugar contra el mismo rival y que pase todo lo contrario. Pero cuando hay factores que persisten, las variables pueden volver a presentarse de igual manera. 
 En la recordada final de la Supercopa River venció a Boca por 2-0 con goles de Martínez y Scocco, quien ingresó en el segundo tiempo. River no necesitó llegar demasiado al arco para marcar, convirtiendo en las únicas ocasiones que tuvo frente al arco de Rossi, que empezaría a ser cada vez más cuestionado no por la abundancia de errores, sino por la precariedad de aciertos. Ese día Gallardo planteó un partido táctico que neutralizó a Boca en la mitad de la cancha para que no llegue cómodo al arco de Armani, que respondió bien las veces que fue exigido. Boca dejó todo yendo al frente para empatar pero tuvo a un Tévez apático, poca claridad en el juego y pocas respuestas en general. Increíblemente, ahora por la sexta fecha de la Superliga 2017/2018 en la Bombonera, se dio un partido similar (no idéntico, obviamente), con River ejerciendo superioridad en el medio, ganando con goles de Martínez y Scocco, que ingresó en el segundo tiempo; con Rossi cada vez más resistido al no poder atajar las veces que le patearon, aunque no haya sido el mayor responsable; y Tévez haciendo todo lo posible para no volver a ser titular. Muchas de las características mencionadas son iguales a las de la Supercopa. Quiere decir que Guillermo no logra enderezar el rumbo en los duelos contra River porque no acierta en los planteos para desactivar la fórmula de Gallardo, que le resulta efectiva contra Boca (en este 2018). 
 Que los partidos se ganan en la mitad de la cancha es una frase afirmada a lo largo de la historia del fútbol y reafirmada por la doctrina de Pep Guardiola: "mientras más volantes tenga mi equipo, más chances voy a tener de jugar mejor al fútbol". Esto no quiere decir que haya que jugar con 11 futbolistas cuyo puesto sea el de mediocampista, sino que los 11 deben estar involucrados con la tarea que realizan los volantes. Antes los zagueros y el centro-atacante eran piezas aparte: los primeros estaban rodeando el área propia mientras que el nueve lo hacía en el área rival. En el fútbol de hoy se pide participación en el circuito: que los centrales salgan jugando con la misma técnica que debe tener un volante central, y el nueve debe saber asociarse como si fuera un número diez (a raíz de esto surge la moda del falso nueve). Guillermo tiene muy arraigados esos conceptos del fútbol moderno, pero no logró que sus futbolistas los apliquen bien: su equipo se vio absorbido por la presión de River cuando quiso salir desde el fondo: en el primer gol Magallán se equivoca dándole la pelota a Almendra, que estando de espaldas la pierde. La única forma de superar la presión alta del rival es, o salteando líneas con un envío aéreo, o ejerciendo superioridad numérica. Si la única opción de pase es un volante que está de espaldas y no se forma un rombo o triángulo con más futbolistas es porque hay errores conceptuales y tácticos. Además, para no fundamentar el primer gol únicamente en la buena pegada de Martínez, cabe resaltar que cada integrante de la defensa de Boca comete un error: después de la mala salida de Magallán, a Izquierdoz le queda corto el rechazo, luego Mas tiene una intervención defectuosa que mete la pelota en las cercanías del área, y Jara no llega a amortiguar la posición del atacante de River. Es menester observar dichos detalles porque si bien Boca es el bicampeón del fútbol argentino, lo cual significa que Guillermo tuvo más aciertos que errores, tampoco hay que dejar de lado que Boca nunca terminó de ser del todo sólido en defensa (recordemos el primer campeonato obtenido por Guillermo, donde se terminaron cambiando hacia el final del torneo los cuatro integrantes de la defensa, y aunque en la Superliga obtenida estaba claro quienes eran los titulares, se debió ir en busca de Andrada e Izquierdoz para tener más seguridad). 
 A Boca no le sirve que Nandez esté demasiado abierto por la derecha y no apoye a Barrios cuando no está Pablo Pérez para construir juego, y tampoco le sirve que Cardona entre para hacer la banda por la izquierda cuando el problema no está en los carriles sino que está en que no había un sostén en el medio, lo cual hizo que hasta Barrios tenga un mal partido, de los que no suele tener. 
 Otro deja vu es el contraste de Guillermo con el ciclo de Arruabarrena: si tuvo un defecto al comenzar su ciclo como DT de Boca fue que el Vasco administró mal la riqueza: hizo tantas rotaciones durante todos los partidos a tal punto de que ya no se sabía quién era titular y quién no, y sin sostener aunque sea una columna vertebral es muy complicado construir sociedades dentro del campo. Boca había encontrado ante Cruzeiro una sociedad entre Pérez y Zárate, además de que estos habían sido figuras en el triunfo, e inexplicablemente quedaron fuera del equipo titular en un partido que significa tanto para Boca como es el superclásico, y el que terminó jugando fue Almendra, un chico de 18 años que por lo menos por el momento no está al nivel de Pérez, que además es el capitán. Para armar un equipo sólido lo primero que tendrían que hacer los mellizos es saber cuales son sus titulares y no rotar demasiado, y a partir de allí se podrán corregir errores y preparar especialmente los duelos contra River, que puede tener "pseudo-titulares" como Scocco o Quintero, pero que sabe perfectamente con qué jugadores va a salir a la cancha y qué partido debe plantear según el rival. 

