sábado, 24 de diciembre de 2016

LA INDUSTRIALIZACION QUE LLEGA AL FUTBOL

 En los últimos años se hizo común un fenómeno que responde a la chequera del más fuerte: que jugadores con todavía mucho andar en sus recorridos, pasen a jugar al fútbol chino. Figuras internacionales como Ramires, Oscar, Jackson Martínez, entre otros. Ahora Tévez seguiría sus pasos, y se habla de Ponzio y Gago recibiendo ofertas de los orientales.
 China cuenta con un caudal de recursos tan grande como su población, debido al amplio abanico de industrias que lo hacen una de las mayores potencias del mundo.
 Pero tampoco hay que olvidar a Estados Unidos, que hace lo suyo incorporando a figuras como Gerard, Pirlo, Lodeiro, entre otros nombres. Enriquecer las filas de los equipos de la MLS puede ser un buen paso para crecer en lo futbolístico, deporte que siempre estuvo detrás de los preferidos por la audiencia pero que creció mucho los últimos años. Está de más decir lo llenos que se encontraron los estadios la última Copa América, y es algo que tiene que ver también con su cultura: donde hay espectáculo, el americano va. Pensándolo bien, pagar sueldos altisonantes para futbolistas que se encuentran en el final de su carrera no es un gran rédito deportivo, pero que Lampard, Pirlo y Gerard culminen sus tiempos en el país norteamericano es una forma de comenzar el boom con el fútbol.
 Antes, los buenos rendimientos traían un sueño deportivo: llegar a la elite, ir a Europa. Hoy en día, un chico de 20 años (como se habla de Pavón y Driussi) tiene entre sus posibilidades emigrar al fútbol chino, de una liga poco competitiva. Está claro que literalmente, los jugadores se compran: ya no se los seduce con lo futbolístico, sino que se habla de números. El fútbol siempre fue una manera de salvar la vida de una familia, pero en estos tiempos, en la prosperidad de una carrera, ya no se busca la gloria sino la ambición.
 Es provechoso recordar la entrevista de Alejandro Fantino con Ricardo Darín, cuando el actor le menciona que rechazó una oferta de Hollywood porque no le gustaba el papel que debía protagonizar, cuando los números que se barajaban eran sorprendentes. El actor dejó en aquel programa pretextos como no ir en busca de más dinero aunque se tenga la posibilidad, ya que para él una buena vida se vive con lo necesario, que no tiene sentido ir en busca de más. Sin duda son hechos que hacen de Darín una personalidad ejemplar y particular, pero está claro que la sorpresa del conductor y lo particular de sus palabras se producen porque no es lo común en una persona, y el dinero logra que, por ejemplo, Oscar, de 24 años, con un enorme talento, deje de lado todos los sueños que cualquier futbolista podría tener por los sueños adinerados que tal vez podría tener cualquier ser humano, con el anhelo de ser multimillonario.
 A mi entender, los objetivos tienen una cara material y otra emblemática, todos soñamos, por un lado, con comprar nuestro auto o nuestra casa, y por el otro, mejorar como profesionales. Uno no puede juzgar las decisiones de los que, a diferencia de Darín, teniendo mucho más de lo necesario optan por tener todavía muchísimo más, pero sacrificando lo deportivo, favoreciendo a la política expansionista china y estadounidense, que busca crecer en el fútbol. ¿Será que el sentido de una carrera va por el lado de lo económico y la billetera puede lograr que a larga países que nunca fueron potencias futbolísticas lo logren a través de su poderío financiero? Tévez dejó la posibilidad de ser uno de los máximos ídolos de Boca por salvar a los hijos de sus tatara nietos (sus tatara nietos seguro estén salvados), seguramente buscando la opción que lo haga más feliz. Uno no está en la piel de los demás como para juzgar sus decisiones, menos teniendo en cuenta de que se habla de la felicidad, algo que tal vez aún no sepamos bien cómo se consigue.

lunes, 19 de diciembre de 2016

BOCA 4 COLON 1: ¿UN RUMBO INSEGURO?

 No es casualidad que hace tres encuentros Boca venga marcando de a cuatro, que en muchas ocasiones Gago haga mover la pelota simétricamente, que ante la salida de Bentancur ingrese Centurión y el problema se transforme en una solución, que Boca vaya hacia delante con la fuerza de una estampida de 100 elefantes, con los laterales pasando como locomotoras, animándose a poner gente en campo contrario, con un poder de gol irrefutable, con individualidades como la gambeta que hagan a lo colectivo de una asociación tajante, todo sepultado bajo un Tévez que figura en el medio de la escena, con un equipo que gira al rededor de él. Y cuando un fuera de serie como Carlitos se siente cómodo, se produce un juego que es capaz de arrollar a cualquier rival. Justo ahora, que volvió Gago, que Boca está puntero, que se encontró el sistema ideal, que los hinchas y los jugadores se identificaron con una forma de jugar, que encontró su nivel, se quiere ir. Y aunque parecía todo color de rosas, los próximos seis meses inevitablemente serán una incógnita.
 Cuando volvió aquella tarde del 2015, era para quedarse. Cuando volvió Riquelme lo hizo para quedarse, cuando volvió Palermo lo hizo para quedarse. Pero cuando volvió Tévez, duró un año y medio: ¿se arrepintió de hacer semejante locura?, ¿No le dio más el alma como para soportar el mundo Boca y este país de locos como sí pudieron hacerlo Román u otros ídolos? Cada persona es distinta, pero es innegable que es un sismo desilusionante, que no va a terminar siendo el ídolo que todos soñamos con ver levantando una Libertadores en su segundo ciclo, pero nadie le va a quitar el cariño de la gente y el agradecimiento por haber vuelto, aunque haya sido una vuelta fugaz como los toques de esta máquina de fútbol que inventó Guillermo y que le faltará su eslabón fundamental. Desde la humildad de cada uno, habrá que pensar qué se hizo mal para que un ídolo que dejó el primer mundo para volver a su casa tenga ganas de irse a China, a la otra punta del planeta. Tal vez cuando vemos temas puntuales de logística, como que el ingreso de los socios adherentes se vio demorado porque no funcionaban los molinetes, uno entiende lo loco que estaba para volver al tercer mundo y que tenga ganas de irse.
 Históricamente, Boca siempre se destacó por ser sólido en defensa y contar con futbolistas aguerridos, mientras que el gol siempre estaba en algún Palermo, Guillermo, Delgado, Cabañas, Manteca Martínez, Rojitas, entre otros. Este equipo es un Boca que da vuelta la historia: tiene a todos sus hombres comprometidos con el área rival, tiene volantes centrales de mucho juego y que manejan la pelota con clase, y si tiene una falencia es en el aspecto defensivo, donde con muy poquito, Colón lo puso al nueve de cara al arco de Werner ganándole las espaldas a los centrales en más de una oportunidad, cuando el elenco de Santa Fe fue a la Bombonera a que no le hagan más goles y estaba siendo notoriamente superado. Pero si hay algo que hace distinto a este equipo que disfruta y goza de la pelota en su poder es Tévez, y sin él Boca tiene dos aspectos a solucionar, solo que este último parece casi imposible de resolver, por el simple hecho de que es alguien que no se puede reemplazar.
 Aunque él se declare inconcluso con su destino, Guillermo diga que lo esperan en enero, la gente lo despidió el domingo 19 de diciembre en la Bombonera, mientras él hizo disfrutar a la gente de su alma de potrero y talento que lo disparó hacia la cima del fútbol, ese deporte que lo hizo llorar de alegría muchas veces, pero que también lo tuvo cabizbajo, deshilachado hasta el hartazgo, casi ni sabiendo porqué deseó volver al lugar de donde quiere irse y sufre por sus hijas. Pero esas lágrimas que se vieron al dejar el campo de juego son extrañas, seguro solo él las comprenda: ¿serán de dolor por dejar Boca, traicionando el instinto que lo hizo volver?, ¿serán de emoción por el cántico de la gente? Lo único que puede explicarse con certeza a través de algo tan abstracto como son las emociones de una persona es que todos las tenemos, pero solo unos pocos pueden generarlas en los demás sin planear nada, simplemente siendo como es uno. Se ganó al mundo entero con su fútbol y carisma, se ganó la capitanía del Corinthians siendo un pendejo, salvó del descenso a un club humilde que solo rezaba para que ocurra un milagro, cruzó de una vereda a la otra en Manchester, desembarcó con la 10 en Italia y en poco tiempo se ganó a la complicada afición italiana; y volvió para la Argentina llenando un estadio solo para verlo con la azul y oro, que luego lo despidió con ovaciones no por haberle hecho dos goles a River y salir campeón en 2015, sino por el simple hecho de lo que genera, de lo que nos generó, de que es Carlos Tévez y aunque no vuelva al club de sus amores o se retire del fútbol, siempre va a estar presente en el corazón de cada uno, no por la devoción que genere un ser humano de carne y hueso, sino por lo que nos hizo sentir, en cada punta del planeta, de Brasil a China, y con cada lágrima que vimos caer, del programa de Fantino a su despedida ante Colón.
 En muchos aspectos, el fútbol es como la vida, solo que se produce en tiempos mucho más reducidos. Un ser querido puede durar más de 70 años, un ídolo puede durar muy poco. Pero los clubes nunca mueren, la vida de Boca continúa, la vida de los hinchas continúa, este plantel por el momento continúa, pase cualquier cosa que pase, la historia de la vida continúa, solo que hay hitos que la marcan. El legado de los que siguen, sin tener porqué imitar a nadie pero porqué no aprender las mejores cosas, es seguirla escribiendo.

viernes, 16 de diciembre de 2016

NO PODEMOS EMBARRAR LA CANCHA DE ESTA MANERA

 La tecnología es una variante para el progreso desde cualquier punto de vista, no solo desde el siglo que nos toca vivir, sino desde que se inventó la televisión a color o la fotografía, y así como se puede pedir la utilización de la boleta electrónica, uno nunca intenta conformarse y busca progresar en cualquier aspecto que nos depare la vida. Cuando en el Mundial de Brasil 2014 se implementó el ojo de halcón, la medida estaba para el aplauso porque acabó con una injusticia como es la de no convalidar un gol cuando la pelota ingresó en su totalidad o cobrar un tanto ilegítimo, jugadas muy minuciosas que deben ser sentenciadas en menos de un segundo y muchas veces está fuera del alcance de la vista de un árbitro o juez de línea. Pero decimos que es justo y soluciona un problema porque no cambia la esencia del juego, al instante el árbitro recibe una señal de un dispositivo. Se cobran los goles que son, se sigue el juego cuando no lo son, no afecta el tiempo neto del partido, es realmente una mejora sustancial que facilita el arbitraje sin entorpecer el desarrollo.
 No hay que decirle que no a los progresos; no nos olvidemos que el fútbol estuvo muchos años sin jugarse con tarjetas, lo que hoy sería algo inaudito; y menos decirle que no a la tecnología, que hoy en día nos marca el camino del futuro. Tampoco se azotan las nuevas introducciones al reglamento, como el pase atrás cuando se saca del medio, entre otras cosas que no alteran el producto (que quizás tampoco lo mejoren). Pero otra cosa muy distinta es generar injusticia para los espectadores, donde no se puede creer el bochorno que hay que contemplar parando el juego más de tres minutos, además de retrotraer una jugada que los jugadores ya dan por terminada. No es injusto que se cobre un penal que lo fue, pero sí es un injusto hacer del juego una maquinaria de videos y una paciencia desmesurada.
 Además, queda expuesto la poca importancia que le da la FIFA a la competencia continental más importante de todas. Tal vez Infantino de por sentado que el Real Madrid tenga un 95% de chances de alzarse con el trofeo y que su pálido festejo consista en un apretón de manos entre Zidane y Cristiano Ronaldo, similar a la competencia del 2014 o la que conquistó el Barcelona el año pasado, pero aún así no hay que olvidarse de que es el Mundial de Clubes, la continuidad de una Copa Intercontinental que fue la gloria de varios equipos sudamericanos y hasta europeos. Aunque ahora en Zurich no le den importancia y lo usen de torneo fetiche para andar haciendo ensayos paupérrimos, es un torneo que es y seguirá siendo importante aunque no lo quieran. No hubiera estado mal probar este menoscabo recurso en un torneo sub-17, pero no, la soberbia seguro guió su instinto para implementarlo en una competición de semejante magnitud.
 Además de pensar en los futbolistas que seguramente reclamen la poca pericia de los árbitros en determinadas situaciones (de hecho estos inventos aparecen por malos rendimientos de los jueces, que en principio deberían ser el único parámetro para arbitrar las acciones), como el caso del papelón en la final de la Copa Argentina entre Central y Boca, también hay que pensar en que la gente paga una cuota o una entrada para ver un espectáculo, en este caso el certamen que se disputa en Japón, y a cambio les están devolviendo basura, demoras como si fuera un partido de rugby, cuando una de las cualidades que diferencia este deporte de los demás es la fluidez. Reitero lo dicho anteriormente: no le quitemos al fútbol la esencia que lo hizo el deporte más popular del planeta.
 Entra la FIFA y la AFA (con gran complicidad de la agencia de deportes cordobesa) vivimos en una sola semana dos verguenzas de nivel atómico, con un fallido invento tecnológico mal implementado, en forma desubicada y desvirtuando el desarrollo de partidos trascendentales, y una final de Copa Argentina que no se merecía esa porquería de campo de juego. Y menos se merece la gente escuchar que el campo está siete puntos, cuando está aplazado, y no tendría que estar ni ocho ni nueve puntos, sino diez. Es una final, ¿de esta forma quieren generar nuevos recursos transmitiendo el fútbol argentino en el exterior? Así no se puede reconstruir nada, en ninguno de los dos organismos, con tan poca seriedad.
 Y no me parece mal hacer un punto aparte sobre las resoluciones de los árbitros ante esta medida en el Mundial de Clubes: pueden quedar tan ridículos como se dice, pero ellos son empleados de la FIFA y cumplen órdenes. Dejemos de echarle la culpa a los cuatro de copas, y vayamos a los verdaderos culpables.