jueves, 20 de septiembre de 2018

BOCA 2 CRUZEIRO 0: PENSAR EN UN INSTANTE EN DONDE NO HAY TIEMPO PARA PENSAR

Era momento de ver a Boca frente a un rival de mayor estampa: un grande de Brasil como Cruzeiro, dos veces campeón de América (lo cual no implica que sea un rival más poderoso que Libertad), que cuenta con figuras como Barcos, Thiago Neves, Fabio, entre otros. Pero a la hora de la verdad terminó siendo un equipo normal, cómplice del agrandamiento de Boca, cuya imagen de candidato a ganar su séptima copa es cada vez más desmesurada. 
 El plantel con el que cuenta Guillermo hace que el DT deba plantearse ciertos dilemas a la hora de elegir la formación: dejar afuera a Cardona, futbolista talentoso si los hay; a Gago, un sub-campeón del mundo; a Tevez, con todo lo que significa su nombre; y sin mencionar que Abila, que aporta siempre una considerable cuota goleadora, no puede formar parte de los concentrados por lesión (Guillermo tiene la suerte de que primero estuvo Benedetto lesionado, y ahora que este se encuentra en óptimas condiciones, se lesiona Abila, para no tener que dejar sentado en el banco a ninguno de los dos). 
 Las dudas para formar el equipo debido a la abundancia siempre van a dejar disconforme a varios, ya que el fútbol nunca es blanco o negro y depende en gran medida de la subjetividad (para algunos lo mejor hubiese sido jugar con Pavón por derecha y Cardona por izquierda, mientras que para otros tal vez el colombiano le tenga que dejar su lugar a Nandez tal como lo decidió Guillermo). Pero la representación subjetiva de la realidad para Guillermo fue que lo mejor para este tipo de encuentros era priorizar el despliegue de Nandez y no la pegada y lectura de Cardona, tratando de encontrar un equilibrio entre defensa y ataque. La experiencia material para Guillermo fue que encontró al equipo algo desbalanceado ante Libertad, así como para el proletariado (según la teoría marxista) su experiencia material los encuentra con una enajenación en donde no son dueños de su fuerza de trabajo y no les es remunerado todo el valor que producen. 
 Guillermo presentó un equipo equilibrado, pero no por eso alteró su representación subjetiva de la realidad, es decir, su ideología: Boca nunca dejó de ir al golpe por golpe, pero corrigiendo varios aspectos que tuvieron en Izquierdoz a un estandarte de la defensa.
 Boca empezó el encuentro de forma dubitativa, con una cierta ansiedad que le impedía calmarse y elaborar mejor las decisiones. Los simples pases errados por Pablo Pérez eran el síntoma de que Boca no hacía pie, y en el momento en el que el xeneize pudo calmarse para tomar la mejor decisión vino el gol que terminó de estancar y transformar a Cruzeiro en un rehén indefenso de un delincuente armado hasta los dientes. Claro que cuando hablamos de serenarse y pensar para colocar un pase que desmorona la línea defensiva del adversario, estamos hablando de milésimas de segundos. En el documental "Boca Confidencial" estrenado en la plataforma Netflix, puede verse como Boca incorporó tecnología a su gimnasio para realizar un ejercicio en donde el futbolista debe pisar la baldosa que se ilumina, lo cual aumenta el nivel de reacción y toma de decisiones en el cerebro. Por eso actividades como el ajedrez, donde no se realiza una actividad física, es considerado un deporte, ya que este no es solo trabajo físico sino también un trabajo cognitivo bastante importante. Por eso cuando un futbolista tiene grandes cualidades físicas pero no hace buenas lecturas del juego se está en presencia de un deportista mediocre. 
 Todo lo trabajado tiene sus resultados en el campo de juego, pero nunca sería posible si no se contara con futbolistas capaces de interpretar el juego, ya que Pérez no es un jugador talentoso comparado con los rivales con los que compite en el fútbol profesional, pero no por eso deja de ser una pieza fundamental por la visión y respuestas certeras que aporta en cuestión de segundos, demostrado en el primer gol y corrigiendo los errores que estaba teniendo anteriormente. 
 A partir del momento del tanto de Zárate se acomodaron las cosas para el local y el ex Vélez, que estaba teniendo un gran rendimiento, fue sacrificado a merced del esquema (¿o pensando en River?), para tener más recorrido por las bandas con el ingreso de Villa. Es interesante preguntarse qué es más importante, si el esquema o el jugador. En este caso para Guillermo fue el esquema, porque era impensado que Zárate saliera con el satisfactorio partido que estaba realizando y con Boca dominando la situación. Tal vez la salvada de Barrios haya sido una alarma para el DT (jugada aislada que marca un antes y un después, y que agiganta aún más la figura del colombiano, jugadores insignia que no pueden faltar si se piensa en conquistar un torneo como la Libertadores). 
 La mala noticia para Boca es la fractura mandibular de Andrada, que será una baja muy sensible. Observando la jugada puede decirse que no hay intención de lastimar al arquero de parte del brasilero, que tiene el objetivo de cabecear la pelota, por lo que la expulsión es difícil de entender. Ya que vivimos tiempos en donde son normales los cambios en el fútbol (la introducción del VAR, permitir pasar la pelota hacia atrás cuando se saca del medio, entre otros) sería válido plantearse si en vez de la intención habría que sancionar según la acción (es decir, por más de que no sea la idea, si se golpea a un rival sancionar por el golpe y no por la intención), ya que siempre será polémico adentrarse en la compleja mente de un ser humano para interpretar si tuvo una intención violenta o si realmente lo suyo fue una torpeza. 
 

viernes, 31 de agosto de 2018

LIBERTAD 2 BOCA 4: LA LEY DEL MAS FUERTE

Luego de haber recibido un cachetazo al inicio del encuentro después de un yerro de Goltz, Boca devolvió los golpes como en una pelea que protagonizan un hombre de porte grande y musculoso contra un ñato desprotegido, que logra defenderse a medias sin evitar una paliza que le signifique una internación hospitalaria. Las flaquezas defensivas del xeneize le hicieron escribir un tweet al Patrón Bermúdez, hombre que supo defender la camiseta de Boca como dios manda pero que claro, en cuya época en donde no existía el masivo intercambio de mensajes que imponen hoy las redes sociales. Hoy por hoy las democracias requieren de un sistema más inclusivo haciendo oír a los electores que se expresan a viva voz por las redes sociales, y dicha facilidad para acceder a la opinión pública también implica caer muchas veces en la tentación de decir lo que se piensa y cometer un sincericidio, cosa que años atrás no ocurría. Las palabras expresadas por un ícono de la historia del equipo auriazul no impactan de igual forma que las de un hincha genuino pero poco conocido. Pero más allá del contexto social de tales dichos ("cuándo Boca va a tener defensores que lo defiendan de los rivales"), es más válido para la ocasión analizar el contenido de los mismos: Boca es un tanque de guerra cuando se juntan Zárate, Benedetto, Pavón, Abila, Tévez, Cardona o cualquiera de sus grandes talentos que tiene para el ataque, pero lo atraviesan con un escarbadientes cuando lo exigen sin demasiado calibre (el Barcelona sí contaba con recursos grandilocuentes, pero no sucede lo mismo con Estudiantes o Libertad, sin desprestigiar la frescura del chico Pellegrini o la experiencia de Tacuara Cardozo). 
 Luego del susto que se llevaron todos los hinchas xeneizes en el gol tempranero de Libertad, el alto vuelo vino de la mano de Zárate y Benedetto que, como se observa en los dos primeros tantos del visitante, si se les da un metro de ventaja o varios segundos para pensar pueden desactivar las defensas rivales con pases perforadores. Las actuaciones de ambos futbolistas son una alerta para Guillermo: por un lado, se desbarató el mito de Zárate jugando como número nueve. Por más de que Guillermo piense que "es un nueve como Benedetto", la realidad es otra: el ex Vélez se desempeña mejor arrancando más atrás porque no juega de nueve, es un híbrido entre enganche y delantero igual que Tévez, y su mejor rendimiento hasta ahora con la camiseta de Boca fue cuando jugó en dicha posición ante Alvarado y ambos partidos con Libertad; es por eso que luego de los primeros partidos del semestre (los mencionados por Copa Argentina y la ida de la Libertadores) todo parecía indicar que se había encontrado el equipo, pero la cantidad de variantes que hay en el plantel hicieron confundir al cuerpo técnico a tal punto de dejar afuera al goleador (Abila) y ubicar a Zárate en una posición que no rinde tanto. Por otro lado la vuelta de Benedetto es una gran noticia: primero porque ahora son dos los hombres que le impedirán al DT utilizar como nueve a jugadores que no sienten el puesto de forma natural, y segundo porque vuelve la figura de este equipo: la mejor versión del Boca de Guillermo fue con Gago y Benedetto en cancha, y el ex Arsenal hizo tantos goles que a pesar de haberse lesionado en la primera parte del último campeonato fue el máximo artillero del equipo. Pero a su vez esto puede generar un problema: ¿Como conformar un equipo y un banco de suplentes sin dejar afuera a alguien clave, cuando se tiene en un mismo plantel dos animales del área como Benedetto y Abila, dos jugadores de una calidad notable como Zárate y Tévez (que esta vez no solo jugó más de 30 minutos sino que convirtió un tanto, por lo que la pelea por la titularidad está más pareja que nunca) y volantes de selección como Cardona, Nandez, Gago y Pérez?
 Si bien la letalidad de Boca para hacer goles es tal porque le sobra la jerarquía, tiene muchas cosas que corregir para terminar de dar seguridad: la presión sobre los jugadores de Libertad fue muy parsimoniosa, parecido al final del partido de ida donde se inclinó la cancha a favor del conjunto paraguayo; las resoluciones defensivas no son del todo ortodoxas (como en la pifia de Goltz y el penal de Jara), aunque Andrada, sin haber hecho atajadas impresionantes, se consolida como arquero. La manera de que no corra peligro la suerte de Boca en la copa ante un equipo fuerte como Cruzeiro es trabajar y seguir mejorando con minutos de juego. Hacer algún experimento con Nandez como lateral derecho cuando hay tres marcadores de punta en el plantel puede terminar mal. A fin de cuentas, en dos partidos a Boca le hicieron dos goles: nada para alarmarse demasiado como si le hubiesen hecho tres en cada partido como para efectuar un volantazo total. 