lunes, 12 de diciembre de 2016

RIVER 2 BOCA 4: UN JUEGO DE ERRORES Y ACIERTOS

 Una de las epopeyas xeneizes más grandes de la historia, el mejor superclásico del siglo XXI. Veníamos de Boca-River aburridos, cerrados, con pocas emociones, y gratamente el último domingo nos han brindado un espectáculo digno de ver para cualquier neutral, pero no apto para corazones sensibles con peligro de infarto en caso de simpatizar con cualquiera de los dos elencos. Eso es fútbol en estado puro. Se puede decir que los derbys anteriores se jugaron mal porque no se generó un juego adecuado para incomodar en las áreas, pero ahora además del potencial ofensivo de ambos conjuntos hubo numerosos desaciertos defensivos que testimoniaron el histórico marcador. El fútbol es así, caprichoso. Pero no nos olvidemos de que esto es un juego, y los juegos deben ser divertidos: si con desacoples en las dos áreas podemos empacharnos de remates al arco y goles de un lado y otro, que así sea en todos los clásicos del planeta, antes que un partido de ajedrez donde se examina más de lo que se concreta; porque estos partidos son encuentros aparte, son la encarnación de la pasión y la rivalidad, seguro sean lo más hermoso de este deporte: ¿que más podemos pedir que disfrutarlos?
 Vamos a citar a fenómenos del balonpié para enriquecer las líneas.
 Dante Panzeri, que marcó un hito en la historia del periodismo deportivo en la Argentina, manifestó muy sabiamente que el fútbol es la dinámica de lo impensado. Todos creyeron que el asunto iba a girar al rededor de Gago, que Gallardo debía buscar la manera de neutralizarlo y Guillermo la forma en que siga desplegando su aporte colectivo. La realidad estuvo en que el cinco de los mellizos dedicó toda su labor a lo defensivo, fue un volante central clásico de contención, y Boca no comenzó arrollando a sus primos de la mano de su eje de circulación, sino que lo hizo atacando directo, de la mano de Tévez, dependiendo del 10 en todas las maniobras. Si Pavón le ganó las espaldas al chico Olivera fue por pases en profundidad del enganche (hay que aclararlo: Tévez jugó de armador), que hasta transformó contraataques en jugadas de igualdad numérica cambiando velocidad por inteligencia, producto de su desarrollada conducción, porque el primer tanto es una obra maestra del Apache: Boca iba embalado como gran parte del primer tiempo, pero él decidió pensar, paró la bocha, juntó marcas y lo dejó solo a Bou; solo un crack puede hacer esa maniobra riquelmeneana. 
 Pero esto es la dinámica de lo impensado: Gallardo no bloqueó a Gago y a los volantes poniendo una marca encima, sino que los hizo marcar a ellos. La mejor marca de Gago fue D'alessandro, que por momentos le miró el número junto con Pérez y Bentancur, que sufrieron las diagonales de Driussi, los centros al área que no eran por apuro, sino porque River utilizaba al ex (¿actual?) Inter de Puerto Alegre para armar el 2-1 por las bandas y terminar la jugada por el centro. No fue un partido de ida y vuelta constante: primero fue el momento de uno, luego del otro. Ambos dominaron y fueron dominados. Y como se dijo antes, cuando hay muchos goles es porque además de aciertos, hay errores: error de escuelita de Peruzzi en el empate, siesta total de Vergini en el segundo (permítanme traer al artículo a otro genio: Diego Simeone, cuando dijo que el fútbol es un juego de errores). 
 Boca no salió del todo armado al complemento, sino que continuaba afligiéndose de un desarrollo que lo ponía en desventaja, sin sentirse cómodo apostando a la réplica cuando venía de victorias jugadas a sus tiempos y con la pelota en su poder. Sin dudas lo que fue un antes y un después fue que Boca comience a tener la pelota: sin D'alessandro, Gago no tuvo ese rombo para armar un bloque, pero se rompió el itinerario de River en su búsqueda hacia Werner, y nació una proeza que quedará grabada en la historia de los libros del club de la Ribera. 
 ¿Cuanto significa lo mental en el fútbol? Mucho, muchísimo. Boca tuvo mentalidad de darlo vuelta, de transformar una jugada aislada en un desmoronamiento defensivo de la última línea millonaria, que tuvo una pobre respuesta de parte de su arquero (otra vez, gracias Cholo por las palabras), pero gracias a una garra urgida desde las venas auriazules de Walter Bou, para dar una pirueta de acróbata que habilite a Tévez a igualar la batalla que muchos daban por perdida. "Cuando a un guerrero se lo tiene en el suelo, es mejor cortarle la cabeza y acabar con él, porque puede levantarse y acabar con vos", tuve la suerte de leerlo en una de las líneas de Roberto Pefumo en Olé, y cuanta razón tenía. Boca fue un guerrero que nunca estuvo muerto. Y para explicar su resurreción podemos traerlo a Román con un broche de oro: "en el fútbol argentino se juega mal porque priorizamos un cinco antes que un diez, se corre y no se piensa". Gallardo dejó a River sin el que piensa, y se dedicó a correr, pero corrió mal, se desordenó tácticamente, y como un año atrás la fatídica lesión de Gago significó un gol de Lodeiro, la lesión de Bou nos hizo volver a los dos extremos para capitalizar el bajón del rival con alma y gambeta, regocijando de una aceleración en tres cuartos, coordinado con un Carlitos que le puso el lustre a una tarde que tuvo a 11 luchadores venciendo a más de 60.000, pero no los venció luchando sino jugando, y el juego lo creó su líder. El argentino es necesitado de líderes, los grupos en sí los solicitan: un jefe es alguien que dictamina y ordena, un líder es uno más, pero que sus compañeros le otorgan el rol de conductor porque sienten que ese líder les marca el camino. Eso es Carlos Alberto Tévez. Eso fue el golazo inexorable que narra la leyenda de alguien que volvió para escribir su historia y la de la mitad más uno del país. ¿Hay alguno que pueda analizarme cómo dios creó el mundo? Yo tampoco puedo explicar lo que hizo el que fue tocado, justamente, por la barita de ese dios. Será que las deidades son indescifrables para el simple ojo humano.
 Esto es el fútbol: disfrutar, sufrir, llorar, creer, esperanzarse, disfrutar, gozar, ser feliz. Palabra a palabra, así fue el desarrollo del xeneize en el superclásico. Pero si Guillermo tiene a Guardiola como uno de sus espejos, que recuerde la obsesividad que hizo llegar al éxito al catalán: hay que estar en cada detalle, y a veces la victoria te enceguece. Somos un equipo, tenemos una columna vertebral, tenemos recambios que engranan con el conjunto, tenemos juego y actitud, pero no hay que creérsela y pensar que todo está perfecto: tal vez por eso para un DT nunca se alcanza la felicidad y el estrés se apropia de sus noches, porque esos aciertos y errores, siempre se buscan convertir en solo aciertos, pero el trabajo es interminable, es imposible llegar a la excelencia anhelada, por eso siempre los ciclos en algún momento se desgastan, por eso Ferguson hay uno solo. ¿Pero porqué mientras tanto no disfrutar ese extenso camino? Vivamos ese abrazo de Guillermo con Werner como alguien y un grupo que lucharon, se esforzaron, y meritaron un objetivo, de tantos otros que vendrán. 

lunes, 5 de diciembre de 2016

BOCA 4 RACING 2: CON GAGO SOMOS COSA SERIA

 Un párrafo aparte se merece la previa del partido, el homenaje a las víctimas del Chapecoense, un momento en el que seguro todos pensamos lo hermoso que es el fútbol. Ese sentimiento surge porque al fin y al cabo, el deporte trata de compartir: en este caso (en el fútbol), se comparte la pelota. Es decir, cuando le haces un pase a un compañero, se está compartiendo algo, y cuando vas a trabar a un rival, también. Y en un ambiente de colegas, puede vislumbrarse la solidaridad, el sentimiento mutuo, de que el deporte puede unirnos a todos: en este momento, todos somos Chapecoense. Ahora nos toca unirnos en la tragedia, pero si nos unimos en lo organizativo, en hacer cada día un mundo mejor, tal vez podamos combatir la corrupción, ayudarnos entre todos.
 La estrategia de Racing fue la de un equipo del montón que visita la Bombonera: contener las iniciativas locales y salir rápido. La diferencia que distingue a los de Zielinski del resto es que lo hizo de forma espantosa: como dijo su entrenador, salió a jugar mano a mano, olvidando completamente lo que quiere decir una marca zonal, totalmente desincronizado, cautivado por un juego de Boca que iba a la par de Gago. El partido de Tévez lo demuestra: se movió entre líneas, en un hueco enorme que se visualizaba entre el mediocampo y la defensa. Por eso el fútbol es un deporte de equipo: si se va a tomar como referencia al jugador (en este caso Tévez), luego se debería contemplar la pelota, y luego el indispensable compañero: si va Cerro en busca de Tévez, Aued debe hacer la cobertura para que no quede pagando. Eso es tener contacto químico con los compañeros, saber cómo neutralizar al rival si es que ese era el planteo. Racing no tuvo nada de eso.
 Sin dudas la aparición de Gago fue un aire fresco, potenció a los compañeros (hasta a Tévez), y podemos darnos el lujo de deleitarnos con sus pinceladas de fútbol, con toque corto y pase en profundidad. Pero decimos que con Gago Boca es cosa seria porque a través del volante central se generó una comunión colmada de una homogeneidad esplendorosa: Bentancur, de los más cuestionados, encontró un rol: cubrir a Gago, ser su bastón. Indudablemente al pibe le vino bárbaro tener un consagrado a su lado. Además, Guillermo logró que el equipo se mueva en bloque, de manera fina y acaramelada: Peruzzi sale del prototipo medio de laterales, y rompe el molde dejando el costado para aparecer por el centro con una diagonal; Pérez y Tévez concuerdan las sinfonías de Gago para tocar la mejor melodía; arriba es un equipo clásico, con uno por afuera y uno por el centro (mientras Bou engrana de manera fenomenal, habría que ajustar algunas tuercas con Pavón, que mientras todos siguen el mismo ritmo, a veces con su velocidad sale fuera de sí, bailando rock and roll cuando en el boliche todos bailan cumbia cheta); y cuando una serie de combinaciones por el centro pueden hacer que el rival mantenga el ojo puesto en la pelota, puede aparecer Fabra completamente solo pisando el área. Esto es asociarse con los compañeros, sorprender, emplear un fútbol total.
 Cuando de manera fugaz descontó por duplicado Lisandro López, parecía mentira, pero llegaba a la diferencia de un solo gol un equipo que no había hecho nada para merecerlo. Tal vez sí lo había hecho Romero, el único fuera de serie en su equipo, capaz de dormir la pelota como con un guante y rematar al arco por puro ímpetu individual, mientras que Lisandro López, en una posición en la que necesita de los demás para aparecer, apareció en las dos únicas pelotas que le llegaron redondas. Primero porque Romero se lució, y segundo porque Sara se complicó solo. El fútbol tiene estas cosas increíbles: podes estar haciendo un partido perfecto, pero en un instante todo puede cambiar, por eso hay que estar concentrados los 90 minutos, sin chistar.
 El ingreso de Barrios fue un cambio netamente defensivo, y ahí es cuando me pregunté porqué modificar una estructura que venía funcionando más que bien. Tal vez a veces haya que cambiar hasta lo más benévolo, porque cuando las cosas van derechas uno nunca piensa que pueden torcerse, cuando la posibilidad siempre está latente. Si Racing no jugaba a nada por naturaleza, con un hombre más en la zona de contención había nulas chances de que lo haga, es decir, en pocas palabras, había que cerrar el partido. Y hasta en un contexto menos favorable para su aporte (menos favorable porque ya no había distintos recursos para ensamblar un circuito, sino que el equipo ya estaba destinado a cortar pases rivales, interceptar y dormir el trayecto), Gago es la nitidez en su misma esencia: a dos toques, casi sin mirar, de memoria, puso una bocha espectacular.
 A ver si entendemos: cuando el equipo jugaba armoniosamente, a dos toques, se destacó en la fase de la posesión y lideró el ataque en bloque; pero cuando había que jugar en largo, también lo hizo a la perfección. Entiende todo. Solo dos palabras pueden definirlo: Fernando Gago.