lunes, 27 de agosto de 2018

LOS DIRIGENTES ESTROPEARON LAS COMPETENCIAS

La Conmebol está siendo, desde la reanudación de las dos competencias internacionales organizadas por este ente, protagonista por fallos en relación a la mala inclusión de futbolistas. Hay diversas formas de arruinar una competencia: puede ser de la forma más natural, que es el bajo nivel de los futbolistas y errores arbitrales, o por intervenciones mafiosas de los barrabravas, que son capaces de forzar sanciones para que se juegue a puertas cerradas. Pero otra forma de desprestigiar torneos de semejante envergadura como son la Copa Libertadores y Copa Sudamericana, que se supone que son los torneos continentales de mayor relevancia después de los europeos, es mediante errores garrafales de los dirigentes, y no únicamente de la Conmebol, sino también de los clubes, que haciendo un análisis sensato de las distintas situaciones que vienen ocurriendo desde que San Lorenzo avanzó de fase habiendo perdido los dos partidos, son los mayores responsables. 
 Ni los de pantalón corto ni los que agitan banderas, los protagonistas son los de traje, que de parte de los espectadores ya no puede esperarse nada bueno después de todos los casos de corrupción que involucran a la clase política (abarcando la política nacional y también la política en el fútbol, que implica robar de la forma más corrupta desde los organismos de fútbol internacionales, y donde dirigentes de la Conmebol tuvieron que declarar ante la justicia de los Estados Unidos). En el libro "El arrepentido de la mafia del fútbol" escrito por Facundo Pastor se puede leer el camino que recorrió Burzaco, ex CEO de Torneos, hasta declararse culpable ante los jueces norteamericanos, causa en donde el empresario declaró haber pagado coimas a dirigentes de la Conmebol para adquirir los derechos de televisación de las competencias más trascendentales del continente. Si bien la corrupción no tiene nada que ver en la temática de esta ocasión como es la mala inclusión de futbolistas suspendidos, tiene que ver en el hecho de que se sigue manchando la imagen de la Conmebol: primero como una organización corrupta, ahora como un organismo inútil que comete errores administrativos que tienen la consecuencia de estropear la competencia. 
 Pero luego de haber dejado claro la responsabilidad de la Conmebol, que no es capaz de advertir que un nombre que figura en planilla no está habilitado para jugar, la mayor culpa debe recaer en los clubes. Es inadmisible que equipos tan importantes como River y Santos no estén informados de la situación legal de sus futbolistas, ya que tanto Zuculini como Sánchez se encontraban suspendidos por partidos jugados años atrás. Cuando un jugador llega a una institución se debería hacer un historial detallado para verificar si se encuentra habilitado antes de jugar un partido. Tanto River como Santos no lo hicieron. Los mismos futbolistas tampoco fueron capaces de recordar los partidos que implicaron sus suspensiones y advertir a sus respectivos clubes de la situación. El jugador es un profesional y debería conocer a rajatabla el reglamento y conocer más que nadie si puede jugar o no. Pero al fin y al cabo, el jugador solo piensa en jugar, y para los temas administrativos se encargan los dirigentes: Deportes Temuco incluyó a Requena cuando al haber participado de la competencia con otro equipo se encontraba inhabilitado; Santos incorporó a Sánchez sin saber que el uruguayo tenía que cumplir una suspensión; y River, que utilizó a Zuculini durante toda la fase de grupos, recién en el séptimo encuentro se percató de la equivocación, haciendo junto con la Conmebol una obra maestra del terror, que terminará en que el futbolista no pueda jugar el partido de vuelta después de haber disputado siete encuentros. 
 Las consecuencias de estas equivocaciones terminan arruinando el fútbol: San Lorenzo avanzó de fase en la Copa Sudamericana perdiendo ambos encuentros; posiblemente Independiente gane 3-0 un partido en el que no hubo goles; y Racing va a reclamar ante el TAS (Tribunal Arbitral del deporte). Estas fallas de los dirigentes terminan en goles hechos con una hoja sobre un escritorio, injusticias antideportivas (donde no avanza el que menos se equivoca en la cancha, sino el que no se equivoca en los papeles) y un torneo que es de los más importantes del mundo arruinado y haciendo honor al tercer-mundismo latino-americano. 
 Estos hechos demuestran porqué las sociedades sudamericanas están a años luz de las europeas, que por ser el primer mundo tampoco se salvan de la corrupción y los errores administrativos (en el 2015, en un partido por Copa del Rey Real Madrid incluyó a Cherishev, que estaba suspendido, y le costó la eliminación del certamen), pero que dos gigantes del continente como Independiente y Santos vean arruinada su serie es algo que nunca se vio en un certamen como la Champions League. 
 Tal vez una solución sea que las suspensiones prescriban en una menor cantidad de tiempo para que si en casos como los de Sánchez y Zuculini, que fueron suspendidos en partidos del 2014 y 2015, son olvidados, no haya inconvenientes. 
 A raíz de estos sucesos urge la cuestión de si es una actitud deportiva reclamar para pedir la sanción del equipo rival sin ganar los partidos en la cancha. Cuando se está al frente de una institución, se quiere lo mejor para ella, por lo que es lógico que se reclame cuando el panorama ya está distorsionado por haber invalidado las reglas. 
 Esperemos que por el bien del fútbol sudamericano los dirigentes sean más atentos, actuando con el desempeño que demanda su investidura, y que los partidos se ganen en la cancha, gritando goles o festejando jugadas de jugadores que están habilitados para hacerlo, sin arruinar a una pasión que reúne multitudes.

jueves, 9 de agosto de 2018

BOCA 2 LIBERTAD 0: ALIANZAS ESPORADICAS PERO RECURRENTES

Después de 84 días de pausa, el hincha de Boca volvió a la Bombonera, y en un día lluvioso y frío, se presentó una noche copera de las que le gustan a los simpatizantes boquenses. Desde la mañana del mismo miércoles que al hincha xeneize le instauraron la duda de quién es el "Rey de Copas", ya que Independiente alcanzó a Boca en títulos internacionales. Por más de que en la historia haya habido competencias de dudosa relevancia, como es la actual Suruga Bank, un título es un título. Los de Avellaneda fueron en las décadas del 60, 70 y 80 los máximos ganadores del trofeo continental, y Boca supo meterse en la discusión en el 77 y 78 y ganarse la mística copera entre el 2000 y el 2007. Discutir quien es más copero es un debate que no tiene mucho sentido, ya que ambos tuvieron sus respectivos tiempos dorados. Si Boca quiere ser el mejor equipo argentino de la historia en competencias internacionales deberá ganar esta Libertadores, para así igualar a Independiente en conquistas de dicha competición, y de esta forma superarlo en trofeos internacionales, para que, teniendo una Copa Intercontinental más en su haber, se convierta en el verdadero "Rey de Copas". Y la primer parada era ante Libertad. 
 La historia cuenta que Boca siempre imponía autoridad en la Bombonera, endureciéndose con una sólida defensa y haciendo la diferencia con delanteros brillantes. Puede decirse que el gol tempranero de Abila sentó las bases para un desarrollo que los paraguayos venían venir, con Boca manteniendo la ventaja y palpando comodidad siendo directo y vertical con la pelota. En el primer tiempo se cumplieron los objetivos: uno era que Andrada tenga un debut tranquilo (conseguido, ya que Libertad no pateó al arco) y el otro era que mediante el talento de los atacantes, Boca pueda encontrar más diferencia en el marcador, y se fue al descanso con el mejor resultado posible en un chispazo de Zárate que incluyó una combinación con Abila luego de que la intensidad del partido haya experimentado un abatido performance, donde la lluvia tal vez haya tenido que ver. 
 En el complemento la situación fue similar, pero con alianzas esporádicas y recurrentes como las que conformaban los pequeños burgueses urbanos con la clase obrera para impulsar una reactivación económica que favorezca el mercado interno en los períodos post-peronismo antes de la vuelta de Perón al poder, donde los ciclos "stop and go" caracterizados por las recesiones y reactivaciones eran noticias constantes. Podría decirse que el partido fue un ciclo "stop and go", donde por momentos todo parecía planchado, hasta que una alianza entre Pablo Pérez y Pavón dejaba al delantero mano a mano con el arquero de Libertad, situación de gol que no se pudo aprovechar al igual que el gol malogrado por Zárate, otro por Abila, y un tiro libre que pudo haber sido gol de Cardona. Con sus alianzas esporádicas pero recurrentes, de un momento a otro pasábamos a una reactivación que nos hacía merecer el tercer tanto, pero la recesión y la crisis fueron sin dudas sobre el final, donde fue menester rechazar pelotas dentro del área chica y Boca terminó sufriendo, no porque el triunfo corra peligro sino porque ganar 2-1 en la ida hubiese dejado a los de Guillermo con un trago amargo, a sabiendas de que un gol de visitante vale mucho. Boca tuvo algo de suerte, además de la suerte anticipada de que le tocó un rival que no venía derecho como para aprovechar las situaciones que encuentre, pero si logra pasar de ronda va a encontrarse con rivales aún más difíciles y que tal vez no perdonen. 
 En el segundo tiempo Boca perdonó y en el final lo perdonaron, pero un 2-0 de local es un gran resultado y en la vuelta deberá defenderlo. Tal vez poblando más la mitad de cancha haciendo retroceder a Pavón y Cardona, o incluyendo a Nandez desde el comienzo para ejercer un fútbol más combativo. Guillermo tiene experiencia en este tipo de choques y sabrá decidir la táctica correspondiente, como decidió que Rossi debía ser protegido sentándolo en el banco, víctima de un medio injusto y cruel que enfatiza más los errores que los aciertos. 

jueves, 2 de agosto de 2018

BOCA 6 ALVARADO 0: UN COMIENZO CON BUENAS NOTICIAS

Lo más importante a destacar de este tipo de encuentros no es el resultado, teniendo en cuenta que una goleada a favor del equipo de primera división es lo más normal, sino que lo que se debe rescatar son las actuaciones individuales que anuncian el nivel de competencia que urge en el plantel xeneize, además de ser el primer envión anímico de la temporada. 
 La abultada diferencia era de esperar (e incluso más goles también), porque, salvando las diferencias de categoría en el armado de ambos equipos, el conjunto que compite en el federal A sufre, como todos los clubes que disputen tal torneo en el interior del país, una catarata de cambios en la plantilla y una extensa pre-temporada que hacen aún más abismales las fronteras que separan a un humilde conjunto del ascenso con un gigante como Boca. Pero es de destacar el profesionalismo con el que el equipo más grande del país jugó los 90 minutos, donde Pavón fue la expresión más genuina, corriendo para dar una mano en la marca manteniendo la concentración durante todo el encuentro, lejos de relajarse y sobrar a un rival que, acaparando las complicaciones que enfrenta para hacerle frente a un club como Boca, jugó un gran partido, impidiendo que Boca tenga la misma cantidad de situaciones de gol que tuvo en el primer tiempo en los segundos 45 minutos. 
 La gran noticia era la ausencia de Tevez en el equipo titular, que después de mucho tiempo le tocó sentarse en el banco de los suplentes. Pero es un análisis erróneo ver el gigantismo de la noticia por el hecho de que Carlitos no sea titular, ya que después de un semestre en el que física y técnicamente estuvo por debajo del nivel esperado, no es extraño que ya a sus 33 años empiece a jugar luego de ingresar en el segundo tiempo, y más en un club como Boca, que tiene la urgencia de obtener títulos, una urgencia que impone un examen para todos en cada partido, y que no le tiene paciencia a los ídolos, que por el solo hecho de serlo no tienen un lugar asegurado. La noticia se puede llamar como tal por todo el banco de suplentes que estuvo integrado por grandes futbolistas: jugadores mundialistas como Nandez, hombres de jerarquía como Izquierdoz y Villa, nombres que en cualquier equipo serían titulares, como Reynoso y Buffarini. Y además, no formaban parte de la nómina Benedetto, Gago y Olaza. Un equipo de ensueño, que tuvo en cancha a un futbolista extraordinario como Zárate, entre otros. El nombre de la noticia no es que Tevez fue al banco, sino que Boca tiene un equipo titular en el banco: lo cual significa que dentro del campo tiene una selección.
 Mauro Zárate jugó decididamente de enganche: condujo el ataque filtrando pases dignos de un número diez, y en muchas oportunidades encaró buscando el remate. De a poco se va a acostumbrar a que ya no puede jugar solo para él como lo hacía en Vélez, y va a fusionar su calidad con asociación, siendo un combo letal para cualquiera que enfrente a Boca. Pablo Pérez demostró nuevamente porqué es el capitán, y fue clave tanto en el comienzo de la distribución como en la finalización de las jugadas. Y otra noticia que puede obtenerse de un partido que ya tenía el resultado puesto es que los zagueros convirtieron goles, y eso sí que es un título de diario, porque hace mucho que los centrales xeneizes venían contrayendo esa deuda: Boca obtuvo Copas Libertadores haciendo goles de pelota parada con apariciones ofensivas de defensores como Samuel, Burdisso y Schiavi. Que Magallán y Goltz hallan dicho presente en el área contraria y que entre Zárate, Cardona y Pavón haya ejecutantes de sobra es no solo una noticia, sino una gran noticia.
 Después el fútbol jugó su lógica: un equipo con muchos más recursos tuvo la pelota, Rossi tuvo una tarde tranquila y sin tener 80 tiros al arco en cada tiempo, los de Guillermo fueron como un taekwondista usando su Nunchaku: movió los palos agitando las cadenas de un lado al otro y cuando vio una apertura tiró el latigazo. 
 En un equipo que le sobran nombres, Guillermo debe administrar las piezas para que la convivencia sea buena, que se sepa cual es el once titular pero que nadie se queje de que no juega, y el hincha de Boca tiene la tarea de disfrutar, de mirar cada partido sabiendo que es un semestre prometedor y de que el dinero de su cuota de socio o entradas para asistir a la Bombonera se utiliza para que el evento deportivo que van a ver sea un espectáculo. 