lunes, 28 de noviembre de 2016

SAN LORENZO 1 BOCA 2: PARA CORTAR UNA RACHA, SE DEBEN CORTAR LOS VICIOS

 Torneo Inicial 2012, 3-1 en la Bombonera con goles de Silva y Paredes (por duplicado), Mirabaje para San Lorenzo, había sido el último triunfo oficial en este clásico tan codiciado por el hincha de Boca. La victoria tardó tanto en volver por la sinergia de las malas campañas, falta de identidad y personalidad poco acorde para disputar finales. Cuando nos referimos a la personalidad nadie dice que los jugadores no transpiren o no sientan la camiseta, sino que hablamos de personalidad para jugar al fútbol. Si se ganan partidos de una determinada manera, las finales se deben ganar por la misma senda de aquel ideal futbolístico (nadie trabaja en la semana para echar todo a perder en los compromisos donde abunda el dramatismo y sacuden los nervios); es por eso que a Boca le pesó las finales perdidas ante Independiente del Valle y Rosario Central (semifinal y cuartos de final, respectivamente), porque de esos 270 minutos, solo jugó como se debe los últimos 45. Si Boca le ganó bien a San Lorenzo en el Bajo fue porque tuvo lucidez para desarrollar el planteo de Guillermo y porque sobre el final tuvo la callosidad para no torcer el rumbo.
 Los mellizos decidieron cambiar: la vuelta de Gago por Centurión quitaba desequilibrio, velocidad y llegadas por las bandas, pero otorgaba atributos como más gente para la presión detrás de la línea de la pelota, buena lectura para la posesión, más corte en el medio, inteligencia para romper líneas. Con tres hombres en el centro más Tévez delante de ellos, la idea es clara: jugar por el centro, pero romper por afuera; y para eso fue fundamental Peruzzi con sus proyecciones por sorpresa; Pavón, aunque nunca finalizó bien lo bueno que comenzó; y esta vez pasó desapercibido lo de Fabra por el lado izquierdo. La tenencia de Boca es armoniosa, pausada: para eso Gago decide hacia dónde jugar, y luego la jugada prospera según las decisiones finales. Fue una gran noticia la vuelta de Gago porque solo un jugador de su estampa puede volver después de siete meses y ser tan determinante, y es porque para su juego lo físico no es tan rigoroso, sino que prepondera lo mental: hacia donde darle dirección a la jugada, cómo hacer eso tan importante para el fútbol (lo principal), que es darle la pelota a un compañero. Por eso hizo la carrera que hizo: porque lo mejor que hace es lo más importante, e increíblemente lo más sencillo (tal vez porque él lo hace sencillo).
 Entonces, con orden táctico, destreza para sorprender con algún pase al vacío o juntar tres jugadores en un rondo circunstancial que haga florecer la tenencia del balón, Boca encontró en un pase riquelmeneano de Tévez un golazo de Benedetto, que cabe destacar, ya no es un nueve que hace goles y cumple, sino que es más bien un crack que inventa tantos que cualquier jugador en su puesto debe soñar a la noche mientras duerme, pero le es difícil de concretar. Y es noticia el 2-0 de Bou no solo porque el centrodelantero de recambio dice presente, sino porque si bien el gol surge del error ajeno, aunque no parezca, eso es puro trabajo. Como diría Arrigo Sachi (experto en equipos que presionan en campo contrario), los errores ajenos son también logros propios, porque viendo el punto más minucioso de la jugada, esos errores son generados por uno.
 Con el gol de Belluschi a segundos de irse al vestuario volvieron los malos recuerdos, los de los vicios, las desconcentraciones (la última línea sale mal y lo dejan habilitado), y para el rival iba a ser un punto de inflexión, ya que le era importantísimo descontar antes del segundo tiempo. Y parecían volver los vicios cuando se vio que en los segundos 45 minutos Boca no era el mismo equipo, ya no rodeamos tan bien a Gago, ya no estaban las juntadas colectivas que daban oxígeno, sino que cuando había que atacar nos faltaba aire, y San Lorenzo crecía con el tiempo, no por implementar un juego abrumador sino por su potencial ofensivo, porque Belluschi llevaba la pelota, Blanco aparecía de un lado, Cauteruccio por el otro, Ortigoza empujaba por el centro, y Boca se estaba quedando. Y nos amenazaban vicios que nos turbaban el alma: no liquidar el partido (primero Pablo Pérez, luego un insólito pase de Bou cuando Pavón podía quedar mano a mano con Torrico) y dormirse en la mitad de la cancha (donde se ganan los partidos, Bentancur y Pérez ya no estaban finos). Pero se tuvo prestancia para aguantar cuando se tuvo que hacerlo. Para eso se necesitó suerte: si Cauteruccio en vez de reventar el travesaño reventaba la red, y en la que tapa Sara hubiese tenido un mejor control, no se sabe que hubiera ocurrido, pero al rededor de esas imperfecciones también sobresaltan aciertos defensivos del xeneize para proteger la ventaja.
 Como marca "La República" de Platón, los ideales de la sociedad deben ser potenciar las virtudes y neutralizar los vicios. Nuestras virtudes estuvieron en poner la pelota contra el piso en el primer tiempo y robustecerse en el complemento, mientras que gracias a eso, los vicios permanecieron opacos.

lunes, 21 de noviembre de 2016

BOCA 1 ROSARIO CENTRAL 1: HAY QUE CORRER EN EL BUEN SENTIDO

 Como tuve que hacer en el triunfo de Argentina por 3-0, nuevamente tengo la desgracia de referirme a temas que genera el fútbol sin que pertenezcan a él, y no poder hablar de lleno acerca del deporte que más nos apasiona a todos los argentinos (¿será así nuestra idiosincrasia, que generamos un show descontrolado producto de una demagogia insaciable?). En este caso, quiero citar a Arrigo Sachi, donde en su libro "Fútbol Total" nos dice que antes de un buen futbolista es menester ser un buen profesional. Los mejores del mundo como Guardiola, Mourinho, el mismo Sachi, han tenido episodios problemáticos con estrellas mundiales por su mala conducta, y eso es porque tienen la personalidad y la buena conducción para manejar planteles: para ellos el fútbol es cosa seria, y si algún dirigido estaba falto de responsabilidad con el club, le faltaba el respeto a sus compañeros o a los rivales, Pep, por ejemplo, lo invitaba a comer, y si la situación no cambiaba, ese jugador debía marcharse, llámase Samuel Eto´o o Zlatan Ibrahimovic. 
 Si Coudet desea ser un buen técnico debe aprender ellos, hacer algo con el excremento de profesionalismo y valores humanos de Teófilo Gutiérrez, que ni siquiera le tiene respeto a los hinchas de Central (ya no juega más en River, ahora en la camiseta tiene bastones y no una banda), que le falta respeto a los rivales, que no es ni inteligente para ser consciente del caos que generó y cuando se va a las duchas sigue provocando, que tiene antecedentes de "patoterito" nivel avanzado llevando armas de juguete en el bolso; en síntesis: una verdadera basura que viene de Colombia a traer más porquería de la que ya hay en nuestro fútbol (vino de Europa: ¿lo habrán echado?), un irresponsable que deja con 10 a sus compañeros y le falta el respeto a todos. Ahora bien, lo que hicieron los jugadores de Boca fue entrar en un juego que nos demuestra que pasan estas cosas debido al subdesarrollo de nuestra mentalidad como sociedad: al final, le dimos el gusto de salir perjudicados, cuando hubiera sido mejor cerrarle la boca a goles estando con un hombre más; y que así quede aún más expuesto, que sus actos nefastos le produzcan infelicidad. Y Centurión querido, si te vas a ganar una expulsión que valga la pena, no le des un empujoncito... ni siquiera tuvimos viveza para eso, por más morbo que suene. 
 Hablando un poco de fútbol, vale y mucho la pena volver a hacer referencia al maestro italiano mencionado anteriormente, quien introdujo un cambio cultural en el fútbol de su país: además de que empezó a fomentar la marca en zona y dejar de utilizar la individual, desarrollar tácticas ofensivas y dejar de hacer hincapié en el famoso catenaccio, también se esmeró en algo clave: primero estaba lo colectivo y luego lo individual, y la técnica debía adquirirse en el juego y no como un mecanismo ajeno a ello. Y vale la pena agregar algo más: los rondos los entrenaba con pleno movimiento antes de recibir la pelota, porque en plena posesión era contraproducente que sus jugadores se habitúen a estar quietos, necesitaba movilidad para que así sea en el partido. Si Boca no juega bien es porque tiene jugadores dotados técnicamente pero aparecen de forma aislada: lo mejor del xeneize fueron las arremetidas provistas de anarquía (el esfuerzo de Benedetto, las corridas de Fabra, las ganas de Tévez, el corner olímpico de Pavón), pero cuando es hora de hacer circular la pelota es un equipo pálido, que no genera nada, y eso es porque no hay ideas, los receptores están quietos y el portador no tiene una ayuda fructífera. Central es un equipo distinto: llegan jugadores corriendo al vacío (no es lo mismo recibir la pelota en movimiento que estando parado), hay triangulaciones, cambios de frente; por lo menos hasta quedarse con 10, donde luego se cuidó y salio a esperar algún error en el fondo de Boca. 
 Otra cosa que Sachi manifiesta en su escrito es que primero se juega al fútbol con la cabeza y luego con los pies, que estos no son nada más que un procedimiento para llevar a cabo lo que hace la mente. Si hay alguien que comprendía eso a la perfección era Riquelme, alguien que no vendría nada mal en este momento: Fabra puede ir hasta el fondo dejando en el camino a tres jugadores alguna jugada, pero no puede hacerlo todo el partido, no se puede depender todo el tiempo de que alguien se inspire y pasar la pelota de forma inofensiva dejando correr el tiempo; eso no es una buena posesión del balón. Y otro dilema que sigue sin ser resuelto es la superpoblación en determinados puestos y la escasez de personal en otros: trajimos a Barrios y a Pérez (casi olvidándonos de que Gago estaba en el plantel) y no tenemos recambio para Pavón o Centurión (sigue entrando Zuqui para jugar en esa posición, ¿y a Solís para que lo compraron?); y ocurren cosas como las de ayer, ya que era un partido para Gago pero optamos por Sebastián Pérez (a veces, cuando hay mucho para elegir, no puede elegirse bien), que no pudo cambiar la ecuación. 
 Y para finalizar, esta es una cosa que hace de Arrigo Sachi un mentor del balonpié y también hombres como Jurgen Klopp: según ellos, para asistir al estadio la gente paga una entrada o una cuota social, y por eso los equipos deben pensar en ellos y darles espectáculo. No pensaron en eso los jugadores de Boca que fueron al tumulto (pudo haber más de un expulsado si lo disponía el árbitro), y tampoco hacen nada por ello si no corren usando la cabeza, es decir, correr para desmarcarse, tirar una pared, buscar el espacio. 