lunes, 23 de julio de 2018

BOCA Y UN MERCADO DE PASES QUE CUMPLE LAS EXPECTATIVAS

Luego del período mundialista, es momento de enfocarse en los clubes nuevamente, en su pretemporada, sus respectivas bajas e incorporaciones, y de volver a las épocas futboleras tradicionales, expulsando el chip del torneo entre países donde hasta activan el modo fútbol los que poco entienden de este deporte. Después de consagrarse bi-campeón del torneo doméstico, Boca apunta todos sus cañones a la Copa Libertadores, el campeonato que es la máxima ilusión de los hinchas xeneizes y por el que Angelici se juega la imagen de su doble gestión. 
 Boca no tuvo idas importantes: Magallán, quien parecía a punto de emigrar a los Países Bajos, va a seguir siendo el segundo marcador central, y Pavón, quien seguro sea el primero en irse el próximo semestre, sigue en la institución. Un equipo que obtuvo dos campeonatos y que mantuvo su columna vertebral, además de recuperar a Gago y a Benedetto (a pesar de que no podrá contar por seis meses con Fabra) no tiene grandes necesidades de reforzar el plantel, pero Boca es un mundo aparte, ya que debe soportar la ansiedad por conseguir su máxima obsesión, y esa ansiedad le genera la compulsión de salir al mercado. 
 Analizando las incorporaciones del club de la ribera, puede decirse que cumplió con las expectativas. Ahora el desafío será, sobre todo para Guillermo, administrar bien las piezas y acoplarlas para formar un buen equipo, teniendo la tarea de perfeccionar la regularidad en el juego y pulir los desajustes en las pelotas detenidas como mayores desafíos, sin olvidarse de que lograr una buena convivencia entre tantas figuras es indispensable: la armonía siempre es el primer recurso para producir una gran obra. 
 Mauro Zárate es, sin lugar a dudas, la bomba del mercado, la figura descollante para que el plantel de un salto de calidad. Boca no lo contrata por la necesidad de ocupar un puesto en el ataque, porque si hablamos de delanteros, Boca tiene material de sobra. La necesidad es aumentar cualitativamente la capacidad goleadora, teniendo un buen competidor para Tévez y otros futbolistas. El ex Vélez se encuentra con una oportunidad única en su carrera, donde cabe resaltar que, a diferencia del conjunto de Liniers, ya no es el dueño del equipo que se lleva todas las responsabilidades, sino que será uno más que deberá ganarse el puesto, siendo mucho menos que jugadores como Carlitos en cuanto a su pasado en el club. Si se quiere ganar el trofeo continental es menester contar con hombres, no solo por la experiencia sino por lo que pueden rendir, y Zárate es uno de esos jugadores que cualquiera querría incorporar para elevar la calidad de un equipo. Todo lo que debió soportar producto de una sociedad enferma, que toma como un pecado capital un acto de profesionalismo, es decir, brindar sus servicios donde le paguen más y sienta que tiene más para dar, es el símbolo de una inmadurez que solo es comparable con el escándalo que significó la ida de Higuaín del Napoli a la Juventus, donde la línea que separa al norte del sur italiano trasciende a lo futbolístico. No se puede negar el error de Zárate en haber declarado que en la Argentina solo jugaría en Vélez, pero es inexplicable la cacería que se encomendó por su cabeza. 
 Las compras de Villa e Izquierdoz son el resultado de errores en mercados anteriores: sus llegadas no podrían explicarse sin el inconformismo para con Espinoza y Vergini, que ahora están un escalón más abajo. Villa es un futbolista desconocido en nuestro fútbol, pero por su edad Boca está asegurándose el futuro para cuando venda a Pavón, y teniendo en cuenta los antecedentes de casos similares, como los de Barrios y Fabra, el xeneize por lo general acierta cuando se inclina por una apuesta del fútbol colombiano. 
 Mientras que Izquierdoz es un zaguero conocido por Guillermo y que aporta jerarquía, pero no todos ven con buenos ojos la inversión que hizo Boca por él. La realidad es que Boca, por más de que sea el equipo más fuerte del país en términos económicos, no puede traer a quien quiera. Es imposible que Boca traiga a un central como Otamendi. Izquierdoz es la posibilidad más factible de los mejores defensores que pueden traerse. ¿Si con tanto dinero se pudiera traer otro central mejor, a quién se hubiese traído? Las respuestas no abundan. 
 Luego de haber concretado los pases de estos tres futbolistas, Boca no parece retirarse del mercado, ya que va en busca de Olaza, y tal vez algún arquero. El primer interés (como cualquier incorporación) le quita posibilidades de mostrarse a algún juvenil que juegue como lateral, lo que ya no es una novedad en Boca, pero las necesidades de conquistar campeonatos son más fuertes que proyectar juveniles a largo plazo. Por otro lado, un arquero que compita con Rossi vendría a jerarquizar el puesto, pero no para sacar al ex Defensa y Justicia de los tres palos, sino para intentar ganarse un lugar, ya que desde un sano juicio, Rossi podrá no ser un arquero que salve partidos, pero desde que llegó a Boca cumplió su tarea aceptablemente. 

lunes, 16 de julio de 2018

LA PELOTA PARADA, LA CLAVE PARA ROMPER LA PARIDAD

Esta copa del mundo se caracterizó por lo parejo de sus encuentros: a pesar de resultados abultados como el de Rusia 5-0 Arabia Saudita, el 6-1 de Inglaterra a Panamá o el 5-2 de Bélgica al mismo equipo, se ha visto un torneo donde la diferencia de jerarquía en los nombres no se trasladó a la diferencia de capacidades para superar al adversario. Por eso hubo encuentros que en los papeles parecían disparejos, pero en los hechos resultaron entretenidos y llenos de incertidumbre para el espectador: como es el caso del 1-0 de España a Irán y el 2-2 con Marruecos, el 2-1 de Inglaterra a Túnez, el triunfo sobre la hora de Bélgica por 3-2 con Japón, entre otros encuentros que pueden destacarse.
 Con la victoria de Francia sobre Croacia se sentenció un campeonato que tuvo a los equipos como conjunto como los mayores protagonistas, lejos de actuaciones individuales descollantes. Pueden destacarse las individualidades de Hazard y Modric, pero no mucho más de figuras como ellos que rompan por sí mismos la ecuación de un encuentro. Con Messi y Cristiano eliminados tempranamente y sin haber contado con grandes seleccionados, Bélgica floreció por su juego directo, Inglaterra por el dinamismo de su formación, Croacia por el aguante y la voluntad, y Francia, que se coronó campeón, tuvo apenas pinceladas de Griezmann y M'Bappé, aferrándose a lo férreo de su defensa y el oportunismo de la pelota parada.
 Puede contemplarse la paridad en el nivel general del torneo poniendo la lupa en el campeón: fue superior a Argentina y Uruguay, pero en el primero llegó a estar perdiendo y en el segundo la pasividad charrúa fue cómplice del adiestramiento sin desentonar del elenco galo, que no fue muy superior en la semifinal y la final, pero que supo abrir los encuentros de la mano de un gran ejecutante como Griezmann. En la gran final el ganador enseñó más eficacia y contundencia que un fútbol avasallador, que sobre el comienzo sí lo tuvo Croacia, ensimismado por taparle la salida a Francia y abriéndole huecos que no había descubierto ningún otro rival en esta copa del mundo: Pavard perdía constantemente con Perisic, Kanté se vio superado por el tridente Rakitic-Brozovic-Modric, y los atacantes parecían estar muy lejos del resto del equipo. Pero como se dijo anteriormente, la pelota detenida fue el arma del campeón para romper la paridad tanto en la final como en el resto de la competencia, para luego soltarse y hacer que M'Bappé vuele como voló contra Argentina. Fue tal la paridad que emparejó a Francia con el resto que su centrodelantero no conoció el arco contrario ni tampoco participó en las jugadas de ataque, dedicándose en exceso a colaborar en las pelotas detenidas y en la presión sobre los zagueros rivales, a tal punto que el VAR fue más protagonista que Giroud: si en Brasil 2014 la gran novedad fue el ojo de halcón, sin ninguna duda en Rusia 2018 la innovación de la FIFA en el deporte fue esta famosa pantalla, que no podía faltar en la final.
 Muchos pueden sollozar, y con razón, que el VAR destiñe al fútbol como deporte, que paraliza el juego, que aparece por encima de la vista del árbitro generando emociones que se habían pasado por alto, pero tampoco puede negarse que hace justicia, y que Croacia, que no supo marcar en los tiros de esquina ni en los tiros libres cerca del área, merecía que le cobren un penal por una mano. Poniendo todo en la balanza, lo positivo pesa más que lo negativo en esta implementación de la tecnología.
 Este Mundial, donde el campeón está por encima del resto, pero no por mucho, es una invitación a que todos se animen a jugar al fútbol como lo hicieron muchas selecciones: Croacia cumplió el sueño de jugar una final, y equipos como Rusia se animaron a soñar aunque sea un poco. Esto nos da un mensaje a los argentinos: no hace falta tener 11 Messis para ser un gran equipo, pero sí se necesita seriedad y organización, y un técnico como Deschamps, que trabaja ininterrumpidamente desde el 2012 en la selección francesa. Por lo tanto, luego de haber visto una copa del mundo donde la pelota detenida fue más protagonista que las grandes figuras, quién nos dice que, haciendo las cosas correctamente, no podamos soñar en cuatro años, aunque tal vez ya no este el mejor del mundo con nosotros.

lunes, 2 de julio de 2018

ARGENTINA 3 FRANCIA 4: FINAL ANUNCIADO

Por más de que el resultado registre tres goles argentinos, el encuentro tuvo un claro ganador, que fue superior en todo momento, ante una Argentina que nunca hizo pie y que sufrió la crisis futbolística que no sería posible sin una crisis institucional. Los errores de Sampaoli y la imagen triste de Messi mirando el suelo son los síntomas de una patología estructural. 
 Para analizar los aspectos generales, primero hay que entender lo micro, lo que acarrea este encuentro en particular y lo que fue esta copa del mundo: Sampaoli nunca pudo armar un equipo, no supo administrar los nombres para hacer de ellos una columna vertebral. Venía de ganar ante Nigeria con un primer tiempo más que aceptable, y en vez de ir a lo seguro y repetir los nombres o esquema decidió sorprender con un 4-3-3 con Messi como "falso nueve", la posición en la que se vio su mejor versión en un Barcelona de Guardiola que deslumbró al mundo entero y marcó una época en el fútbol. Pero el entrenador catalán no lo logró por el esquema, sino que el esquema era el marco en el cual se expresaba su idea, donde Messi era el estandarte del lema de que "los grandes futbolistas deben jugar por el centro". Este 4-3-3 de Sampaoli no era la expresión numérica de un largo trabajo y una identidad futbolística, sino que fue un volantazo más, ensuciado por la improvisación con la que se fue a jugar este mundial. Si las cosas no salieron como el entrenador las pensó fue porque no hubo un proceso que las elabore. 
 Lo único que quedó claro del paso de Sampaoli por la selección nacional fue que para él la posesión de la pelota es indispensable, ya que Argentina es hasta el momento el tercer equipo que más tiempo tuvo la pelota en su poder en lo que va de Rusia 2018, pero el problema argentino es qué hacer con ella, cómo hacer para que Messi se sienta cómodo, como hacer para que Pavón o Di María lleguen a una posición neta de ataque en la que puedan asistir o terminar ellos mismos la jugada. Fue tal el desorden y el desconcierto que en un momento Messi se ubicó como volante y Enzo Pérez se paró como centro-atacante. Pero los mayores problemas se vieron sin duda cuando la pelota la tuvo el rival: una defensa mal escalonada y una mitad de la cancha que le miró el número de la camiseta a M'Bappe, que por destreza individual y falencias ajenas tuvo un partido consagratorio para los suyos y que significó una pesadilla para los contrincantes. 
 El fútbol a veces es tan raro que, como dijo Latorre en sus comentarios de la transmisión y en su editorial en La Nacion, hacer goles a veces puede ser más fácil que jugar bien. Di María nos dio el empate, vaya la paradoja, ubicado en una posición impensada. Pero ni siquiera encontrándose con el 2-1 Argentina supo manejar el partido: no se cuidó de los desbordes y centros franceses, y el desequilibrio táctico, sumado a una desventaja técnica (porque hay que reconocer que tal vez Francia tenga mejores jugadores que Argentina) se le sumaron inconvenientes físicos para que sea imposible emparejar la ecuación. 
 La derrota era un final anunciado porque un equipo que llega sin ningún respaldo, con problemas de continuidad de un proyecto futbolístico (Martino se fue luego del papelón de los Juegos Olímpicos, y Bauza duró nada más que ocho meses) que se evidencian en la casi no clasificación a la competencia y en la derrota 0-3 ante Croacia que pudo haber significado la no clasificación hacia esta fase, tarde o temprano tiene que encontrar un final, porque el fútbol, en casos así, tiene bastante lógica. Por eso es lógico que los uruguayos estén orgullosos de su selección aunque quede afuera en los cuartos de final: porque se ve un trabajo serio, donde se denota un respeto de los futbolistas hacia Tabárez y porque hay una estructura que hace posible una renovación, donde tal vez nunca más aparezcan jugadores como Cavani o Suárez pero sí aparecen juveniles como Bentancur, que no entran como los posibles salvadores como debió hacerlo Pavón, sino que juegan respaldados en una estructura sólida.
 Por lo tanto, lo que ocurrió en este mundial es uno de los síntomas de lo que viene pasando en la AFA hace varios años, que podría continuar con una millonaria indemnización a Sampaoli que evidencie una vez más la incapacidad de la dirigencia de llevar adelante un saneamiento institucional y una renovación política que debe empezar por ordenar las cuentas. 
 Ya se terminó la época de los Mascherano, Biglia, posiblemente Higuaín, Di María, tal vez Messi. Jugadores que surgieron de buenas participaciones de Argentina en las juveniles, lo cual hoy por hoy no ocurre. Los nombres que asoman como la renovación son Pezzela, Lautaro Martínez, Pavon, entre otros que puedan mencionarse, pero si no se hacen bien las cosas desde la cúpula dirigencial, por más de que se siga teniendo una buena genética para que aparezcan futbolistas, los resultados seguirán siendo el síntoma de una enfermedad que por ahora parece incurable. Los hinchas expulsados de Rusia son otro síntoma, en este caso extra-futbolístico, que nos enseña que el mundo es el límite a los morbos internos. 