jueves, 17 de noviembre de 2016

MESSI 3 COLOMBIA 0

 Antes de comenzar a hablar de lo que fue la epopeya realizada por alguien digno de ser el mejor de todos los tiempos, corresponde dar lugar a la triste situación relacionada con los medios de comunicación y el plantel argentino, otra apenada sinfonía que nos dan para escuchar los podridos accordiones de este maltrecho clima que se vive en el más indecoroso profundo del país. Para empezar, yo no justifico las faltas de respeto (y no debería haber nadie que lo haga), que de algo que trata exclusivamente de fútbol se hable de temas que no tienen ningún escrúpulo para la vinculación. Y a su vez, creo que tampoco se justifica el hecho de no hablar con ningún medio de comunicación, ya que hay muchos que no tienen absolutamente nada que ver. No estoy diciendo que no se condenen las injusticias, porque tal como dijo Platón en su libro "La República", una sociedad no puede funcionar sin reglas, compuestas por un estado de derecho. Las reglas nos marcan lo que debe hacerse y qué no, y por ende concluimos en lo que es justo e injusto. No existe ningún organismo que dicte leyes para los medios, por lo tanto cualquiera está apto para decir la barbaridad que se le ocurra, pero meter a todos dentro de la misma bolsa es caer en el típico cinismo donde cada uno toma partido por sus propias reglas y todos salimos perjudicados. Tal vez si esas reglas generales no existen (además de que no existan legalmente no están incorporadas en nuestra ética y moral) la sociedad debería fomentarlas, pero está anexado el hecho de la reprimenda exagerada, de silbar a un jugador, y así también ocurre en los medios, donde el silbido tiene un poder y una contextura totalmente distinta que lo convierten en un arma brutal. Combatir ese arma castigando a todos no es la solución (sí lo es iniciando acciones legales, como lo hizo Lavezzi), sino que parece más bien una excusa para evitar el contacto con los periodistas, donde muchos de ellos sí realizan una crítica objetiva y de nivel.
 Luego del análisis extra-futbolístico (esto es lo que nos da el fútbol argentino hoy en día), cabe recalcar lo que fue el triunfo del seleccionado. ¿Argentina encontró un disposicionamiento táctico favorable? Puede ser. ¿Bauza halló una línea de juego? A medias. ¿El equipo recuperó individualmente el nivel de cada uno de sus nombres? Sí, y eso se debe a que hubo un Homero que encabezó la odisea y contagió al resto. 
 Fue un partido muy distinto en todo sentido: primero por el rival. Para el potencial con el que cuenta, el elenco de Pekerman emplea un fútbol demasiado austero, previsible, sin explosión ni movilidad ofensiva. Tiene jugadores capacitados para ser sorpresivo: en Cuadrado y James tiene futbolistas capaces de jugar un juego exquisito combinado con talento individual; pero los volantes centrales no los ayudan, los laterales tampoco, y sus intenciones se dilatan en oscilaciones totalmente exteriorizadas de una comunión general. La disciplina defensiva siempre la conserva, pero a veces (casi siempre) en el fútbol se necesita salir de ese molde, y si hubo alguien que rompió el molde en Argentina fue Messi. El astro rosarino generó peligro cuando el arco parecía lejos, cuando lo rodeaban tres rivales, cuando con su sola presencia aminoró al defensa colombiano que se dejó estar en la presión argentina. Pero no solo el rival cambió: el equipo que dirige Bauza tuvo una idea: dársela al diez, como dice la canción. Pero son 11 vs 11, y esa magia debe estar dentro de un contexto que la haga posible: para eso jugó Banega, que no es alguien pueda decirse que habla el mismo idioma pero entiende cuando Messi gesticula. 
 Estos tres puntos nos dejan festejar la navidad tranquilos, pero aunque sabemos que tenemos el pan dulce, todavía hay que buscar la receta para decorarlo con las mejores frutas: si Messi no hubiera estado en cancha, posiblemente hubiera sido una pálida actuación como se dio antes del primer gol, donde las gambetas de Cuadrado (que escapaba de un medio campo que marcaba mal, en línea) nos preocupaban más que la tabla de posiciones. Pero claramente ese tanto de tiro libre eclosionó en un equipo más calmo, que comprendió que jugando para Messi era posible ganar y jugar mejor: allí nació la esperanza, el camino hacia el triunfo que él mismo catapultó. Si armamos una base que juegue a la par de él y no que dependa exclusivamente de él, tal vez algún día podamos brindar en navidad con algún regalo en el arbolito. Pero primero lo primero: hay que clasificarse, y nadie nos va a regalar nada, excepto Messi, el Papá Noel de esta desdibujada realidad institucional y deportiva.

viernes, 11 de noviembre de 2016

BRASIL 3 ARGENTINA 0: NOS OLVIDAMOS DE JUGAR AL FUTBOL

 Hoy en día, todo el debate gira en torno a los ciclos cumplidos, que se necesitan jugadores que salgan a comerse los rivales, brisas renovadoras. A decir verdad, hasta el primer gol Argentina desarrolló un fútbol mediocre pero parejo. Si el equipo se derrumbó luego del gol fue porque mentalmente estábamos perdiendo por goleada. Es decir, estén los nombres que estén, se necesita una inyección anímica, enfrentar a Neymar con la mentalidad de que no pase, y aunque nunca hicimos más de tres pases seguidos en el partido, seguir con las ganas de por lo menos pegarle al arco como hizo Biglia en el rato que teníamos una mínima esperanza.
 Recurriendo al psicoanálisis de Freud, lo psicológico repercute en lo físico. Si la mente está desgastada, el cuerpo seguro irá por el mismo camino. Si tantos jugadores de elite no son capaces de jugar un fútbol acorde a las posibilidades, no tendría que sonar descabellado el hecho de una renovación (y no lo digo por contagio del clamor popular), ya que la selección está por encima de todos los nombres, incluso de Messi, pero lógicamente es el único inamovible. 
 Como diría Carlos Bianchi, a veces al futbolista es mejor sacarlo para protegerlo. Y si nos vamos más allá del fútbol, el genio de Albert Einstein nos trae frases célebres como "si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo". Vamos a hacer un ejercicio que va en contra de la cultura argentina: aprendamos del rival. 
 Brasil tenía a Aguero y a Higuaín en la defensa: tenía a David Luiz y a Thiago Silva, cracks por donde se los mire. En la renovación que encabezó Tité para recuperar la mística brasilera ellos no estaban en los planes. Con Marquinhos y Miranda en la zaga, con los mismos laterales pero en otro nivel, con mediocentros de creatividad (que aparecen para armar juego), y delanteros innatos en lo talentoso, Brasil se parece otra vez a un equipo brasilero. ¿Y nosotros a que nos parecemos? A unos caprichosos que seguimos sin fiscalizar una mínima gota de juego. En lo personal, Di María, Mascherano, Zabaleta, Higuaín y Aguero me parecen de los mejores del mundo, y no es que piense en otros porque jugaron mal un partido, sino porque el que no quiere ver la realidad es un necio: hace varios partidos que no rinden, no le dan una identidad al equipo, y haciendo honor al virrey, cada vez son más propensos a los insultos cada segundo que están en cancha. 
 Y Bauza también se lleva el papel de malvado en esta película: no solo porque no se animó a sacar a Di María en el entretiempo, sino porque esta vez le abofetearon con una paliza táctica digna de un azotamiento con los mejores látigos. El planteo de Tité fue sencillo: como Argentina no juega a nada y le quema la pelota, se la dejó manejar; a la hora de tenerla fue profundo (hace cuanto que no veo algo así en Argentina, algún pase al vacío) con pases precisos de Renato Augusto y desequilibrando con Neymar, Coutinho y Gabriel Jesús, que se entienden a la perfección; los de afuera cambian de lado; el chico del centro se tira atrás, junta marcas y hace jugar a los otros dos; en conclusión, Brasil es un equipo. El DT brindó un mensaje y sus futbolistas lo comprendieron. Luego del primer tanto se desvirtuó a favor del rival, la identidad brasilera (¿cual es nuestra identidad?) de la gambeta, el arte, el toqueteo y la potencia física despilfarraron toda camiseta albiceleste, fue un partido de play en nivel principiante hecho realidad, donde los locales manejaban el control a la perfección.
 El primer gol tardó tanto en llegar porque podría decirse que todavía podíamos correr (desde lo mental aún no habíamos caído tan bajo) y teníamos aunque sea la dignidad de pegarle al arco. Y ahí es donde puede verse porqué Enzo Pérez fue el único aprobado y no tenía que salir en el entretiempo: fue el pobre zapo de otro pozo que se acordó de cómo jugar a la pelota: el que se desmarcaba, rompía líneas, interpretaba los movimientos en lo defensivo y ofensivo, haciendo de volante interno y carrilero por derecha a la vez, todo lo contrario a Di María, que se olvidó de cómo se juega a este deporte: agarra la pelota y corre para adelante, como si estaría corriendo una maratón en la pista de las afueras del césped. Lo mismo hicieron Messi, Aguero, y todo jugador que no tenía a quien pasarle el balón y generar algo. Pero quiero reiterar nuevamente en lo que fue el bajón anímico: fue tal la declinación psíquica que fallamos en cosas de manual: iban cuatro al mismo jugador, dejando vía libre a un receptor en soledad; entre otros errores tácticos proclives al papelón que tuvimos que pasar. Por eso hago valer el significado del título: literalmente nos olvidamos de cómo se juega a esto.
 Hay que recuperar la memoria urgente y clasificarse a Rusia, pero parece que nos quedamos en el camino, que no nos da la nafta para llegar enteros. Empecemos a pensar alternativas, Bauza debe hacer jugar a un equipo perdido, amilanado, extenuado. No hay duda de que necesitamos aire fresco, pero lo que hay que abarcar en el pensamiento común es que hay que reconstruirse en cuanto a las formas, guiarse para poder encontrar una manera de jugar. Puede ser que para ello se requiere de reciclar nombres, pero yo no soy quien tenga la respuesta. Yo no sé si con Ascacíbar y Acuña hubiesen contenido el circuito de Brasil, si Buffarini hubiera atropellado las bicicletas atómicas de Neymar (de hecho Mas, hombre del medio local como todos piden, no fue de los más condenados pero tampoco pasó el examen), si Icardi o Alario se hubiesen conectado y aguantado la pelota de espaldas como no pudo hacer Higuaín. Hacer suposiciones sobre cual hubiera sido el resultado según los nombres no deja de ser supersticioso. Vengan los jugadores que vengan, se necesita recordar algo de fútbol (quedó demostrado en los J.J.O.O, cómo fracasó un equipo con mucho hambre y futuro pero sin preparación); confiemos en que Bauza encuentre la solución. Si Brasil pudo, porqué no podríamos nosotros.

lunes, 7 de noviembre de 2016

GIMNASIA 0 BOCA 3: DASELA AL DIEZ

 Luego del apocalipsis sufrido en la semana, las incógnitas que brotaron de las sombras fueron muchas: qué va a hacer Boca con el extenso plantel, cómo va a financiarlo teniendo en cuenta el costo que implica no participar del torneo continental, qué iba a ser del futuro de Guillermo y con qué motivación el equipo encararía el resto del año venidero. Y no hay otra que jugar: las malicias de la crisis se irán desvaneciendo a medida que el equipo juegue y convenza. Es grave quedar afuera de la Libertadores, es grave jugar el primer tiempo de los cuartos de final de la Copa Argentina de la forma en que se jugó, y es gravísimo en configuración supersónica la declaración de Guillermo manifestando que "si no entramos a la Copa no pasa nada". Pero en vez de dar vueltas giratorias en declaraciones desafortunadas o lo que pudo haber sido y no fue hay que mantener la concentración en lo que se debe: y en eso nos referimos al torneo, con Boca en plena lucha y a nada menos que cinco puntos del puntero. Un título local el año que viene calmaría las aguas. Por eso hay que tomar cada punto que se consiga con la importancia que se merece, y en yuxtaposición, lo que significa este desvalorado partido.
 El encuentro tuvo un punto de quiebre cuya fisura Gimnasia nunca pudo cerrar: el primer gol con la sociedad entre Tévez y Benedetto, que medró en una raíz que nos hizo florecer el segundo tanto a través de la misma fórmula, y así se agigantó el espléndido baobab del triunfo. 
 Antes de ese quiebre con aparición intergaláctica del Apache, Boca era un equipo en crisis, como nos venimos acostumbrando a ver en los últimos años, como ocurrió en su momento con Basile, con Borghi, con Abel Alves, y en su momento con Falcioni, Bianchi y Arruabarrena (hasta técnicos campeones: el universo Boca es capaz de devorar a cualquiera). Una confusión junto con una incomodidad agobiante sembraban terror en La Plata para los vestidos de auriazul, que no se les caía una idea, nadie encontraba su lugar para hacerse presente en el campo, donde para variar los mellizos improvisaron (no hay otro término que encaje mejor) con Zuqui en lugar de Centurión. Si la idea era que Zuqui colabore en el medio y soltar más a Pavón, no pareció: el ex Godoy Cruz jugó a la misma altura del ex Racing (inexplicablemente removido) y del titular cordobés, cuando esa no es su posición, y es cada día más difícil de creer que Boca haya desembolsado una millonada de verdes en traer a un futbolista para que juegue en una posición que no es la suya. Pero al mismo tiempo el tripero estaba haciendo un trabajo interesante, con los laterales atrayendo marcas, con Carrera ganándole las espaldas a los volantes centrales, con dos volantes tapones adueñándose de los rebotes y un equipo de Alfaro que se aparentaba más lúcido, clamando nuevamente a la pesadilla de no ganar en condición de visitante. 
 Pero al recurrir a un fragmento de un tema de las Pastillas del Abuelo, "dásela al diez, que ocurrirá otro milagro", podemos darnos cuenta que a veces la capacidad de un jerarca proveniente del primer mundo puede desactivar una estructura como fue la del lobo platense, que en principio se perfilaba más sólida y ordenada (un milagro surgido del talento de un fuera de serie). Pero cabe destacar la calidad de Benedetto para hacer valer la visión de Tévez para buscarlo: primero habilitando a Pérez con su taco característico, y en el segundo gol, definiendo de gran manera. 
 Gimnasia no tuvo la capacidad para recuperarse, entró en descontrol y a su vez Boca se tranquilizó y jugó a su merced. Ya con otro paisaje, con más espacio, Pavón hizo lo que hizo. Cuando le das lugar al talento, el talento fluye. A Tévez no se lo dieron, sino que lo buscó: ya lo de Pavón era otra historia, el partido era otra historia. 
 Puede decirse que teniendo un hombre de más, el segundo tiempo se jugó no para incrementar la diferencia sino para mantenerla (uno supone que estuvo la intención de agrandarla, pero si no se pudo fue por las mismas falencias de antes de emprender la peregrinación al 1-0). Esta vez Boca fue apariciones de sus jugadores más peligrosos y luego una contemplación armoniosa de la posesión, pero poco agresiva. Todavía falta para ser un equipo profundo, pero que el equipo está no hay duda: y en ese equipo ya se sabe muy bien el rol que ocupan sus más destacadas figuras. 