miércoles, 27 de junio de 2018

ARGENTINA 2 NIGERIA 1: DE LA FORMA QUE SEA

Se había dicho anteriormente que no había tiempo ni trabajo suficiente para jugar como sueñan los laureles del buen fútbol de Sampaoli, que no había que comprometer aún más a un equipo que desde el vamos ya estaba comprometido, por los jugadores que aparecen en el mundial con pocos partidos en el lomo, por los desastres dirigenciales, y por la sufrida clasificación seguida de derrotas en amistosos antes de la copa del mundo. Se dice que el equipo puesto en cancha es de los jugadores. Sin entrar en polémica acerca de quien arma la alineación (vamos a decir que la arma Sampaoli porque es el entrenador, y punto. Sin entrar en desdichas inventadas o convalecidas), puede decirse que es la formación de los jugadores no porque la decidan ellos, sino porque era la que más los identifica. Se necesitaba un equipo que juegue para Messi y no para salir jugando como quiere el técnico. Hasta el injusto empate nigeriano, Sampaoli no se equivocó cuando dijo en la conferencia de prensa previa al encuentro que se vería la mejor versión del seleccionado argentino.
 Banega fue el socio que tanto necesitaba Messi, el encargado de ser el nexo entre el ataque y la defensa. Gracias al ex Boca, Mascherano se encargó de hacer lo que mejor hace, que es recuperar la pelota y dársela a los que saben armar juego, y Messi pudo jugar definidamente de delantero, sin retroceder en exceso. El primer gol es una clara imagen de lo que buscó el planteo del entrenador: un equipo corto, con juego interno y explosión. Con Di María mas ligado al desequilibrio por la izquierda y Enzo Pérez tirado a la derecha pero también con capacidades para asociarse con Messi, se había encontrado la manera de jugar superando al rival, sin comprometerse con las salidas desde el fondo que acarrean riesgos innecesarios. 
 Una sobria tarea defensiva acompañada de un orden táctico disciplinario a la hora de suprimir la tarea defensiva del rival le entregaba un debut tranquilo a Armani. La casa estaba en orden. Pero por esas cosas del fútbol Nigeria llegó al empate sin merecerlo, por un penal de esos que nunca se cobran. Que nunca se cobren no quiere decir que haya estado mal cobrado, pero era innegable que los planetas se alineaban para que Argentina no pueda estar ganando. A partir de ese momento el final podía tener dos desenlaces: o inclinarse por el vértigo con el afán de ir por el gol como si no hubiese un mañana, o implantar tranquilidad, conservar el juego que se estaba teniendo desde el comienzo. Es fácil decirlo cuando se vive desde afuera. La desesperación y el nerviosismo hacen temblar los pies. La bronca por el penal también. La furia era la manera. Había que enojarse en el buen sentido para revelarse y quebrar el empate nuevamente. 
 El contexto contrajo desorden, y se volvió a ver lo malo que vimos los dos partidos anteriores: un cierto desorden generado por el desequilibrio, un equipo que pudo haber muerto por la debilidad para marcar en su área. Pero como dijo Maquiavelo, la fortuna es lo que el hombre no puede controlar, y la virtud es la capacidad del hombre para utilizar sus recursos, pero siendo virtuoso se puede controlar a la fortuna. Puede decirse que Nigeria tuvo fortuna, pero no tuvo la virtud. Argentina fue con sus armas, resignó el orden por la velocidad de Pavón, la impresición que ya era notoria en Di María fue equivalente al ingreso de Meza, y Banega perdió el rol de organizador por entrar en la euforia general. Pero era imposible perder el control, había que conseguirlo como sea. Y se consiguió con virtud, dominando a la fortuna: con tres defensores, uno de ellos tirando el centro, el otro definiendo como número nueve con la pierna menos hábil. 
 Se sufrió como los argentinos siempre sufrimos, pero sabiendo que eramos capaces de lograrlo. El rostro ensangrentado de Mascherano es la encarnación personificada del sufrimiento argentino: nos cortaron la cabeza, pero resucitamos. Ahora se viene Francia, y empieza otro mundial. 

viernes, 22 de junio de 2018

ARGENTINA 0 CROACIA 3: CABALLERO, LA EXPRESION INDIVIDUAL DE UN FRACASO COLECTIVO

Cuando llega el mundial los hinchas se ilusionan. A pesar de perder poder adquisitivo, de que la inflación y la subida de precios devore a todas las billeteras, miles de argentinos viajan a Rusia, porque el fútbol puede ser un espacio de felicidad en el medio de un mundo inseguro, peligroso, egoísta y corrupto. Pero el fútbol es un micro-clima de lo que es el país: dirigentes que no solucionan los problemas del extenso mandato anterior (Tapia es el hijo político de Grondona), proyectos que fracasan y se tiran a la basura sin rescatar ni una pizca de algo positivo, nombres que prometen mucho por lo hecho en sus clubes pero que en la selección son unos más del montón, a tal punto de que pedimos jugar con un combinado local, porque tal vez perder con un equipo lleno de Mezas y Pavones es más digno que ser humillado con figuras de renombre internacional. Por estas razones es que la ilusión en la previa del mundial era una utopía, una esperanza que no se respaldaba con los hechos. ¿Qué tan ilusionados podemos estar de un equipo que se clasificó sufriendo, que no sabe como formar, que tiene jugadores que no están consolidados en la selección, que no es más que 11 hombres librados a la suerte, sin una identidad que los abrace a la tradición futbolera de los argentinos? 
 Hace mucho que el seleccionado nacional perdió la mística: ayer por la noche, Bauza hablaba de su paso por la selección declarando que el 0-3 con Brasil era un partido "perdible". ¿Cual es nuestra identidad que nos hace protagonistas, si nos reconocemos como inferiores a años luz de las potencias futbolísticas? Antes de viajar a Rusia jugamos con España, otro candidato al título y fuimos humillados. Es mejor dejar las cosas claras y no caer en eufemismos injustificados. Lo dijo Messi muy bien en una nota en Canal 13: no somos candidatos a ganar el mundial. Nunca lo fuimos, desde que perdimos la gloria que nos consagró en el 78 y en el 86. Argentina siempre estuvo lejos de ser un equipo firme. Entonces, ¿porqué nos sorprendemos tanto?, ¿porqué no aceptamos nuestro presente como lo hacen las humildes selecciones eliminadas? 
 A raíz de estos sucesos, Sampaoli siempre tuvo dudas. Decidió jugar a su manera, con tres en el fondo y una super-población en la mitad del campo para manejar la pelota a partir de superioridad numérica y penetrar en campo croata. Pero Sampaoli cayó en la misma que los hinchas ilusionados: no supo comprender que lo que hizo en Chile no podía implementarlo en la Argentina. El DT de Croacia no se equivocó al declarar que el partido con Argentina era el más fácil porque somos un equipo en formación. Este equipo no sabe jugar con línea de tres, a Salvio le ganaron la espalda, Acuña mostró voluntad pero se lo vio tan irresoluble como Di María, juntar a Meza con Enzo Pérez le dio verticalidad durante gran parte del partido pero eso no logró que llegue la pelota limpia a Messi y Aguero. La catastrófica pifia de Caballero es una expresión individual del fracaso colectivo: pretendemos salir jugando como España, y no somos España, no aceptamos que nos sienta mejor tirar la pelota para arriba. Cuando Sampaoli habló del fracaso de un proyecto (que luego corrigió refiriéndose al partido, lo cual es extraño, ya que los proyectos son planes a largo plazo) hizo referencia a un proyecto que recién está en su inicio. ¿De qué proyecto hablamos, si desde el 2010 hubo seis entrenadores distintos, donde uno destruyó por completo lo que había armado su antecesor? 
 Es hora de que se hable de un proyecto en serio, que aceptemos que somos un equipo de segundo orden y que si queremos llegar a la altura de las máximas potencias, hay que seguir el ejemplo de Brasil: reinventarse, encontrar una forma de jugar con el tiempo, recuperar el espíritu ganador. 
 Es doloroso ver a Messi sin participación, resignado, casi como arrepentido de no haberse nacionalizado para jugar en la Roja, donde las cosas son muy diferentes. El único entrenador que supo hacer feliz a Messi en la selección fue Sabbella: lo hizo mediante una estructura en donde el equipo no brillaba, pero respondía con los recursos que tenía. Para hacer feliz Messi hay que empezar a jugar para él y no para Caballero. Argentina todavía no está eliminada, pero cuando le toque estarlo, lo mejor que puede hacer Sampaoli es irse dignamente: ajustarse al contexto, entender que Salvio no es un lateral brasileño, que el equipo no puede jugar como el quiere, sino que tiene que jugar como Messi necesita. 