jueves, 3 de noviembre de 2016

BOCA 1 ROSARIO CENTRAL 2: FINAL A LA ALTURA

 Sinceramente hay que decir que los segundos 45 minutos dan para el aplauso, que Guillermo leyó bien el cambio para el ingreso de Benedetto, pero si el equipo se despertó en el entretiempo luego de haber regalado el primer acto de una obra con final catastrófico, fue porque en esa apertura del primer telón el DT tiró varios penales a la tribuna.
 Rosario Central, más allá de su rendimiento algo chato en este semestre, es un elenco consolidado, que tiene las cosas muy claras, que desde el 2015 viene jugando con dos delanteros con gol en la zona céntrica, sin necesidad de un extremo al contar con volantes clásicos de ida y vuelta por ambos carriles, y una defensa con capacidad para el anticipo, de salida limpia; así pudo conformar un conjunto con capacidad para la posesión y buenas triangulaciones, con un fútbol no mal llamado de espectáculo, pero sobre todo porque se sabe quienes son los titulares, de qué juega cada uno; y en eso tiene mucho que ver la cosecha que el entrenador fue cultivando día a día. Y si se compara con Boca es todo lo contrario: en el equipo de la Ribera no se entiende si los mellizos prefieren jugar con un hombre de área y dos pivotes o con Tévez bien arriba y una línea de un volante tapón y dos volantes mixtos.
 Cuando comenzó el ciclo de los Barros Eschelotto, Tévez funcionó de falso nueve, el 4-3-3 parecía asentado, pero la eliminación en la Copa dio paso a una renovación y al 4-2-3-1. Cuando se da un volantazo debe darse con decisión y no mirar atrás. Guillermo parece un nostálgico de su idea principal: aunque en varias declaraciones el mismo Carlitos halla dicho que el físico no le daba para fajarse con los centrales rivales y hasta haya quedado demostrado que su mejor aporte está jugando detrás del punta (y el equipo en general funciona mucho mejor de tal manera), Guillermo parece no terminar de rendirse con su esquema favorito. Además, urge hablar de un tema de lógica: nadie dice que debe jugar Benedetto por el costo de su pase (vamos a hacer referencia a Marcelo Bielsa, un sabio del fútbol, cuando le contestó a un periodista que si pensaba que Dória debía ser titular en el Olympique de Marsella por lo que valió su traspaso, no se entendía nada acerca de este deporte), sino porque Boca necesita de él, porque Pavón y Centurión piden a gritos un cabeceador a quien tirarle los centros, o sino también hubiera sido válida la opción de Bou, que venía dulce del domingo. Otra curiosidad con el cambio de esquema (desde mi punto de vista es como un 4-3-3, ya que Bentancur no es enganche, sino que juega de lo mismo que Pablo Pérez) es cómo se puede hacer tal modificación para un equipo que viene de gustar y golear por cuatro tantos. También llama la atención la inclusión de Barrios en un partido tan definitorio con tan solo 20 minutos en la espalda (a pesar de su buena labor en sus 45 minutos disputados). Pero sobre todo la posición de Bentancur es llamativa: con Sebastián Pérez en el plantel, Guillermo se sigue inclinando por el juvenil que, sin discutir su potencial y personalidad, no rinde aceptablemente, sino que tiene más bien flashes de buen juego, y en una ubicación donde se debe saber jugar de espaldas, la realidad es que es un fruto sin madurar.
 Ya de entrada nosotros solos nos complicamos la historia: cuando del otro lado hay un equipo con las ideas puestas, Boca se marea poniendo jugadores en posiciones distintas, naufragando en una confusión que deja en descubierto algunas comparaciones como por ejemplo la de Lo Celso y Bentancur. Claramente en ese puesto debía estar Tévez, y arriba de él uno de los dos grandotes que estaban sentados.
 Pero dicho esto, el primer tiempo fue parejo, ninguno de los dos equipos sacó diferencias en el desarrollo (algo más peligroso Central, con futbolistas capaces de limpiar marcas para favorecer el panorama de la circulación, mientras Boca tenía velocidad por las bandas y orden con Barrios en el centro, pero nada de culminación). Puede decirse que en el primer gol los centrales achican mal, pero fue una maniobra magnífica en todo sentido, donde no se pueden hacer muchos reproches. El segundo fue una fatalidad de Sara. Y el resto del primer tiempo fue una lágrima de un equipo inofensivo, sin respuestas.
 Y en el segundo tiempo es donde podemos sacarnos el sombrero, decir que obligamos a los de Coudet a correr detrás de la pelota, poniendo más que jugando; mientras Boca supo encontrar a Benedetto en varias oportunidades, desdobló por los carriles a través de sus laterales y sus extremos; tuvo en Tévez un jugador para romper el molde y quitar referencias; y pasando bien el balón, con actitud para ir a empatarlo, puede decirse que empleamos un fútbol sensacional, de esos que les gusta a hombres como Arrigo Sacchi o César Menotti, pero no nos alcanzó. Y la pregunta que al ver este partido le surge a cualquier futbolero de ley es la siguiente: ¿era tan difícil jugar así desde el primer minuto? Si nos acordamos de jugar tarde, se hace muy complicado.
 Cuando Boca se queda afuera de cualquier competencia y queda clausurada su participación en una Copa Libertadores, en los pasillos de La Boca es como si fuera la tercera guerra mundial, por eso van a caer miles de supersticiones. Pero mi superstición es esta: nos fuimos a la altura, y estos jugadores me demostraron que son capaces de jugar realmente bien. Ahora hay que saber jugar así desde el primer minuto (para eso el entrenador debe estar decidido, tienen que comprender todos la misma idea), y cuando eso ocurra seremos un equipo de verdad, sin necesidad de salir al shopping a reventar la tarjeta en jugadores nuevos, porque como diría Jurgen Klopp, "si cambio el plantel cada vez que ando mal, cambiaría a mi mujer cada vez que me peleo. Hay que perfeccionar el material con el que se cuenta", un hombre que de haber visto el juego en el segundo tiempo, se hubiese sentido identificado.

domingo, 30 de octubre de 2016

BOCA 4 TEMPERLEY 0: UNA CONSTITUCIÓN DE ALTO VOLTAJE

 Con el aire fresco que brindaron los técnicos de esta generación y la evolución que tuvo el fútbol en general, no es raro ver equipos como Temperley abriendo los centrales para salir jugando y presionando arriba. Los amantes del fútbol vistoso se sentirían orgulloso de ver a su propio equipo goleado pera habiendo sido envalentonado desde la propuesta. Pero muchas veces las irracionalidades reflejan lo que pauta la realidad: que al gasolero no le sienta bien defender con espacios, y menos en la Bombonera. Aunque sean 11 contra 11 y sea la dinámica de lo impensado, muchas veces el fútbol representa lo que dictan los nombres propios. Cuando el que aparenta ser superior está a las expectativas, al más chico le cuesta encontrarle la vuelta: ayer el Ausburgo jugó a no recibir goles desde el primer momento y cayó 3-1 ante el Bayern, mientras que en este caso Temperley fue a buscar el resultado desde el minuto cero, pero las esperanzas se le derrumbaron a los 10 minutos y terminó cerrándose para no perder por más. Así es el fútbol: los casos del Leicester se dan una sola vez cada mucho tiempo, ya que para dar pelea se requiere aunque sea de un poco de presupuesto. 
 Como se dijo anteriormente, los minutos de más estrés para Tobio y Vergini fueron los primeros 10, donde tuvieron que anticipar a los delanteros, cruzar envíos por las bandas, salir a cortar, apurarse en la salida y no equivocarse, ante un conjunto visitante que puso quinta desde el arranque. Era cuestión de acomodarse para marcar la diferencia, de que alguien como Pablo Pérez ponga la pelota bajo la zuela y diga: "paremos un poco y pensemos". Boca tiene dos misiles a los costados de Bou, y más atrás tiene a un finalista de la Champions, por lo tanto dejar huecos en tres cuartos sin defensores rápidos es lo mismo que dirigirse al suicidio. Ese fue el destino de Temperley cuando empezó a engranarse la sociedad entre Carlitos, los velocistas y Bou. Nos referimos a un engranaje cuando hablamos de una comunidad en donde cada uno conoce a la perfección su rol, y cada funcionario ejerce en coordinación con el otro. Y parece que el Apache encontró su lugar: parado de enganche, más lento en comparación al de la Juventus, carente de poder de gol y habilidad individual, pero con el mismo intelecto, se abrió un espacio como asistidor filtrando pases entre líneas. Comprendió que los más indicados para entrar al área, definir, gambetear, correr y desbordar eran sus compañeros. Eso también es ser crack.
 Luego de pasados esos 10 minutos de reflexión que propulsaron a un nuevo partido, al encuentro le sobraron 80 minutos. No solo porque ya Temperley estaba disminuido en posibilidades y estrategia, sino porque además de contar con una proliferación del credo conceptual de Guillermo, computamos de un goce estelar gracias a la inspiración de nuestros futbolistas. Porque si había algo en esta formación era el talento: así empezaron a soltarse Fabra, Bentancur, Centurión, Pavón, entre otros. Porque a veces el fútbol es muy obvio: tener más talento te aventaja individualmente, y eso colabora para elaborar y llevar a cabo un mejor planteo que el rival. La mira estará puesta en el próximo compromiso: continúa siendo una curiosidad cómo no se sustenta la misma subordinación en condición de visitante. 
 Y cabe recalcar que dentro de lo que fue este encuentro que se dividió en dos (los primeros 10 minutos y los últimos 80), cómo también pueden segregarse lo que fue un partido aparte para cada uno: Temperley dejó de lado la alta presión y pasó al retroceso exagerado para dejar de recibir goles; los mellizos pensaban a futuro (probar a Barrios y a Solís, y cuidar a Pablo Pérez); mientras que los hinchas pensaban en abultar el resultado: con un nivel motivacional alto por el fútbol de alto vuelo empleado durante las circunstancias, en algún momento del segundo tiempo iba a haber lugar para un cuarto, y le cayó a Bou casi como de casualidad luego de un defectuoso tiro de Bentancur, y lo que podría considerarse como un gol casual y a defecto de la resignación del contrincante, es una gran noticia ya que está bueno que caigan empeños de parte de todos (incluyendo demás lapsos de los 90 minutos): que los laterales pasen incansablemente y Tobio pueda dar una mano por la derecha llegado al caso, que Pavón encare hasta el final, que el mencionado uruguayo se anime a probar de media distancia como lo fue en esta ocasión con todo el murmullo que genera su nombre, que el ingresado Barrios deje su estampa, que todos formen un equipo que acorde a las individualidades emane una constitución que, donde a fuerza de goles, arrolle idearios rivales y tome confianza. 

jueves, 27 de octubre de 2016

ATLETICO TUCUMAN 2 BOCA 2: FALLAMOS EN LO MENTAL

 Boca es un equipo extraño: sabe a qué quiere jugar, tiene con qué hacerlo, por momentos lo logra, pero se deja estar, llegado un determinado momento deja de ser ese equipo protagonista a carecer de precisión y ponerse a la altura de un rival que es inferior por naturaleza. Pero hay una explicación con la que puede definirse la psicosis de Boca: falla desde lo mental. 
 La fórmula de Atlético Tucumán le sienta bien a sus jugadores: con pelotas largas y cruzadas siempre tiene a alguien llegando por el segundo palo, y hombres listos para la segunda jugada. Pero teniendo a Bentancur, los dos Pérez y dos extremos con capacidad para ir y volver, la lógica hubiera indicado que en el norte del país se observaría un elenco compacto y con capacidad de toque corto y en profundidad. Pero nada de eso se vio por completo: muchas veces el estado errático del asunto terminaba en una vorágine inmanejable, bien aprovechada por los tucumanos. 
 Dejó mucho que hablar el rendimiento de Bentancur: se equivocó de forma frívola en dos jugadas muy claras, donde hasta el erudito menos futbolero hubiera comprendido que en la primera era remate al arco y en la otra un pase para la otra dirección, y hay una frase muy cierta: un buen jugador se diferencia de un crack según las decisiones que tome en los momentos culminantes, es por eso que a Bentancur le estamos poniendo un precio que todavía no tiene y hacemos hipótesis de un futuro que él debe crear y no los demás. Por el bien del pibe, toda la comunidad futbolera debe respetar los tiempos y no deteriorarlo, porque le queda muchísimo camino por recorrer. Estamos comprando acciones cuando la bolsa todavía no se levantó. Y lo que le pasa al juvenil uruguayo es uno de los síntomas de la enfermedad de Boca: aparenta más de lo que concreta. En ambas oportunidades, cuando se estuvo arriba en el marcador, tuvimos nuestro momento de dominación arrinconando al equipo de Azconzábal, pero no tuvimos la fortaleza mental para mantenerlo. 
 Además urge hablar de lo táctico: este 4-3-3 es más defensivo que el 4-2-3-1, por lo que es inadmisible que los futbolistas rivales efectúen envíos aéreos con tanta facilidad (como también la facilidad del receptor para anticipar en el área), sin que alguno de los tres volantes centrales se haya tirado a un costado para impedirlo o uno de los extremos lo haya seguidos hasta el final. Mientras que Tévez en la posición de falso nueve volvió a fallar: no es un centro-delantero para buscar el gol por arriba, pero para buscarlo por abajo se necesita fútbol asociado, y este equipo no tiene juego. 
 A decir verdad, llamó la atención el cambio en la disposición táctica, ya que el 4-2-3-1 venía de funcionar, pero en este deporte no es demasiado importante el esquema, sino como se utilice. Lo primero que se necesita para domar una idea es fortalecer la mente para convencerse de ello. Si Boca no levanta de visitante es porque le pesa no jugar en su cancha: no concreta, va empatando y tiene la pelota el rival, no aguanta el resultado, se disminuye a la par del contrincante (Zampedri le hizo un lío a los centrales como si hubieran estado marcando a Ibrahimovic), y mentalmente es superado en muchos lapsos. 

lunes, 17 de octubre de 2016

BOCA 2 SARMIENTO 0: NO HAY TIMING PARA SER UN GRAN EQUIPO

 Argentina es un país capitalista, es decir, sin que el estado deje de intervenir, debe dejar fluir el libre mercado y las empresas deben competir entre ellas para atraer a la billetera del cliente. Pero aún así, el libre mercado en muchas ocasiones es preso de unas pocas empresas que forman un oligopolio, mientras que compiten de forma absurda sin mejorar en absoluto sus servicios, y nosotros, los clientes, no tenemos mucha opción: hay que elegir una de ellas, y para eso elegimos la que nos parece menos mala (¿en las elecciones no hacemos lo mismo con los políticos?). Pero supongamos que en lugar de un oligopolio sea peor aún, tengamos un monopolio, todo el rubro manejado por una sola empresa. Vamos a ubicarnos en el lugar del empresario: es pura ganancia, no hay competencia, es el paraíso en su más virtuosa figuración. Pero en este caso vamos a hablar del monopolio de Boca a la hora de manejar el balón.
 Está claro que cuando el equipo de la ribera monopoliza la posesión de la pelota, es inmaculado a la hora de apretar al rival en su área, de que aparezcan los laterales por sorpresa, es decir, tenemos el monopolio, pero aunque parezca increíble, muchas veces no obtenemos la ganancia. Es como si solo hubiera un solo negocio de carne en toda la Argentina, pero se nos pudran los bifes porque falla la congelación, y se queda la gente sin carne, y la única carnicería sin ventas. 
 Sarmiento trabajó bien a la hora de tapar la salida de Boca haciendo una marca zonal en el doble cinco, pero mirando un poco más al costado la solución ya estaba a la vista: con Centurión, que puede limpiar algún que otro rival en el medio y ya posicionar el balón en campo contrario, el juego no era tan elaborado, pero era directo, suficiente para enfrentarse cara a cara con la última línea del visitante. También, al estar embotellada la zona del círculo central, Tévez jugó en una posición bien de enlace, definitivamente con el objetivo de conectar el medio con los puntas, jugando simple. Esto tal vez le de varios beneficios: cuando se tiene un jugador como Tévez, no se puede decir que juega en posición de número diez, sino que es un delantero más retrasado, pero en esta oportunidad fue enganche en serio; y digo que le puede ser útil para solventar sus aparentes limitaciones físicas a la hora de jugar mano a mano. Si bien a veces le faltó sincronía, se vio un Apache bien cerebral, con el objetivo de jugar más para los demás que para él, y eso puede ser fructífero para ahorrar energías y que a la hora de encarar, deje al defensor pagando en serio y sin chocarse como venimos viendo en las últimas versiones de Carlitos. 
 Dicho esto, el monopolio de Boca no terminaba de funcionar porque todavía no parecemos del todo maduros como equipo: era un encuentro en el que con paciencia y toques en los últimos metros, se podían romper líneas varias veces, pero el desasosiego final de todas las jugadas desplomaba las mismas, como fue varias veces con remates infortunios de Silva, intervenciones bulliciosas y poco inteligentes de Pavón, y cuando se logró atravesar el fondo de Sarmiento (con pases en profundidad riquelmeneanos de Carlitos), de manera indescriptible se malograron posibilidades, como en la que Centurión se la quiso dar en bandeja a Bou, con la misma falta de timing de ambos como también tuvieron varios de sus compañeros para atacar. El que mejor atacó fue porque tuvo el mejor timing y el panorama mental indicado, y hablo de Peruzzi. 
 Y vamos a enriquecer el análisis con una frase tan vieja como el fútbol: los goles que no se meten en un arco, se meten en el otro. Casi se cumple el refrán con un Sarmiento que estaba totalmente disminuido pero con la mentalidad de ir a llevarse un punto, capitalizando algunas falencias para complementarse en el fondo ante un contraataque. Otra frase también se hubiese cumplido si había un empate: la dinámica de lo impensado. 
 La victoria es lógica y Boca demostró ser un buen equipo, pero todavía le falta ese timing tan necesario para tomar buenas elecciones y ser ese GRAN equipo que todos queremos ver y pensamos que tiene potencial para por ejemplo, ganar más cómodamente. Hay que ajustar detalles para ser un monopolio que satisfaga a la comunidad, ya que de lo contrario habría buenos resultados, pero si no se intenta mejorar el artículo no podríamos denominarnos como un buen emprendimiento que se preocupa por lo que le llega a la gente: el empresario Guillermo deberá pensar como innovar mejor su negocio.
 

sábado, 15 de octubre de 2016

LOS NOMBRES O LA FORMA

 Ante Perú se vio una selección desequilibrada, descompensada e inconexa. El debate gira al rededor de si es fructífero el hecho de juntar nombres, si sirve de algo tener en el mismo equipo a Dybala, Aguero, Di María e Higuaín.
 Para empezar, cualquier equipo daría lo que fuese por tener esos nombres. Ahora bien, no alcanza con ubicarlos dentro del campo, sino que hay que hacerlos jugar. Mucho se ha hablado con respecto a Bauza: que no es el técnico que se fue a buscar y resigna su estilo por respetar los nombres, que no encaja con las características de los jugadores, que todavía no supo darle una identidad al equipo. De acuerdo a esto, Buaza ya tiene una base de jugadores por lo hecho en los ciclos de Sabella y Martino, y deberá hacer los ajustes necesarios para consolidar la formación con la que sueña levantar la copa en 2018. Pero ese andar muchas veces suele ser muy esquivo por lo que significan los intentos para conseguir el ideal futbolístico: uno de esos intentos estuvo en Lima colocando tres delanteros de área y un extremo que, por características, es el indicado para hacer la banda por la izquierda, pero que también falló en esa función (no rindió desbordando por la izquierda ni tampoco dando una mano en defensa por ese sector; como lo fue con Villalva en San Lorenzo, para el Patón es fundamental un explosivo ida y vuelta por las bandas).
 La responsabilidad es de todos, pero porqué vamos a negarle a Bauza la valentía de colocar cuatro futbolistas de carácter netamente ofensivo con el deseo de explayar un buen juego, independientemente de cómo consiguió sus logros en sus clubes. No olvidemos que el Brasil del 70 salió campeón con cuatro número diez en el equipo. Era otro equipo y otra época, es cierto. Pero nadie dijo que en los tiempos de hoy no se puede jugar con Dybala. Aguero, Di María e Higuaín en el mismo 11. Si no se puede jugar con esos nombres de excelencia, ¿con quienes sí?.
 Antes de cualquier implementación, hay un punto clave: que haya solo una idea y no 11. Si Argentina juega mal no es porque haya tres delanteros o dos (ante Paraguay fue un equipo en principio más equilibrado con ida y vuelta por las bandas a través de Gaitán y Di María, y buena entrega del balón con Banega al lado de Mascherano), sino porque todavía no nos pusimos de acuerdo a dónde queremos ir. Y hay ejemplos de ello: uno muy claro es Di María; parece perdido, como jugando a su propio juego, sin levantar la cabeza, cayendo siempre en la misma trampa. Otro ejemplo fue con Banega ante Paraguay: el ex Boca es un volante que puede distribuir y generar juego, pero el equipo estaba partido, no tenía socios a quienes darle la redonda.
 Con los nombres solos no alcanza; se necesita de una forma que los haga funcionar. Pero hay algo que nos hace pensar que sí es un tema de nombres: siempre un equipo sufre cambios al tener otro DT, pero la gran mayoría de esta camada de futbolistas vienen jugando juntos hace mucho tiempo, por lo que deberían conocerse perfectamente y estar bien acoplados a la camiseta albiceleste. Un penal puede errarlo cualquiera (no vamos a pedir la cabeza de Aguero por eso) pero no puede ser que luego de tantos minutos juntos no se pueda armar una jugada combinada con más de tres pases seguidos o que el mencionado Di María corra siempre para delante como en los partidos de barrio.
 Al igual que en los ciclos anteriores, es menester darle tiempo al entrenador, pero es momento de que los jugadores también lo ayuden a culminar con la confusión y aclararle las dudas. Con Messi seguro sea más sencillo.

miércoles, 5 de octubre de 2016

TIGRE 1 BOCA 1: JUGAR BIEN NO ES SOLO LLEGAR AL AREA

 Por haber disputado entre semana el compromiso correspondiente a la Copa Argentina, Guillermo optó por hacer descansar a algunos futbolistas. Si eso era necesario es una pregunta capciosa, ya que Boca no juega todas las semanas miércoles y domingo ni está participando de la Copa Sudamericana, pero hay un plantel con mucho material y administrar los recursos no es ninguna barbaridad. Pero la pregunta que nos hacemos a la hora de esa administración de nombres propios es si a la hora de implementar un sistema como inamovible, y lo mismo con una forma de jugar, el plantel está conformado como para jugar siempre de la misma manera, hasta cambiando algunas piezas. Sebastián Peréz no es lo mismo que Cubas, pero puede ocupar su lugar sin que la esencia grupal se vea alterada, pero cuando hablamos de Zuqui como extremo derecho y Centurión o Bentancur por el centro, cabe hacer referencia a que hay reemplazos que no deberían serlo, que hubo malas elecciones, y esto incluye al entrenador. Boca no pagó por Zuqui para que juegue en la posición de Pavón, porque no tiene la velocidad ni la gambeta, porque un 4-4-2 o 4-3-3 con el ex Godoy Cruz como volante por la derecha (como volante, no una especie de extremo) hubiera sido lo más razonable.
 Pero Guardiola una vez dijo que mientras más volantes tenga tu equipo, puede que juegues mejor, ya que son los futbolistas que mejor interpretan el juego, ya que deben barajar la mayoría de sus facetas y circunstancias. Y ese no es un punto de vista erróneo, porque con Bentancur. Zuqui y los dos volantes centrales hubo mucho despliegue en el medio, lo que nos atribuyó un predominio territorial que hizo a Tigre un repertorio totalmente tributario para con sus dos extremos, sin elaborar, lo que patentó la habilidad de Janson, pero evidenció la irregularidad para ser un equipo con jugadores de muy buen pie. Además, Boca hizo bien algo lógico para jugar al fútbol: los que piensan, por adentro; los que son mas atolondrados, por afuera: a pura convicción, Silva y Pavón obraron estragos por la izquierda, yendo como locomotoras pero también entendiendo lo que pedía la jugada para rematar o dar el pase atrás. Es por eso que lo de Tigre al comienzo fue un aprovechamiento de un error ajeno, y luego no justificó la victoria, haciendo merecer el empate.
 Algo a tener en cuenta es Bentancur: a veces se siembra cierta duda sobre cuál es su posición, si es un volante mixto, si es un volante central, si es enganche. La respuesta es que es un organizador, un mediocampista moderno. Porque marca y juega, pero su característica principal es la visión: por ese motivo puede jugar de armador, porque tiene inteligencia para desarmar al rival con un pase entre líneas.
 De todas formas, el empate le queda bien al partido: Guillermo quiere un equipo directo, sin tanta pausa, pero a veces el apuro (el fútbol argentino en sí suele ser apurado) quema las expectativas. Benedetto tuvo dos chances, pero pecó de eficacia; a Pavón a veces le falta un poco de sutileza para ser un buen definidor; y Centurión estuvo muy cerca, bastante mas cerca que sus compañeros. Jugar bien no es solo llegar al área y rematar, sino que también es hacerlo de buena manera. Si jugar bien es entender el juego, dar bien los pases, defender correctamente, también lo es no ponerse nerviosos cuando se definen los partidos. Aunque la fogosidad táctica de Guillermo se vio derrumbada al meter otro nueve (a mi entender, no conviene marear a los futbolistas con el sistema y luego cambiarlo de urgencia; lo mejor sería mantener la identidad colocando a cada uno donde más cómodo se sienta), al darse cuenta que con cuatro volantes faltaba un poco de chispa y que alguien haga esos goles errados, pero a pesar de tener otro hombre en el área, el fútbol sigue sin caer, mientras que los centros y la acumulación de jugadores llueven como en tiempos torrenciales: lo que hacía falta era que caigan algunas ideas, eso en cuento a la forma; pero para meter la bocha dentro del arco nadie supo concurrir como lo hizo Insaurralde.