lunes, 18 de junio de 2018

ARGENTINA 1 ISLANDIA 1: NO SE VA A ENCONTRAR EL JUEGO SIN ENCONTRAR EL EQUIPO

Argentina hizo su estreno empatando ante un rival menor. ¿Es una hecatombe? No. Pero este partido nos hace tener los pies sobre la tierra. Con tener al mejor del mundo no alcanza. Los resultados en el fútbol implican trabajo y procesos, así lo demostraron España y Alemania.
 Cuando se juega ante un rival que se va a defender con sus 11 jugadores, se necesita creatividad para romper líneas y encontrar los espacios, y eso va escoltado de ingenio individual y una disposición conjunta. La idea de Sampaoli está clara: generar situaciones de gol mediante la posesión de la pelota, presionar bien arriba y llegar con muchos hombres. Partiendo de la base, no se presentó un encuentro utópico: Argentina tuvo la pelota mucho más que el rival, mantuvo a sus laterales constantemente en posición de ataque y excepto Caballero, todos se vieron involucrados en la tarea de empujar al adversario. El principal problema radicó en que no lo hizo eficientemente, primero porque Biglia y Mascherano eran demasiada gente para ocupar el mismo rol. Argentina necesitaba de un volante que desligue a Messi de la tarea organizativa, alguien que quiebre barreras defensivas, se conecte y llegue al área. Biglia no es ni Mascherano ni Banega, es un intermedio, que puede generar fútbol a partir de su pase pero que no va a ser definitorio en los últimos metros. El jugador del Milan se superponía con el ex Barcelona en el eje central. Banega impuso otra actitud a la hora de encontrar a Messi y a su vez las oportunidades para llegar al gol. De haber convertido el penal tal vez se hubiese ganado con lo justo, pero eso no quita la realidad: que Argentina no tiene el fútbol para que Islandia se sienta incómoda.
 Entre tantas piernas, lo más factible era intentar romper por afuera, pero las duplas Di María-Tagliafico y Meza-Salvio necesitaban de un funcionamiento que los encuentre, que les abra el camino para desbordar.
 La posibilidad de ir ganando 1-0 se encuentra gracias a la presencia de un central zurdo (si hubiese jugado Fazio el remate no hubiese sido posible) que pudo conducir a través de su pie izquierdo, encontrando a un Aguero que tuvo la jerarquía para resolver. Entrenadores con otros gustos hubiesen optado por la opción de bajar la intensidad y cuidar el resultado, pero eso no está en la fisonomía de Sampaoli. Para afianzar un fútbol de alto vuelo en donde se ataca constantemente, se necesita tiempo de trabajo para coordinar bien los movimientos cuando se pierde la pelota, y es por eso que debido al poco tiempo con el que contaba el DT para encontrar un funcionamiento estable, todos los partidos amistosos iban a servir para despejar la mayor cantidad de dudas posibles y entablar su idea, sobre todo en la faz defensiva, ya que la defensa no se rige por la inspiración que podría surgir de los movimientos ofensivos, sino que se necesita tiempo de trabajo. Siendo un equipo en formación y con lo dicho anteriormente de la falta de tiempo del entrenador, no es raro que haya desacoples defensivos como la fragilidad que se tuvo ante los pases largos y que las segundas jugadas caigan a favor del rival.
 La situación puede llevar el mote de preocupante, ya que desde que Sampaoli llegó, los nombres y los esquemas variaron constantemente y los interrogantes siguen persistiendo ahora durante la Copa del Mundo, y es muy difícil jugar bien cuando no se tiene claro con qué nombres se quiere jugar. El momento de hacer variantes, probar, corregir falencias y encontrar el camino se debe hacer durante los cuatro años que duran las eliminatorias. ¿Que Messi se ponga el equipo al hombro y nos salve? Muy difícil. Ni en los equipos en donde más se notaba la dependencia hacia un jugador (Maradona con Argentina en 1986, Riquelme con Boca en 2007) había un futbolista que ganaba solo, sino que son los equipos los que ganan campeonatos. Argentina deberá respaldarse en lo bueno que hizo que merezca ganar ante Islandia aunque sea sin desentonar: la movilidad de Meza, las ganas de Pavón, la ductilidad de Aguero. Y deberá dejar los vicios que lo pueden hacer sufrir, y en esto será fundamental la voluntad de Sampaoli por dejar de lado sus ideales (que pueden ser muy buenos, pero que no se consiguen en estas circunstancias) y adaptarse a la situación, lo cual incluye que salir jugando en todos los tiros puede significar un vicio que tal vez sea mejor dejar para no incurrir en peligros que comprometan aún más un contexto comprometido por tantos factores.

viernes, 25 de mayo de 2018

LA LISTA NO ES EL PROBLEMA

Argentina ya tiene los 23 nombres que van a representarla en el mundial, y si bien puede haber disidencias como la no inclusión de Centurión e Icardi, entre otras que según el criterio futbolístico de cada uno pueden variar, el criterio que vale es el de Sampaoli y su cuerpo técnico, y decidieron que estos 23 son los mejores. Pero el problema no radica en los nombres convocados, sino en como homogeneizarlos en un funcionamiento estable.
 Un ejemplo claro es la convocatoria de Ansaldi. Nadie niega que puede ser un lateral de buen rendimiento en el fútbol europeo y que es una pieza muy útil al poder jugar tanto por la derecha como por la izquierda, pero son muy pocas las participaciones que se le pueden contabilizar en la selección. Si le toca jugar en el Mundial tendrá que conocerse con sus compañeros dentro del campo sin ningún margen de adaptación, y en un equipo que todavía no anda solo, sino que está en proceso de formación. Está muy clara la idea que tiene el entrenador (ya la demostró en la Universidad de Chile y en la selección andina), pero todavía no se pudo desarrollar en el seleccionado argentino.
 Es por estos motivos que las chances de llegar lejos en la copa del mundo para Argentina son muy inferiores con respecto a equipos como Brasil, Alemania o España. Argentina no es un equipo consolidado, hay futbolistas que todavía deben entender el mensaje del técnico (Armani, quien ante la trágica lesión de Romero tiene chances de ser el arquero titular, nunca jugó un partido en la selección) y algunos llegan tocados (Biglia, Aguero, Mercado).
 Lo de Romero es una noticia fatídica porque se perdió nada más ni nada menos que al arquero titular, que puede gustar o no (desde el 2014, a nivel clubes disputó nada más que 40 partidos), pero iba a jugar su tercer Mundial custodiando los tres palos ininterrumpida e indiscutidamente. Si hay bronca de parte de Romero por haber sido desafectado y no haberlo esperado como con otros jugadores, hay que tener en cuenta que la situación es distinta, ya que en casos como el de Biglia van a estar disponibles desde el comienzo mundialista, en cambio lo del jugador del Manchester era duda hasta el final, y Sampaoli no puede darse el lujo de comenzar la competición con 22 jugadores.
 Un párrafo aparte se merecen los de la camada que vienen luchando por conseguir un título: tanto Messi (podría disputar el Mundial de Qatar 2022), como Higuaín, Aguero, Di María, Biglia, Rojo, Otamendi y Mascherano van a jugar su última Copa del Mundo, y tienen una última oportunidad de conseguir el deseo tan anhelado. Las condiciones no son las más óptimas: se viene de varios cambios de entrenador, de papelones dirigenciales que explican porqué la selección no sale campeón hace más de 20 años. Pero muchas veces el fútbol entrega sorpresas y así como en el 2014 apareció Enzo Perez con grandes actuaciones y se consolidó una defensa férrea para que Argentina avance hacia la final, no habría motivos para no ilusionarse aunque sea con un poco de fantasía.
 En cuanto a los nombres no hay mucho que discutir: Sampaoli tiene en cuenta a Salvio y Acuña como laterales pero ambos no son defensores, lo que no quita que puedan dar una mano y ser polifuncionales en ambas bandas en una defensa mentirosa con laterales más volantes que defensores. Rojo puede ser el reemplazante de Fazio y Tagliafico, mientras que por Otamendi pueden jugar tanto Mascherano como Mercado. La polifuncionalidad es un recurso que tienen muy en cuenta los técnicos para disputar una competencia, y por eso se explica la aparición de Meza, que puede ser interno y externo. Como se dijo anteriormente, puede salir todo mal o bien, no hay certezas de como va a funcionar Argentina, pero sea de la manera que sea, todos los argentinos van a estar expectantes de lo que Messi pueda influir para generar revuelo.