sábado, 1 de octubre de 2016

BOCA 2 (4) LANUS 2 (2): GENERAMOS LA SUERTE

 Como en muchas otras veces, el fútbol argentino se nutrió la última semana de hechos ocurridos fuera de la cancha. Hacemos referencia a el "tironeo" de Angelici para que Boca y Lanús tengan el mismo tiempo de descanso. El objetivo es claro: que no haya "ventajas" por el hecho de que Lanús juegue un día antes. Y la verdad es que es lamentable, y por muchas cosas: primero, porque Boca es el club más grande del país, y es bastante grande como para preocuparse de cosas tan chiquitas; segundo, porque la AFA se deja manipular y no pone orden; y tercero porque si pensamos que la ventaja está en descansar un día más o un día menos, estamos muy equivocados. La ventaja que tenía Lanús es que es un equipo que juega a un excelente fútbol, y en vez de preocuparse por quien descansa más Boca tiene que encauzarse en jugar mejor y superarlo dentro de la cancha. Acá hay una disyuntiva interesante, que en la Argentina debería empezar a cambiar: el rol dirigencial. Los dirigentes deben colaborar con la causa, darle las herramientas al cuerpo técnico para trabajar con el plantel, y nos referimos a lo que tiene que ver con logística, infraestructura, brindarle al DT los futbolistas que necesita, conservar un ideal futbolístico serio. Pero cuando la tarea del dirigente es hacer uso del poder para demostrar que es más fuerte que el otro, el clima se entristece innecesariamente, y lo único que genera es tensión, como el cruce que tuvieron Tévez y Acosta antes de comenzar el encuentro.
 Se puede decir que el primer tiempo justifica lo dicho en el primer párrafo: el equipo de Almirón fue superior, tal vez sin lucirse en el entramado de la posesión, pero ejerciendo un control del resultado a través de la presión. El granate no es sólo "tiki tiki" y fútbol champagne, sino que debe ser uno de los equipos que más se sacrifica a la hora de recuperar: todos presionan, todos corren, y de forma sincronizada: los centrales saben como achicar hacia delante, y los extremos son los primeros en dar una mano. Así se neutralizaron todas las intenciones de un borroso Boca, absorbido por el acoplamiento rival.
 Los argumentos con los que se puede evidenciar haber igualado dos veces el resultado son simples: cuando no se hace fácil jugar, se urge la aparición de alguien que pueda fraccionar la regla, y si hay alguien indicado para eso es Carlos Tévez. Pero hay que volver a reiterar algo del último encuentro: está bien que para el 2-2 hubo varias apariciones de lo mejor de Boca, es decir, Peruzzi y Pavón por la derecha, Pablo Pérez recuperando en el medio, y Tévez definiendo; pero si no fuera por el taco de Benedetto, una intervención quirúrgica de elite, puede que la jugada no haya terminado en nada, y como definitivamente terminó pasando, no habría ninguna combinación similar de Boca hasta finalizar los 90 minutos. La conclusión es la siguiente: como diría un golfista, "mientras mas entreno, mas suerte tengo". No importa cuanto descansemos, si te hacen dos goles de pelota parada es porque el rival ensayó bien durante la semana y también estuviste distraído. Hay que enfocarse en mejorar, entrenar y perfeccionar eso bueno que tenemos, y que es bastante, como se vio en el segundo gol. Por favor, desde Angelici hasta el jugador más humilde de este costoso plantel, no volvamos a caer en pequeñeses.
 Y con la frase anteriormente dicha también podemos hacer referencia a los penales: sin duda que son suerte, pero nadie le puede quitar el mérito a Sara, que es un gran atajador de penales desde su estadía en Rafaela, y que cada vez tiene más suerte.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

BOCA 4 QUILMES 1: UN ESPACIO CONFORTADOR

 El partido anterior se había dicho en estas líneas que Benedetto estaba en deuda, y hay que ser sinceros: con el partido que hizo ante Quilmes pagó dólar por dólar hasta llegar a los cinco palos verdes que se desembolsaron por él (tendrá que mantener el nivel, por supuesto). Como si en su cuerpo hubiera caído alguna fuerza divina del más allá, tuvo una actuación sublime, como hace mucho tiempo no se veía en un centrodelantero de Boca. Y a prestar atención a lo que se viene, porque en la vida, como también en el fútbol, cada acción puede ser determinante en lo anímico, y por consecuencia para el futuro (los que hayan visto la película "Efecto Mariposa" sabrán de lo que hablo).
 Con todo respeto al elenco visitante, puede decirse que los últimos 65 minutos estuvieron de más. Eso se debe a que mientras el cervecero no tenía fuerzas para distorsionar el rumbo de la historia, Boca era un tanque de guerra equipado con ametralladoras por todos lados. 
 Los argumentos de la victoria son que, además de que Grelak estuvo errático en el planteo, ya que no pudo prever que a los laterales les iba a quedar muy larga la cancha y el medio campo se le iba a hacer extremadamente ancho e indomable, Boca empezaba siempre con una salida clara desde el fondo gracias a la fórmula Pérez, parados en diagonal, uno jugando a dos toques cerca de la defensa, el otro un poco más adelantado y con intenciones de romper líneas. Y arriba fue todo un festival: los laterales llegando como extremos (atención con este dato: de los ocho goles de Boca en el torneo, dos fueron de marcadores de punta -Fabra y Peruzzi- y hubo dos tiros en el palo -Fabra en una oportunidad, y Silva en el último encuentro-, lo que marca la participación en ataque de los defensores externos, y de la importancia de ellos para hacer amplio el terreno y ser profundos), Pavón desequilibrando por la izquierda, Centurión a puro potrero, talento y huevo (para tener lo que hay que tener entre las piernas, hay que animarse, y a animarse a sacar lo mejor de sí en cualquier aspecto -esto va más allá del fútbol-, y el ex Racing, con su contextura delgada y físico fino, cuerpea, guapea, se banca las patadas, no le tiene miedo a exponerse), y acá quiero detenerme un momento: por lo general el futbolista que se enfrenta con la habilidad (ya sea una gambeta, bicicleta o lo que sea) muchas veces se siente ofendido ante la superación, y lo que hay que entender son dos cosas: al talentoso hay que cuidarlo, pero también él se debe cuidar a sí mismo, por lo tanto si se pueden evitar los golpes, mejor; mientras que la expresión de la habilidad no es ninguna falta de respeto, y el rival debe concentrarse en mejorar para ganar en los mano a mano y no enojarse. Un tal Bianchi dijo hace un tiempo "metele que es canchero", cuando Boca se enfrentó a Racing y Centurión estaba del otro lado. Dijo "metele", no que le peguen. Son dos cosas muy distintas. Y si hay alguien que sabe mucho de fútbol, es Bianchi.
 Pero hubo un factor determinante, que es eso distintivo que se necesita en el fútbol para hacer la diferencia. Para los más apostólicos de la religión boquense, cuando Boca era un equipo multicampeón siempre sobresalía ese Palermo que hacía goles hasta resbalándose, y ese Riquelme que en cualquier momento podía inventar un pase entre líneas que deje mal parada a la defensa. En esta tarde en la Bombonera Benedetto se vistió de Palermo convirtiendo tres tantos (dos golazos), y de Riquelme habilitando de taco a Centurión, una asistencia digna de crack en cualquier planeta. El primero y cuarto gol son jugadas muy ricas en lo colectivo, y lógicamente el segundo y el tercero también, pero no hace falta preguntarse el papel que jugó el futbolista proveniente de México para obtener el resultado que se consiguió. Se puede jugar muy bien, pero es clave que alguien desnivele en lo individual. Claramente hubo jerarquía para hacer la diferencia, ese elemento por el que se pagan tantos millones para fichar futbolistas.
 Y ni vale la pena hablar de los 60 minutos restantes. La posibilidad de Quilmes solamente estaba en la forma con la que se encontró con el gol: que Boca se distraiga. Podemos decir que si Boca se lo proponía podía ir en busca de más goles, pero una diferencia de tres también es bastante confortador.

lunes, 19 de septiembre de 2016

GODOY CRUZ 1 BOCA 1: NO TUVIMOS LA MAESTRIA PARA GUARDARLO EN EL BOLSILLO

 El cambio de Carrizo por Tévez era ya de por sí una incógnita para el partido: si Centurión iba a moverse bien detrás de Benedetto, si iba a ser una especie de segundo punta, si iba a intercambiar posiciones con Pavón y el ex Central permanentemente. Para empezar, el jugador que reemplaza a Carlitos es Carrizo, pero el que ocupa su lugar es Ricky Centurión, por lo tanto la pregunta que hay que hacerse es si el ex volante de Racing puede reemplazarlo, es decir, jugar en su posición. Para el fútbol nunca hay una respuesta estrictamente correcta, pero el sentido común nos guía por que el futbolista proveniente del San Pablo es de características veloces, desequilibrantes, es ligero y si hay que encontrarle un defecto es en la terminación de las jugadas (caso similar al de Di María): a veces va tan rápido que es contraproducente. La posición de "enganche" (entre comillas porque ya no hay conductores clásicos) requiere de experiencia jugando de espaldas, de capacidad para pausar el juego, de organizar, atributos para los que Carlos Tévez se encuentra apto, mientras que Centurión tiene un potencial enorme, pero aunque en Brasil Bauza lo haya colocado por el centro en alguna oportunidad, aún está verde para esos temas. 
 Así como estaban dadas las cosas, la hipótesis iba a ser de un equipo muy vertiginoso como quiere Guillermo cada vez que tiene la pelota, pero se iba a necesitar un poco de claridad si queríamos que los velocistas no se choquen entre ellos. El orden lo puso Pablo Pérez: de todo el plantel, es el que tiene más aptitud para elaborar juego, pero era necesario acompañarlo, ya que arranca suelto pero en una posición más retrasada, donde tiene la obligación de cuidar su responsabilidad táctica, teniendo en cuenta que Godoy Cruz ataca con bastante gente y tiene mucha movilidad para la rotación, por lo que el ex Newell's tenía la responsabilidad de estar atento para no comprometer a Cubas. Es decir, había una disposición en la mitad de la cancha para distribuir el balón con criterio, pero faltó criterio para definir las posibilidades: con tanto talento en tres cuartos de cancha, por inercia terminamos sometiendo a los mendocinos, pero faltaba ese Pablo Pérez unos metros más adelante: llovían los mano a mano y las gambetas como así también los envíos muy pasados, los toques de más, los enganches inoportunos de Carrizo, los remates desesperados y poco dúctiles de Pavón, mientras los tanques del local amenazaban en nuestra área, pero eran solo eso: amenazas sin concretar. 
 Cuando el partido se abrió Godoy Cruz adelantó sus líneas por el deseo natural de buscar el gol que le permita sumar algún punto, y atacando con la misma intensidad, hubo chances claras, pero como no se tuvo la inteligencia para dormir o rematar el partido (para eso a veces hace falta menos vértigo y más pausa y equilibrio), Benedetto tampoco tuvo jerarquía para hacer su tarea. Uno al nueve de Boca le pide que aguante de espaldas, que genere fútbol, que aporte en el juego aéreo en las pelotas detenidas, pero si todo eso no se puede, por lo menos se le pide aprobar la materia con un 6: que haga goles. Con Lanús pudo abrir el marcador, ahora pudo liquidarlo, pero viene con el arco torcido. Está en deuda. 
 Los "bielsistas" dirían que está bien, que fue a buscar el segundo pero falló en la definición, pero así tiene que ser, porque cuando se hace un gol hay que ir en busca del otro. Los "cholistas" dirían que además de que se escapa la victoria en la incapacidad para anotar el segundo, hay un error conceptual grave entre Cubas y Vergini, y por eso quedamos abiertos en el fondo, y por eso nos empataron; que ante equipos ofensivos y que juegan bien como es el del Gallego Méndez hay que cerrar la persiana y cubrir los huecos. Pero a los que no nos gusta mirar el fútbol de forma unilateral como yo decimos que se haya planteado como se planteó luego del gol, sobró talento y verticalidad, pero faltó orden y frialdad, a tal punto de que se pudo perder: de un trámite que resultaba extenso pero andábamos tranquilos chequeando el celular, pasamos a ir a casa y volver corriendo buscando algún papel perdido, con un ida y vuelta revoltoso, estresante y que pudo ser mortífero, porque ante la desesperación te podes olvidar de los semáforos, y por consiguiente de los autos. 

martes, 13 de septiembre de 2016

BOCA 3 BELGRANO 0: UN EQUIPO BIEN PICARO

 Ya son varios años los que caracterizan a Belgrano como un equipo aguerrido, ordenado y sólido en defensa. Zielinski dejó un sello y es menester de Teté González continuar el proyecto inculcando su propia impronta, pero el domingo en la Bombonera se vio la peor expresión: estuvo totalmente desencajado, pero por un Boca que estuvo vivaz para atacar con los laterales y a pura picardía con tres jugadores ofensivos que hablan el mismo idioma: Pavón, Tévez y Centurión.
 La gambeta es un elemento imprescindible en el fútbol, ya que si no hay alguien que rompa el molde los avances se hacen previsibles y gracias a ella se pueden construir articulaciones desarmando la estructura rival. Era un partido que necesitaba del mano a mano letal de Centurión para eliminar cualquier bloqueo defensivo, y la realidad es que el ex Racing tuvo una destacada actuación: en estos momentos es donde se demuestra no solo el nivel del futbolista sino también la fortaleza mental para salir adelante en una semana muy complicada. Con aceleraciones en tres cuartos y sorpresa por las bandas se nos abrió el camino con tres media puntas muy picantes, aunque con un deslucido Bou que le tocó la tarea de bancarla bien arriba entre muchos celestes, a diferencia de los otros tres que se mueven con libertad y arrancando desde atrás.
 Pero la picardía del potrero, de los recursos para salir de embrollos y derrumbar el muro rival se vio desmoronada por justamente lo contrario, por poca astucia para reaccionar de la forma más adecuada (en este caso, hubiera sido ni reaccionar), y curiosamente con el jugador menos pensado: Tévez, siendo capitán, con toda su experiencia, no estuvo a la altura en ese instante atroz (cuando sí lo había estado los minutos que estuvo en cancha). En el fútbol estamos muy mal acostumbrados, tratamos al árbitro como una porquería y no como una autoridad, a diferencia del rugby, donde se respeta las decisiones del referí a como de lugar. Además, Delfino no regaló ningún penal, no expulsó a nadie exageradamente ni nada como para pedir su cabeza, sino que tan solo sacó una amarilla (y bien sacada). Entonces ese es el punto en el que nos preguntamos qué necesidad tenía Tévez de insultarlo, en vez de enfocarse en la continuación del encuentro (pedíamos un Carlitos más metido, y esto también incluye a lo que es la concentración). Pero lo que más puede sorprender es buscando en los archivos de las declaraciones del mismo Tévez, mencionando en el año de su regreso que hacía falta quejarse menos con los árbitros y concentrarse en jugar (luego de un triunfo 2-1 en Sarandí), que Boca tenía que madurar y finalizar los partidos con 11 jugadores (derrota por 3-1 ante Racing en el Cilindro). Ahora será turno del Apache para adjudicarse esos planteos, y como parte del fútbol argentino en general hay que pensar en un fútbol menos violento, pero no sólo poniendo la mira en las tribunas (no sólo por los barras; el hincha genuino se habituó a agredir verbalmente y de forma desmedida), pero los protagonistas son un elemento fundamental para esta composición.
 Pero la gran noticia es que jugando gran parte del partido con un hombre menos, la victoria nunca se sufrió, en parte porque Belgrano parecía un equipo únicamente preparado para la contención, sin reacción ni ideas para ir a buscarlo, mientras que a medida que pasaban los minutos se regalaba de forma empinada, y porque Pavón, que cada día es mejor jugador, hizo un gol clave para desanimar al pirata cordobés y tranquilizar a todos. Y luego jugamos con el mismo Pavón y Centurión plantados a los costados de Cubas y Pérez para salir como misiles cuando se pudo y para congelar un resultado que no tenía muchas chances de cambiar. Ser inteligente y saber aferrarse a un resultado también es saber jugar bien al fútbol.
 Con picardía para saber cómo salir jugando (bien Tobio y Vergini), cuando atacar por las bandas con los marcadores de punta, cómo distribuirse en el medio (Pérez se entiende bien con Cubas, estando delante de él y moviéndose libremente) y con pícaros en serio como Centurión, que como marca la literatura renacentista, es alguien de baja clase social que se las arregla para salir adelante, juega con ese talento que lo llevó hasta donde está para desactivar cualquier sistema defensivo. Solo faltó la picardía de Carlitos, pero servirá de lección.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

NOS ABSTUVIMOS DEL JUEGO, PERO NOS SALVO LA VOLUNTAD

 Cuando tenés en cancha a jugadores de creación como Banega y Lamela, y los únicos recursos de Argentina se hace el pelotazo frontal (donde Pratto no llega a aguantar la pelota, o la peina sin que prospere ningún avance) o una individualidad de Di María que, acorde a su velocidad, termina chocando contra su propia virtud debido a la falta de juego interno, desentendiéndose por la izquierda, atorado, sin variantes; es porque Argentina no encontró el juego ni su nivel, sin ser superada por Venezuela (tal vez por momentos fue el equipo que se sintió más a gusto con el desarrollo, molestando con delanteros pesados y volantes habilidosos, que encontraron callejones por los costados, ante una defensa que muchas veces se vio superada, en inferioridad producto de un equipo que quedaba largo), pero víctima de su propia incapacidad de construir juego y verse absorbida por la falta de coordinación (que sí supo tener con la sociedad Messi-Dybala el primer tiempo ante Uruguay) en ataque y la fricción de un juego robusto que preponderaba en suelo bolivariano.
 La experiencia en el fútbol para un futbolista no es únicamente lo vivido dentro del campo, sino que también se hace algo fructífero de lo anecdótico y de vivencias que hacen al ser humano del futbolista comprender distintos entornos y hasta aprender de otras culturas. Fue un viaje a tierras extranjeras bastante particular, ya que hubo que llevar suministros básicos por la escasez de recursos en un país al borde del colapso con una sociedad agresiva y exhausta con el régimen chavista de Nicolás Maduro. Y lo parecido del partido a todo esto es que hablando en términos futbolísticos, a la selección venezolana tampoco le sobra nada, pero con un poquito de talento de Añón y potencia de Rondón y Josef Martínez fue transformando insinuaciones de centros que cruzaban toda el área a ocasiones concretas, con una Argentina que no defendió de la misma manera que ante Uruguay, y a pesar de que le sobren las variantes, no supo administrar bien sus recursos, algo que para completar la paradoja, podría decirse que le ocurre algo similar en el ámbito político de su nación.
 Es preciso decir que al equipo del Patón le falta gestionar mejor sus recursos porque es una mentira fatal decir que sin Messi este es un equipo del montón por el hecho de no tener al mejor de todos, porque sin Messi hay jugadores de primerísimo nivel que serían titulares en cualquier selección, como Lamela, Banega, Gaitán, entre otros; por lo tanto Argentina no es un equipo de segundo orden porque el crack del Barcelona no está, sino que el martes hubo un mal partido porque carecimos de un sentido que le de una amplitud al andamiaje. Messi nos da un plus, y tal vez se note cuando no está, pero no se puede bajar el nivel ante la ausencia de ningún jugador.
 Lo que se vio en cancha fue una mala actuación de la Argentina, y si fue porque el planteo era tirarle el compromiso a Pratto y no se captó el mensaje del entrenador para realizar la estrategia planeada, o simplemento no fue nuestro día y le salieron mejor las cosas a Venezuela, son ambas posibilidades, y siempre uno le va a pedir más a este equipo.
 Pero lo positivo es que jugando mal, se rescató un punto valioso, y que nos demuestra que con paciencia Bauza puede diseñar y articular un gran equipo, porque en el segundo tiempo el elenco argentino se llevó puesto al rival a pura voluntad, corazón y empuje, yendo con Pratto y Alario a pura fuerza, con Gaitán de lateral izquierdo, con Di María a pura gambeta, y casi como si cayera la lámpara de otra galaxia, ese pase impensado entre líneas de Lamela para el gol de Pratto nos motivó y nos volvió a meter en partido. Hay muchos recursos para hacer un equipo que conserve un andamiaje independientemente de los nombres y los rivales: el espíritu demostrado el martes es uno de ellos, y uno clave. Será tarea del cuerpo técnico administrarlos bien para aprovecharlos lo mejor posible.
 

viernes, 2 de septiembre de 2016

EL PATÓN COMBINÓ SUS MEJORES ARMAS

 Puede haber varias interpretaciones acerca de los últimos tres entrenadores que tuvo la selección, pero si hay algo que es indudable es que Sabella armó la base de un grupo y estableció la convivencia de Messi, Higuaín y Di María, es decir, por más de que la delantera haya variado algunas veces, afianzó el ataque de Argentina, pero sobre todo consolidó un grupo sólido de futbolistas con Messi a la cabeza. Martino retocó bastante el funcionamiento, pero perfeccionó la faceta defensiva del equipo con Otamendi y Funes Mori como centrales, e incorporó una variante más para el lateral derecho: Mercado. Ahora la tarea del Patón Bauza, además de ganar un título, objetivo que sus antecesores estuvieron muy cerca de cumplir pero se quedaron en la puerta, será sobre todas las cosas rodear a Messi lo mejor posible, que no se vuelvan a repetir las imágenes de las finales con el capitán gambeteando en soledad sin juego en equipo. 
 Podría decirse que en su debut como DT de la selección, Bauza aprobó la materia más importante, que era ganar (por lo general, al principio se mira de reojo a los técnicos, y arrancar con el pie derecho es clave para el futuro del ciclo); y en el primer tiempo, hasta donde se estuvo con 11 jugadores, Messi se vio con muchas ganas en su regreso, porque además de que se notaron las ansias por seguir vistiendo esta camiseta, estuvo acompañado con tal de que él haga jugar bien al equipo, pero que no sea el único que lo haga jugar. Pratto se sacrificó mucho en la presión y estuvo atento para jugar de espaldas; Dybala aparentaba una ubicación por detrás del nueve, pero metiendo diagonales, juntándose siempre que pudo con el 10; Di María no estuvo fino pero se ofreció siempre por izquierda; y los mejores socios de Messi estuvieron detrás de él, para recuperar siempre la pelota y volver a atacar. Con una masa de jugadores que se desmarcan constantemente, y hasta con Más apareciendo por sorpresa en determinadas circunstancias, Argentina tuvo todas las intenciones del mundo de jugar, de facilitarle la tarea a Messi, sin la necesidad de pausar el juego como pedía Martino: por lo menos para este encuentro, el ex DT del San Pablo entendió que ante un Uruguay que fue a bloquear todo avance argentino (casi olvidándose de que adelante tiene a monstruos como Cavani y Suárez), si la posesión se hacía lenta iba a permitir a los volantes y defensores uruguayos armarse para el repliegue, entonces lo más satisfactorio sería atacar más rápido de lo que el rival defiende, hasta con Mascherano animándose a meter varias pelotas largas antes que tocar en corto. 
 Si vamos a un análisis profundo del asunto, el plan de Tabárez no salió mal: fue a mantener el cero, y si se podía, ganarlo con alguna jugada aislada de los atacantes, a través de la pelota detenida o de segunda jugada, y Argentina no tuvo demasiadas situaciones nítidas, mientras que en el gol Messi está rodeado de siete jugadores, es decir, sin que quedara otra opción más que el remate, por lo que tácticamente Uruguay logró implementar su planteo. Pero la realidad es que al Maestro esta forma de jugar le dio muchos resultados hace unos años, pero cada vez los delanteros se ven más aislados y desaprovechados, y la garra charrúa se consume toda variante de funcionamiento (con un hombre de más, Uruguay no tuvo chances ni superó al equipo albiceleste). A los orientales no les vendría mal ir pensando en otra manera de mirar el fútbol, que le empiece a dar resultados. 
 Pero cabe destacar que luego del imprevisto que fue la expulsión de Dybala, que derivó en el llanto de espíritu amateur del cordobés, Bauza dejó de lado la asociación en tres cuartos de cancha y llevó a cabo una de sus mejores cartas: refugiarse atrás de mitad de cancha, una fórmula que le dio muy buenos resultados en San Lorenzo. Con el mismo hambre que tenía el pibe de la Juventus, el equipo defendió el resultado a puro orden y equilibrio, y con la posibilidad latente de que Messi pueda liquidarlo con Alario o algún volante en el momento que se abra un espacio. Si se sabe integrar a Messi y el DT consigue la solidez que supo explotar en sus clubes, este ciclo puede ser muy fructífero.
 Bauza utilizó sus mejores recursos para adaptarse a los distintos capítulos que tuvo el encuentro, y superó al rival en todo momento. Bien hecho.